Un medallón, una espada y una lección de griego
Capitulo 13
No supe cuánto tiempo estuve dormido, pero sé que me sentí un poco mejor cuando desperté. Lissandro ya no estaba a mi lado, pero Nico sí, comiendo lo que parecía ser un chocolate con pistacho o algo parecido; se veía demasiado rico.
-Al fin despiertas, Bell -sonrió mientras se acomodaba-. ¿Cómo te sientes? -me miró con preocupación, y solo suspiré un poco.
-Muy cansado, si te soy honesto. Me siento realmente agotado... como si hubiera corrido una maratón o algo así. Es difícil de explicar -intenté no volver a dormirme.
-Toma -me dio la mitad de su chocolate-. Te ayudará a sentirte mejor. Sé que es agotador usar tus poderes cuando recién estás aprendiendo o no tienes experiencia. El chocolate a mí me ayuda un poco.
-¿Te pasa con los viajes en sombras? -pregunté mientras comenzaba a comer el chocolate.
-Sí, me da mucho sueño, hambre y antojos de chocolate. Así que trato de llevar un poco; a veces lo guardo en mi chaqueta, y otras veces, simplemente toca sobrevivir sin él.
-Debe de ser pesado -dije, sin poder imaginar lo difícil que debía de ser eso.
- algo asi...- dice Nico
En varias ocasiones, Nico sonríe mientras juega con mi cabello, sus dedos pasando suavemente entre los mechones. Malec, sentado en los asientos traseros del autobús, observa con una sonrisa contenida mientras sostiene en sus manos un medallón dorado. Desde donde estoy, puedo notar que tiene un grabado en griego antiguo, o algo similar, pero, extrañamente, las letras parecen acomodarse y moverse, cambiando a un idioma que logro entender, como si el medallón mismo buscara ser descifrado.
-Papá me pidió que te diera esto cuando fuera el momento adecuado. Así que ahora, Bell, es tuyo -dice Malec con un tono solemne mientras extiende el medallón hacia mí. Lo recibo con curiosidad y algo de confusión.
-¿Un collar? -pregunto, inspeccionando la cadena dorada y el peso del medallón en mi mano, sin entender del todo lo que representa.
-No es solo eso -responde Malec con una leve sonrisa, y antes de que pueda cuestionarlo más, lo toma de mis manos y lo lanza suavemente al aire.
En un destello de luz dorada, el medallón comienza a cambiar. Se estira, se retuerce y, casi de manera fluida, se transforma en una espada increíblemente hermosa, de hoja dorada brillante. La espada, a la que Malec llama Somniun, parece hecha de luz y metal al mismo tiempo, con un filo reluciente que emite un leve resplandor dorado. El mango, forrado en cuero oscuro, tiene un grabado que brilla con una energía suave, una escritura que parece contar una historia antigua, oculta solo para quienes puedan comprender su verdadera esencia.
-Es Somniun, una espada mágica -dice Malec con voz reverente-. Puede ser convocada a voluntad, regresando a su forma de medallón cuando no la necesites.
Con un toque de nerviosismo, envuelvo mis dedos alrededor del mango, sintiendo un leve calor que parece fluir hacia mi mano, como si la espada respondiera a mi toque, reconociéndome.
Con la espada en mis manos, noto cómo las letras en el grabado comienzan a brillar con una intensidad suave y cambian de posición hasta que puedo leerlas claramente. Me acerco, intrigado, mientras las palabras toman forma ante mis ojos, cada una trazada con precisión, como si Morfeo, el dios de los sueños, hubiera dejado un mensaje personal en su creación. Respiro profundo y comienzo a leer en voz baja, casi como si temiera despertar algo más en la espada:
"Aquel que empuñe Somniun sostendrá no solo el filo, sino el peso de los sueños perdidos y las promesas aún no cumplidas. Así como la noche encuentra el descanso, así el guerrero encontrará fuerza en el mundo entre el sueño y la vigilia. Que tu corazón no pierda el rumbo, pues esta espada responde al deseo del alma."
Las palabras parecen reverberar en mi mente, no solo como un mensaje, sino como un juramento. La inscripción no es solo un texto; siento que cada palabra pulsa con un poder antiguo, como si Morfeo mismo estuviera susurrando a través de la espada, recordándome que Somniun no es un arma cualquiera. Es una extensión de los sueños, de las fronteras entre la realidad y el mundo onírico.
