Monstruos y un beso que nadie esperaba (Ni Yo)
Capitulo 13
La noche no fue tan terrible como pensamos. Estábamos todos juntos, y Lissandro montó guardia mientras descansábamos. Luego, hicimos turnos para las guardias. Al llegar la mañana, todos tomamos nuevamente el camino. Estábamos cerca de la carretera gracias al reporte de Alex, Jesamy y Desiree.
— Todo está tranquilo —dijo Nico mientras caminaba, y era verdad, se escuchaba el sonido del viento, lo cual resultaba algo relajante de cierta manera.
— Vamos con cuidado —dijo Elizabeth mientras sostenía una flecha en su arco y caminaba con cierta prisa, pero con cuidado. Apenas hacía ruido con sus pisadas. — Lleguemos a la carretera y veamos si podemos llamar un taxi o algo parecido.
Todos asentimos y comenzamos a seguirla. La calma no duró mucho, ya que una pesadilla nos lanzó una especie de bola de brea. Por suerte, Elizabeth lanzó una flecha y logró desintegrarla.
Las pesadillas surgieron de entre los árboles, como sombras oscuras que tomaban forma, convirtiéndose rápidamente en monstruos grotescos. Podía oírlos antes de verlos, el sonido de sus pasos pesados retumbando en la tierra. Un par de ellos, con cuerpos amorfos y ojos desproporcionados, avanzaron hacia nosotros con una velocidad que me hizo apretar los dientes. El aire se volvía espeso, casi como si estuviera cargado de energía oscura que trataba de aplastarnos.
— ¡Prepárense! —gritó Percy, sacando su espada y posicionándose junto a Nico.
Todo estalló en caos. Los monstruos comenzaron a atacar sin piedad, y nuestros espadas y armas chocaban contra sus cuerpos deformes, enviando chispas por todas partes. Cada uno de nosotros luchaba con todo lo que tenía, pero no podía dejar de notar cómo Lissandro se adelantaba, su presencia destacándose incluso entre todo el ruido y el peligro. Miré hacia él, justo cuando su espada comenzó a brillar, cargada con una electricidad que iluminó la oscuridad a nuestro alrededor. El poder de su espada era inconfundible, y los monstruos, al sentir la electricidad, retrocedieron un paso. Pero no fue suficiente para detenerlos, y su espada no lo iba a detener a él. Lissandro avanzó con una determinación en su rostro que me hizo sentir un nudo en el estómago.
No sabía por qué, pero algo dentro de mí me decía que, en ese momento, él estaba más cerca de lo que yo podía imaginar.
Entonces, sin que nadie lo esperara, una de las criaturas logró acercarse demasiado a mí, pero antes de que pudiera reaccionar, sentí una mano en mi rostro. Miré a Lissandro, que se había acercado sin que yo siquiera me diera cuenta. Nuestros ojos se encontraron, y todo a mi alrededor pareció desvanecerse en un segundo. No escuchaba el sonido de la batalla, no veía a los monstruos. Solo a él, su expresión grave, pero también una suavidad que nunca había visto en él.
— Ten cuidado —susurró, su voz más suave de lo que imaginé.
Antes de que pudiera contestar o siquiera procesarlo, sus labios se posaron sobre los míos en un beso rápido, pero intenso. Todo lo que había estado acumulándose en mí, todas las emociones y pensamientos que había mantenido reprimidos, se dispararon en ese instante. El beso fue eléctrico, como si todo el poder de su espada se hubiera transferido a ese momento, y mi corazón latió con fuerza, tan rápido que me hizo perder el aliento.
Fue un beso urgente, como si estuviera diciéndome algo sin palabras, como si sabía que el peligro estaba a la vuelta de la esquina y necesitaba hacer eso antes de lanzarse al combate. No supe qué hacer al principio, mi mente estaba llena de ruido, pero lo que sentí en ese momento fue tan real, tan crudo, que me costó un segundo recuperar el aliento cuando se apartó.
— Ahora, vamos —dijo, con una sonrisa decidida en su rostro.
