33
Oikawa salió del baño y suspiró llevando una mano a su frente, sintiéndose algo mareado. Continuó con su amigo hacia la sala de estar, en donde se encontraba su azabache amigo –Kuroo– junto a sus parejas –Kenma y Tsukishima–. Aún era extraño para Tōru entender cómo funcionaba aquello, pero eso no era del todo importante. Había logrado convivir más con Kenma, y de alguna forma volverse cercano al rubio de gafas.
— Lo siento. — Sé disculpó el castaño. — La vejiga de un embarazado es el peor enemigo. — Se sentó al lado de Tetsurō y volvió a tomar su libro. — ¿Continuamos?
— Por supuesto. — El azabache tomó su cuaderno y comenzó a anotar los puntos importantes que dictaba el castaño. Kenma se encontraba jugando con su teléfono, pues llevaba una clase diferente, y Tsukishima apuntaba ciertas cosas que le serían útiles, pues recibían la misma clase, pero con distintos profesores.
Faltaban exactamente siete días para que Tōru cumpliese sus seis meses de embarazo. Había dejado de asistir a la universidad apenas cumplió los cinco meses, por lo que Tetsurō junto a Tsukishima se encargaron de pasarle notas y ponerle al día de lo que sucedía en la institución. A veces también llegaban Lev y Yaku para darle una rápida visita, asegurándose de que todo estuviese bien, que Tōru se encontrara en buen estado al igual que el niño.
— ¿A qué hora sale Iwaizumi? — Preguntó de repente Kozume, sin apartar la mirada de su teléfono.
— Volverá a las cuatro y media. — Oikawa tomó una botella de agua y bebió la mitad de esta. — Debe de estar cansado de tanto trabajar.
— ¿Tú no te cansas? — El castaño hizo una mueca. — Lo tomaré como un sí, o sino serías un robot.
— No seas grosero, Tsukki. — Kuroo llevó una de sus manos al gran vientre de Tōru, acariciando mientras sentía al niño moverse en ocasiones. — Ya quiero ver cómo será. ¿Se parecerá a ti o a Iwaizumi?
— Yo también quiero verlo. — Sonrió Tōru. — Creo que se parecerá a Iwaizumi.
La tarde continuó entre charlas y estudios por parte de los cuatro, a veces Kenma también se unía a ellos, por lo que no estuvo todo el tiempo con el teléfono celular.
Para cuando fueron las cuatro y quince de la tarde, los tres chicos se despidieron de Tōru, asegurando que volverían mañana para ponerle al día con la universidad.
Oikawa se los agradeció, y tras verles irse, entró nuevamente a la casa. Quiso buscar a Suzuë, para tener a alguien con quien hablar, pero ella debía de estar muy ocupada como siempre y no tenía confianza en las demás personas de la limpieza.
Decidió solamente ir a la habitación y esperar a su pareja para descansar juntos.
Iwaizumi salió del trabajo como normalmente lo hacía los últimos días y subió a su automóvil, condujo hacia casa sin prisa, mientras pensaba en lo poco que quedaba para que Tōru diese a luz como estaba previsto. Por supuesto aquello no era algo claro, el embarazo podía adelantarse o atrasarse.
Tomó su teléfono y marcó al número de Oikawa, quien respondió segundos después.
— "Cariño, estoy en el baño". — Avisó el castaño, Hajime sonrió al escuchar su voz, sin importarle realmente el ruido de fondo.
— ¿Ya se han ido tus amigos?
— "Sí, hace unos minutos". — Se le escuchó gemir. — "Lo siento, Arata es algo rudo estos días".
— Llegaré en cinco minutos.
— "No hay prisa". — Hajime colgó. Continuó conduciendo hasta que después de unos minutos llegó a la casa y bajó del auto, caminando hacia la habitación en seguida.
Al llegar a su destino miró a Tōru, quien se encontraba acostado en la cama, mirando una película. Sus manos acariciaban su vientre desnudo a causa de lo pequeñas que le quedaban las camisas en ese momento, y sus ojos se mantenían fijos en la pantalla con su total concentración en la cinta.
