ACCIDENTE

CAPÍTULO TRES

Accidente,

— Hace bastante tiempo quiero preguntarte algo. — Baji le miró.

— ¿Qué es? — Preguntó Yune mirando su teléfono para distraer a sus músculos tensos y nerviosos.

Keisuke sonrió, inclinándose un poco hacia la mayor para formular su pregunta. Antes de siquiera decir nada, Haitani se puso de pie de golpe. Baji frunció su ceño, mirándola, fue entonces que notó la preocupación en los ojos de Yune.

— Debo irme, lo siento.

En un parpadear, la peligris ya había desaparecido de su campo de visión, y segundos después se escuchó el motor de su motocicleta encendiéndose y alejándose. Keisuke volvió rápidamente a donde se encontraban los demás, pidiendo una explicación con la mirada.

— ¿Le has hecho algo? — Preguntó Manjiro, acercándose al más alto, pero este tan solo negó.

— ¿Cómo podría yo hacerle algo? Creí que ustedes sabrían.

—Estaba contigo, tú eres el que debería saber. — Keisuke soltó su cabello nuevamente, suspirando con frustración.

[...]

Las fuertes pisadas resonaban en el pasillo, dando a entender que alguien corría con desesperación. Ran se giró, notando como su hermana se acercaba rápidamente a él.

— ¿Qué sucedió? ¿Está bien? ¿Cuál es la situación?

— Está bien, Yune, cálmate. — Ran tomó los hombros de su hermana menor, notando las pocas lágrimas acumuladas en sus ojos que mostraban la preocupación que sentía. — Estábamos peleando contra unos chicos que nos estaban molestando desde hace días, a pesar de que los destrozamos uno de ellos sacó un arma y apuntó a Rindo. — El chico con trenzas suspiró. — Rindo está en cirugía ahora mismo, pero no debe de ser grave.

— Ran... — La voz de Yune salió entrecortada, su hermano le rodeó con sus brazos, intentando aliviar su dolor.

— Él estará bien, sabes que Rindo no sería capaz de dejarte.

Las manecillas del reloj se movieron con cada minuto que pasaba, parecía que el tiempo estaba en su contra y avanzaba más lento. En ningún momento Ran dejó de abrazar a su pequeña hermana menor, hasta que después de un par de largas horas un médico salió de la sala de cirugía.

— Él está bien, ahora mismo está en su habitación descansando, despertará en una o dos horas.

— ¿Podemos pasar a verlo? — Preguntó la menor de los Haitani, el doctor asintió, comenzando a guiarles hacia la habitación en la cual Rindo se encontraba aún dormido.

El médico se marchó, dejando a ambos hermanos en la habitación. Ran suspiró, a pesar de no demostrarlo, su preocupación también era grande, y al ver que su hermano menor se encontraba bien no pudo evitar sentirse aliviado.

— Te dije que él no te dejaría, sabes que Rindo disfruta molestándote, pareciera que aun ahora solo quería darte un buen susto.

— Le patearé las pelotas cuando despierte.

— ¿Sí...? — Ambos hermanos se sorprendieron. — Entonces le pediré al doctor que me ponga un poco más de anestesia... — Una risilla de diversión mezclada con dolor escapó de su boca.

— Rindo. — Yune se acercó rápidamente a su hermano, abrazándole con cuidado de no lastimar su herida. — Eres un imbécil.

— Vaya forma de darme la bienvenida de vuelta.

— Estoy feliz de que estés bien. — La menor de los hermanos suspiró, siendo su abrazo correspondido dificultosamente por su hermano mayor.

— No te pongas tan sentimental, no morí, llora cuando esté tieso en un ataúd. — Un fuerte golpe en el hombro por parte de Yune logró que Rindo se quejase del dolor. — Ya entendí, lo siento.

— Bien, me voy.

— Espera, no hablaba en serio... ¡Yune! ¡Vuelve aquí! — Rindo observó a su hermana menor retirarse de la habitación, Ran por su parte rio divertido.

— Bien hecho, Rindo. — Felicitó el chico de las trenzas a su hermano menor lleno de burla.

— Cállate.

Yune subió a su motocicleta y comenzó a conducir sin un destino en concreto, tan solo disfrutando del aire frío que golpeaba su rostro tranquilizándola. Condujo en círculos, viajó kilómetros y saltó más de un semáforo antes de detenerse, soltando un suspiro, era de tarde y ya podía sentir el frío. Observó a su alrededor y rio por lo bajo, notando el sitio en el que había terminado.

Bajó de su motocicleta y caminó hasta un columpio, sentándose y meciéndose suavemente mientras mantenía sus ojos cerrados. Su sentido auditivo se volvió ligeramente más agudo tras la unión de sus párpados, y por esa misma razón no le fue difícil escuchar las pisadas que se acercaban a ella a paso tranquilo.

