Capítulo Cinco
Ahora sí me iba a oír.
Cerré el vídeo y conduje al icono de llamadas, busqué su número y le marqué esperando que contestara.
Un timbre.
Otro timbre.
Tercer timbre.
Contesta maldito cobarde.
— ¿Bueno? — por fin atendió.
— ¡¿ESTÁS DEMENTE?!
—Un placer volver a oír tu voz, rechazadora de llamadas— murmuró con sarcasmo.
— ¡¿CÓMO SE TE OCURRE DECIR ESO?! ¡¿QUÉ ES LO QUE TIENES EN EL CEREBRO LEE MINHO?! ¡¿HAS VISTO QUE YA HAY RUMORES SOBRE NOSOTROS POR TU CULPA?! ¡AHORA TODO SERÁ PEOR, GRANDÍSIMO TONTO! — mis cuerdas vocales ardían por lo que levantaba mi voz.
—Pero nos vimos ayer ¿Cómo me extrañas tan pronto? — su tono era alegre y dulce.
— ¿Qué...? Minho déjate las bromas ¡¿Has visto lo que causaste en Twitter? Y en todo caso ¿Por qué serías tú el friendzoneado?! — comencé a estresarme.
—Estoy bromeando, ahora no puedo hablar ¿Bien? ¿Recuerdas el paseo nocturno? Apenas salga de aquí paso por tu depart...— habló tranquilamente, su voz era algo agitada, supongo que estaba ejercitándose o practicando.
— ¡Ni se te ocurra venir a mi departamento! Sólo empeoraría todo— indiqué, tomé mi entrecejo entre mis dedos. Ya había agarrado ese tic como costumbre cada que hablaba con Minho, se rió —Veámonos en el parque del río Han.
—Bien, te aviso en cuanto salga— soltó otra risa antes de colgar.
Así fue como estuve cerca de dos horas esperando la bendita llamada, finalmente llegó, tomé mi celular y salí de allí, sin arreglarme, ya que en caso de que nos vieran el verme arreglada empeoraría los rumores.
Lo saludé de lejos vigilando que no hubiera nadie siguiéndonos.
—Entiendo, pero es sólo una broma ¿Ok? No tienes por qué molestarte, simplemente no prestes atención y ya— nos encontrábamos sentados en dos banquetas, una frente a la otra a una distancia considerable, casi levantando la voz para que el otro pudiera escuchar claro — ¿Y por qué no contestaste mi llamada? Ahí se puede comprender quién es el del amor unilateral aquí.
— ¿Qué amor unilateral? — rodé los ojos — Y sé que no debo molestarme.
Algunos pares de gotas empezaron a caer sobre mí.
—Pero además de eso olvidaste mi cumpleaños— bufé, ambos nos pusimos de pie, estábamos uno frente al otro, aun a cierta lejanía.
—Cualquiera podría olvidarlo— objetó.
—Yo jamás olvidaría un cumpleaños— agregué, a lo cuál le hizo caso omiso, ya que se encontraba concentrado buscando con su mirada algún lugar donde refugiarnos.
—Podemos ir allá— señaló con su dedo una caseta un poco cerca de allí, podríamos estar allí hasta que calme un poco la lluvia.
Asentí sintiendo la humedad en mi cabello y ropa, ya no eran pocas gotas, eran varias.
Tomó mi mano y corrimos juntos hasta el lugar.
¡Ay Dios!
Estaba algo fría, pero a la vez me transmitía calidez.
Sólo faltaba que actuara como la estúpida y torpe protagonista de un dorama, me resbalara para que él termine agarrando mi cuerpo y nos quedemos mirando en silencio unos quince minutos con una suave canción de amor de fondo.
Pero no pasó y no sé si lo agradecía o lo lamentaba. Una vez en la caseta, soltó mi mano y me quedó mirando.
— ¿Cuándo es mi cumpleaños? — inclinó su rostro hacia un lado, mostrándome esa sonrisa divertida que cargaba casi todo el tiempo.
—Pues...— empecé a procesar la información, mientras él miraba el horizonte de pie, frente a mí.
Rayos.
—Tengo frío, no puedo pensar en este momento— rodé los ojos.
Supongamos que era el frío y no el hecho de que estaba allí, con la poca luminosidad de las farolas, gotas de agua cayendo de los mechones de su cabello y deslizándose por su rostro de manera lenta, resbalando por aquella nariz recta tan preciosa y cómo giró su rostro para mirarme, la forma en me movía sus labios articulando algo que...
