SALIDA
CAPÍTULO CINCO
Salida,
El cantar de las aves acompañó perfectamente a la ruidosa alarma que resonó casi sobre el oído de Yune, quien sobresaltada se despertó. El reloj digital en su mesa de noche indicaba la hora: "8:30am".
Un bostezo y la chica ya se encontraba de pie, caminando hacia el baño para prepararse. Sabía que probablemente Ran continuaba en casa, por lo que intentó ser silenciosa, después de todo aún no había respondido su pregunta de qué haría esa mañana y seguramente continuaba durmiendo.
A las ocho y cincuenta de la mañana Yune salió del baño y se vistió, seleccionando algo cómodo y no muy extravagante, arregló su cabello y rostro, para finalmente bajar a la cocina y preparar algo de café y el desayuno.
- Buenos días. - La chica se giró observando a su hermano recién despierto tomar asiento en una de las cuatro sillas del comedor mientras le miraba fijamente. - ¿Despierta tan temprano?
- Se supone que deberías estar listo para ir a ver a Rindo ¿Cuándo le darán el alta?
- Hoy o quizá mañana. - Bostezó. - ¿Me ayudas?
Yune sonrió y se acomodó por detrás de su hermano, comenzando a deshacer las desordenadas trenzas con cuidado.
- ¿Por qué no te dejas el cabello suelto?
- Me estorbará, prefiero atarlo. - La peligris asintió, comenzando a hacer las trenzas una vez más. - ¿Te irás?
- Intentaré volver antes de las cinco. - Aseguró. - Si sucede algo no dudes en llamarme.
- Por supuesto. - Una vez la menor de los hermanos acabó con el cabello del contrario, este se colocó en pie, yendo a servirse el desayuno recién hecho. - ¿Quieres que te lleve?
- No es necesario. - Yune tomó también su desayuno y se sentó al lado de su hermano.
Para cuando el reloj marcó las 9:30am ambos hermanos habían terminado de desayunar, y el mayor de los tres se dirigía al baño, para prepararse e ir a visitar al hermano de en medio. Yune por su parte fue a buscar un pequeño bolso en el cual metió sus llaves, dinero y su teléfono.
El rostro de Haitani se encontraba neutral, sin expresión alguna, pero sus pies eran lo contrario, moviéndose ansiosos en la espera de la llegada de cierto chico de cabellos negros.
A las 9:55am, el ruido de un teléfono llamó la atención de Yune, quien no dudó en contestar.
- ¿Hola?
- Estoy afuera ¿Vine muy temprano?
- No, para nada, saldré en seguida. - Tras colgar, Yune tomó su bolso y caminó a la puerta, dispuesta a salir.
- Espera. - La chica se giró, notando a su hermano mayor mirándola mientras acomodaba la toalla en su cintura, única prenda que le cubría.
- No quiero verte semidesnudo, Ran, se me hace tarde.
- ¿Con quién saldrás?
- Con Qué-Te.
- ¿Qué-Te?
- Qué-Te-Importa.
Antes de que el mayor pudiese decir algo, Yune salió de la casa, notando de inmediato a cierto chico de ojos claros mirándola mientras se encontraba apoyado en su motocicleta. No era costumbre ver a Keisuke vestido con otras prendas que no fueran el uniforme de su preparatoria o el característico traje de la Toman, así que al verle con una sudadera gris y unos pantalones negros una sonrisa se estiró en el rostro de la chica.
- Hola. - Baji se acercó a ella, dándole un abrazo de saludo antes de dirigirse ambos a su motocicleta. - ¿Lista?
- ¿A dónde iremos exactamente? - Preguntó Yune, sosteniéndose tímidamente de la sudadera del más alto, quien sonrió.
- Ya lo verás.
Sin decir nada más, el pelinegro comenzó a conducir rápidamente hacia algún sitio desconocido para la peligris. La velocidad con la que iban era agradable, nada comparado con la velocidad a la que conducía su hermano mayor Ran cuando quería molestarla, y ni hablar de Rindo, pues con el hermano de en medio en varias ocasiones estuvieron a punto de salir volando y morir a causa de su exceso de velocidades. Haitani cerró sus ojos y apoyó su cabeza contra la espalda del menor. Su corazón palpitó fuertemente sintiendo como una de las manos del contrario acomodaba sus brazos alrededor de su cintura, brindándole un agarre más fuerte y cómodo. Baji no evitó el sonreír al sentir a la chica junto a él aferrarse con algo de fuerza a su cuerpo y tras unos minutos más de viaje, el vehículo se detuvo.
