TATUAJE
CAPÍTULO DIEZ
Tatuaje,
— Yune... Yune, despierta. — Los ojos de la peligris se abrieron, encontrándose de frente con Emma, quien sonrió.
— Buenos días. — Saludó la mayor mientras se estiraba y bostezaba. — ¿Mikey se fue?
— Hace una hora, me pidió que te despertara en unos minutos y que te hiciera el desayuno.
— No te molestes, estoy bien. — Sano negó, ayudando a su amiga a colocarse en pie.
— Te prestaré ropa, vamos a que te duches. — Haitani asintió frotando sus ojos mientras seguía a la rubia, quien le guio hasta la ducha. — Ahí están las toallas, ve a mi habitación cuando termines.
— Claro, gracias, Emma.
Haitani se dio una corta ducha, lavando su cuerpo y humedeciendo su cabello antes de salir del recinto y secar su cuerpo con una toalla, toalla que seguidamente enrolló alrededor de su cuerpo para así dirigirse a la habitación de la menor.
— Estoy lista. — Yune abrió la puerta, encontrándose con Emma quien dejaba varias prendas de vestir sobre la cama.
— Elije lo que te guste, escogí todas las de tu talla.
— Gracias.
Después de tomar una camisa y una falda, Yune se vistió sin importarle la presencia de Emma en la habitación, estaba acostumbrada a vestirse frente a personas en las cuales confiaba, un ejemplo era la chica con la que estaba, o sus hermanos, con quienes estaba consciente de que jamás pondrían sus ojos sobre ella con otras intenciones más que para molestarla.
Al terminar la peligris se observó en el espejo, sonriendo satisfecha.
— Me gusta... Por cierto ¿Tienes algo que hacer?
— ¿Ahora? — Yune asintió. — No exactamente.
— Saldré con Draken y llamaré a Mitsuya ¿Vienes?
— Oh, bueno... — Las mejillas de Sano comenzaron a pintarse de un suave tono rojizo, Haitani no pudo evitar notar lo bien que se veía la chica, sonriendo al observarle.
— Solo di que sí y no le des tantas vueltas al asunto, después puedo poner una excusa para que Draken y tu tengan su momento.
— No lo digas así, Yune. — Haitani sonrió, saliendo junto a la rubia de su habitación.
Mientras caminaban, Yune marcó el número de Takashi. El tono sonó un par de veces antes de que alguien tomara la llamada.
— ¿Hola? — La mayor sonrió.
— Hola, pequeña ¿Está tu hermano?
— ¿Quién es?
— Luna, dame el teléfono. — La voz de Mitsuya al fondo resonó en la llamada, segundos después Yune pudo escuchar como el teléfono era quitado de las manos de la pequeña hermana menor de Takashi. — ¿Hola?
— Mitsuya. — Un breve silencio se mantuvo, hasta que el chico contestó.
— Yune... ¿Sucede algo?
— ¿Podríamos vernos? Quiero hablar contigo.
— Oh, claro ¿En dónde estás?
— En casa de Mikey, llámame cuando llegues, estaré esperando.
— Por supuesto.
La chica terminó la llamada, junto a Emma ambas se sentaron en el sofá, esperando por la llegada de Ryuguji y Mitsuya.
El primero en llegar fue claramente Draken, entró 'Como Pedro por su casa', dirigiéndose de inmediato hacia las dos chicas.
— ¿Mitsuya no ha llegado? — El rubio tomó asiento entre ambas chicas, acomodando rápidamente algunos desordenados mechones del cabello de Haitani.
— Está tardando. — Yune sacó su teléfono, planeaba volver a llamar al chico, pero no fue necesario al escuchar el sonido de una motocicleta fuera de la residencia avisando la llegada del mencionado. — Draken, lleva a Emma, iré con Mitsuya.
Ryuguji asintió, saliendo junto a las dos chicas. Una vez afuera, Takashi bajó de su motocicleta y observó a Yune, quien sonrió.
— Pueden adelantarse, me gustaría hablar a solas con él. — Emma y Ryuguji asintieron, alejándose rápidamente en la motocicleta del más alto. — Ha pasado tiempo.
— Solo unos pocos días. — Takashi rascó su ceja, nervioso. — Yune, yo...
— Mitsuya, quiero que tengas algo claro. — El chico prestó atención. — Estoy molesta, y realmente tengo ganas de patearte el trasero a ti y a todos los demás, pero no lo haré... Ya sabes, el poder de la amistad.
— ¿Poder de la amistad? ¿Qué invento es ese? — Ambos rieron. — Lo siento mucho, no quería ser grosero aquella noche, es mi culpa por no haber pasado a verte, aunque fuese un momento ¿Hay algo que pueda hacer para compensarte?
— Hay algo. — Los dos se acercaron al vehículo del menor. — ¿Me llevas?
— Claro.
Una vez sobre la motocicleta, Yune enrolló sus brazos alrededor de la cintura de Takashi, quien comenzó a conducir rápidamente.
