FELONÍA
CAPÍTULO VEINTICINCO
Felonía,
— Debemos hablar. — Rindo se sentó frente a Yune, quien comía en silencio su almuerzo.
— ¿Sobre qué? — Ran tomó asiento al lado de la chica, mirándole por unos segundos, haciendo una seña para que terminara de comer primero. Después de acabar con su comida, la oji-violeta miró a ambos hermanos, esperando que estos hablaran.
— Yune... — Ran soltó un suspiro. — Creo que esto no te gustará.
Las cejas de la chica se juntaron en señal de molestia, sus ojos fueron a Rindo, quien acarició su sien, intentando buscar una forma de decirle aquello a su hermana sin que esta terminara levantándose y rompiendo todo, incluidos ellos.
— Pelearemos contra la Toman. — Soltó finalmente el chico de lentes, los ojos de Yune se abrieron exageradamente con sorpresa.
— ¿Qué mierda?
— No sabemos cuándo, esperamos órdenes. — Agregó Ran.
— ¿Órdenes? ¿De alguien más? — La chica se colocó en pie de golpe, haciendo caer la silla hacia atrás. — ¿Hay algo que no me hayan dicho aún?
— Yune, siéntate. — Ran intentó tomar a la chica de la muñeca, esta solamente apartó su mano de un manotazo. El mayor soltó otro suspiro, intentando buscar palabras diferentes para no volver loca a su hermana.
Fue entonces que ambos hermanos dieron una larga explicación a la chica: Eran parte ahora de una pandilla llamada Tenjiku, esta iba por Toman, siendo su líder un chico llamado Izana Kurokawa. Ran explicó detalles importantes y otros no tanto, hasta que llegaron a lo que iban.
— No te presionaremos. — Aseguró el chico de las trenzas. — Será tu decisión si deseas unirte a Tenjiku o pelear contra nosotros. Izana está dispuesto a aceptarte con los brazos abiertos, incluso consideró hacerte una de los reyes celestiales por tu fuerza e importancia en este mundo... Tienes hasta mañana por la noche para decidir.
Ambos hermanos miraban a su hermana menor, quien miraba un punto fijo en la nada, pareciendo incapaz de procesar todo aquello. Rindo se colocó en pie, caminó hacia Yune con la intención de tomarle por los hombros, pero la contraria respondió alejándose varios pasos de él.
— Necesito... Salir. — Susurró la peligris, caminando rápidamente hacia la puerta principal.
— ¡Yune, espera! — Ran cerró los ojos con fuerza al escuchar la puerta ser azotada. — Carajo.
Rindo volvió a dejarse caer sobre la silla, tirando de sus cabellos hacia atrás, Ran acarició sus sienes, en aquel momento ambos hermanos no sabían si la habían cagado o no, lo único posible por hacer era esperar por su hermana y recibir su respuesta.
El sonido de un motor viajando a increíbles velocidades no permitidas sorprendió a los muchos conductores que eran testigos de la furia y desesperación de cierta chica de cabellos grisáceos. Yune apretaba su mandíbula con fuerza, intentando no caer en la locura mientras cientos escenarios y posibilidades pasaban por su cabeza a la vez ¿Pelear contra Toman? ¿Unirse a sus hermanos o pelear contra ellos? ¿Traicionar a Mikey? Todas parecían opciones imposibles para la chica, opciones que comenzaban a hacerle perder la cabeza.
Después de una cantidad considerable de minutos conduciendo, Yune se detuvo en un muelle, mirando las olas del mar acercarse y segundos después volver a retroceder. El sol comenzaba a ocultarse por el horizonte, dando una hermosa vista al espectador y la brisa del mar relajaba sus músculos tensos y su corazón herido, haciendo danzar a sus cabellos al ritmo del fuerte viento. Finalmente, Yune se relajó. Descendió de su motocicleta y se quitó los zapatos, comenzando a caminar sin prisa cerca de la orilla del mar, disfrutando de la suavidad de la arena tibia bajo sus pies. Ya era hora de decidir, pero simplemente se le hacía difícil. Yune siempre supo elegir entre sus hermanos y su pandilla, siempre estuvo segura de ello, pero ahora que debía de hacerlo realmente se sentía entre la espada y la pared, no creía que Mikey perdonaría una traición de su parte, y tampoco soportaría pelear en contra de sus dos personas más importantes en el mundo, los cuales claramente eran sus hermanos mayores.