-Es... es como si estuviera vivo -susurro, con una mezcla de asombro y respeto.
Malec asiente, observando mis reacciones con una sonrisa comprensiva.
-Somniun es más que una espada, Bell. Es una guía y, en ciertos momentos, una prueba. Mi padre dijo que cada dueño de esta espada debe demostrar que sus sueños son dignos de ella, que tienen un propósito claro.
Nico, que ha estado observando en silencio, coloca una mano en mi hombro.
-Así que cuida bien de Somniun, Bell. Morfeo dejó parte de su esencia en esa espada, ella siempre te protegerá.
Asiento, sintiendo el peso de esa responsabilidad y, al mismo tiempo, una extraña paz. La espada parece comprender mis pensamientos, como si respondiera a mis emociones, a mis dudas y esperanzas. Me reconforta saber que no estoy solo, que tengo una conexión con algo tan antiguo y poderoso, como un vínculo forjado entre mis sueños y mi destino. Apenas termino de absorber el peso de las palabras grabadas en la espada, siento una palmada en el hombro. Giro la cabeza y veo a Percy, sentado justo detrás de mí junto a Malec, con una sonrisa en el rostro y los ojos brillando con un toque de aprobación.
-Vaya, Bell, esa espada es increíble. Definitivamente tienes algo especial en tus manos -dice, dándome una palmada más fuerte-. No todos reciben algo como Somniun. Felicidades.
-Gracias, Percy -respondo, tratando de asimilar todo lo que ha pasado y las palabras de ánimo de Percy. Tener a Somniun aún me parece irreal.
Frente a mí, Tommy me ofrece una sonrisa de agradecimiento desde su asiento junto a Will, girándose un poco para mirarme directamente.
-Gracias por salvarme, Bell. En serio, no sé qué habría hecho sin tu ayuda. Si no hubieras estado ahí... -Hace una pausa, como si buscara las palabras-. Bueno, realmente aprecio lo que hiciste. Me diste otra oportunidad.
-No tienes que agradecerme, Tommy -le digo con una sonrisa de vuelta-. Todos estamos aquí para cuidarnos, ¿no?
Will se inclina un poco desde su asiento al lado de Tommy y me observa con una mezcla de preocupación y profesionalismo.
-Cuando lleguemos a California, me encargaré de revisar esa herida de la empusa y la quemadura -dice con tono firme-. No podemos dejar que se infecten, así que prepárate para una buena sesión de curación.
Asiento, aceptando la necesidad de ello, aunque el cansancio vuelve a hacerse presente. Con Will, sé que puedo confiar en que hará todo lo necesario para ayudarme a recuperarme.
A mi lado, siento que alguien se mueve y levanto la vista. Es Lissandro, quien me mira con esa expresión tranquila y segura que siempre tiene, y una sonrisa suave que me hace olvidar por un instante el dolor y el agotamiento. La forma en que me observa, con una mezcla de orgullo y algo más que no logro identificar, hace que el resto del autobús parezca desaparecer.
-Te ves... más fuerte -comenta Lissandro en voz baja, con un toque de complicidad-. Somniun realmente te queda bien, Bell.
Le devuelvo la sonrisa, sintiendo un leve calor en las mejillas.
-Gracias, Liss. Aunque... no sé si estoy a la altura de algo así -admito, bajando la vista hacia la espada, aún deslumbrado por el brillo dorado del arma.
Lissandro se inclina un poco hacia mí, manteniendo esa intensidad en la mirada que me deja casi sin aliento.
-Claro que lo estás -dice con suavidad-. Si alguien puede cargar con el peso de los sueños, eres tú.
Las palabras de Lissandro me reconfortan de una forma inesperada, y por un momento, el cansancio y el dolor de las heridas se desvanecen. El autobús sigue su trayecto, y aunque mis amigos están cerca, conversando entre ellos, el instante parece pertenecer solo a nosotros dos. Sin decir nada más, Lissandro me ofrece una sonrisa antes de apartarse ligeramente, como si hubiera dicho exactamente lo necesario.
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