9
Iwaizumi se giró, revolviendo sus cabellos con frustración, sintiéndose desesperado.
Habían pasado cuatro días desde que no veía a Oikawa. Intentó comunicarse con él, le envió mensajes, lo llamó, y nunca recibió una respuesta, por lo que en un acto desesperado, terminó en su casa.
La madre del castaño fue quien le recibió, y al verle, le trató igual de amable que siempre. Cuando Hajime preguntó por Tōru, su madre respondió lo que sabía: "Oikawa no ha venido a casa desde hace tres días, cariño, creí que estaría contigo".
Subió a su auto y suspiró antes de tomar su teléfono y volver a intentarlo una vez más. Marcó el número del ojimarrón y esperó, esperó hasta que volvió a enviarle al buzón.
— Maldita sea, Tōru. ¿En dónde te has metido? — Marcó otro número en su teléfono, esta vez, el de Akaashi. A diferencia del castaño, Keiji atendió la llamada luego de tres tonos.
— "¿Iwaizumi?"
— Hola, Akaashi. ¿Qué tal? — Preguntó mientras dejaba su teléfono en un soporte y comenzaba a conducir.
— "Todo está bien por aquí. ¿Puedo saber la razón de tu llamada?"
— Sí. Necesito de tu ayuda, Akaashi.
— "¿Sucedió algo malo?" — Keiji silenció a alguien.
— Es Oikawa.
— "¿Qué ha pasado con Tōru?" — El azabache se escuchó "preocupado". — "¿Está enfermo?"
— Es algo mucho peor. Está desaparecido.
— "¿Desaparecido? ¿Has intentado contactar con él?"
— He intentado de todo. Acabo de salir de su casa, no sé nada de él desde hace cuatro días, pregunté por él, su madre respondió que no había vuelto a su casa en tres días. Comienzo a preocuparme, Akaashi.
— "Iwaizumi". — Keiji suspiró. — "¿Has hecho algo que molestara a Tōru?"
— No, no lo creo. — El moreno frunció su ceño ante la acusación.
— "Oikawa suele aislarse cuando algo le molesta o hace sentir mal, acude a sus amigos o me llama, si no ha hablado contigo debe de ser por algo. ¿No? Piensa en tus acciones". — Entonces colgó.
Iwaizumi se sintió ofendido por un momento, pero después de unos segundos suspiró y comenzó a pensar. ¿Qué pudo haber hecho mal? ¿Qué pudo haber herido a Oikawa al punto de no querer saber nada de él? Había ido a preguntarle a Hanamaki, él respondió que Tōru no había ido a trabajar, tampoco asistió a la universidad durante los últimos tres días, estaba totalmente desaparecido.
Las únicas personas a las que podía preguntarle ahora eran a sus amigos más cercanos, en especial a ese tal Hinata Shōyō, quien parecía ser con quien más convivía.
Comenzó a conducir hacia la mansión de Kageyama Tobio, no era del todo un desconocido para él, después de la cena a la que asistió junto a Oikawa, se había mantenido en contacto con el azabache, pues ambos compartían ciertos intereses.
Después de unos diez minutos, se detuvo en la entrada de la mansión, bajó de su auto y tocó el botón que funcionaba como timbre.
— "Kageyama Tobio. ¿Quién es?" — Se escuchó por un pequeño altavoz. Iwaizumi mantuvo presionado otro botón.
— Kageyama, soy Iwaizumi. — Respondió Hajime, escuchando a alguien carraspear de fondo.
— "Iwaizumi. ¿Qué tal? ¿Necesitas algo?" — El moreno suspiró.
— Me gustaría hablar con Hinata, necesito preguntarle algo importante.
— "Oh. Claro, dame un par de minutos". — Se alejó de las grandes puertas y subió a su auto, después de un par de minutos, las puertas se abrieron, dando acceso al interior. Iwaizumi entró y estacionó el auto antes de bajar e ir a la puerta principal.
