ᴅᴏᴜᴍᴀ: ᴠɪᴄᴛɪᴍ + ꜱᴍᴜᴛ
Victim
Palabras: 4962
Advertencias: Humillación, sumisión, agresividad, mordidas, rasguños, relaciones sexuales sin protección.
El campo rodeado por preciosas luciérnagas se vio alterado cuando un grito de sorpresa femenino resonó por los alrededores, las piernas de la mujer temblaban mientras un par de manos fuertes tomaban sus hombros y una sonrisa alargada y afilada aparecía en el rostro del hombre frente a ella.
¿Acaso ese sería su fin después de todo?
Muy bien, rebobinemos.
La primera noche tras la llegada de la primavera una joven mujer de diecisiete años caminaba por las solitarias calles de su pueblo mientras sentía la fría brisa golpear su cuerpo cubierto por no más de un largo vestido de seda, su mirada se encontraba perdida mientras vagaba como un ser sin vida, sin deseos, sin ganas de continuar respirando.
- "¿Oh~? Parece que hoy es mi día de suerte".
El portador de aquella voz fue completamente ignorando por la mujer quien continuaba caminando sin rumbo fijo, una mirada extrañada apareció en el rostro de aquel ser, estaba acostumbrado a que las personas lo mirasen y después terminaran huyendo, lo que hacía aún más deliciosa su comida, sin embargo, esta vez había sido ignorado en su totalidad, ni siquiera estaba seguro de si había sido escuchado.
La curiosidad creció en su pecho, sus largas piernas le llevaron hasta pararse frente a la mujer perdida, ella se detuvo, pero no alzó la mirada para verle a los ojos, simplemente se quedó allí... Como un ser desalmado.
"¿Acaso tiene algún problema conmigo?" Se preguntaba el ser nocturno mientras chasqueaba sus dedos frente a la mirada perdida de la mujer.
Una enorme sonrisa apareció en el rostro del demonio cuando los orbes oscuros/claros de la mujer se elevaron hasta posarse sobre sus iris multicolor, esperaba por fin observar aquella reacción, ver cómo su rostro se deformaba por el miedo y la adrenalina en su sistema aumentaba drásticamente antes de comenzar a rogar o correr por sus vidas.
Su diversión fue apagada por completo al notar la mirada llena de indiferencia que aquella fémina poseía.
- "¿Qué diablos está mal contigo?" - El demonio chasqueó la lengua, quizá tendría que comérsela así y ya, pero eso era jodidamente aburrido para alguien como él.
Sin más remedio, el hombre se inclinó dispuesto a tomar su presa entre sus garras, pero para su sorpresa, una fuerte bofetada -que desde su punto de vista no fueron más que cosquillas- golpeó su mejilla izquierda dejándolo desconcertado.
- "Tú..." - Una mirada enfurecida se posó sobre él. - "No tienes maldito respeto por el luto... Maldito ser infernal, tú...".
Los ojos de la mujer rodaron hacia atrás al mismo tiempo que su cuerpo se balanceó hasta comenzar a descender hacia el suelo. El demonio frente a ella terminó sosteniendo uno de sus brazos, alzando el cuerpo inmóvil como un miserable saco de basura y momentos después, tras procesar la situación frente a él, soltó una gran carcajada tal cual psicópata al darse cuenta de que la actitud desinteresada e idiota de aquella mujer tenía un solo origen, y ese era el alcohol.
¿Qué podría hacer una joven como ella alcoholizada? Ni siquiera parecía tener la edad suficiente para beber alcohol y poder lidiar con sus efectos ¿Qué la había llevado a hacer aquello?
Douma parpadeó un par de veces al darse cuenta de que por su cabeza pasaban demasiadas preguntas para tratarse de nada más que su comida del día. Aquel sitio no era el adecuado para poder disfrutar de carne fresca, así que tomó el cuerpo femenino por las piernas y lo colgó sobre uno de sus hombros dándose la vuelta momentos después para regresar a su residencia.
Para cuando los ojos de la mujer volvieron a ver la luz ya no se encontraba en su casa, último lugar en donde recordaba haber estado antes de perder la cordura. Sus orbes recorrieron el lugar, aunque realmente no prestaba atención a su entorno, sino al bombardeo de pensamientos y recuerdos que su mente le obligaba a revivir, se lamentaba haber vuelto a recuperar la consciencia, pues eso solo significaba tener que vivir y recordar, eso era lo último que ella quería.