— Planeaba hacerme un tatuaje, Mikey dijo que podrías ayudarme con ello ¿Te importaría?
— ¿Tienes algo en mente? — Haitani asintió. — Lo veremos allá, debes saber que los primeros días debes cuidarlo, y creo que estas consciente de que lo que sea que te hagas no podrá ser borrado de ti nunca.
— Estoy consciente de ello. — Mitsuya asintió.
— Hay un sitio que conozco, seguro que Draken estará llegando allá.
Los próximos minutos de viaje ambos se mantuvieron en silencio, Yune cerró los ojos, disfrutando de la brisa mañanera que golpeaba su rostro. Mitsuya le observó de reojo, sonriendo al notar lo tranquila que la chica se veía.
Al llegar a su destino, Yune bajó primero, siendo seguida por el menor. Juntos entraron al local, encontrándose allí con Draken y Emma, quienes les esperaban.
— Comenzaba a pensar que no llegarían. — Ryuguji dejó a un lado la revista que leía, poniéndose en pie y acercándose a Yune, quien sonrió.
— No seas dramático, Ryuguji.
— ¿Ya pensaste en lo que te harás? — Girando un poco su torso, el más alto tomó un lápiz y una hoja en blanco, entregándoselos a la mayor, quien los tomó. — Dibuja.
— Muy bien.
[...]
— ¿Cómo te sientes? — Preguntó Emma, entregándole uno de los dos batidos a Haitani, quien mantenía sus ojos cerrados.
— Acaban de apuñalar mi espalda por lo menos mil veces... ¿Cómo crees que me siento? — La rubia rio, Yune tomó el batido llevando el envase a sus labios.
— Bueno, el tatuaje es bonito... ¿Qué significa?
— El dragón representa fuerza y la corona poder.
— ¿Y la espada? — Yune sonrió.
— El dragón está enrollado en la espada, demostrando que es más fuerte que ella, aun así, no significa que no pueda herirle.
— Qué significativo. — Mitsuya tomó asiento junto a la peligris, mientras Draken se sentó al lado de Emma. — ¿Estás diciendo indirectamente que nadie puede vencerte?
— Digo indirectamente que tendrán que esforzarse mucho más para poder patearme el trasero.
— ¿Lo comprobamos?
— Te he vencido antes, Mitsuya, esta no sería la excepción. — El chico rio asintiendo.
— Tienes razón... Pero Draken sí puede hacerlo.
— No me metan en sus juegos.
— ¿Oh? ¿Tienes miedo? — El chico de trenza miró a Yune, quien sonreía burlona, mirándole a los ojos.
— Por supuesto que no tengo miedo. — Haitani se puso de pie. — No pelearé contigo si eso es lo que pie-
Un fuerte puñetazo en el rostro de Ryuguji interrumpió sus palabras. Emma se sobresaltó ante el repentino golpe, mientras que Mitsuya sonrió, mirando a la mayor del grupo sonreír con burla.
— Cobarde.
— ¿Qué dijiste? — Draken se puso de pie, enfrentando a la chica, quien elevó su rostro para observarle, claramente estaba quien era más alto, Yune no podía comparar la altura del subcomandante con sus míseros ciento setenta centímetros de altura.
Yune se inclinó cuando vio venir el puño de Ryuguji a su rostro, esquivándolo momentáneamente, hasta que otro puño impactó contra su vientre, provocando que expulsara el aire en sus pulmones.
— Chicos... Están llamando la atención de más... — Avisó Emma, pero los dos mayores se encontraban concentrados, devolviéndose golpe tras golpe entre sí.
Takashi se puso de pie, mirando la hora en su reloj antes de soltar un suspiro.
— Ríndete, Haitani.
— Ríndete tú, Ryuguji.
Ambos intercambiaron golpes por unos segundos más, hasta que finalmente y después de varios minutos Draken derribó a Yune quién escupió a un lado, botando la sangre acumulada en su boca.
— ¿Estás satisfecha? — Preguntó el rubio jadeando, buscando calmar su agitada respiración, Yune le miró desde el suelo, sonriendo.
Ryuguji sintió como tomaban una de sus piernas y caía al suelo, impactando su cabeza contra el mismo.
— Eso es jugar sucio.
— Jamás hablamos de reglas. — Haitani se colocó en pie nuevamente, estirando su mano para ayudar al más alto a ponerse de pie, este aceptó. Al girar sus rostros se dieron cuenta de que Emma y Mitsuya ya no estaban allí, al parecer se habían ido segundos antes.
— ¿Qué creen que haces ustedes dos? No pueden pelear aquí, lárguense.
— ¿Qué harás si no quiero, viejo inaguantable? — Preguntó Yune, Ryuguji cubrió su boca, tirando de la chica consigo para evitar que causara problemas.
— Deberías volver a tu casa, se hará tarde.
— Tengo algo que hacer antes ¿Me llevas a casa de Mikey? Dejé mi motocicleta ahí. — Draken asintió.
