3


Era viernes por la tarde, y Oikawa caminaba hacia su trabajo sintiendo que caería muerto en cualquier momento.

Había sido imposible para él pegar un ojo la noche anterior, las ojeras en su rostro lo demostraban, y a penas podía mantenerse despierto, no estaba seguro de cómo le haría para trabajar.

— Buenas tardes... — Saludó con cansancio.

No esperó a que se le fuera devuelto el saludo, simplemente fue a los camerinos y cambió su ropa. Trabajaría hasta las diez de la noche ese día, le tocaba limpiar y cerrar el lugar.
Al salir de los camerinos, se dirigió hacia su amigo, Takahiro y bostezó, comenzando a ordenar algunos productos en el mostrador.

— Oikawa.

— ¿Mm? — Hanamaki sonrió.

— Hay un lindo omega sentado en la mesa cinco, preguntaba por ti. — Oikawa frunció su ceño, el castaño ya conocía a Hinata y Sugawara, por lo que la única opción que quedaba era la pareja de Bokuto, Akaashi.

— ¿Hace cuánto está aquí? — Hanamaki pensó.

— Creo que llegó hace una media hora. — Tōru asintió acomodando su delantal.

— Cúbreme por un momento. — Pidió, caminando a la mesa en la que se suponía estaba Keiji esperando por él.

Al mirar al azabache, sonrió, y una vez estuvo frente a él golpeó dos veces la mesa con su dedo índice. Keiji levantó la mirada de su teléfono para observarle, y al encontrarse con un par de orbes marrones una sonrisa apareció en su rostro.

— Oikawa. — Se puso de pie y abrazó al más alto en un saludo.

Tōru le devolvió el gesto.

— ¿Qué haces aquí? Si puedo saber, claro.

— Pasaba por aquí, así que le pregunté a Bokuto sobre la cafetería en la que trabajabas y decidí darte una corta visita. — Respondió, Oikawa notó que no había ordenado nada aún.

— Siento la demora, salí un poco más tarde de la universidad. — El castaño tomó una carta del menú desocupada de otra mesa y se la extendió a Keiji. — ¿Algo para ordenar?

— ¿Tomarías un café conmigo? — Las mejillas de Tōru picaron.

— Bueno... — Se giró, Hanamaki posó sus ojos sobre él entendiendo sólo con la mirada del ojimarrón, el castaño claro levantó su pulgar, asintiendo. — Está bien.

— Excelente. — Keiji observó el menú rápidamente. — Un affogato y una tarta red velvet estarán bien. — Tōru sacó una libreta de su bolsillo junto a una pluma y apuntó todo con rapidez.

— Lo traeré en seguida, dame cinco minutos. — Oikawa se giró y caminó al mostrador, apoyándose en el mismo mientras miraba fijamente a Hanamaki.

— ¿Qué necesitas? — Preguntó Takahiro mientras preparaba un café americano.

— Un affogato y una tarta red velvet, también un café sin azúcar. — Hanamaki asintió, fue a entregar el café a la mesa correspondiente y volvió, preparando lo pedido por Oikawa, que estuvo listo en poco tiempo.

— Tu orden, no te demores, no tengo ocho brazos. — Tōru sonrió y le lanzó un beso volador que Hanamaki fingió atrapar y lanzar lejos.

El castaño volvió con Akaashi, quién hablaba por teléfono.

— Está bien, no debes de preocuparte... Volveré antes de las siete. — Keiji colgó y suspiró. — Muchas gracias, Tōru.

Una vez se sentó frente al azabache, comenzó a beber su café en silencio, atento a las expresiones de Keiji quien comía la tarta de red velvet.

— Mm~... — Entrecerró los ojos por unos segundos antes de sonreír. — Sabe deliciosa.

— Me alegra que te guste. — Soltó un suspiro aliviado.

— Entonces, dime... — Le dió un sorbo a su affogato y después limpió sus labios con una servilleta. — ¿Qué ha sucedido con Hajime?

