La gran misión de papá Morfeo (porque nadie lo detiene)
Capítulo 16
Todos estamos sentados cerca de donde mi padre descansa en esa mullida cama. Decidimos quedarnos cerca de él y escuchar lo que tiene que decir en estos momentos.
— El rubí es uno de los elementos más importantes de la revelación del reino onírico. Tiene varias funciones, pero especialmente podría alterar el espacio-tiempo o incluso convertir los sueños en realidad. Contiene parte de mi esencia, y mucho de mi poder sobre la ensoñación se encuentra allí. Si alguien corrupto lo obtiene, podría causar cosas terribles, no solo poniendo en peligro el Olimpo y los reinos oníricos, sino también la vida mortal.
Morfeo suspira, su mirada se vuelve más grave mientras asimila la información.
— Básicamente, sé que el rubí está en manos de Okniton. Es probable que esté intentando modificarlo para que solo siga sus instrucciones, pero eso sería extremadamente difícil de lograr. El rubí tiene una conexión profunda con el reino onírico, y modificarlo no es algo que cualquiera pueda hacer sin consecuencias.
Hace una pausa, observando a todos con un dejo de preocupación.
— Además, Hypnos y yo hemos sellado, de cierta manera, el acceso al reino de Okniton. Eso significa que es muy difícil para él obtener poder directamente de allí. Sin embargo, lo que está ocurriendo es que probablemente esté absorbiendo poder del rubí, que lo deja a mi alcance. Pero esa misma absorción está teniendo efectos en mí. Cada vez que el rubí se carga de su energía, me debilito un poco más. Mi conexión con el mundo onírico se está resintiendo, y si no logramos detenerlo pronto, las consecuencias podrían ser catastróficas.
Morfeo mira a todos, buscando comprender que han entendido la gravedad de la situación.
— Okniton está jugando con fuerzas que no puede controlar, pero si continúa absorbiendo poder del rubí, podríamos perder mucho más que solo el control del reino onírico.
Will observa detenidamente el costado de Morfeo y nota algo que lo preocupa. Aunque el dios intenta ocultarlo, la herida en su costado no sana como debería. Aún se pueden ver los rastros del ícor dorado, la sangre de los dioses, que se derrama lentamente por la tela de su túnica.
— Morfeo... — dice Will, acercándose con cautela. Su voz denota preocupación. — Esa herida no está sanando. Y el ícor sigue visible.
Morfeo no dice nada al principio, solo cierra los ojos por un momento, como si estuviera considerando sus palabras.
— Es una herida profunda... — responde finalmente, con una voz cansada. — No es solo un daño físico. El ícor no fluye como debería. Estoy perdiendo poder. La conexión entre mi esencia y el mundo onírico se está debilitando con cada segundo que pasa.
Will no se aparta, sus ojos fijos en la herida, que parece resistirse a curarse. La preocupación en su rostro es evidente.
— Eso no está bien. Si no sanas pronto, tu fuerza será aún más limitada. Necesitas descanso, Morfeo, de verdad.
Morfeo sonríe débilmente, aunque hay una sombra de tristeza en su expresión.
— El descanso no cambiará nada, Will. El rubí sigue drenando mi poder, y cada vez que mi energía se desvanece, esa herida se hace más profunda. No puedo curarme hasta que logremos detener a Okniton.
Morfeo se queda en silencio por un momento, como si estuviera considerando las opciones. Su mirada se pierde en algún punto lejano, como si estuviera viendo más allá de lo que está frente a él. La tensión en el aire es palpable.
— Si enfrentamos a Okniton de inmediato, podríamos terminar expuestos, todos. A ustedes, a mis hijos... no puedo ponerlos en peligro. Pero si yo voy solo... tal vez pueda detenerlo yo mismo.
Esas palabras hacen que todos se queden en silencio, procesando lo que acaba de decir.
Papá, que había permanecido callado hasta ahora, no tarda en reaccionar.