Una carcajada detrás suyo llamó su atención, pero no tuvo la molestia de girarse, no le importaba en lo absoluto.
- "¿Despertaste? Ya era hora".
Un cuerpo apareció repentinamente frente a ella, sus ojos volvieron a elevarse, pero para la mala suerte del demonio terminó por recibir la misma mirada desalmada y desinteresada que recibió la primera vez que se encontró con su presa. Aquello no era en absoluto divertido y generaba en el demonio una necesidad enorme por destruir a ese ser aburrido pieza por pieza como manera de desahogo.
Sin embargo, cuando menos lo esperaba, una mirada diferente apareció en los ojos de aquella mujer, no era miedo, mucho menos molestia. Era enorme tristeza. Había tristeza en sus ojos cada vez que se posaban sobre su rostro, parecía analizarlo y después apartar la mirada por un segundo antes de volver a observarle.
Estaba recordando.
- "Tú... ¿Acaso regresaste de la muerte...?" - Preguntó ella. Douma ladeó la cabeza con confusión. - "Estás muerto".
Una expresión de cansancio apareció en el rostro del demonio ¿Acaso esa mujer seguía alcoholizada?
Una de sus manos tomó el brazo de la mujer y sin cuidado alguno la acercó a él. Sus dientes afilados perforaron la carne del brazo femenino, sintiendo el metálico sabor de la sangre humana recorrer su boca, pero no era más que eso, sangre normal y corriente. Su boca se alejó de la carne mundana concluyendo que ya no había alcohol en aquel sistema, por ende, algo más afectaba la cordura de aquella humana.
Entonces, Douma cayó en cuenta de un detalle insignificante, pero a su vez, importante ¿En dónde quedó el grito de auxilio al comenzar a ser devorada? Sus ojos multicolor fueron a la mujer notando sus párpados cerrados mientras su cuerpo se aflojaba ante su agarre.
¿Qué no los humanos valoraban sus vidas ante todo? ¿Dónde estaba la lucha? ¿Dónde estaban las ganas de vivir más tiempo?
Una de las cejas del demonio se elevó con confusión, cada vez que creía que un humano no podía ser más aburrido, esta mujer superaba los límites. Soltó el brazo con brusquedad y se puso en pie caminando hacia la dirección contraria a la mujer, sus ojos multicolor observaron otro cuerpo femenino inconsciente. A diferencia de la mujer alcoholizada que había recogido de la calle, con la otra fémina presente no le tomó mucho esfuerzo lograr que abriera sus ojos. Tal como lo quería, tal como lo deseó, los ojos de esa mujer de negros cabellos mostró horror cuando se encontró con los iris multicolor del demonio quien sonreía con complacencia, un grito iba a salir de su garganta, pero terminó siendo ahogado en un charco de sangre cuando una afilada uña perforó la tráquea de la mujer logrando que se ahogara con su propia saliva y sangre poco a poco. Los ojos de la mujer se posaron sobre la joven inexpresiva, parecía pedir ayuda y Douma lo disfrutaba.
- "¿Lo ves?" - Una carcajada escapó de la boca del hombre. - "Así es como deberías reaccionar, debes entretenerme... Ustedes humanos solo existen para hacerme feliz".
Sin jugar más con la comida, Douma terminó por dividir el cuerpo de la mujer en tres piezas, todo fue en segundos, incapaz de ser percibido por el ojo humano. Una cabeza rodó a los pies de la joven que aún vivía, sus ojos siguieron el rostro sin vida de aquella mujer antes de volver al demonio y observarle igual que siempre. Sus ojos, en lo más profundo de ellos parecía como si la chica hubiese vivido aquello en el pasado, como si supiera lo que sucedería y seguiría.
Douma devoraba el resto del cadáver a unos metros de ella, sin embargo, no parecía importarle. Su estómago iba a terminar doliendo por tanto pensar, sentía Douma, pues no podía comprender como aquella joven continuaba igual que siempre incluso tras ver como asesinaba a la otra mujer, incluso teniendo una cabeza sin vida frente a ella.