— Cariño. — Iwaizumi se acercó, ganando la atención del castaño. Una sonrisa apareció en el rostro del menor al ver a su prometido acercarse y depositar un beso en su mejilla, después uno en sus labios. — ¿Cómo te sientes hoy?
— Estoy bien. — Sonrió. — Aunque el niño está bastante inquieto. — Tomó de la muñeca al moreno y le obligó a sentarse a su lado, le envolvió con sus brazos, hundiendo su rostro en el pecho contrario. — Quédate un rato.
— No me iré. — Hajime besó su cabeza, tranquilo. — ¿Estudiaste hoy con tus amigos?
— Sí, nos pusimos al día con ciertas cosas de la clase...— Suspiró. — ... Aunque Kuroo no paró de acariciar mi barriga en todo el tiempo. No me molesta, pero me desconcentro cuando lo hace porque Arata reacciona a él de inmediato.
Hajime frunció su ceño, de alguna forma se sentía celoso de que su hijo reaccionara tanto a un desconocido que no era nada de él.
Si definitivamente le molestaba.
— Entonces que no vuelva.
— No seas grosero. — Sonrió Tōru, besando sus labios. — Ahora... Quiero ir a comer algo, tengo hambre.
— Claro, iré a avisarle a Suzuë.
— Gracias, Iwa-chan. — Oikawa se sentó, llevando su atención nuevamente a la película. Iwaizumi se retiró, yendo a buscar a la mujer para pedirle que cocinara algo para Tōru.
Hajime tardó unos quince minutos, por lo que, al finalizar la película, Oikawa se puso de pie y fue a buscarle, quizás se había quedado hablando con Suzuë, o estaba en una llamada, de todas formas, quería asegurarse.
Bajó las escaleras lentamente y con cuidado de no tropezar hasta llegar al final. Caminó hasta dar con la sala de estar, sus ojos recorrieron el sitio, pero ahí no se encontraba el azabache.
Se dirigió a la cocina, a paso lento, sintiendo sus pies doler un poco. Logró escuchar las voces de Iwaizumi y Suzuë a unos metros, suspiró y siguió.
Tōru se detuvo de golpe. Su ceño se frunció antes de que su expresión de confusión pasara a ser de dolor. Llevó una mano a su vientre bajo, mientras inhalaba y exhalaba como lo había aprendido con ayuda de Shōyō.
Tras unos segundos el dolor pasó. Dió diez pasos más, antes de que, sin evitarlo, un gemido escapara de su garganta, sintiendo como si se partiese en dos, con dolores instalados en varios sitios de su cuerpo. Sus ojos se abrieron con sorpresa al notar como un líquido bajaba por sus piernas, hasta mojar el suelo.
— Eso no es orina. — Gimió nuevamente. — ¡Iwaizumi! — Gritó, mientras se sostenía de una pared, y sentía que el alma se le saldría del cuerpo en cualquier momento.
— Tōru. — Hajime frenó en seco.
— ¡Te patearé el trasero si no te mueves! — Amenazó antes de jadear, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos. — ¡Diablos, duele!
El moreno reaccionó tras unos segundos, y sin dudarlo, tomó al menor en sus brazos y comenzó a correr hacia el auto.
— No des a luz aún, Tōru. — Rogó, desesperado.
— ¡No es como si pueda controlarlo, Hajime! — Gimió nuevamente, sintiendo el dolor instalarse en sus caderas, el azabache le dejó en el auto. — ¡Llama a Shōyō y Akaashi!
— ¡Lo haré! — Se dió la vuelta, corriendo hacia la habitación para buscar la bolsa con las cosas preparadas para el nacimiento del bebé. En el camino de regreso marcó al número de Akaashi, quien contestó tras dos tonos.
— "¿Iwaizumi? No creo que sea momento, estoy en el trabaj-"
— ¡Tōru va a dar a luz! — Exclamó, dejando la bolsa en los asientos traseros. — Vamos hacia el hospital, por favor avísale a Shōyō.
— "Estaré ahí pronto". — Hajime colgó y subió al auto, comenzando a conducir, sintiéndose agitado por la situación. Su corazón palpitaba con rapidez, sus oídos dolían tras los constantes gemidos adoloridos de su prometido, su piel estaba erizada al imaginar que debía entrar a una sala y ver como su pareja daba a luz.
