Las emociones no vienen con un manual, pero los monstruos tampoco

Capítulo 14

De cierta manera, todo esto me resultaba inquietante. Habíamos salido con vida y ahora estábamos en una parada de autobús no muy lejos de donde ocurrió todo. ¿Quién diría que lo que empezó como una simple caminata terminaría en un ataque de pesadillas... y en mi primer beso con Lissandro?

Mi primer beso. Acabo de tener mi primer beso. ¿Los demás habrán notado que me besó? Claro que sí, Oribell, todos lo notaron... ¡Dioses, me besó! Siento el rostro arder mientras la vergüenza me consume. Lissandro y yo no hemos hablado de lo que pasó, y supongo que por ahora está bien, ¿no? No lo sé. Dioses, mi mente está hecha un lío, y tengo tanta vergüenza de todo esto.

—Gracias —dice Malec de repente, tomándonos por sorpresa—. Les agradezco que sigan cuidando de mí, aun cuando fui una molestia en la batalla.

—No digas eso —responde Tommy, mirándolo con seriedad—. Cuidamos de ti porque eres nuestro amigo, y también porque eres quien lidera esta misión. No te trates como si fueras una carga o algo parecido. Eres importante.

—Gracias —Malec sonríe, y ahí está de nuevo esa chispa que he notado antes, aunque no sé si los demás son conscientes de ello—. Eres un buen amigo, Tommy.

—Iré por más leña... —dice Tommy abruptamente antes de alejarse con rapidez.

Malec se queda mirándonos con expresión de confusión.

—¿Hice algo mal? —pregunta, aún desconcertado.

—No, todo está bien —dice Will, poniéndose de pie para ir tras Tommy.

—¿Quién de los dos será más ciego? —murmura Nico mientras ríe suavemente y revisa su mochila.

—Supongo que lo que dicen es verdad: el amor es demasiado ciego —comenta Percy con una leve sonrisa.

—¿Amor? —Malec parece no entender nada y se recuesta en el piso, como si intentara conectar con los dioses.

Solo podemos reír mientras observamos a Malec descansar. Nico comienza a comer unas papas que tenía guardadas en su mochila, y no puedo evitar mirarlo con algo de confusión.

—¿Por qué estás comiendo eso? —pregunto, frunciendo el ceño.

—No pienso seguir caminando y arriesgarme a que más monstruos nos ataquen o algo parecido. Quiero llegar lo más pronto posible al campamento, así que intentaré llevarnos a todos a través de las sombras —responde Nico con calma.

Esa declaración provoca una expresión de miedo en Percy.

—Nico, no deberías forzar a tu cuerpo a usar sus habilidades de esa manera. Podrías morir —le recuerda Percy con dulzura en su voz, visiblemente preocupado.

—Percy, necesitamos salir de aquí, y lo haremos. Además, estaré bien —Nico sonríe, intentando tranquilizarlo—. Solo descansaremos aquí unas horas. Ya casi anochece, y sabes que puedo manejarlo.

Decido dar un pequeño paseo o algo parecido; solo quiero un momento a solas para pensar en todo esto, específicamente en el beso que tuve con Lissandro. Sin embargo, Alex, como siempre, siendo un cuervo chismoso, decide acompañarme.

—¿Qué sucede, Bell? —pregunta mientras se acomoda en mi cabeza.

—Solo estaba pensando un poco en Lissandro. Es alguien genial, pero no estoy seguro de lo que pasó... —murmuro, incapaz de encontrar las palabras exactas para expresarlo.

—¿Hablas del beso? —Sí, definitivamente los demás lo notaron.

—Sí —suspiro ligeramente mientras me detengo frente a una roca lo suficientemente grande como para sentarme. Me alejo unos cuatro o cinco metros del campamento; necesito un poco de privacidad en este momento—. Fue mi primer beso. Y no me quejo, él es realmente genial y... muy guapo.

—¿Entonces? —pregunta Alex, inclinando la cabeza como si esperara una confesión más clara.

—No estoy para novios en este momento —suspiro de nuevo, intentando ordenar mis pensamientos—. Ahora tenemos que concentrarnos en conseguir el rubí de mi padre, y no sería justo empezar una relación con todo esto pasando.

—Pobre Lissandro —dice de repente.

—¿Pobre? —lo miro, confundido.

—Se nota que le gustas. Cuando te ve, se le iluminan los ojos. Es un buen chico —dice, agitando sus alas con entusiasmo.

No había notado eso antes. Siempre pensé que solo era amable conmigo porque esta misión me supera y soy un desastre para todo esto. ¿Un hijo de Ares y un hijo de Morfeo? ¿Realmente podríamos estar juntos? No voy a negar que me siento bien a su lado, pero no estoy seguro de nada aún...

Alex se acomoda mejor sobre mi cabeza, haciendo un ruidito que podría interpretarse como una risa.

—¿Qué? —pregunto, mirándolo de reojo.

—Nada, solo que eres un desastre emocional —dice burlándose suavemente—. Pero eso es normal. Los hijos de Morfeo suelen complicarse la vida más de lo necesario.

—¿Y tú qué sabes? —respondo con un tono algo defensivo, aunque sé que tiene razón.

—Sé que pensar demasiado no va a solucionar nada. Si Lissandro te gusta, deberías decírselo. Y si no, también. Los chicos como él no esperan eternamente, ¿sabes? —comenta con un aire de sabiduría que no esperaba de un cuervo chismoso.

Lo pienso por un momento, mirando las hojas de los árboles moverse con el viento. Sus palabras tienen sentido, pero hay tantas cosas en juego. El rubí de mi padre, las misiones, los ataques constantes... y, sobre todo, la posibilidad de que algo salga mal.

—¿Y si lo arruino? —susurro después de un rato.

—¿Qué podrías arruinar? —Alex me mira inclinando su pequeña cabeza.

—Lo que tenemos ahora. Es fácil estar juntos cuando no hablamos de lo que sentimos. Pero si lo hacemos... —dejo la frase en el aire, sin saber cómo terminarla.

Alex suelta un suspiro exagerado.

—Bell, no puedes vivir toda tu vida con miedo a lo que podría pasar. Si no arriesgas nada, nunca ganas nada. Además, ¿no se supone que estás acostumbrado a soñar? —me dice, con esa mezcla de ternura y burla que solo él sabe manejar.

Sus palabras me hacen sonreír levemente, aunque no quiera admitir que tiene razón.

Por el momento, he decidido no hablar con él. Creo que lo mejor será hacerlo cuando lleguemos al campamento y podamos disfrutar de un momento de tranquilidad un poco más duradero.

Ahora estamos todos reunidos, mirando la luna y charlando. Es una escena simple, pero llena de calidez. Las risas suaves y las historias compartidas flotan en el aire, creando una sensación de alegría que me envuelve por completo. No puedo evitar pensar en lo frágiles que son estos momentos, lo fácil que es olvidarlos cuando la vida se llena de caos y peligros. Pero ahora, mientras las estrellas parpadean en el cielo y la luz plateada de la luna ilumina nuestros rostros, me permito vivir este instante.

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