Sin esperar una respuesta, Lissandro giró, su espada brillando intensamente con energía eléctrica. La movió con destreza, y la espada cortó el aire, chocando con una de las criaturas más grandes, desintegrándola con un estallido de electricidad. La batalla volvió a estar en marcha, pero yo no podía apartar la mirada de él. Sentí que algo había cambiado entre nosotros, algo más profundo que la batalla misma. Apreté mi espada con determinación, recogiendo lo que quedaba de mis pensamientos. No había tiempo para pensar en lo que acababa de pasar entre nosotros. Las pesadillas seguían atacando.
Reaccioné justo a tiempo, esquivando el ataque de una de las criaturas que se abalanzaba sobre mí con garras afiladas, sus ojos brillando con una furia cegadora. Mi corazón latía con fuerza, pero mis movimientos fueron rápidos, una respuesta automática, entrenada. Salté hacia un lado, esquivando por poco el golpe, y sentí la energía de mi daga vibrando en mis manos.
— ¡Cuidado, Oribell! —gritó Lissandro desde un costado, y me di cuenta de que había estado tan concentrado en la batalla que había olvidado un poco todo lo demás. El peligro seguía ahí, acechando.
Por suerte, Alex, Desiree y Jesamy se encargaron de las criaturas desde el aire. Los tres volaban, sus alas batiendo con gracia y precisión. Alex lanzó su ataque primero, haciendo girar una espada de energía que cortó el aire con fuerza y derribó a una de las criaturas más grandes. Desiree y Jesamy siguieron con lanzamientos en picada, sus ataques rápidos y mortales, derribando monstruos con una precisión que solo ellos podían lograr.
— ¡Vamos! —grité, alzando mi daga para lanzar un corte certero a la criatura que aún intentaba atacarme. Mi daga brilló con intensidad, como si respondiera a mi ansiedad y energía acumulada.
La batalla se desarrollaba en un caos controlado. Cada uno de nosotros daba lo mejor, no solo para sobrevivir, sino también para proteger a los demás. El sudor recorría mi frente, mis músculos tensos por el esfuerzo, pero algo en mi interior, algo en la forma en que todos trabajábamos juntos, me daba fuerzas. Sabía que no podíamos fallar, no ahora.
Vi a Lissandro al frente, su espada electrificada iluminando la oscuridad, y sentí una mezcla de emociones intensas. No solo era el compañero de lucha, era algo más, algo que ni las criaturas ni la batalla podían borrar.
La última de las pesadillas que quedaba frente a mí cayó al suelo, desintegrada por un golpe preciso de mi daga. Un suspiro de alivio escapó de mis labios, aunque mi cuerpo aún estaba tenso y en alerta. Nos habíamos ganado un breve respiro, pero sabíamos que más amenazas podrían venir. Nos reunimos rápidamente, y aunque las batallas físicas eran las que nos mantenían ocupados, no podía dejar de pensar en lo que había sucedido con Lissandro, en ese beso, en lo que eso significaba. Pero ahora no era el momento de pensarlo. El peligro aún estaba cerca, y teníamos que seguir luchando.
— ¿Todos bien? —preguntó Percy, mirando a cada uno de nosotros con una expresión que reflejaba tanto agotamiento como preocupación.
Asentí, aunque sabía que dentro de mí, las preguntas sobre lo que había sucedido con Lissandro seguían dando vueltas, inquebrantables, como las criaturas a las que acabábamos de derrotar. Pero por ahora, la misión era clara: sobrevivir, protegernos mutuamente y seguir adelante.
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Notas del autor:
¡Hola a todos! Sé que esta semana he actualizado muy seguido, pero es porque hoy es un día especial: ¡es mi cumpleaños! Ya tengo 24 años y me siento increíblemente feliz. Quiero aprovechar este momento para agradecerles de todo corazón a todos mis lectores y seguidores, especialmente a aquellos que han estado conmigo desde que tenía alrededor de 14 o 15 años. Su apoyo significa el mundo para mí, y no puedo agradecerles lo suficiente por estar siempre aquí.
Espero que disfruten su sábado, y a partir de la próxima semana, volveré a la rutina de actualizaciones más normales: una o dos veces por semana. ¡Gracias por estar conmigo en este viaje!
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