Entonces lo recordó.
— Joder. ¡¿Será natural o cesárea?!
— ¡N-Natural! — Tomó el brazo derecho de Hajime, apretando con fuerza. — ¡Ah~! ¡Date prisa!
— ¡Estoy yendo lo más rápido posible! — Oikawa notó la desesperación en su voz.
Iwaizumi también era padre primerizo, no debía de ser tan desconsiderado. Le soltó y llevó sus manos a su vientre, practicando las respiraciones lentas. Cerró sus ojos con fuerza, juraba que la cabeza del niño ya estaba saliendo, aunque probablemente no lo hacía.
— Creo que daré a luz aquí. — Se quitó el incómodo cinturón, mirando por la ventana, intentando no volverse loco.
Tras varios minutos, llegaron al hospital. Iwaizumi bajó a Tōru en sus brazos y tomó el bolso, colgándolo en su hombro antes de correr a emergencias y pedir ayuda a una enfermera.
— Por favor, acompáñeme. — Hajime siguió a la mujer mientras observaba a Tōru ser llevado en una camilla a otro sitio. Gimió él de dolor, asustado.
No quería que Tōru sufriera el mismo destino que la madre de Yuu. Era lo que más le aterraba.
Una enfermera le pidió que se desinfectara antes de entrar a la sala en la que Tōru se encontraba. Al llegar, observó a su pareja vistiendo una bata de hospital mientras gritaba escandalosamente en un intento por apaciguar el dolor. Tomó una lenta respiración, o estaba seguro de que se desmayaría.
Caminó hacia el castaño y tomó su mano, sintiendo como de inmediato esta era tomada con una fuerza que parecía inhumana.
— Tú puedes, Tōru. — Alentó. — Vamos, cariño.
— ¡Demonios, voy a morir! — Gritó una vez más mientras lanzaba su cabeza hacia atrás, gimiendo. Iwaizumi cerró sus ojos con fuerza en el momento en que observó la sangre y otros fluidos que manchaban las sábanas. Su piel comenzó a palidecer. — ¡Si no me desmayo yo...! — Jadeó. — ¡...Tampoco tienes derecho a hacerlo tú!
— No lo haré. — Aseguró el azabache, mientras escuchaba a la obstetra, ginecóloga y enfermeras encargarse de la situación.
Los minutos parecían eternos para la pareja, Tōru sólo podía pujar desesperadamente en un intento por "Sacarlo de su cuerpo", mientras Iwaizumi intentaba no volverse loco, escuchando el sufrimiento del ojimarrón.
— Ya casi. — Avisó la mujer frente al menor. — ¡Una vez más!
Oikawa maldijo vulgarmente e hizo lo que la mujer le indicó, cerrando sus ojos con fuerza y apretando la mano de Hajime quien gimoteó, de dolor, tanto físico como sentimental.
Hasta que finalmente acabó.
Un estridente llanto inundó la sala. Tōru por fin pudo dejarse caer hacia atrás, exhausto tras la labor de parto. Iwaizumi sonrió, mirando al pequeño niño en los brazos de una enfermera.
— Toma, cariño. — La mujer dejó al bebé en brazos de Tōru, quien comenzó a sollozar, viendo finalmente a su bebé, por fin lo tenía en sus brazos, después de tanta espera, después de tanto dolor, por fin podía cargarle y darle el calor de una madre.
— Mi pequeño Arata... — Susurró, sorbiendo la nariz. — Por fin estás con nosotros, cariño.
Hajime unió su frente con la de Oikawa mientras sollozaba en silencio, mirando a su hijo en los brazos de su prometido. Finalmente eran una familia.
El niño fue llevado para una rápida revisión, Tōru cerró sus ojos, intentando recuperarse de tan agotador proceso.
— Bien hecho. — Susurró Iwaizumi besando su frente. — Definitivamente eres la persona más fuerte que conozco.
— Iwa-chan... — Miró al moreno. — Necesito agua... Siento que moriré si no bebo agua.
— La traeré en seguida. — Hajime salió del sitio, yendo a la cafetería para comprar una botella de agua. Al hacerlo, no tardó en regresar a la sala, pero Tōru ya no se encontraba allí.