- "Muy bien". - Un trozo de extremidad fue lanzado a un lado con desinterés, el demonio arrugó el entrecejo acercándose a la joven alcohólica hasta quedar frente a frente y tomarle del cuello de su camisa, obligándola a ponerse en pie y verle a los ojos. - "Qué diablos tienes ¿Eres alguna clase de demonio en secreto? ¿Qué no eres humano?"
- "Soy humano..."
Los ojos de Douma se abrieron con sorpresa, una enorme sonrisa se estiró en su rostro al recibir por fin una respuesta coherente de aquella mujer quien parecía odiar su sola existencia. Dejó caer el cuerpo de la fémina al suelo y tomó asiento frente a ella esperando a que continuara hablando, ella solo le mirada por momento antes de volver a apartar la mirada.
- "¿Y bien? Te escucho". - ¿Cuándo pasó a ser un demonio hambriento de humanos a parecer un consejero ansioso por escuchar los problemas de su paciente? - "Necesito saber qué sucede contigo, sino serás comida desperdiciada ¿No crees?"
La mujer arrugó el entrecejo, después suspiró con debilidad.
- "Mi familia". - Su voz se escuchó con dificultad, Douma elevó sus cejas con curiosidad. - "Han sido asesinados... Todos ellos".
- "¿Eh? ¿Por eso parece que perdiste el alma?" - Preguntó Douma, los ojos perdidos contrarios le miraron por un segundo. - "Oh, es cierto, ustedes los humanos aprecian sus vínculos sanguíneos".
Una de las manos de Douma palmeó la cabeza de la fémina un par de veces, esta abrió sus ojos con sorpresa al sentir el extraño toque ajeno sobre ella. El demonio soltó una carcajada, parecía ser solo otro humano deprimido más, cuando se recuperara podría devorarlo tal como quería.
Fue entonces que una idea pasó por la mente del demonio, un brillo desconocido y malvado apareció en sus ojos. Por supuesto, podría tenerla a su lado hasta que el tiempo mortal de luto pasara y cuando se recuperara podría cumplir su malévolo plan y traicionar la confianza de la mujer para seguido comerla. Ella se había convertido en un bocadillo tentador que tendría que cuidar hasta que estuviera listo para devorar y eso le hacía sentir más emocionado.
- "Bien, bien". - Douma se levantó de su sitio estirándose. - "Quédate aquí hasta que quieras volver a vivir, no te comeré, eres aburrida".
Y sin decir nada más, el demonio desapareció en un parpadear.
La historia se alargaría si el día a día de ambos se narrara de manera detallada, por lo que la conclusión de esta situación terminó por ser inesperada tanto para el demonio como para la mortal.
Tres meses transcurrieron para que el recuerdo de su familia desapareciera de la mente de aquella joven de nombre ___, Douma insistió día a día con ver su progreso, anhelando el momento en que el brillo regresara a sus ojos y pudiera disfrutar de un gran banquete, sentía que estaría tan feliz al punto de obligar a aquel demonio con un rango inferior a él a acompañarlo en esa cena, incluso si este se negaba a tocar a una fémina delicada como aquella.
Para su mala suerte, las visitas diarias se convirtieron en saludos de buenos días y buenas noches, "Acompáñame a cenar" se convirtió en "No necesito que me veas comer, vuelve en un rato", convirtiéndose luego en "Me agradas, no eres tan idiota".
Cuando la estancia de la mujer en aquella residencia cumplió seis meses, los ojos de ambos habían obtenido una chispa distinta a la que ambos poseían en un comienzo.
Douma no sabía qué era querer, ella intentó explicarlo con palabras, pero no era fácil hacerlo con alguien que "no sentía", sin embargo, la mujer estaba consciente de que los ojos de aquel demonio no eran los ojos de un hombre enamorado, sino de un hombre obsesionado. Lo descubrió cuando se encontró a sí misma siendo observaba por el demonio mientras preparaba su comida mundana, cuando abría sus ojos y lo primero que se encontraba era aquellos ojos multicolor, así como eran lo último que veía antes de dormir. Lo terminó de entender cuando cada vez que el demonio era visitado por alguno de los "socios" de su misma raza para hacerle una corta visita a su residencia y ella era encerrada en la habitación más aislada y donde no podría ser escuchada por nadie con tal de no ser vista por otros demonios que no fueran él.
