×~Día de los enamorados~×

La mañana llegó lenta y perezosa, el frío tradicional de Rusia calaba hasta los huesos más no era suficiente para irrumpir la tranquilidad del soviético. En sus manos una taza de té negro soltaba humo cálido, suspiró cerrando los párpados con calma. Descansó su mirada disfrutando del silencio ya que pronto éste se desvanecerá en cuestión de segundos.

- Debería llevar lubricante? - inquirió. La voz de su peculiar hijo fue la primera en irrumpir la bella tranquilidad que lo rodeaba.

No negaría que era en parte su culpa que el mocoso se comportara de dicha manera, pero esa personalidad extrovertida era definitivamente herencia de su padre. Ignoró al jovencito mientras continuaba disfrutando de su té sentado en el sofá de la sala. Aparte de la madrugada, su momento favorito del día era la mañana por lo silencioso que era.

- Por qué tienes que relacionar cualquier festividad con sexo? - murmuró gruñona. Bielorrusia se dirigió a la cocina en busca de algo para desayunar.

Aparentemente la pregunta de su hijo pertenecía a una conversación con ella, quien a pesar de parecerse a su madre, tenía esa personalidad gruñona igual que él. URSS suspiró, ajeno a la conversación continuó disfrutando de su té, había aguantado una semana entera intentando ser "un padre normal." Lo peor de la situación es que había aguantado a su ex-esposa una semana entera, si eso no era ser buen padre entonces no sabía qué era.

- Qué harán hoy? Acaso no íbamos a salir todos juntos? - preguntó la cuarta voz en la sala. URSS bufó al oír la familiar voz de la mujer siberiana, se concentró en su té negro después de todo era el último día aguantando esta farsa de familia perfecta.

- Mamá, tú estás muy equivocada si crees que pasaré el 14 de febrero con ustedes - replicó el ruso. Siberia frunció el ceño desilusionada al oír las palabras de su hijo mayor.

- Pero el día del amor también se puede pasar en familia - dijo la albina. Los dos menores se miraron mutuamente y regresaron sus miradas a su madre como si estuviera diciendo una locura.

- Claro! Como en esta familia abunda el amor! Verdad papá? - inquirió volteando hacia su padre. El soviético soltó un gruñido gutural mirando a los tres con su típica mirada antipática.

- Mamá, Japón me invitó a cenar y ya había aceptado hace tiempo, no puedo cancelarlo ahora - replicó la jovencita. Siberia frunció el ceño ante las palabras de su hija, la hacían ver como la mala de la película tan sólo por querer pasar tiempo con su pobre intento de familia.

- Bela, de verdad una cena con una amiguita es más importante que estar con tu familia? - replicó. El rostro de la menor se enrojeció levemente ante las palabras de su madre quien le miró confundida por su reacción.

- Mamá, Japón y Bela son igual de amigas que yo y Ale - explicó el ruso. El rostro de la siberiana se oscureció al escuchar las palabras de su hijo viendo como su hija no negaba dicha declaración.

- Que hablando de Ale! Debería avisarle que voy de camino - dijo el albino. El ruso albino ajeno al conflicto que había creado se dispuso a preparar los detalles que había preparado para su pareja.

Bielorrusia evitó la mirada de su madre y no tardó en seguir a su hermano para prepararse para irse dejando a sus padres solos en la sala. Siberia derrotada se acercó al sofá donde se dejó caer a un lado de URSS quien ignoró toda la conversación y aún más la crisis de la mujer. Esta volteó a verlo como si estuviera esperando algo de él, vaya que era su especialidad esperar algo de URSS que sabía que nunca llegaría.

- No vas a decir nada? - inquirió la albina. El soviético le devolvió la mirada a la contraria evidentemente no tenía nada para decir y tampoco sabía a que se refería la mujer.

- Acaso no te importa esta familia? Ni siquiera en lo más mínimo? - cuestionó. El soviético bebió de su té negro sin inmutarse al oír las preguntas de la siberiana.

- Si no me importara no estaría aquí - respondió. Siberia frunció el ceño al oír las palabras, lo decía tan tranquilo como si ella no lo hubiera amenazado para que fuer a pasar tiempo con su familia.

- Siquiera te importa alguien a ti? - replicó molesta. URSS continuó disfrutando de su té ignorando el escándalo que hacía la contraria, verdaderamente no podía liberarse de ella.

- A veces pienso que el único que te llegó a importar siquiera un poco fue ese estúpido, repugnante nazi - atacó. El soviético bufó mientras volteaba los ojos, la obsesión que tenía la siberiana tenía hacia el alemán era impresionante.

