Capítulo 4

























Elena bajo del carruaje con ayuda de su dama y se encaminó hacia el interior de la mansión Ploen, tenía un sentimiento de familiaridad que le aplastaba el pecho.

Pero nunca había estado ahí, era tan solo dos años menor de Jubelian, mientras que ella era sobreprotejida en casa, Jubelian iba a todas las fiestas de sociedad, si que era imposible haber ido ahí antes.

—Lady Loferam ha llegado - se acercó a ellas.

—Hola, lamento llegar tarde -la sonrisa calida de Jubelian le recibió.

—Justo estamos entrando todas - comento Lady Arlo, la vista de todas dio con las escaleras, ella también dirigió su vista hacia ahí, un muy guapo duque venía bajando.

—No sabía que tenía un hermano princesa -otra dama comentó, Elena quiso reír, el duque se miraba muy joven para su edad y muy guapo para ser el padre de su amiga.

—Espero disfruten su estadía - Regis les dio una sonrisa y cruzo miradas con ella.

La fiesta del té fue maravillosa, todas tenían algo en común y ella se había sentido cómoda con sus presencias, sobre todo con Jubelian.

—Vamos a dar un paseo al jardín - todas siguieron a Jubelian hasta el jardín, Elena iba observando las hermosas flores del lugar, unas lilas le llamaron la atención, tenía un vago recuerdo, era ella rodeada de esas flores siendo feliz.

Se separo el grupo y observo las flores con gran tristeza, ¿por que tenía que sentirse así? ¿Qué mal hizo antes?
















Al percatarse de que las demás estaban ya lejos se puso en marcha, pero su vestido se enrededo en sus piernas y cayó durante al suelo, pero aquello no fue lo más doloroso, su rodilla había golpeado fuertemente contra otra roca que rodeaba las flores.

—Elena - aquel llamado le heló la sangre, ¿por que sonaba tan familiar y doloroso? Regis se acercó a ella rápidamente —¿Estas bien? ¿Te duele? - ella le miro con lagrimas en los ojos, dolía, pero no el golpe sino su corazón.

Regis le alzó el vestido sin espera a que ella le diera permiso, lo subió hasta su rodilla y tocó sin pudor alguno.

—Papá  - todas les miraban, Elena hizo un puchero y Jubelian se acercó a abrazarla —¿Qué sucedió?

—Me quede viendo esas flores y me tropecé con mi vestido.

—¿Puedes ponerte de pié? -la princesa se acercó, Elena trato de levantarse con su ayuda pero fue doloroso.

—Te llevaré. - Regis la tomó en brazos —Dile a Geraldine que vaya por el medico, no se preocupen -les sonrió y camino con Elena en brazos, ella quiso hacerse pequeña, le dio vergüenza y un sentimiento de extrañeza.

—Yo podría caminar...

—Tú rodilla esta sangrando y tu tobillo esta inflamado, no - ella suspiro y se aferro a sus brazos, unos enormes brazos que amenazaban con romperla.

Su aroma llegó a su nariz como magia, era delicioso y varonil, recuerdos borrosos llegaban a ella.

El doctor de la familia curo sus heridas y le recomendó descansar unos cuantos días, debido a la inflamación y el dolor en sus caderas no podía viajar en carruaje.

—Entonces se quedará. - Jubelian miro a su padre, Elena quiso negarse pero el mayor hablo.

—Enviaré un mensajero entonces -le regalo una sonrisa a Elena y salió.

—Traeré ropa para que te cambies, siento mucho lo que paso.

—No fue tu culpa, yo fui torpe - Jubelian sonrió y salió —Soy tonta -se dejó caer en la cama.














La noche ya había entrado en su apogeo, todos dormían plácidamente, menos Elena, se removia incomoda en la cama y se quejaba.

Elena yacía enfrente de un altar, portaba un vestido blanco y un velo, ante ella estaba el emperador con una enorme sonrisa que la causaba escalofríos.

Era su boda, o mejor dicho un funeral, el emperador tomó su mano y le levantó el velo con brusquedad, sintió un beso áspero y asqueroso, sintió náuseas y ganas de huir de ahí.

Su hermano no estaba para salvarla, andaba lidiando una guerra, se caso sin amor y sin esperanzas.

Su primera noche con el emperador fue horrible, no hubo palabras o caricias de consuelo. El mayor le arranco la ropa y atacó su cuello sin piedad, mordía y jala de forma horrible sus pezones y su interior ardía al sentir sus embestidas brutales.

Comprarlo con Regis era estúpido, Regis había sido amable y Darius era un hombre cruel en la cama.

Sentía su interior sangrar, ardía a más no poder y sus pechos estaban rojos y llenos de moretones.

Así fue su vida, una emperatriz sin voz ni voto, una mujer abusada por su esposo que no respetaba sus gritos y sus lamentos.

Al quedar embarazada por segunda vez, soño con tener a su hijo en brazos, soñó con enseñarle a caminar o a hablar, pensó que escucharía sus primeras palabras y que sentiría la calidez de su amor.

Pero Darius no respeto su embarazo, se satisfacía al verla con un enorme vientre, sus regordetes pechos fueron moreteados a más no poder y sus caderas sufrieron de un intenso dolor.

Murió siendo violada por Darius Ashet, la hermosa joya de la corona murió con el rostro sin brillo, pálido y delgado y con un enorme vientre que no llego al final del parto.

Las parteras esparcieron rumores de que la emperatriz había fallecido durante el parte, pero la más joven corrió la voz de que había algo más en sus piernas que sangre y líquido, había semen y una gran cantidad de moretones en todo su cuerpo.

Muchos murieron luego de la emperatriz, y el rumor paro ahí.

Nadie la lloro más que su hermano, uno que se lamentaba haberla dejado luego de dar a luz a su primer hijo, uno que llevó aquella carga hasta que vio nacer a su hija, no la dejaría sufrir, no a ella, a su pequeña Elena.



Se levanto agitada, sus quejidos fueron más y más, unas manos la sostenían de los hombros y la miraban con preocupación, era Regis, el protagonista de sus sueños, sueños que no eran suyos.

—¿Fue una pesadilla? - ella asintió. —Traeré medicina.

—No me deje sola... - Regis se detuvo, el rostro lloroso de Elena le derritió el corazón.

Ella fue impulsiva y le hizo un espacio en la cama, Regis coloco el seguro de la puerta y se acercó a ella para recostarse a su lado.

—Nadie te hará daño Elena - ese era el problema.

Ya le habían hecho daño y no podían reparar su corazón roto.



























































Hemos visto un poco de Elena antes de su muerte, definitivamente Darius es un asco de ser.

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