En el viaje de regreso Yune no pudo evitar apoyarse contra la espalda del rubio, estaba agotada, no sólo por la pelea, sino también por lo demás que había hecho durante el día. Al llegar a casa de Mikey, Sano se encontraba afuera, sorprendiéndose al ver llegar a un Ryuguji y una Haitani golpeados.
— ¿Qué sucedió?
— Nada... Solamente le pateé el trasero a tu subcomandante.
— No mientas, ambos sabemos quién ganó. — Manjiro sonrió negando.
— Debo irme.
— Escríbeme cuando llegues a casa. — Pidió Mikey, Haitani aceptó, subió a su motocicleta y tras despedirse se marchó del sitio.
Yune no fue por el camino directo a casa, desviándose, comenzó a conducir a otro sitio totalmente diferente. Tras recibir un mensaje de Hanagaki con un sitio y una hora, ambos acordaron verse allí para "Convencer a Baji de que volviese". Al llegar a su destino Yune bajó de su motocicleta, caminando unos pocos metros hasta divisar frente a ella a Takemichi, Chifuyu y Baji, los tres ya en el sitio.
— Siento la demora. — Los tres chicos giraron sus rostros, encontrándose con una golpeada Yune que aún sangraba por la nariz.
— Yune... ¡¿Estás bien?! — Matsuno se acercó a ella, tomándole por los hombros y observando el rostro de la mayor, quien sonrió.
— Estoy genial, no te preocupes, Chifuyu. — El menor asintió aunque no tan aliviado.
Keisuke desde su sitio apoyado en un árbol les miró, frunciendo su ceño, Takemichi notó el gesto, y sin poder evitarlo hizo un par de señas a Chifuyu, quien comprendió.
— Déjame curar tus heridas después ¿Sí? — Yune miró al chico a su lado con confusión. — Es decir... Podemos ir a tu casa, no... Mejor no, ahí estarían tus hermanos... Ven a mi casa... Ah, pero no para lo que crees, es decir... Agh.
Hanagaki quiso golpear a Matsuno, no podía creer que el chico se volviese así de inútil frente a alguien como Haitani, aunque, por un lado, era comprensible.
— ¿Terminaron? — Yune observó a Baji, quien les miraba a los dos con expresión molesta. — No tengo tiempo para perder con ustedes, creí haber sido claro la anterior vez.
— Baji. — Keisuke pareció sorprenderse al escuchar a la chica llamarle de esa forma. — Solo tú sabrás lo que haces, pero Valhalla no debería de ser una opción para ti, no sólo traicionarás a quienes estuvieron contigo desde muchos años atrás, también estás hiriendo a Mikey, a tu colíder, y a todos los que te aprecian.
— ¿Incluyéndote? — Preguntó con ironía el pelinegro. El ceño de Yune se frunció, acercándose unos pasos al chico.
— Dejé de pertenecer al grupo de personas que te aprecian desde el momento en que dejaste en claro que era algo fácil de cambiar. — Keisuke no respondió. — No podría sentir nada por alguien a quien no le importa lo que sienten sus cercanos.
— ¿Terminaste tu drama?
Chifuyu retrocedió un par de pasos, tomando a Hanagaki por la muñeca para que hiciese lo mismo.
— ¿Qué sucede?
— Si esto se descontrola, corre. — Takemichi se mostró aterrado.
— ¿Drama? ¿Crees que todo lo que digo es solo un drama?
— ¿No lo es, acaso? — Un puñetazo golpeó el rostro de Keisuke, quien cerró sus ojos con fuerza ante la impresión.
— Te mostraré lo que es hacer una obra de teatro especialmente para ti.
Matsuno se sobresaltó al ver a Baji caer al suelo y ser golpeado un par de veces más por la única mujer en el sitio, pero se sobresaltó aún más cuando la chica tomó una de sus piernas con firmeza, y en una posición en especial.
— ¡Yune! ¡No! — La chica se detuvo, Keisuke le miró desde su sitio, sin decir nada ni defenderse.
Haitani se colocó en pie nuevamente, caminando hacia su motocicleta. Matsuno miró a su antiguo capitán antes de suspirar y negar, corriendo tras la chica.
— Baji... — Susurró Takemichi, mirando al pelinegro quien, en silencio, se colocó de pie, caminando hacia la dirección contraria. Hanagaki pudo notar que parecía cojear un poco, pero ¿Acaso Chifuyu no había detenido a Yune a tiempo para que no hiciera algo desastroso? Si había hecho eso con tan sólo tomar su pierna ¿Qué habría hecho si Matsuno no le detenía?
Chifuyu corrió hacia Haitani, pero se detuvo al notar como la chica golpeaba fuertemente una pared, segundos después se agachaba, tomando su muñeca con fuerza y ahogando un quejido. El rubio no supo decir si la mayor dejaba escapar lágrimas de dolor físico, o quizá, dolor emocional, pero aquello no importó ni tampoco impidió que el chico se acercara a Yune y le abrazara con fuerza. Yune no se quejó, al contrario, abrazó a Matsuno con incluso más fuerza que la que él daba.
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