Su estancia en aquel sitio comenzaba a parecer más una prisión y no una cuenta regresiva para su muerte. Así lo sintió hasta que, por primera vez, sus carnes contactaron y sus células se mezclaron con las del otro llegando juntos a tener una conexión... Diferente. Cómo había sucedido aquello, no lo sabía con claridad, solo pudo ser consciente de los gritos de necesidad provenientes de su piel mientras los ojos de ambos se conectaban sin decir una sola palabra. La primera vez fue un caos, Douma volvía a su residencia con el cuerpo de una mujer en sus manos el cual devoraría en la privacidad de su habitación, sin embargo, cuando el demonio se encontraba a la mitad de su banquete la puerta fue repentinamente abierta dejando ver a una joven humana delante suyo observando como diferentes restos y líquidos humanos se regaban por las manos del hombre.
___ le miró fijamente, sus ojos no se apartaron del rubio quien había dejado de comer de repente para comenzar a limpiar las comisuras de su boca con la manga de su camisa intentando arreglar el desastre que en aquel sitio había.
- Siento interrumpir, solo quería avisarte que iría ya a dormir. - Sin más que decir y dando media vuelta la fémina comenzó a alejarse por el pasillo con dirección a su habitación.
Douma observó el cuerpo femenino alejarse lentamente antes de posar su vista sobre el cadaver en sus manos. De un momento a otro el cuerpo inerte fue lanzado a un lado, para ese punto de sus vidas Douma se habría acostumbrado a la frialdad e insensibilidad que aquella chica sentía, así que como comúnmente hacía, el demonio comenzó a caminar tras la mujer hasta llegar a la habitación que le había asignado a ella hacía un par de meses atrás.
La mujer se acostó en su cama, él tomó asiento en una de las esquinas del colchón mirándola fijamente esperando a que sus ojos se cerraran, sin embargo y por alguna razón que desconocía, las células de su cuerpo comenzaron a retorcerse hasta que él tomó la iniciativa y posó las yemas de sus dedos sobre la piel de aquella fémina.
Desde el momento en que el sabor metálico en la saliva del demonio tocó los labios de aquella mujer las cosas cambiaron para siempre. Las noches de los viernes y sábados no eran tranquilas y el resto de la semana servían a la mujer para recuperarse y aliviar el ligero dolor que permanecía en su cuerpo como consecuencia de la rudeza que aquel demonio poseía, hasta que los anteriores días mencionados volvían a llegar y su cuerpo era bendecido con la oportunidad de tocar el cielo por unos pocos segundos.
Un año transcurrió y una tarde cuando el sol se ocultaba por el horizonte Douma fue a buscar a aquella mujer, sus órdenes fueron prepararse para acompañarle a un sitio. La aislada fémina se encontraba sorprendida, después de todo, hacía un año atrás que había llegado a ese sitio y había olvidado lo que era ver el mundo exterior. No dudó en obedecer, y cuando estuvo lista fue arrastrada por el demonio a un sitio que era desconocido para ella, la noche era fresca y una suave brisa acariciaba su cuerpo con delicadeza. Un largo campo floreado y decorado con cientos de puntos fluorescentes que volaban de un lado a otro apareció frente a sus ojos, cada detalle le daba a la situación y al lugar un toque mágico. Douma tomó asiento en el suelo y la fémina le imitó, pero para el demonio la lejanía se volvía una gran molestia, así que sin mucho esfuerzo el cuerpo de la menor fue elevado y colocado entre las largas piernas del hombre quien le miraba con una expresión burlona, ella solo rodó los ojos aparentando disconformidad, pero al apartar la mirada sintió un pequeño cosquilleo en sus mejillas.
¿Qué significaba eso?
La noche parecía volverse más corta con cada segundo que pasaba, después de todo, ambos se sumergieron en una profunda conversación mientras sus ojos se observaban y sus manos daban suaves caricias en las pieles ajenas.
Todo parecía ser felicidad hasta que la mirada divertida del demonio desapareció y su felicidad se convirtió en seriedad.
La mujer le miró con confusión, su cabeza se levantó del regazo masculino y su torso se giró levemente para verle con una mirada curiosa ¿Había pasado algo para que la actitud del demonio cambiara de repente?
- Ha pasado más tiempo del que esperaba... - Comentó Douma, sus iris multicolor se fijaron en los iris claros/oscuros de la fémina frente a él antes de que una enorme sonrisa se estirara en su rostro logrando que un escalofrío recorriera el cuerpo femenino.