- A veces pienso que tú te lo quieres coger más que yo - replicó el soviético. La siberiana arrugo el rostro asqueada, jamás sería capaz de tal atrocidad, ni aunque le pagaran.

- Que asco! Primero muerta! - ladró. El soviético gruñó en respuesta volteando los ojos, le arruinó el sabor a su delicioso té negro con sus escándalos.

- Es gracioso escuchar eso viniendo de alguien a quien le deberían gustar los hombres - gruñó burlón. Siberia se enrojeció y al ser albina se notó bastante, su ceño se frunció y URSS no supo distinguir si estaba roja del enojo o la vergüenza.

- Púdrete! - exclamó. La siberiana se marchó cerrando la puerta de la casa con fuerza dejando al soviético solo al fin en la sala.

- Ya nos vamos! - anunció Rusia bajando las escaleras mientras Bielorrusia le seguía de cerca, se extrañaron al encontrar a URSS solo en la sala.

- Y mamá? - preguntó Bielorrusia. El soviético continuó tomando su té antes de responderle a sus hijos que esperaron expectantes.

- Se fue - respondió. Bielorrusia bajó la mirada triste al pensar que fue por su culpa mientras que Rusia parecía completamente ajeno a cualquier cosa a su alrededor.

- No fue por tu culpa Bela, se enojó conmigo - aclaró el soviético. Los dos rusos observaron al mayor pararse al fin de su sitio acercándose a ellos, inconscientemente se encogieron de hombros.

- Bela, si esperas que tu madre te apoye con la mocosa japonesa perderás tiempo muy valioso - aconsejó el mayor. Cruzado de brazos, URSS se paró imponente frente a los menores aún con su taza de té negro.

- Y tú, ten, por cierto, luces patético con todas esas estupideces de San Valentín - comentó mientras le daba un condón. El rostro de Rusia se iluminó por unos momentos al presenciar tal acción de su padre, se sentía tan emocionado.

- Ahora lárguense antes de que me arrepienta de todo lo que dije - finalizó. Los dos jóvenes asintieron y emprendieron camino dejando a su padre solo en la casa al fin.

Poco después de que atardeciera comenzó a nevar, URSS en la comodidad de su casa estaba disfrutando del silencio y la calidez del interior. Le fascinaba la soledad, estar por su cuenta en un lugar silencioso era su pasatiempo, estaba bastante seguro a que se debía a su día a día rodeado de gente ya fuera su familia o sus camaradas. Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que cuando la puerta sonó lo tomó completamente desprevenido. Bufó.

- Qué - inquirió. Al abrir la puerta observó a la siberiana cruzada de brazos evitando la mirada del más alto quien mantuvo su expresión fría.

- Olvidé mi teléfono - explicó. URSS suspiró y dió un paso al costado permitiendo que la mujer entrara para entonces cerrar la puerta.

La mencionada desapareció al instante, el soviético no se molestó en seguirla ni ayudarla, simplemente continuó con lo suyo esperando a que Siberia no irrumpiera su tranquilidad. Oyó los pasos de la albina en su habitación, esperaba que desocupara esa cama porque dormir en el sofá toda la semana fue bastante incómodo. Se tronó la espalda al recordar lo que fue dormir todas las noches en el sofá y sólo porque no había otro colchón en la cama de invitados.

- Tú solo te causaste ese dolor de espalda, ya te dije que no me molestaba que duermas conmigo - comentó la siberiana. El soviético hizo una mueca adolorido tras tronarse la espalda y los brazos ignorando a la mujer albina.

- URSS, dormimos juntos casi 70 años, cuál es la diferencia ahora que estamos legalmente divorciados? - inquirió Siberia. URSS guardó silencio meditando la pregunta de la contraria por unos momentos.

- La mayoría de las veces ni siquiera llegaba a casa a dormir Siberia, de qué hablas? - cuestionó. Frunció el ceño parándose de su sitio nuevamente, caminó hasta la cocina cruzándose a la mujer.

- Eso fue después de la Segunda Guerra Mundial, porque antes solías dormir conmigo casi siempre, o quizás debería decir después de él - replicó. URSS bufó llevando sus manos a su rostro para tallarse este mismo al oír lo dicho por la contraria.

- Y aquí vamos otra vez, no puedes pasar más de 5 minutos sin hablar de él? - cuestionó. Se dió la vuelta observando a la mujer a los ojos, esta frunció los labios molesta.