— ¿Qué haces aquí? — No debió abrir sus ojos para saber quién era el dueño de la voz, quien segundos más tarde se sentó en el columpio de al lado.

— Quería tomar algo de aire fresco, aunque ahora creo que hace más frío del que necesitaba.

— Ten. — Los ojos de Haitani se abrieron cuando algo se posó sobre sus hombros, era una chaqueta. Giró su rostro y observó a su mejor amigo sentado a su lado, mirándole con una pequeña sonrisa.

— Gracias, Mikey. — Agradeció Yune, acomodando la chaqueta sobre sus hombros.

— ¿Qué sucedió ahora? Baji estaba- Bueno, en realidad todos estaban preocupados por como saliste corriendo del sitio.

— Alguien hirió a Rindo, Ran me envió un mensaje, por esa razón me fui. — Una pizca de sorpresa se mostró en el rostro de Manjiro.

— ¿Él está bien? — Yune asintió.

— Lo está, estaba en cirugía y despertó al poco tiempo, por eso decidí salir a tomar algo de aire, realmente lo pasé mal antes de que despertara ¿Sabes?

— Estoy seguro de eso, después de todo es tu hermano mayor. — Haitani miró a Sano, quien sonrió. — Es algo tarde ¿Quieres pasar la noche en mi casa?

— No quiero molestarte con eso, puedo volver a casa.

— No es molestia, andando. — Manjiro se colocó en pie, caminando a paso tranquilo hacia la motocicleta de Yune, quien sonrió y le siguió, subiendo ambos al vehículo y moviéndose rápidamente hacia la residencia de los Sano.

Al llegar al sitio, Yune colocó su motocicleta en un sitio en donde estaba segura que no desaparecería para la mañana siguiente y entró junto al menor a su hogar.

— Le pondré un mensaje a Ran. — Avisó mientras se sentaba sobre la cama de Mikey, escribiendo rápidamente un "Pasaré la noche en casa de Mikey, no se preocupen".

— Puedes dormir en la cama, yo dormiré en un futón.

— No es necesario, Mikey, después de todo yo soy la molestia, duerme tranquilo. — Haitani tomó el futón y lo acomodó antes de acostarse y mirar el techo. — Me pregunto que me iba a preguntar Keisuke hoy antes de irme.

— ¿Por qué lo dices?

— No lo sé, creí que iba a preguntarme algo, estaba distraída con mi teléfono y cuando vi el mensaje de Ran a penas me dio tiempo de disculparme e irme. — Manjiro le miró mientras una sonrisa se estiraba en su rostro.

— ¿Será que...?

— No lo creo. — Yune apartó la mirada avergonzada. — No creo que eso vaya a pasar, Mikey... Es decir... Lo habría hecho antes sí fuera como todos piensan.

— ¿Eso crees? — La peligris asintió. — Ya veo.

Después de aquella plática, ninguno volvió a decir palabra alguna, y con el paso de los minutos, los ojos de ambos se cerraron, dando paso a sus horas de descanso.

— ¡Levántense ustedes dos! — Yune y Manjiro se despertaron de golpe, sorprendidos por la voz intrusa.

— ¿Draken...? Hay maneras para despertar a las personas, animal. — Yune talló sus ojos mientras bostezaba, Mikey por su parte miraba a la nada, medio dormido y medio despierto, sus cabellos desordenados en todas direcciones.

— ¿Acaso no piensan ir a la preparatoria? Dense prisa. — Haitani suspiró volviendo a acostarse.

— No tengo mi uniforme aquí, no asistiré hoy.

Ryuguji caminó al armario de Mikey y sacó un uniforme femenino de la talla de la peligris. Yune miró horrorizada al más alto.

— ¿Qué demonios?

— Apúrate. — Yune maldijo por lo bajo, colocándose en pie y dirigiéndose al baño de mala gana.

— No puedo creer que tengas un uniforme mío aquí, estás loco, acosador de mierda. — Habló Haitani antes de encerrarse en el baño.

— Ken-chin ¿Por qué había un uniforme de Yune en mi habitación? — Ryuguji no respondió y llevó a Mikey a imitar la acción de la peligris: Alistarse para ir a la preparatoria.

Cuando ambos estuvieron listos, salieron de la casa, Yune yendo por una dirección diferente a la de Mikey y Draken.

[...]

— Hanagaki. — Takemichi se sobresaltó antes de girarse y mirar a Haitani observándole desde su motocicleta, a su lado se encontraba Hinata Tachibana, su actual pareja.

— ¿Quién es ella? ¿Es mayor? — Preguntó 'Hina', mirando con curiosidad a la peligris.