- ¿A qué te refieres, Douma? - La mano de ___ se estiró buscando tocar la mejilla ajena, pero fue repentinamente tomada por la muñeca con fuerza.
Su mente divagó por unos segundos recordando el pasado hasta llegar al momento en que conoció al demonio, cuando despertó en aquella residencia y cuando se unió a él por primera vez. Sus ojos se agrandaron, era más que obvio.
Con dificultad, la mujer pasó la saliva que se había atascado en su garganta y bajó la mirada con temor. Su fecha de caducidad finalmente había llegado.
- Mi querida ___. - Al contrario del fuerte agarre en su diestra, un suave toque acarició su mejilla antes de ser obligada a levantar la mirada, Douma desviaba sus ojos a sus labios y después los subía a sus iris, la acción se repetía por varias ocasiones hasta que el demonio pareció cansarse. Su torso se inclinó hacia la mujer y sus labios se tocaron en un beso.
Fue un beso diferente a todos los demás, un beso que parecía, irónicamente, más humano que todos los que había recibido en el pasado, era así hasta que su labio fue aprisionado entre dientes logrando hacerle sangrar. La lengua del demonio se deslizó sobre sus belfos sangrantes, limpiando el líquido carmesí mientras murmullos y suspiros de satisfacción salían de la garganta del hombre cada que el sabor metálico se adentraba a su boca.
Su deseo de devorarla era evidente y ella no se negaría, después de todo, para eso había llegado a ese lugar, para ser devorada por un demonio.
- Desde el primer momento supe que serías más deliciosa que todos los demás humanos... - Susurró Douma cerca del oído ajeno, su agarre se volvió más fuerte, sus colmillos se deslizaban alrededor del cuello de la mujer mientras su lengua dejaba un rastro de saliva de paso, pero cuando creía que daría la primer mordida, sus cuerpos fueron alejados de forma repentina.
Ojos llenos de sorpresa miraron al demonio quien se levantaba de su sitio y se alejaba un par de metros de ___.
Los iris claros/oscuros de la mujer siguieron al cuerpo masculino mientras se aseguraba de encontrarse en buenas condiciones, pues su salud mental corría riesgo de desmoronarse en pedazos cuando sus ojos se maravillaron ante la escena frente a ella. Los largos cabellos de Douma bailaban junto a la brisa que recorría el lugar, su cuerpo se encontraba firma, sus manos detrás de su espalda mientras observaba al horizonte en donde los tonos oscuros de la noche parecían querer cambiar de color anunciando que el sol saldría en, quizás, una hora. Por alguna razón, su expresión parecía indicar que se encontraba pensando, o más bien debatiendo, sobre algo en su mente, como si hablara consigo mismo intentando auto convencerse de hacer algo.
Con dificultad y temblor el cuerpo de la menor se puso de pie acercándose lentamente hasta estar al lado del demonio quien posó rápidamente su mirada en ella, por primera vez Douma observó una sonrisa alargada y sincera en el rostro de aquella fémina, sus ojos brillaban llenos de vida y un ligero color se apoderaba de sus mejillas. Los iris del demonio se iluminaron con sorpresa mientras sentía haber conseguido un logro anhelado desde hacía tiempo, esa expresión de humanidad, de vida, por fin había aparecido en el rostro de su prisionera. Sin embargo, cuando el hombre iba a dar un paso hacia la mujer algo lo hizo detenerse, sus ojos observaron un punto fijo en el rostro de la chica frente a él, sus manos se apretaban en puños y su entrecejo se arrugaba.
- Oye, Douma. - La conversación que se llevaba a cabo en su cabeza perdió importancia cuando una voz femenina resonó en los oídos del demonio, Douma le miró a los ojos esperando en silencio por las palabras de aquella mujer. - Tú y yo sabemos que todo esto se debe a una sola cosa. No dudes en hacer lo que quieras... Después de todo solo soy un simple humano que existe para hacerte feliz ¿No?
El inerte corazón inmortal se removió, como si un fuerte palpitar hiciera acto de presencia por un segundo, las manos de Douma quería tomarla, tomarla y volverla prisionera de él por el resto de la eternidad, estaba asombrado, maravillado, hipnotizado... Quería a esa humana solo para él, podría tomar su sangre cada vez que quisiera y jamás permitiría que otro demonio pusiera sus ojos sobre su único tesoro.