- Es la verdad - murmuró. Se cruzó de brazos volteando la mirada hacia otro sitio de la sala, el soviético gruñón molesto llevando una de sus manos a su rostro y tallando éste con fuerza.

- Lárgate, haznos un favor y lárgate - dijo. Siberia volteó a ver al soviético, notó la cicatriz en su ojo enrojecerse levemente despertando cierta preocupación en ella.

Intentó acercar su mano al rostro del soviético pero éste quitó el rostro, la mujer entendió el mensaje y sin más se marchó del sitio dejando al soviético a solas. Éste suspiró dándole la espalda a la puerta, se quitó el parche sintiendo como su cicatriz ardía, gruñó molesto, su tarde había sido completamente arruinada. Oyó la puerta nuevamente.

- Siberia, te dije que te largues! - reprochó levantando la voz. Se dió la vuelta dándose cuenta que no era Siberia si no el mismísimo causante de todos sus problemas desde que lo conoció.

- Vaya, bonita cicatriz, quién te la hizo?~ - inquirió burlón. El soviético frunció el ceño molesto, volvió a darle la espalda a la puerta para encaminarse al baño donde intentaría calmar el ardor de su ojo.

Una vez en el baño analizó la cicatriz observando el aumento de enrojecimiento, bufó completamente ignorante de qué hacer al respecto. Cerró los ojos irritado al oír el sonido de una manzana siendo mordida sabiendo bien de quién se trataba. Desvió su mirada a la puerta viendo al pelirrojo observándole con una expresión burlona.

- Ignórame, por favor, es muy entretenido verte así - comentó con sátira. El soviético gruñó al ver la estúpida sonrisa del alemán incrementando su irritación por toda la situación.

- Se puede saber qué mierda haces en mi casa? - cuestionó. El contrario mastico lentamente mientras observaba al soviético atentamente, su mirada completamente imposible de leer.

- Tu hijo es patético - comentó. URSS supo entonces reconocer de dónde venía, Rusia iba a la casa de Alemania con todas las estupideces de San Valentín.

- Lo sé, no es nada nuevo, lo supe desde que nació - dijo. El alemán esbozó una sonrisa ante las palabras del contrario, era imposible de negar, Rusia era cuanto menos peculiar comparado a su familia.

- A ver, animal - dijo el alemán. Éste se acercó al soviético, sintió la mirada desconfiada de esta alejando el rostro de su tacto.

- Quédate quieto - gruñó el pelirrojo. Éste tomó su mandíbula forzando su rostro a mantenerse quieto, el contrario soltó quejas más no fueron escuchadas por el pelirrojo.

URSS observó atentamente al contrario mientras observaba su ojo defectuoso detalladamente, odiaba decir que se veía increíblemente delicioso en esos momentos. El pelirrojo entonces curvó levemente sus brazos para soplar muy levemente hacia la cicatriz del contrario quien no tardó arquear sus cejas sorprendido. Entonces los ojos carmesí del contrario se encontraron con la mirada del ruso, una sonrisa burlona se pintó en sus labios al ver el deseo en los ojos del contrario. URSS tragó con dificultad desviando la mirada aguantándose las ganas de empotrar al alemán con su estúpida mirada seductora.

- Qué esperas? - murmuró. El ruso regresó su mirada al alemán quien arqueó sus cejas levemente mientras ensanchaba su sonrisa.

URSS al fin empujó al alemán contra el muro más cercano instantáneamente llevando sus manos al trasero del pelirrojo y estrujándolo con fuerza. Sintió las manos de éste abrazando su cuello, sus rostros no tardaron en chocarse mutuamente, la nariz del alemán acariciando el rostro contrario. El ruso besó repentinamente al alemán sediento por el mismo, llevó sus manos a los muslos del mismo acariciando estos con hambre. El pelirrojo enredó sus dedos en el cabellos rizado del soviético mientras besaba con vehemencia al mismo. Lamía sus labios con hambre disfrutando del sabor a té negro que tenía el castaño, jadeó deleitado por el manoseo de éste.

- Hah... Reich... - murmuró. La temperatura aumentó y los dos hombres adultos perdían lentamente la cordura transformándose en dos adolescentes calientes.