- Llegamos. - Los ojos de Haitani se abrieron, encontrándose en un estacionamiento. Ambos bajaron del vehículo. - Quiero preguntarte algo.
- ¿Qué es? - Yune notó como Baji miraba de manera poco disimulada a otro lado.
- ¿Sabes algo de una apuesta? -Las mejillas de Yune se coloraron, estaba más que consciente de la apuesta que tenían Smiley y Chifuyu.
- ¿De cuál de las tantas apuestas hablamos? - Keisuke rio, y sin decir nada más estiró su brazo, tomando la mano de la mayor, entrelazando sus largos dedos con los medianos contrarios.
- No importa, vamos. - Haitani sonrió avergonzada, disfrutando del sentir de la mano contraria tomando de la suya de manera tan acogedora. - Pensaba que te gustaría la idea de venir al centro comercial, después podríamos ir a comer algo, tú decides el resto.
- Me parece bien. - Los dos entraron al edificio, encontrándose casi de inmediato con cientos de diferentes tiendas con las puertas abiertas a nuevos clientes. Yune miraba atentamente todo a su alrededor, hasta encontrarse frente a una tienda de pequeños llaveros de figuras animadas. La peligris estaba más que segura de que sus hermanos no eran muy afectivos en ocasiones, pero claramente había excepciones, aun así, no pudo evitar comprar tres llaveros a juego de un trío de hermanos pertenecientes a una caricatura animada que en su niñez observó junto a los dos mayores. Keisuke observó todo desde su lado, curioso. A pesar de saber quiénes eran los hermanos de la chica a su lado, jamás los había visto de muy cerca, mucho menos había entablado ninguna conversación con ellos, pero no descartaba la idea de hacerlo en algún futuro cercano gracias a ciertas circunstancias.
- Keisuke. - El pelinegro salió de sus pensamientos para observar a Yune, quien elevó dos pulseras a juego, no pudo evitar que una sonrisa se estirara en su rostro.
- ¿Pulseras?
- ¿No te gustan? - Haitani hizo una mueca, girándose dispuesta a devolverlas.
Baji detuvo su acción, tomando su muñeca. Antes de poder hacer o decir nada, el menor había pagado por ambos objetos y tomaba uno de ellos, colocándolo cuidadosamente sobre la muñeca contraria.
- ¿Qué significa? - Preguntó tras caer en cuenta de que lo escrito en las pulseras no estaba en su idioma.
- ¿Compras algo sin saber qué significa? - Baji rio. - Búscalo más tarde en algún traductor. - Yune tomó una fotografía de sus muñecas juntas, mostrando claramente lo que ambas pulseras juntas decían. Keisuke frunció su ceño, no quería quedarse con la duda de lo que significaba, por lo que al sacar él también una fotografía no pudo evitar enviársela a su mejor amigo y preguntarle por el significado.
Chifuyu desde su casa comenzó a reír como desquiciado, hasta que recordó que había una apuesta en juego y sus risas desaparecieron, siendo reemplazadas por el pensamiento de cómo pagaría cien dólares si perdía.
[...]
- Por aquí. - El pelinegro tiró de la muñeca de la chica, llevándola hasta un puesto de algodón de azúcar, allí pidió uno, y tras pagar, se lo entregó a la joven a su lado. Yune sonrió tomándolo y extrayendo un trozo del azucarado alimento, esperando al contrario, quien segundos después se giró.
- Ten. - Baji estiró su mano, tomando un trozo de algodón, llevándolo seguidamente a su boca, sintiendo como el alimento de deshacía casi instantáneamente. - ¿Sabe bien?
- Bien. - Aseguró Keisuke, tomando otro trozo, esta vez, sin embargo, no lo llevó a su boca, sino que lo acercó a la boca de Haitani quien algo avergonzada separó sus labios, permitiendo que el más alto adentrada el dulce a su boca. - ¿Sabe bien? - Imitó. Ambos rieron.
A paso lento caminaron ambos por el edificio, el menor tomó la mano de la oji-violeta, quien no se quejó, al contrario, entrelazaron sus dedos y continuaron caminando, comprando pequeñas cosas sin sentido hasta detenerse frente a una máquina de peluches.
- Mira ese de ahí. - Yune le entregó el poco algodón de azúcar restante a Keisuke, quien no dudó en devorarlo en menos de dos segundos. - Voy a intentar sacarlo.
- ¿Crees lograrlo? - La peligris recogió sus mangas, mirando al menor con una sonrisa.