Ni siquiera permitiría que aquel hombre posara un ojo sobre él, no importaba si moría, moriría teniéndola solo para él. Su cuerpo, su sangre, su carne y su alma serían solo para él.
Douma llevó su mano al frente manteniéndola en un puño cerrado antes de relajar sus músculos y estirar sus falanges dejando ver un pequeño anillo cristalino descansando en su palma el cual brillaba junto a las estrellas que decoraban el cielo. Los ojos vivos de la mujer observaron la mano ajena, una expresión de confusión mezclada con maravilla apareció en su rostro.
- Es evidente que no soy humano. No puedo sentir lo que un humano como tú quiere, pero no cometeré el mismo error. - Una sonrisa alargada apareció en el rostro del demonio. - Mi querido banquete más anhelado... Mi ___, quédate a mi lado hasta que tu miserable corazón deje de latir y tus días como humanos acaben... Sé mía.
El anillo fue deslizado sobre el dedo anular de la fémina, quién observaba la joya decorando su diestra. Sin embargo, su felicidad se vio perturbada cuando un par de manos se posaron sobre sus hombros con fuerza, tomándola con suficiente firmeza para serle imposible escapar.
El campo rodeado por preciosas luciérnagas se vio alterado cuando un grito de sorpresa escapó de la garganta femenina resonando por los alrededores, las piernas de la mujer comenzaron a temblar mientras una sonrisa alargada y afilada aparecía en el rostro del hombre frente a ella. Douma deslizó su lengua sobre aquellos colmillos relucientes antes de inclinarse y clavar sus caninos en la carne de la mujer. Una expresión entre dolor y placer apareció en el rostro de ___ al sentir los dientes ajenos hundirse en la piel de su hombro, sus labios succionaban su sangre. El hombre se mantuvo así por un momento hasta que se alejó de ella dejando ver un hilo de saliva y sangre deslizándose por sus comisuras.
- Te devoraré... Hasta el último rincón de tu cuerpo.
La fémina no supo cómo sucedió, pues de un momento a otro su cuerpo se encontraba sobre el suelo con el cuerpo masculino contrario arriba suyo. Un largo suspiro salió de sus labios al sentir una de las rodillas ajenas acercarse a su sexo haciendo fricción mientras las grandes manos del demonio recorrían su cintura.
Su mente no podía concentrarse entre lo que sucedía en ese momento y lo que había sucedido momentos atrás, podía sentir el anillo decorando su anular, pero también sentía las manos ajenas retirando sus prendas de vestir.
Se volvería loca si alguien no la traía de regreso.
Pudo sentir el césped acariciar su cuerpo cuando este quedó totalmente desnudo, sus ojos observaron a su alrededor sintiéndose avergonzada al encontrarse recostada sobre el campo floreado con unas cuantas luciérnagas flotando a su alrededor. Douma debía tener la mejor vista en ese momento, pues sus ojos multicolor observaban todo desde una perspectiva excitante y extensa.
Un gemido de satisfacción escapó de la garganta del demonio, sus uñas alargadas se clavaron en las caderas femeninas acercándole más a él. No quería apurar las cosas, pero el sol no estaba lejos de salir por el horizonte y quería disfrutar de ese cuerpo suyo en ese preciso lugar.
- Abre las piernas, hazlo bien.
El tono grave emitiendo aquella orden hizo vibrar todo el cuerpo de la mujer, ni siquiera analizaba sus acciones, solo respondía obedeciendo al mayor.
Las manos de Douma se deslizaron por la delicada piel de las piernas ajenas hasta hacer llegar su diestra al tobillo izquierdo de la fémina, su rostro se acercó a la extremidad, clavando sus colmillos en la delicada piel femenina. El sabor metálico volvió a inundar su paladar, su entrecejo se arrugó ante la situación placentera para después alejarse y pasar su lengua sobre la herida buscando detener el sangrado.