Oyeron entonces la puerta de la casa, al instante los dos se congelaron en el sitio, los dos intercambiaron miradas preguntándose qué hacer. El soviético pensaba en quién podía ser mientras que el alemán se acercaba peligrosamente al cuello del ruso. El soviético se dejó hacer mientras esperaba algún otro ruido mientras miraba la puerta del baño listo para sacar el arma en su cintura. El alemán mordisqueó el cuello del contrario mientras estrujaba el cabello rizado del mismo, daba cortas lamidas después de cada mordida pero aún así era evidente que dejaría marca. El ruso se relamió aún enfocado en la puerta mientras que con su otra mano acariciaba los muslos del pelirrojo encaminándose a sus glúteos firmes y redondos.

- URSS? - resonó la voz de la mujer siberiana. El soviético suspiro alejando su mano del arma, oyó la risita satírica del alemán en su cuello después de escuchar la voz de la mujer.

- Siberia, qué quieres? - cuestionó. La voz del soviético retumbó en toda la casa, pensó en simular que estaba solo usando el baño para que se fuera.

- Dónde estás? Por qué dejaste la puerta del refrigerador abierta? - exclamó la mujer. El soviético desvió su mirada al alemán quien sonrió pícaro tras las palabras de la mujer.

- Ehh... No sé, qué quieres? Estoy en el baño, déjame en paz! - exclamó el soviético. El alemán deslizó sus manos debajo de la camisa del ruso sintiendo la piel áspera y ardiente de éste.

- URSS, escucha quiero hablar contigo... - dijo la albina. El soviético se tensó al escuchar la voz de la mujer cerca, lo último que necesitaba era un escándalo de su ex-esposa.

- Tú buscas mi ruina, verdad? - susurró. El soviético observó al pelirrojo a los ojos observando como su sonrisa se ensanchaba aún más.

- Por supuesto~ - murmuró en respuesta. URSS preparándose para lo peor volteó hacia la puerta del baño viendo la figura de la mujer albina asomarse.

- Escucha URSS, quiero disculparme, comprendo que tú también fuiste víctima de ese imbécil y estuve pensando que verdaderamente siento que te le echo en cara porque estoy... celosa... celosa porque... no sé, parece que te hubieras enamorado profundamente de él y ni siquiera pasaste mucho tiempo con él, y tú y yo llevamos tanto tiempo juntos - comenzó a hablar. URSS miró confundido a la mujer, parecía no haber notado al alemán justo a su lado, fue entonces cuando se dió cuenta que éste ya no estaba. Maldita sabandija escurridiza.

- Lo que quiero decir es... lamento molestarte tanto con eso... - concluyó. URSS completamente ignorante de todo lo que dijo la mujer suspiró buscando qué decir para que se vaya.

- Está bien, no me importa de todas formas - respondió honestamente. La mujer rió levemente, se esperaba esa clase de respuesta viniendo de él, nunca cambiaba.

- Será mejor que te vayas antes de que empiece a nevar más fuerte - dijo. Siberia sonrió halagada por las palabras del ruso completamente ajena a la verdadera razón detrás de sus palabras.

- Seguro... que no prefieres que me quede? - inquirió. El soviético miró a la siberiana como si estuviera preguntando una locura y din responder se encaminó a la entrada de la casa.

Siberia suspiró, se lo esperaba, siguió al más alta a la salida sin notar a éste mirando al rededor de la casa en busca del alemán. Una vez en la puerta, el soviético abrió la misma para que la siberiana saliera de la casa, la mujer salió de la casa y una vez afuera se volteó para despedirse. El soviético asintió levemente en forma de despedida mientras que la mujer le dedicó una sonrisa, esta misma se desvaneció lentamente al notar al alemán dentro de la casa detrás del soviético sentado en el sofá con las piernas cruzadas. En las manos de éste estaba la botella alcohólica preferida del soviético, la mujer frunció el ceño al ver la sonrisa en el rostro de éste mientras le saludaba con la mano.

- URSS?! - exclamó la mujer. El soviético suspiró y sin más cerró la puerta de entrada y trabando esta misma dejando a la mujer afuera.

- Tú... - gruñó el ruso. El alemán ensanchó su sonrisa para entonces abrir las piernas lentamente relamiendo sus labios a la vez.

El soviético se abalanzó al alemán instantáneamente besando al pelirrojo, acarició sus piernas con hambre en su mirada. Deslizó sus ásperas manos debajo de la camisa del contrario mientras besaba el rostro de éste bajando por su cuello. El alemán enredó sus manos en el cabello del soviético estrujando el mismo mientras disfrutaba de la desesperación de éste. El soviético arrancó la camisa y chaqueta del contrario para morder el cuello y clavículas del mismo. El alemán jadeó excitado, sus manos fueron a la camisa del ruso dispuesto a despojar a éste de la misma. El soviético se dejó hacer disfrutando del tacto del alemán mientras quitaba lo restante de ropa que le quedaba al europeo.