Fue recibido amablemente por Tobio, quien lo guió a la sala de estar.
— Oh, es el bastardo. — Murmuró Shōyō al verlo entrar a la sala de estar.
— Hinata, no seas maleducado. — Regañó Tobio. — Traeré algo de té, toma asiento.
Hajime se sentó frente a Hinata, quien arreglaba las uñas de sus manos sin prestar del todo atención al moreno.
— Hinata. — Carraspeó. — Creo que sabes por qué estoy aquí.
— Por supuesto, volvió el perro arrepentido. — Respondió dejando la lima de uñas a un lado. — ¿Qué quieres saber?
— ¿En dónde está él?
— Vino hace tres días, después de eso se marchó, actualmente no sé en dónde está. — Shōyō se inclinó hacia el frente, mirando directamente a los ojos del mayor. — Créeme cuando te digo que no quiere saber nada de ti.
— Necesito saber que es lo que hice, por favor, Hinata. — Iwaizumi tomó las manos del pelinaranja, rogando.
Alguien tosió por detrás, Kageyama dejó las tazas de té en la mesa frente a los sofás y, sin vergüenza, separó las manos de ambos.
— Oikawa no se siente bien, deberías de respetar su decisión. — Habló Kageyama, tomando asiento al lado de Hinata. — ¿No has pensado en algo que pudiste haber hecho creyendo que él no lo sabría?
Iwaizumi frunció el ceño.
— No oculto nada, sabe todo sobre mí, en qué trabajo, a lo que me dedico... ¯ Hajime suspiró tirando sus cabellos hacia atrás.
— Oikawa vino el lunes por la tarde, estaba llorando desconsoladamente cuando entró. Me dijo que te vió fuera de su universidad. — Iwaizumi jadeó. — ¿Ya recordaste?
— Demonios. — Maldijo el moreno. — Creo que sé lo que vió.
— Enhorabuena. — Respondió Shōyō con notable sarcasmo.
— No, no fue lo que vió... No soy nada de ese tipo, no siento nada por él.
— Oye, no me interesa. — Interrumpió Hinata. — No me interesa escuchar tus excusas, busca a Oikawa y díselo a él.
— Créeme, lo haré. — Se puso en pie. — Gracias, a ambos, en especial a ti, Hinata. Debo irme.
— Y se fue el perro arrepentido... — Tobio lo miró mal. — ¿Qué? Se lo merece.
~❃~
Tōru despertó después de una larga siesta. Bajó al comedor, en donde Bokuto comía su almuerzo desesperadamente por lo delicioso que estaba.
— Buenos días.
— ¿Días? — Keiji rió. — Son las doce del medio día, Tōru, duermes mucho.
— Lo siento, no pude dormir bien anoche. — Akaashi dejó un plato frente a él, un desayuno algo tardío. — Muchas gracias, Akaashi.
— No es nada, come. — El azabache se sentó al lado del bicolor, quien había acabado. — ¿Aún no has hablado con él?
— Ni siquiera he encendido mi móvil. — Respondió.
En esos últimos días, Akaashi logró ver como los ánimos de Oikawa caían poco a poco, el lunes que llegó a su casa, se veía terrible, pero ahora, siendo jueves, se veía el doble de mal.
— ¿No pensaste que quizás tenía una explicación?
— Claro, besarse con otra persona tiene explicación. — Tōru suspiró. — Ni siquiera sé porque me siento así, no somos nada, nunca fuimos nada.
— No digas eso, Tōru, claro que fueron algo, lo siguen siendo. — Oikawa forzó una sonrisa. — Ha estado llamando varias veces, se escucha preocupado, arrepentido, Oikawa.
— No es el único que se siente mal ¿Sabes?
— Lo sé, te comprendo, solo te digo que deberías de hablar con él, aunque sea un minuto, deja que te explique, si crees que está poniendo una excusa muy tonta, mándalo al carajo.