— Oh, es parte de la pandilla de Mikey, desde que descubrió hace un par de días que asistimos a la misma preparatoria se ofrece a llevarme a los puntos de reunión.

— Oh, ya veo. — Una sonrisa apareció en el rostro de Tachibana. — Ve con cuidado entonces.

— Pero puedo pedirle que se vaya, es decir, podemos caminar juntos hasta el sitio de reunión.

— Está bien, no es necesario, ve con ella, nos vemos después. — Hinata se despidió sonriente de Hanagaki antes de que este asintiera y la viese marcharse, después de esto caminó hacia Yune y subió a la motocicleta.

— Sostente. — Pidió la mayor encendiendo el motor de su motocicleta, poco después ya se encontraban en la carretera, moviéndose rápidamente hacia su próximo destino.

Como era común, los viajes en motocicleta no duraban mucho, en especial cuando iba con Haitani, pues la joven tenía un gran gusto por viajar a la máxima velocidad posible y permitida, aunque a veces olvidaba esto último. Pronto, Takemichi escuchó otro motor acercándose velozmente a ellos y al girar su rostro hacia la derecha se encontró con unos ojos claros mirándole fijamente. El ceño del nuevo acompañante se fruncía levemente, y su larga cabellera se mecía con el viento salvajemente.

— Yune. — Hanagaki llamó, la peligris no respondió, como era común en ella. — Baji viene detrás de nosotros.

Un sobresalto provocó que el rubio se sostuviese más fuerte de la chica al sentir como la motocicleta excedía el límite de velocidad permitido en un par de segundos, sus ojos se entrecerraron ante la fuerte brisa que chocaba contra su rostro, y como era de esperarse, no pasó nada de tiempo cuando la motocicleta se detuvo, habían llegado a su lugar de destino.

— Bájate. — Takemichi hizo lo que la chica ordenó. Ambos caminaron y subieron varias escaleras hasta llegar al punto de reunión, encontrándose con muchos de los miembros de la pandilla allí, esperando por el comandante, el subcomandante y los líderes de escuadrón. No había dado un paso al frente cuando Yune fue tirada repentinamente del brazo y arrastrada a unos metros del grupo de motociclistas.

— ¿Acaso estás evitándome, Yune? — Una sonrisa se estiró en el rostro del contrario, dejando ver perfectamente sus afilados y sobresalientes colmillos.

— ¿Qué dices? — Haitani sonrió. — No te estoy evitando.

— Bueno, creía estar seguro de que Takemichi te dijo que iba detrás de ustedes, y aun así me dejaste botado. — Yune rodó los ojos.

— Solo eres muy lento. — Baji mostró ofensa en su rostro. — Lo siento por lo de ayer, sucedió algo repentinamente y tuve que irme. — La mayor sonrió. — ¿Tenías algo que... Decirme?

El entrecejo del más alto se frunció mientras asentía y miraba a ambos lados, asegurándose de que nadie estuviese cerca para interrumpirles.

— Sí, yo... Quería pedirte algo.

— ¿Qué es ese algo? — Quizá fue por ser de tarde que la luz solar poco a poco se ocultaba impidiendo ver con claridad, pero Yune estuvo casi segura de que en las mejillas del menor había aparecido un suave tono rojizo, dándole una apariencia un tanto tierna y avergonzada.

— Yune, sal conmigo. — Esta vez fue la más baja quien comenzó a colorarse, sintiendo su rostro calentarse a causa de la repentina propuesta. — Ah, me refiero a... Salir a comer algo o... Si quieres podría acompañarte a comprar cosas de tu agrado. — Keisuke rascó su nuca mientras fruncía el ceño, intentando evitar el contacto visual y verse más patético.

— Está bien. — Baji le miró sorprendido. — Dime un día y una hora.

— El domingo ¿Tienes algo que hacer? — Haitani negó. — Bien ¿Te parece a las 10?

— Por supuesto, estaré allí. — Yune sonrió. — No vayas a dejarme plantada, Keisuke. — Tras un leve empujón al hombro contrario, la menor de los Haitani comenzó a caminar hacia donde se encontraban las demás personas, pero volvió a ser detenida.

— El domingo, yo... Te iré a recoger a tu casa. — La mayor rio nerviosa ¿Sería aquello buena idea teniendo a su hermano mayor en casa? Podría decirse que estaba temporalmente libre de Rindo, así que sería más fácil escapar de las garras de Ran, pero no quitaba el hecho de que el mayor de los tres hermanos también podía ser algo protector con ella.

— Claro, te esperaré.

Keisuke finalmente soltó la muñeca de Yune, dejándola adelantarse primero mientras él se quedaba allí, mirando fijamente el suelo, sin darse cuenta de la sonrisa en su rostro, mucho menos de las dos personas que se escondían tras un árbol a unos metros de él disfrutando de todo el espectáculo.

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