- Cómo haces para desaparecer tan rápido? - preguntó acercándose al rostro del germano. Éste sonrió empujando al soviético en el sofá quedando el alemán sobre éste.

- Tú sabes lo rápido que me muevo ~ - murmuró cerca del rostro del ruso. Éste sonrió besando nuevamente al alemán sintiendo los suaves muslos del mismo acariciarse contra su piel.

Antes de que se diera cuenta sintió la mano del alemán alinearse sobre su entrepierna, mantuvo su mirada en el rostro del alemán deseando ver las usuales expresiones obscenas que solía hacer. El pelirrojo sonrió y se reincorporó sobre el soviético aún observando su rostro. Entonces cerró los ojos al bajar repentinamente sobre el contrario, un sonoro quejido escapó de la boca del alemán. No tardó en comenzar a moverse verticalmente sobre el soviético dando profundo y con fuerza dentro suyo. De manera constante se movió sobre el soviético soltando quejidos mientras sonreía disfrutando de lo profundo que llegaba el ruso. El soviético observó deleitado como el pelirrojo lo montaba de aquella manera que sólo el sabía hacerlo.

- Reich... - murmuró entre jadeos. El alemán continuó completamente drogado en el placer que le causaba tener al soviético dentro suyo.

- Hah~ Espera~ - respondió. Los quejidos aumentaron al igual que la velocidad, el soviético acarició los muslos del alemán mientras observaba con hambre al pelirrojo.

- Reich... - suspiró más insistente. El alemán se estremeció y aumentó la vehemencia de cada estocada, jadeó audiblemente concentrándose en aquél cosquilleo en su vientre.

- Aún no~ - negó nuevamente. El soviético se mordió los labios con fuerza aguantándose aún las ganas de empotrarlo, aunque le fascinaba que el alemán le de esos gloriosos sentones.

- Mngh!~ Ja~ Sowjet~ - jadeó. El alemán desvió su mirada al rostro del soviético invitándolo a continuar con aquellos ojos profundos.

Al instante el soviético levantó con fuerza al alemán para estamparlo contra el sofá, un estremecedor grito de placer escapó del pelirrojo. Recostado en el sofá el alemán se aferró firmemente al cuello del ruso mientras disfrutaba de las mordidas en su cuello. Intentó respirar pero le fue imposible al sentir instantáneamente al soviético arremeter sin piedad dentro de él. Gritos estruendosos salieron disparados desde lo más profundo de sus pulmones, sentía su cuerpo entero moverse a la merced del soviético. Enredó sus piernas en la cintura del contrario y estrujó el cabello de éste mientras arañaba con fuerza su espalda.

- Agh!~ Ja~ Sowjet! Stärker~ - rogó el pelirrojo. El soviético completamente prisionero de sus instintos continuó el ritmo rápido y certero.

- Mmm~ Reich~ - murmuró en su oído. El alemán jadeó acalorado de sus ojos brotaron lágrimas a montones por culpa del placer.

El soviético jadeó sintiendo el cuerpo del alemán moverse al mismo ritmo que él como si tuviera total control sobre él, suspiró. Levantó la mirada para besar al germano sintiendo las tiras de líquido blanquecino salir disparadas del menor. El grito de placer fue ahogado por el beso, a pesar de todo el soviético continuó hasta vaciarse por completo dentro del pelirrojo. Los dos jadearon sin separarse del otro, ninguno pronunció palabra simplemente permanecieron el uno junto al otro.

- No comprendo por qué Siberia sigue intentando - comentó el ruso. Éste se dejó caer agotado sobre el pelirrojo quien cruzó sus brazos detrás de su nuca aún disfrutando del orgasmo.

- Sowjet... no me interesa en lo más mínimo - respondió. El soviético esbozó una sonrisa disfrutando de la personalidad asquerosa del contrario, abrazó al mismo con firmeza sintiéndose nuevamente tranquilo y satisfecho.

Una patata XD se ha conectado

Segunda parte del especial de San Valentín que empecé en la historia de Ale y sus daddy issues. Anyways, mejor tarde que nunca, discúlpenme de antemano-

Si ustedes supieran la cantidad de borradores que tengo para esta historia llorarían, de la felicidad y el estrés jsjs-

Pero bueno, yo sigo escribiendo- nos vemooos-

Una patata XD se ha desconectado

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