- ¿Dudas de mis habilidades, Keisuke? - Baji rio burlón.
Yune sacó una moneda de su bolsillo, casi al instante la máquina comenzó a funcionar. Izquierda, un poco atrás y abajo.
- ¡Demonios! - Maldijo la oji-violeta ante su fracaso. Baji volvió a reír. - No te rías, Keisuke, no me rendiré.
- ¿Y si no lo logras? - Yune le miró.
- ¿Apostamos? - El pelinegro se acercó a ella.
- ¿Qué apostamos? - Preguntó el menor, mirando a la contraria fijamente.
- Lo que quieras, Keisuke.
- Bien.
Haitani volvió a insertar una moneda, hizo los mismos movimientos con pequeñas jugadas estratégicas, pero aun así continuó fallando. Una, dos, tres, ocho, diecisiete monedas, y aun así no logró su objetivo, y aunque estuviese dispuesta a gastar todos sus ahorros, todo el dinero que llevó consigo ese día se había acabado.
- Esta porquería no sirve. - Bufó, girándose dispuesta a irse.
- Espera. - Keisuke detuvo su caminar. - Lo intentaré.
- No pierdas tu tiempo, terminarás sin dinero como yo.
- ¿Eso crees? - Del bolsillo de su pantalón el pelinegro sacó una banda de cabello, atando sus largas hebras en una coleta. - Veremos quién manda.
Yune sonrió, dándole espacio para que el menor lo intentara. Los primeros tres intentos Baji falló miserablemente, Haitani estuvo a punto de decirle que lo dejara, pero al cuarto intento notó como las agujas tomaban el peluche que había llamado su atención, fue levantado, y antes de caer en el agujero de salida, el peluche cayó. Baji abrió sus ojos con impresión frunciendo su ceño.
- ¡Esto es una estafa! - Yune rio, pero sus risas se apagaron cuando observó el puño de Keisuke decidido a golpear la máquina, y posiblemente romper la misma, así que no dudó en tomar su muñeca y detenerle.
- Alto, alto, alto, no te desquites con la máquina, da igual, de todas formas, no necesito agregar un peluche más a mi colección. - Con algo de esfuerzo, la chica logró arrastrar al pelinegro hasta fuera del centro comercial.
Levantando su muñeca Haitani observó la hora, sorprendiéndose al notar que ya era la una de la tarde.
- ¿Debes irte?
- No, aún no. - Yune sonrió con diversión. - ¿Por qué? ¿Acaso quieres que me quede contigo toda la tarde? - Bromeó.
- ¿Y qué si es así? - La peligris se sorprendió. - Por cierto, perdiste la apuesta.
- Tú tampoco lograste sacar el peluche.
- Pero no dijimos nada sobre si yo perdía. - Keisuke tomó la muñeca de la mayor, caminando hacia el estacionamiento. - ¿Romperás tu promesa, Yune?
- Por supuesto que no, siempre cumplo mi palabra. - Ambos subieron a la motocicleta del menor al llegar al estacionamiento, casi de inmediato, Keisuke se puso en marcha. - ¿A dónde iremos esta vez?
- Es una sorpresa.
La motocicleta se mantuvo en movimiento al menos por cinco minutos, hasta que esta fue detenida por el más alto. Yune miró a su alrededor, y no pudo evitar que una sonrisa se estirara en su rostro.
- ¿El parque en dónde conocí a Mikey? - Preguntó la chica, bajándose de la motocicleta para acercarse a los juegos infantiles. - ¿Qué hacemos aquí?
- Si mal no recuerdo, no solo conociste a Mikey aquí. - Yune se giró, apoyándose sobre un tobogán, mirando al pelinegro, quien se acercó a ella, posando una de sus manos al lado derecho de la cabeza de la mayor. - También conociste a Emma y me conociste a mí.
- Pero en aquel entonces ni siquiera entablamos conversación y nos vimos por diez segundos.
- Pero aquí nos conocimos. - Haitani rio, elevando una mano hasta el cabello del contrario y desatándolo. Ambos se observaron en silencio por unos segundos, sin nada qué pensar en sus cabezas, hasta que fue el más alto quien rompió el silencio. - Quiero preguntarte algo.
[...]
Chifuyu envió finalmente el mensaje, soltando un largo y pesado suspiro.
- No puedo creer que me hagas perder de esta forma, Baji. - Se quejó. Volvió a mirar el mensaje y rio. - No sabía que Yune podía ser tan cursi.
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