— No ha dejado de enviarme mensajes. — Se quejó Bokuto, mostrando su teléfono, habían veintisiete mensajes de Iwaizumi.
— Lo siento, todo esto es mi culpa. — Se disculpó Tōru bajando la mirada.
— No, no lo es, es culpa de él. — Bokuto se puso de pie. — Vuelvo en un momento, señor arrepentido está llamando.
— Cuida tus palabras. — Pidió Keiji, Koutaro asintió saliendo del sitio.
Oikawa terminó su desayuno tras media hora, había sido una tortura terminarlo, pero Keiji no lo dejaba dejar nada en el plato, insistiendo en qué debía de comer como era debido.
Se pusieron ambos de pie, y antes de salir del comedor, observaron a un Bokuto agitado y arrepentido acercarse.
— ¡Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento! — Exclamó, lanzándose a los pies de Akaashi, pidiendo disculpas.
— Cielo. ¿Qué pasa? — Keiji se agachó, tomando su rostro entre sus manos.
— Bueno... Quizás se me escapó información sobre Oikawa. — Akaashi suspiró. — Viene hacia acá.
— Está bien. — Habló Tōru. — No iba a poder ocultarme toda la vida de él. Iré a ducharme, Akaashi, avísame cuando llegue, estaré en la habitación.
— Entendido. — Akaashi ayudó a Koutaro a ponerse de pie y acarició sus mejillas intentando que se calmara.
Tōru los observó por unos segundos, con una sonrisa triste antes de dirigirse al baño y darse una ducha.
Keiji y Koutaro parecían tener la relación perfecta –y deseada– por todos, parecían no tener discusiones usuales, se amaban fuertemente, parecían chicle pegado al zapato, y en sus miradas se notaba el amor que por el otro tenían.
Oikawa deseaba que eso mismo le pasara alguna vez, encontrar al hombre de sus sueños y que se amaran tanto que las demás personas pensaran que estaban unidos por una fuerza superior que los mantendría juntos hasta el final.
Salió del baño con una toalla en su cintura, tomando la ropa que Akaashi le estuvo prestando, sorprendentemente tenían casi la misma talla, por lo que las prendas de Keiji le quedaban ligeramente ajustadas, pero cómodas.
Tomó asiento en la cama, sacó su teléfono de su mochila después de varios días y lo encendió, la carga continuaba igual al día que lo apagó, 43 por ciento. Su bandeja de notificaciones comenzó a llenarse, notificación tras notificación, provocando que su teléfono celular tardara unos segundos en responder hasta que los mensajes y llamadas perdidas dejaron de llegar.
Lo primero que hizo fue ir al chat de su madre, no fue insistente a pesar de que su hijo había desaparecido, el lunes había ido a su casa y le había dicho que se iría por un corto tiempo, su madre lo comprendió y le preparó una muda de pijama, Oikawa se lo agradeció. A diferencia de su madre, tenía varios mensajes de Shōyō y Kōshi, ambos preocupados por saber en donde demonios se había metido esos días, mas no continuaron insistiendo después del tercer día. Tenía un par de mensajes de Akaashi del lunes, preguntando si estaba disponible para el martes por la noche, pero bueno, había estado con él desde el lunes por la tarde.
Finalmente, el chat con más notificaciones. Eran ciento veintidós mensajes sin responder de Hajime, uno tras otro. No los respondió, tiró su teléfono a la mesa de noche y se dejó caer hacia atrás en la cama, mirando al techo.
No se sentía preparado para enfrentarlo, no quería mirar a sus ojos y volver a caer como un completo enamorado a sus brazos.
— Por favor, Iwaizumi... — Se escuchó a Keiji del otro lado de la puerta. — Cuida tus palabras, Tōru no está en sus mejores días.
— Lo haré. — Oikawa cerró sus ojos y cubrió su rostro con su antebrazo.