Una enfermera le indicó que estaba en otra habitación, así que el azabache se dirigió hacia allí, encontrándose con los cercanos de Oikawa afuera, esperando. Hajime pudo ver a Koutaro sosteniendo a una criatura diminuta entre sus brazos, Hinata hacía lo mismo con su hijo de ya unos meses, a su lado estaba Kageyama, tomándole de los hombros. En las sillas estaban Sugawara y Daichi. Solo faltaba Keiji, así que dedujo que estaba junto al castaño, dentro.
— Iwaizumi. — Saludó Kōshi. — ¿Qué tal estás? ¿Cómo está el pequeño?
— Él está bien. — Caminó a la entrada. — Veré a Tōru.
Entró a la habitación y miró al azabache tomando de la mano de su prometido, mientras limpiaba su frente suavemente con un pañuelo húmedo.
— Lo has hecho bien. — Sonrió Keiji. — Me alegra que todo saliera como debía.
— Siento mucho no haber estado en tu parto. — Habló con debilidad el mayor. — Realmente quería ir, pero... Ese día las contracciones eran insoportables.
— No te preocupes, no podías hacerlo, prefería que te quedaras a descansar en casa a que estuvieras sobre esforzándote. — Ambas miradas se posaron sobre el moreno. — Felicidades al nuevo padre.
— Akaashi. — Sonrió. — Gracias. — Se acercó y ayudó a Oikawa a beber agua. — ¿Te sientes mejor?
— Sí, pero creo que mañana estaré mejor, ahora mismo me duele todo. — Tomó la mano de Iwaizumi y le acercó. — Iwaizumi, ve a ver a Arata, por favor, quiero saber cómo está.
— Lo traerán en unos minutos. — Sonrió. — Podrán verlo todos.
Tōru asintió, mientras se acomodaba en su sitio y suspiraba, sintiéndose aún adolorido. Miró a Keiji, quien se mantenía sosteniendo una de sus manos.
— ¿Cómo está Yoichi? — El ojiazul le miró con una sonrisa.
— Él está bien. — Acarició la mejilla de Tōru. — Pronto cumplirá las dos semanas y sigo sintiendo como si hubiese nacido ayer.
— Los niños crecen muy rápido. — El castaño cerró sus ojos. Akaashi le observó por unos segundos, acariciando sus cabellos.
Tōru necesitaba recuperar sus fuerzas, el embarazo le había agotado demasiado, el brillo de Tōru parecía estarse desvaneciendo, y no sólo Keiji podía notarlo, todos lo hacían. Solo tenían la esperanza de que ese brillo que caracterizaba al ojimarrón volviera en poco tiempo.
— ¿Quieres descansar?
— Solo un poco... Hasta que traigan a Arata. — Respondió, aún con sus ojos cerrados. — Aunque me gustaría ver a Yoichi... ¿Puedo?
— Por supuesto, iré por él. — Keiji salió por unos segundos de la habitación.
Tōru se mantuvo descansando la vista hasta que escuchó pasos nuevamente. Sus ojos se abrieron perezosa y lentamente, observando al azabache frente a él con un pequeño en sus brazos. Sonrió enternecido, tomándolo en sus brazos cuando su madre se lo pasó.
— Es muy lindo. — Susurró Oikawa, acariciando con delicadeza su cabeza. — Yoichi, creo que serás un hermoso niño en el futuro.
El niño abrió sus ojos, observando al castaño, quien volvió a sonreír.
— ¿Tiene tus ojos?
— Eso parece, aunque es muy pronto para confirmarlo. — Oikawa le devolvió al niño a Keiji. — Bokuto es terrible estos días.
— Déjame adivinar, celos de padre. — El menor asintió riendo. — Siempre pasa, me pregunto si Iwaizumi se pondrá así.
— Es probable, muchos dicen que durante tu embarazo fue muy celoso.
— Por los dioses, sí, una vez casi golpea a Kuroo. — Keiji negó sonriente. — No quiero saber cómo será ahora.
Tōru suspiró con una pequeña sonrisa en su rostro, mirando a la nada mientras esperaba por su prometido y su hijo.
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