Cualquiera diría que Morfeo tenía gusto por lo exótico

Capítulo 12

Oribell

Hypnos tenía razón, Malec comenzó a recuperarse, y por el momento no notamos ningún síntoma secundario, al menos nada alarmante. Lo que realmente importaba en estos momentos era que mi hermano estuviera bien. Tommy estaba con él, cuidándolo con esa dedicación que me resultaba... extraña, pero no de una mala manera. No es que estuviera juzgando, es solo que su forma de cuidarlo era dulce, como si no quisiera que nada le ocurriera. Se preocupaba por él de una forma que no dejaba de sorprenderme.

Percy y Nico llegaron cargados con troncos para hacer una fogata. Decidimos quedarnos allí un rato, aprovechar para descansar después de todo lo que habíamos tenido que pasar con el tío Hypnos.

-Bien, aquí tienen -dijo Elizabeth mientras sacaba de su mochila un montón de frutas y algunas otras cosas

No pude evitar sonreír ante su habilidad de sacar más de lo que parecía posible.

-Vamos, coman -añadió Jesamy mientras llevaba algunas uvas a Alex y Desireé, quienes se agacharon felices, aleteando con alegría mientras comían. No podía creer que esos tres cuervos fueran, en realidad, creacionesde nuestro padre. Es impresionante pensar en cómo la naturaleza de cada ser cambia dependiendo de la perspectiva.

-Gracias -respondí a Elizabeth, sonriendo mientras me disponía a morder una manzana jugosa.

-Bien, iré a ver si encuentro conejos o algo por el estilo -dijo Lissandro poniéndose de pie con su espada en la mano, mirando a todos nosotros con esa determinación que siempre tenía-. Will, Percy, vengan conmigo.

Ambos se voltearon a ver, claramente no les agradaba la idea de ir a cazar, pero la necesidad de comer era mayor, así que finalmente asintieron.

-Supongo que podemos hacerlo -murmuró Percy, como si no estuviera muy convencido de la idea, pero sabía que no había muchas opciones.

-Hagamos lo que sea necesario -dijo Will, casi como si intentara convencerse a sí mismo de que realmente tenía que ser él quien saliera a hacer esto.

Mientras ellos se dirigían hacia el bosque, me quedé atrás, pensando en todo lo que había sucedido hasta ahora. A veces no podía evitar pensar en lo lejos que habíamos llegado, y lo difícil que era aceptar la idea de que todo lo que habíamos hecho hasta ahora estaba más allá de cualquier control.

-¿Entonces eres coreano?-preguntó Eli, observándome con curiosidad. Solo asentí, sin darle muchas vueltas al asunto.

-Sí, bueno, soy mitad coreano. Mi papá es de Corea del Sur y se mudó a Nueva York cuando estaba estudiando la carrera de diseño de modas -sonreí levemente, recordando su historia.

-Vaya, si que le gustan los extranjeros -se rió levemente, como si hubiera encontrado una especie de conexión entre nuestras historias.

-¿De qué hablas?-pregunté, completamente confundido. No entendía a qué se refería.

-Yo soy mitad sueca -respondió Eli con una sonrisa-. Mi madre es de Suecia y también llegó a Nueva York por cuestiones de trabajo, como restauradora en un museo de historia o algo así.

Ambos nos giramos para mirar a Malec, que hasta entonces había permanecido en silencio, observando la conversación con una ligera sonrisa.

-Mi padre es británico -dijo, con una mirada seria, pero que se suavizó al instante-. Y no quiero hablar de ese hombre. -Suspiró ligeramente, como si la mención de su padre fuera algo que prefería dejar atrás.

Inevitablemente, los tres comenzamos a reír. La situación no era tan grave, pero había algo irónico en todo esto. Siendo todos hijos de dioses y criaturas mitológicas, nos sorprendía que tuviéramos una mezcla tan... terrenal en nuestras familias. Y sí, era cierto: nuestro padre definitivamente tenía un gusto por los extranjeros.