— Haitani Yune. — Los pasos de la chica se detuvieron de golpe, elevando lentamente la mirada y encontrándose de frente con un chico de tez morena, quien le miraba con una pequeña sonrisa, sus lentes reflejaban la poca luz emitida por el sol en camino a desaparecer, y sus manos se guardaban dentro de sus bolsillos gracias al aire fresco de la tarde, casi noche. Kisaki estiró una mano hacia ella. — Ven con nosotros.
— ¿Por qué lo haría? — Cuestionó la chica. Quiso elevar una de sus cejas y juzgar al chico con su mirada como anteriormente lo pudo haber hecho, pero simplemente no tenía fuerzas ni ánimos para hacerlo.
— Porque amas a tus hermanos y no podrías pelear en su contra, porque sé perfectamente lo que deseas: "Tener poder junto a tus personas importantes", y conmigo podrás obtener todo eso. Si te unes a Tenjiku podrás ser parte de la pandilla más fuerte de todo Japón, junto a tu familia, y junto a personas que te apoyarán, incluso más que los mismos miembros de la Toman. — Aseguró Tetta, mientras se acercaba a la chica, aun estirando su mano hacia ella. — No tienes qué perder con nosotros a tu lado.
Los ojos de la peligris brillaron, Kisaki no pudo diferenciar si se trataba de la codicia por poder o por la tristeza de la traición, pero su sonrisa no pudo evitar estirarse aún más al sentir la mano de la mayor posarse dubitativamente sobre la suya, su mirada baja, como si se arrepintiera de su decisión, pero aun así siéndole imposible tomar otra.
Kisaki caminó con la chica hasta su motocicleta, mientras internamente se felicitaba por haber logrado una vez más su objetivo con éxito. Haitani Yune, 'La Banshee', ya no sería su enemiga, sino un peón más de su tablero de ajedrez, un peón con el poder de convertirse en reina al llegar al final del tablero, un peón peligroso el cuál podría hacer explotar y así lograr tener total control sobre él.
[...]
— ¿Alguien sabe algo de Yune? — Chifuyu se acercó al grupo de líderes reunidos, quienes negaron ante su pregunta.
— Ken-chin... — Susurró Manjiro, mirando a su subcomandante quien frunció su ceño. — Me preocupa Yune.
— No hemos sabido de ella desde hace como dos semanas ¿No? — Agregó Nahoya, los demás miembros asintieron. — ¿Qué habrá sucedido?
— Yune no pasa más de una semana sin reportarse. — Recordó Matsuno, Takemichi giró su rostro hacia él, preocupado.
— ¿Han intentado comunicarse con ella? — Hanagaki elevó su mano.
— Le he enviado varios mensajes, normalmente me contestaría con un insulto o me dejaría en visto, pero ni siquiera ha abierto los mensajes.
— Espera, espera ¿Tienes el número de Yune? ¿Desde cuándo? — Preguntó sorprendido Chifuyu, Takemichi rio nervioso.
— Eso no importa, Yune no ha aparecido en las reuniones, tampoco se ha comunicado con nosotros, solo pueden significar dos cosas. — Interrumpió Ryuguji, Sano se colocó en pie.
— Ser herida de gravedad o traicionar a la Toman... — Mikey guardó silencio. — Quiero creer que no es esta última opción.
Takemichi miró con preocupación a su comandante, quien tomo sus cosas y se giró. — La reunión terminó. — Draken siguió al comandante, desapareciendo después de unos segundos de la vista de todos.
— Me encargaré de darle una paliza si se atrevió a traicionarnos. — Smiley tronó los dedos de sus manos.
— No seas imbécil, Yune te destrozaría nada más comenzar, además, no creo que nos haya traicionado. — Habló Mitsuya, tomando también sus cosas para retirarse.
— Te recuerdo que lo mismo sucedió con Baji. — Comentó Yasuhiro, Chifuyu quiso defender al pelinegro, pero se abstuvo a hacerlo al recordar las palabras del chico en año nuevo. — En fin, me voy.
Por otro lado, Yune bajaba de su motocicleta, mirando por unos segundos su vestimenta antes de sonreír, le gustaba el color negro que vestía. A pesar de ser el uniforme oficial de la pandilla de color rojo, Yune y sus hermanos habían decidido vestirse de negro, aparte de que serían diferentes y destacados, se veían el doble de atractivos ante los ojos de los demás, nadie podía negarlo.
— Deja de alabarte a ti misma y vámonos. — Se quejó Rindo, Yune mostró su dedo corazón a su hermano, acercándose a ambos.
— No separamos aquí. — Ambos hermanos se giraron a ver a la menor confundidos.
— Creí que vendrías con nosotros. — La peligris sonrió con diversión. — Diablos, siempre un paso por delante. Bien, suerte con tus víctimas, cuidado con la ley.
