Héroes, envenenados y sin terapia
Capítulo 17
Papá Thomas nos pidió que dejáramos descansar a papá Morfeo y eso hicimos. Regresamos al campamento, donde, si bien no nos recibieron como héroes, al menos nos recibieron por haber sobrevivido. Decidieron que era buena idea festejar; no todos los días un grupo de semidioses regresa de una misión peligrosa. Aunque, bueno, nuestra salud psicológica probablemente esté tan dañada que necesitaremos terapia durante toda nuestra vida. Pero fuera de eso, todo está bien.
Estoy sentado en las escaleras de la cabaña 15, la de los dioses oníricos. Sonrío levemente mientras miro la quietud de la noche. Justo en ese momento, veo que se acerca Lissandro. Lleva dos copas, seguramente con alguna soda o algo por el estilo.
— Hola — dice sonriendo mientras se acerca a mí. — ¿Podemos hablar?
— Claro — respondo, asintiendo levemente. Se sienta a mi lado y me da una de las copas. Suspira, claramente nervioso.
— Quería hablar sobre el beso, Oribell — comienza, mirando al suelo por un momento, como si necesitara reunir fuerzas para seguir. — Realmente me gustas mucho, desde el día en que llegaste al campamento. Sentí que eras especial, y cuanto más convivía contigo, más me daba cuenta de lo increíble que eres. Me emocionaba verte ser tú, y... no puedo evitar sentir que me gustas mucho. Lamento mucho haberte incomodado con todo lo que pasó.
Lo miro en silencio por un momento, procesando sus palabras. Siento un nudo en el estómago, pero también una cálida satisfacción al saber que no soy el único que siente algo por él.
— No me molestó — respondo finalmente, sonriendo levemente. — De hecho, me gustó el beso. Fue una sorpresa, sí, porque jamás imaginé que viviría algo así... menos con alguien como tú. Además, fuiste mi primer beso. Tú me pareces... atractivo, Lissandro. Y, la verdad, me gustas también. Pero... — hago una pausa, buscando las palabras correctas — estábamos pasando por tantas cosas que ni siquiera me di cuenta de lo que sentía, o no quería darme cuenta. No estoy seguro, pero... tú me gustas. Me fascina cómo eres de dulce, cómo me tratas, y... eres lo mejor del mundo.
Lissandro me observa con los ojos abiertos, como si no pudiera creer lo que acabo de decir.
— Pero no sé si quieres estar conmigo en una relación — continúo, sintiendo que mi voz se quiebra un poco. — Teniendo en cuenta que soy un desastre, no sé si merezco algo como eso.
Lissandro se queda en silencio unos segundos, luego me mira directamente a los ojos, como si estuviera buscando algo en mí. Después, suspira con una leve sonrisa.
— Oribell — dice suavemente —, no eres un desastre. Eres increíble, y si alguna vez dudaste de eso, ya no tienes por qué. Si quieres que estemos juntos, yo también quiero eso. Solo quiero que sea cuando tú estés listo. Pero... lo que quiero que sepas es que, si decidimos estar juntos, lo haré porque me haces sentir completo. No soy perfecto, ni lo espero de ti. Solo quiero que estemos juntos, sin miedo a lo que venga.
Mi corazón late más rápido al escuchar sus palabras. Esas palabras que tanto necesitaba escuchar.
— ¿Entonces? — pregunto, con una leve sonrisa que refleja el alivio que siento.
— Entonces — responde, tomando mi mano suavemente —, no tienes que decidir nada ahora. Pero cuando lo hagas, estaré aquí.
Y en ese momento, mientras las estrellas brillan sobre nosotros y el campamento se llena de risas a lo lejos, siento que quizás, solo quizás, las cosas con Lissandro podrían funcionar.
Sin pensarlo demasiado, me acerco a Lissandro, y antes de que pueda decir algo más, lo beso. Es un beso suave, lleno de todas esas emociones que había estado guardando, esa mezcla de nervios, de incertidumbre, de esperanza. Siento sus labios responder con la misma ternura, y por un momento, todo se siente perfecto. Como si todo lo demás desapareciera y solo quedáramos nosotros dos.
Cuando nos separamos, no sé si son los nervios o la emoción, pero no puedo evitar abrazarlo con fuerza. Es un abrazo que no quiero soltar, como si necesitara aferrarme a él para sentir que todo lo que hemos pasado y lo que está por venir, será manejable.
— Gracias... por darme esta oportunidad — susurro, respirando cerca de su cuello.
Lissandro no dice nada por un segundo, pero lo siento sonreír contra mi hombro.
— No tienes que darme las gracias — responde suavemente, apretando un poco más el abrazo. — Estoy feliz de que finalmente lo hayamos hecho.