La puerta se abrió.
Casi de inmediato el perfume característico del moreno llegó a sus fosas nasales. No se movió.
Continuó en su misma posición hasta lograr sentir como la cama se hundía a su lado.
— Tōru. — Oikawa alejó su brazo de su rostro y abrió sus ojos, sin mirar al azabache. — Déjame explicártelo.
El castaño no respondió, se dedicó a mirar el techo, en esos momentos era muchísimo más interesante que observar al moreno arrepentido a su lado.
Iwaizumi estiró su mano para acariciar los suaves cabellos castaños del menor, suspirando.
— Sé lo que viste. — Aseguró. — No es lo que crees. — Hajime esperó una respuesta de Oikawa, pero este no respondió, de nuevo. — La persona que viste a mi lado... Es mi ex pareja, tuvimos algo hace unos años, pero no funcionó.
— Enhorabuena. — Hajime sonrió dolido, dándose cuenta que por algo el castaño y Hinata eran mejores amigos.
— Tōru, no siento nada por esa persona, te juro, por mi vida si es necesario, que eres el único al que deseo a mi lado. — Tomó la mano del ojimarrón y la llevó a su frente. — Él lo hizo, yo no deseaba eso.
— Pudiste alejarlo. ¿Sabes? — Apartó su mano del azabache.
— Lo sé, carajo, sé que pude hacerlo... — Respondió frustrado. — Perdóname.
— Iwaizumi. — Hajime le observó, notando como Tōru se sentaba, mirando hacia la puerta. — No te disculpes. — Giró su rostro para observar al azabache. — No debes hacerlo, después de todo no somos nada.
Iwaizumi juró sentir que su corazón se destrozaba en ese mismo momento. Negó un par de veces antes de tomar ambas manos de Oikawa y hacer que le mirase.
— No digas eso, por todos los cielos, no lo digas. — Oikawa volvió a apartar sus manos.
— Si no estas listo para una relación, Iwaizumi, no ilusiones a las personas, también tenemos corazón. ¿Sabes?
— Tōru... Te quiero a ti, solo a ti.
— Yo también, Iwaizumi. Te quiero muchísimo, pero... — "No lo digas" Pensó Hajime. — Creo que es mejor que no nos veamos por un tiempo.
El moreno bajó la mirada, sintió sus ojos picar por unos segundos antes de asentir.
— Yo... Lo siento. — Susurró una última vez.
Para Oikawa no todo podría ser tan fácil, su roto corazón no estaba preparado, y necesitaba un descanso, un descanso de todo lo que estuviera relacionado con amar.
Quizás apagar sus sentimientos por cierto tiempo sería lo mejor, o simplemente, olvidarse de Iwaizumi era su mejor opción.
Hajime se puso de pie y caminó a la puerta, en donde se detuvo, mirando a la nada. Inspiró una última vez el aroma de Tōru que inundaba el lugar, podía presentirlo, estaba casi seguro de que no se verían en un buen tiempo, y si nada salía bien, quizás no volverían a verse nunca más.
Pero Iwaizumi no iba a permitirlo, no lo dejaría ir. Sonaría absurdo para otros saber que te has enamorado de una persona en tan poco tiempo, pero para Iwaizumi, Oikawa se había vuelto alguien importante, siendo parte de su corazón y vida.
Lo necesitaba a su lado, lo quería a su lado para siempre.
— Tōru. — Se mantuvo en la misma posición, sin mirar al castaño. Oikawa elevó la mirada del suelo, observando solamente la espalda del azabache. — No te perderé.
Oikawa jadeó, llevando una mano a su pecho mientras miraba al mayor marcharse del lugar.
Cerró sus ojos con fuerza, mientras escuchaba a Keiji acercarse a él con rapidez, envolviéndolo entre sus brazos.
— Llora, está bien hacerlo. Desahógate.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top