Cuando su tobillo se volvió aburrido, las manos del demonio tomaron la cintura de la menor dándole vuelta dejando su trasero totalmente expuesto. Douma se inclinó hacia el frente deslizando su lengua sobre el cuello ajeno, dejando un par de mordidas en el camino. La mujer supo que la ropa que ambos había desaparecido cuando el contacto piel con piel se hizo presente, el cuerpo masculino se acomodó entre sus piernas, inclinándose levemente hacia delante permitiendo a la mujer sentir algo acomodarse entre sus glúteos mientras el hombre continuaba aprovechándose de la exposición en su nuca.
Todos los humanos eran iguales para él, ante sus ojos ninguna mujer era más deliciosa que otra, sin embargo, la joven bajo su poder se había convertido en un bocadillo tentador para él con el paso del tiempo y ahora que la tenía bajo su mando se negaba a devorarla, no importaba cuanto rugiera su estómago, cuánto sus células se retorcieron por tomar su cuerpo y engullirlo, disfrutaría de ella hasta que su fecha de caducidad mundana llegara, hasta entonces la tomaría una y otra vez, y si en algún momento tenía la oportunidad, buscaría la manera de obligarla a estar a su lado por el fin de los días.
La noche ya no era joven y los minutos parecían contados, pero para ambos el sol no era una preocupación, sino la desesperación por sentir sus células conectarse una vez más.La sed carnal no fue calmada hasta que la sensación de sus paredes siendo perforadas hizo que la joven se retorciera tirando sus caderas hacia atrás, profundizando el alcance que el demonio tenía sobre ella. Un ruidoso gemido raspó la garganta de la fémina cuando las manos del demonio reforzaron el agarre en sus caderas, golpeando sus glúteos con su pelvis con cada embestida que daba. Mantener una relación como aquella con un demonio podría parecer sencillo, sin embargo, no cualquier persona podría soportar la sensación de ser abierta con agresividad y poca gentileza con cada embestida que daban, los rasgurros, hematomas y heridas llenarían todo el cuerpo y al día siguiente el dolor sería casi insoportable.
Aun así, no había seres mejor especializados en aquello que los demonios, sus cuerpos dotados lograrían llegar a cualquier rincón sin descubrir por los humanos y la palabra "contenerse" no estaría jamás en sus mentes. El placer estaba por sobre todo lo demás y ___ lo había descubierto por pura suerte.
La cabeza de aquel falo masculino golpeaba perfectamente su cérvix haciéndole temblar y regar lágrimas sintiendo como si en seguida fuera a acabar, pero no importaba cuando orgasmos alcanzara un simple humano mortal como ella, la diversión no acabaría hasta que el demonio sobre su cuerpo estuviera completamente satisfecho.
- Mírate... - Douma soltó un largo suspiro de complacencia. - Tan frágil... Si no me contuviera contigo yo podría destruirte, desgarraría hasta llegar a lo más profundo de tu débil cuerpo.
Una expresión sínica apareció en el rostro del hombre, siendo reemplazada momentos después por una expresión placentera al sentir como era absorbido y apretado por aquella jovencita que temblaba bajo su cuerpo. Los gemidos y los gritos que salían de esa pequeña boca femenina al tocar el cielo le hicieron reír a él, sus dientes aprisionaron su propio labio antes de cerrar los ojos y sentir como su completo ser se liberaba con fuerza dentro de aquel delicado cuerpo.
Los iris multicolor que el demonio poseía se fijaron en el cielo estrellado, el color oscuro de la noche había desaparecido dejando ver un tono más claro que anunciaba la llegada del día.
- Parece que tendremos que continuar esto en otro sitio. - El torso del demonio se inclinó hacia adelante para dar una suave mordida al lóbulo de la oreja izquierda femenina. - Sé una buena mujer para mí y aguanta un poco más ¿Si?
Una larga y fuerte carcajada resonó por el campo inundado de flores antes de que los dos cuerpos que allí se encontraban desaparecieran a una velocidad imperceptible.
La noche para ellos no terminaría aun, ni en las siguientes horas. Ambos se hundirían en una burbuja de placer y deseo carnal hasta que el cuerpo mundano colapsara o el estómago del demonio estuviera complacido, pero nada ni nadie lo detendría de disfrutar de la carne del otro cuanto ellos desearan.
Apartir de ese momento los días serían contados hasta que su fin llegara, pues un demonio impredecible como aquel podría acabar con esa mujer cuando se volviera aburrida, hasta entonces, la obsesión del demonio continuaría creciendo.
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