— ¡Eso es una locura, Morfeo! — exclama, levantándose de su asiento con furia contenida. — No puedes hacer eso. No puedes enfrentarte a él solo, sin poder. Estás debilitado. ¡No pongas a todos en riesgo por tu orgullo!
Morfeo lo mira, sin dejar de pensar en las posibles consecuencias de no actuar, pero la preocupación en los ojos de papá es clara.
— No es orgullo. — responde Morfeo, su voz grave y decidida. — Es protección. No quiero arrastrarlos a esta lucha. Lo he hecho antes, sé cómo controlar la situación.
Pero los ojos de papá lo fulminan con una intensidad que hace que Morfeo vacile, aunque solo por un segundo.
— No puedes hacer algo tan tonto. — insiste Thomas, acercándose a él. — Si vas a enfrentarte a Okniton, buscaremos una solución, como familia. No te voy a dejar ir solo, Morfeo. No importa lo que digas.
El ambiente se tensa aún más. Morfeo baja la mirada, luchando con la idea de arrastrar a sus hijos a una guerra que podría destruirlos.
— No quiero ponerlos en esa posición, Thomas. — dice Morfeo, su voz más suave ahora. — Pero si no lo hago... las consecuencias serán peores.
Papá lo mira fijamente, como si tratara de leer sus pensamientos.
— Entonces, lucharemos todos juntos. Pero no te enfrentamos a él solo. ¿Lo entiendes? No tienes que cargar con todo esto tú solo.
Miro a mi padre con el corazón en la garganta, sintiendo la presión de todo lo que está pasando. La idea de que Morfeo quiera enfrentarse solo a Okniton me parece completamente descabellada, y aun así, la veo en sus ojos. Su preocupación por nosotros, su deseo de protegernos, pero al mismo tiempo, sé que eso lo está debilitando, y eso me duele.
Elizabeth es la primera en hablar. Su voz, tan decidida, corta el aire, como siempre lo hace cuando toma las riendas de una situación.
—Padre, entiendo lo que dices. Pero Thomas tiene razón. No puedes hacerlo solo. No con el estado en el que estás. No importa lo que intentes, estamos aquí para apoyarte, como familia.
Malec asiente, su expresión es seria, pero hay un atisbo de preocupación en su mirada que no puedo ignorar.
— Además, no podemos dejar que el destino de todos recaiga en una sola persona, por más poderosa que sea. No se trata de orgullo, se trata de supervivencia.
Mis ojos se desvían hacia el costado de mi padre, donde la herida sigue sin sanar, y una punzada de miedo se clava en mi pecho. ¿Cómo puede estar dispuesto a enfrentarse a Okniton en ese estado? ¿No le importa lo que pueda sucederle? El temor de perderlo me atormenta más de lo que me atrevo a admitir.
Me acerco a él, mi voz sale más suave de lo que pretendía, pero con el peso de todo lo que siento.
— Papá, no podemos dejar que te hagas esto. Todos somos parte de esto. Y no importa cuánto lo intentes, no puedes luchar contra todo sin nosotros. Necesitamos estar juntos en esto.
Él me mira, sus ojos reflejan algo que no logro leer del todo. Tal vez es frustración, tal vez es miedo, pero también hay una chispa de aceptación. Suspira profundamente, y por un momento parece que se rinde ante las palabras de todos nosotros.
— Está bien, lo entiendo... — murmura, su tono suave pero cargado de emociones. — No puedo hacer esto solo. Pero tenemos que ser rápidos, Okniton no esperará. Cada segundo cuenta.
Papá, a su lado, parece respirar aliviado. Da un paso adelante y coloca su mano sobre el hombro de Morfeo con una sonrisa tranquila, como si la carga que pesa sobre ellos no fuera más que un obstáculo temporal.
— Lo haremos juntos, ¿de acuerdo? — dice con suavidad, y por un momento, todo parece calmarse.
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