-Bueno, al menos sabemos que tiene gustos excéntricos -sonreí levemente, sabiendo que en cierto modo, eso lo describía bastante bien.

-Por eso salieron bonitos -dijo Alex, volando alrededor y posándose en la cabeza de Elizabeth. Su tono era juguetón, como si estuviera disfrutando del momento.

-Los tres tienen sus encantos -continuó, mirando a cada uno de nosotros con una especie de aprobación-. Y ese mechón... bellísimo. El jefe Morfeo sí que hizo bellezas. Una chica sueca de cabellos cobrizos y ese mechón rubio que contrasta con sus ojitos... ¡ambar! Un chico británico de cabello castaño, mechón blanco y ojos grises... Y el menor, un chico coreano de cabello negro como la noche con un mechón naranja y ojos azul eléctrico. Dios, qué bellezas. Afrodita sí que escogió los mejores partidos para Morfeo.

Todos nos quedamos en silencio por un momento, no sabíamos si reír o quedarnos en shock ante la manera en que Alex había descrito nuestras familias. Pero no pude evitar sonrojarme un poco al escuchar los elogios tan detallados. Aunque, para ser honestos, no esperaba menos de Afrodita, siempre tenía una manera peculiar de hacer coincidir a las personas de una forma que hasta el mismo Morfeo, con su aire misterioso, no podía evitar notar.

-Creo que nunca me habían descrito de esa manera -dije con una sonrisa algo nerviosa, mirando a Alex, quien se veía bastante satisfecho con su propia descripción.

-Es la pura verdad -respondió Alex, moviendo la cabeza en aprobación, como si estuviera evaluando nuestra apariencia con ojo crítico.

Elizabeth se echó a reír al ver mi reacción y le dio un golpecito en la cabeza a Alex.

-¡Deja de alabar tanto a los demás, que nos vas a hacer sentir incómodos! -dijo con una sonrisa burlona.

-Solo digo lo que veo -respondió Alex, encogiéndose de hombros mientras sus plumas brillaban al sol. -El jefe Morfeo tiene un buen gusto en cuanto a belleza se refiere, pero también tiene algo más. Todos tienen algo en común: fuerza. O al menos, eso es lo que noto cuando los veo.

Hubo un breve silencio mientras todos digeríamos sus palabras. En ese momento, la fogata comenzó a crepitar más fuerte, como si acompañara la atmósfera relajada del momento.

Tommy, que había estado mirando a Malec todo este tiempo, finalmente dejó escapar un suspiro.

-Supongo que todo esto tiene sentido, ¿no? -murmuró, como si hablara más para sí mismo que para nosotros.

-¿Qué quieres decir? -le preguntó Percy, curioso.

Tommy se pasó una mano por el cabello, incómodo.

-Lo de los "gustos excéntricos", lo de las familias... A veces parece que somos solo un montón de piezas encajadas a la fuerza. Pero todos tenemos algo que nos conecta, algo más allá de nuestras historias familiares. Y eso es lo que nos hace fuertes. -Miró a Malec con una sonrisa cálida, que reflejaba un sentimiento que no podíamos ver claramente, pero que todos sabíamos estaba ahí.

Malec, al notar la mirada, sonrió de vuelta, aunque con algo de timidez. Fue como si todos nos estuviéramos dando cuenta de lo que realmente importaba. No se trataba solo de lo que éramos o de lo que nuestros padres habían decidido para nosotros, sino de lo que cada uno había elegido ser por sí mismo.

El resto del grupo asintió, sintiendo el peso de esas palabras. A veces, la verdad era más simple de lo que pensábamos. Era el momento de dejar de lado los miedos y abrazar lo que éramos, juntos.

-Tienes razón -dije, sintiendo que las palabras salían con más facilidad de lo que esperaba-. No importa de dónde venimos, lo importante es a dónde vamos.

Elizabeth asintió mientras se recostaba sobre la roca junto a la fogata.

-Y, por suerte, todos tenemos compañía en este camino. -Sonrió, mirando a cada uno de nosotros, dejando claro que la unidad de nuestro grupo era más fuerte que cualquier duda o miedo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top