Nos quedamos ahí, abrazados por un largo momento, y siento una paz que no había experimentado en mucho tiempo. Como si todos los miedos y dudas que había cargado, sobre lo que sentía o lo que podía pasar, se desvanecieran.
— Sabes... — murmura Lissandro después de un rato, con una sonrisa en la voz. — Ya no tienes que tener miedo.
Lo miro, y por primera vez en mucho tiempo, me doy cuenta de que tiene razón. Todo lo que temía, lo que me detenía, ya no importa. Estoy aquí, con él, y eso es lo único que necesito.
Y en ese instante, decido dejar ir esos miedos. Dejo ir las dudas y la inseguridad. Porque, tal vez, lo único que realmente importa es este momento.
★
Elizabeth
Me encuentro sola en la cabaña de Artemisa, sentada en el borde de la cama, mirando las sombras danzando en las paredes. Las dudas me rodean como una niebla espesa que no puedo disipar, y cada pensamiento parece llevarme en una dirección distinta. Mi padre me ha hablado de lo que se espera de mí, de mi deber, de la importancia de ayudar a mis hermanos con el último de los elementos, pero dentro de mí, hay una guerra interna. No puedo dejar de cuestionarme si realmente estoy tomando la decisión correcta.
¿Qué hago?
Si me quedo, estaré cumpliendo con mi deber como hermana mayor, apoyando a mis hermanos en lo que debe ser la misión final. Pero, al mismo tiempo, parte de mí quiere regresar con Artemisa, seguir con ella, sin más cargas, sin más dudas. Pero no puedo simplemente abandonar todo, no puedo irme sabiendo que aún hay algo por resolver. Es como si algo dentro de mí estuviera tirando en direcciones opuestas, y no puedo ver qué camino debo tomar.
¿Será por él?
No puedo evitar que esa pregunta me atormente. Desde que llegué, no he visto a Nick, seguramente está ocupado con sus cosas o incluso ha salido a alguna misión, pero aun así, me siento extraña. Algo me dice que lo que siento por él no es simplemente amistad, no lo es. Cada vez que lo veo, mi corazón late más rápido, y cuando no lo veo, siento que algo me falta. Es como si una parte de mí estuviera vacía, y tal vez esa parte sea él.
Pero entonces, ¿debería tomar esa decisión ahora?
Me siento dividida. Si lo que siento por él es real, ¿qué significa eso para mi misión? ¿Es el momento adecuado para pensar en algo más cuando todo está tan confuso? No sé qué hacer. Las respuestas se me escapan, como agua entre los dedos.
Cierro los ojos y trato de concentrarme. Tal vez tengo que dar un paso atrás y pensar. No puedo tomar decisiones apresuradas. Necesito encontrar la claridad. Necesito ser valiente, como me enseñaron, y tomar la decisión correcta, aunque mi corazón me grite que lo que quiero está ahí, en lo desconocido.
Pero por ahora, solo sé que tengo que seguir adelante.
★
Malec
Desde que regresamos, he notado algo diferente en Tommy. No sé qué es exactamente, pero hay algo en su forma de actuar que me hace pensar que algo no está del todo bien. Probablemente solo esté agotado, como todos nosotros, pero no puedo dejar de observarlo. Es como si, a pesar de la calma momentánea que hemos encontrado, él estuviera cargando con algo más, algo que no he logrado identificar.
Aún así, no puedo dejar de pensar en lo que sucedió cuando estuve envenenado. Esos momentos en los que todo parecía desmoronarse alrededor de mí, y Tommy se quedó a mi lado, sin dudarlo ni un segundo. Se quedó despierto toda la noche, vigilando que no me pasara nada, asegurándose de que estuviera lo más cómodo posible a pesar de todo el caos.
No le he agradecido.
Es extraño cómo las pequeñas cosas, las que realmente importan, a veces se quedan en el aire, como un susurro que nunca se alcanza a escuchar. Él estuvo allí para mí cuando más lo necesitaba, y nunca le he dicho lo mucho que eso significó. A veces, creo que me olvido de esas cosas importantes, como si las emociones fueran algo que debo dejar de lado para concentrarme en lo que está por venir. Pero no puedo seguir ignorando lo que ha hecho por mí.
Es hora de decirle lo que siento.
Sé que todo esto es confuso, que todo está lleno de incertidumbre y peligros por venir, pero eso no me impide reconocer lo que Tommy ha hecho por mí. Necesito agradecérselo, aunque las palabras nunca parezcan suficientes. Tal vez es un paso hacia adelante, hacia una forma de entendernos mejor, de no dejar que las pequeñas cosas se queden sin decir.
Así que, cuando tenga la oportunidad, lo haré. Le diré lo agradecido que estoy, lo mucho que me ha ayudado a mantenerme firme en medio de todo esto. Y aunque no tenga todas las respuestas, al menos sé que esa parte de mi corazón está más tranquila ahora.
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