— ¿Ya te congelaste? Mira esa cara de boba que tienes, ya me preocupé— empezó a tronar sus dedos frente a mí sacándome un poco de trance, carraspeé.
—Ah si sí, sólo estaba...— traté de hallar alguna excusa o mentira, con un poco de rapidez sacó su abrigo y lo puso sobre mis hombros.
Ahora la distancia no era grande.
Ahora estaba cerca.
Muy cerca.
— ¿Así está mejor? — murmuró, y juro que no quise y traté, pero fue inevitable no mirar sus labios cuando hacía aquellas muecas al hablar o pensar.
—Por favor contesta, de verdad me estás preocupando— tomó mi rostro entre sus manos.
—Sí estoy bien, gracias— me alejé un poco.
Nos mantuvimos en silencio unos minutos, la lluvia no tardó en detenerse, le devolví su chaqueta y me fui a casa, no era muy lejos de allí, pero de todas maneras me acompañó a cierta distancia.
Tantas diferencias de longitud que hubo ese día, tan cerca, tan lejos y a la final, no sirvió de nada, ya que al día siguiente ya habían publicado fotos de nosotros en el parque, únicamente cuando corríamos juntos tomados de la mano y en la caseta hablando.
—Trata de calmarte, podremos solucionarlo— murmuró.
— ¡¿Solucionarlo?! ¡Dispatch ya metió sus narices y tu inútil jefe no hace nada por arreglarlo! — levanté la voz completamente desesperada.
— ¿Inútil qué? — casi me da algo cuando escuché la puerta abrirse.
—Ay Christopher Chan, no entres sin tocar, casi me da algo— rodé los ojos.
—Uno, tus gritos se escuchan hasta afuera y dos, ¡¿Cuál Christopher Chan? Soy tu mayor! — entrecerró sus ojos hacia mí, Changbin rio fuerte.
—Ella no tiene remedio— agregó.
—Perdón, pero es que... ¿Cómo debería decirte? ¿Oppa? — todos hicimos una mueca de incomodidad.
—Hyung sería lo mejor, como si fueses un bro— asentí de acuerdo adoptando una actitud de chico y echándome sobre la silla —La próxima no levantes mucho la voz, sé cómo es mi jefe y si te escucha... no me quiero ni imaginar.
Volví a asentir.
—Lo siento— suspiré —Sólo quiero solucionar esto.
—T/n, simplemente ignora los rumores y comentarios, es problema de ellos lo que quieran creer, además no dicen nada malo sobre ustedes, es más hasta yo pienso que serían una linda...
—Jeongin, no la estás ayudando— lo detuvo Jisung, asentí completamente de acuerdo con él.
—Gracias, Jisung— le sonreí.
— ¿Por qué...? ¿Qué haces aquí? — Hyunjin me miró extrañado, Seungmin me sonrió y Felix chocó los cinco conmigo.
Minho entró a la sala y se quedó de pie en la puerta completamente extrañado con mi presencia, traía dos americanos fríos en sus manos, parpadeó dos veces y acto seguido se encogió de hombros, para pasar por mi lado y echarse en el sofá junto a Jisung, le entregó uno de los vasos y bebió el suyo, aún extrañado.
—Hola para ti también Lee Minho— le sonreí falsamente, él rio.
—Luces bien hoy— soltó secamente, pero con aquella sonrisa.
Abrí mis ojos sorprendida, su sonrisa desapareció y desvió su mirada a Jisung que veía algo en su celular, se recostó contra él y ahora ambos veían la pantalla entretenidamente.
—Ve a ponerte algo en la cara, está más roja que los labios de Changbin cuando sale del cuarto de Felix— los mencionados empezaron a toser exageradamente ante el comentario de Jeongin.
— ¡Hey, hey, too much information! — exclamó Hyunjin horrorizado.
—Yo nunca dije que chapaban encerrados como si la vida dependiera de ello, tan sólo dije que...— se defendió.
—Jeongin ¿Quieres cerrar la boca, por favor? — le pidió Seungmin con cara de asco.
—Por favor— le rogué.
—Yo fingiré que no oyeron eso— carraspeó Changbin.
—Sí, todos fingiremos eso— asintió Chan suspirando como rogando por paciencia a cualquier espíritu.
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