— Nos vemos, por favor no sean estúpidos y eviten dejarse atrapar. — Se burló la chica, mirando al grupo de personas tras de ella mientras otro enorme grupo se iba con los hermanos mayores. — Muy bien, imbéciles, esto es lo que haremos... — Comenzó la oji-violeta.
Probablemente los otros 'Reyes celestiales' estarían disfrutando de destrozar a cada miembro de Toman que se encontraban, pero no era la situación de Yune, quien no mostró felicidad alguna a pesar de no dudar dos veces en golpear a cualquiera de sus conocidos miembros de la anterior pandilla a la que pertenecía. No le era necesario ir por allí preguntando quien era y quien no miembro de la Tokyo Manji, estaba familiarizada con todos los rostros de los miembros de la pandilla a tal punto de reconocerlos desde una distancia razonable.
— Ahí, ahí y ahí. — Señaló la chica, los hombres bajo sus órdenes solamente asintieron antes de ir y encargarse de todas las personas señaladas por la oji-violeta.
— ¿Yune? — La chica dirigió su mirada hasta un miembro de la Toman, quien le miraba aterrado. — Maldita perra ¿¡Traicionaste a la Toman!? — Yune se acercó al chico, notando a este retroceder, chocando contra los pechos de otros compañeros quienes le acompañaban.
— La única perra aquí es tu madre, bastardo. — Pronunció la peligris, dando una patada directa a la cabeza del chico, el cual inmediatamente cayó al suelo inconsciente. Yune derribó a cada uno de esos chicos hasta que quedó uno solo de pie, tomándole del cuello de la camisa, Haitani miró directo a los ojos cristalizados del hombre. — Esto es lo que harás, pendejo. Tenjiku destruirá a cada maldito miembro de la Tokyo Manji Gang que encuentre, ve y avísale a tu líder que vamos por él y no descansaremos hasta destruir a la Toman entera.
Una vez el chico fue soltado, fue tal como una cucaracha que escapaba de su cazador, huyendo rápidamente del sitio.
— ¡Andando! ¡Nos uniremos a Ran y Rindo! — Exclamó la oji-violeta, siendo seguida por sus vasallos.
Las personas se alejaban una vez veían pasar a grupos tan numerosos de miembros vestidos con uniforme, no debía de serse tan tonto para saber de inmediato que cientos de pandilleros andaban por la zona, destruyendo a cada persona que quisiera molestarlos. Yune finalmente vio de lejos al grupo de sus hermanos y de 'Mochi', sorprendiéndose al ver con quien combatía este último.
— ...No sabía que un monstruo como tú podría existir, hijo de puta. — Habló Mitsuya.
— Y hay gente de voluntad fuerte como tú en Toman, qué asco. — Se quejó Mochizuki. — Esto se pone divertido.
La oji-violeta se acercó a sus hermanos, quienes al verle sonrieron. — Sin ningún rasguño. — Resaltó Ran.
— Por supuesto, nadie puede en mi contra.
— Hey, Mochi. — Interrumpió Rindo, ganando la atención del público. — ¿Por qué te quedas con toda la diversión?
Mitsuya giró su rostro, abriéndose sus ojos con extrema sorpresa al encontrarse con los dos hermanos Haitani, y no solo ellos, Yune también estaba ahí, mirándole desde el lado del chico de lentes, sin expresión en su rostro. Takashi no podía creer lo que sus ojos veían, hasta que sintió una respiración cerca de su oreja, siendo seguido por un fuerte golpe en su cabeza.
— Te atrapé, perdón por hacer trampa. — Yune rio, negando.
— Oye, hijo de puta ¡No te robes la presa de alguien más por detrás! — Graznó Mochizuki.
— Sí... Mi hermano siempre se lleva las mejores partes. También odio las poses que hace. — Señaló Rindo.
— Es un rarito. — Concordó Yune.
— Pero es el resultado lo que importa ¿No es así? — Sonrió Ran, sonrisa que casi de inmediato borró. — No es sencillo pelear contra Toman, todavía no nos atrapan con la guardia baja, es mejor que nos encarguemos de ellos rápido.
— Sí, quizás. — Yune comenzó a caminar, siendo seguida por sus hermanos. — Con esto terminamos.
— Eso es todo por hoy.
— Retírense. — Mitsuya miró a la banda retirarse, frunciendo su ceño con dolor.
— Mierda, no solo es el exlíder de Jugemu, también los hermanos Haitani y... Yune... — Takashi maldijo. — Tenjiku es brutal.
______________________________
🤺Un voto y un comentario se agradece.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top