— ¿H-Hajime? — Oikawa desvió su mirada.

— Por tu sonrojo deduzco que sucedió algo de lo que no me he enterado. — Sonrió con diversión. — ¿Se besaron?

— Por los dioses, no. — Respondió Tōru. — Es demasiado pronto para algo como eso... Solo... Hubo un leve contacto físico y ya.

— ¿Leve?

— Sí, al bajar de su auto. — Al recordarlo, Oikawa se sonrojó. — Aún me pregunto qué pensara de mi humilde casa.

— Tōru. Iwaizumi no te juzgará por tu clase social o situación económica. — Agregó Keiji. — Es un buen hombre en ese sentido.

— ¿Es malo en algo? — Preguntó curioso Oikawa.

— No exactamente, aunque escuché que puede ser un poco celoso.

¿Eso era malo? Es decir, mientras no fuesen esos celos que pusieran en riesgo una relación o a alguno de los dos no tenía nada de malo ¿Verdad?
En realidad, para Oikawa eso podría ser un poco atractivo, imaginarse a Hajime celoso después de verle cerca de otro alfa.

Oikawa sacudió un poco su cabeza, alejando esos pensamientos de su cabeza. A penas y conocía al hombre, de seguro no estaba interesado en su persona y él ya estaba creándose situaciones mentales que probablemente nunca sucederían.

— A parte de los celos, he escuchado maravillas sobre él. — Keiji observó a Tōru, sabía lo que él castaño sentía, en algún momento lo sintió con Bokuto.

Había conocido a Bokuto en el hospital. Él visitaba a un familiar, y Keiji era recién dado de alta, ambos se encontraron en el ascensor, en donde Akaashi sintió una explosión de sensaciones y sentimientos al ver al alfa, al igual que el bicolor sintió al ver al omega.
Como era normal, Koutaro entabló una conversación con el menor quien respondía siempre con monosílabos o un par de palabras. De alguna forma, el ojiamarillo logró sacarle su número de teléfono y un par de días después le llamaba para pedirle ir a tomar un café juntos.

Así fue como comenzó su hermosa relación que parecía inquebrantable.

— No te guardes lo que sientes, Tōru. — Soltó de repente Keiji. — Al principio lo hice con Bokuto, pero después de un tiempo me di cuenta de que era tonto continuar con eso, abrí mi corazón para él y ahora somos pareja.

— Bueno... Ni siquiera sé si siente algo más por mí, nos conocemos casi nada y no hemos hablado desde que me llevó a casa. — Comentó Oikawa, jugando con la cucharita en su taza de café.

"Claro que siente algo más por ti, todos lo notamos cuando te vió" Pensó Akaashi con una pequeña sonrisa en sus labios. — Mañana vendrá, saca tus encantos, Tōru.

— ¿Encantos? — Keiji asintió.

— Tienes un lindo cuerpo, aunque parece que no lo notas, tu rostro es casi perfecto, sin acné o manchas, tu cabello se ve bien y eres alto con cierto atractivo. — Agregó Akaashi dejando el plato con las migajas de la tarta a un lado. — Podrías conquistar a cualquier alfa si así lo quisieras.

— Eso no es cierto. — Oikawa no podía creer como alguien como el azabache decía eso, es decir, Keiji era un omega precioso: Alto, bonita cara, buen cuerpo, curvas y vestía jodidamente bien, era, en otras palabras, perfecto.

— Tenemos que hacer algo con esa autoestima.

~❃~

Tōru bostezó mientras limpiaba las mesas, eran las ocho y quince de la mañana, la cafetería había ya abierto, pero no había llegado ningún cliente.

— Así que... ¿Vendrá hoy tu querido alfa guapo? — Oikawa frunció el ceño.

— No es mi querido alfa guapo, baka. — Se quejó el castaño, yendo a la cocina para lavar los platos y tazas sucios.

— ¿A qué hora vendrán? — Ignoró Hanamaki su anterior comentario.

— No lo sé, no me lo dijeron.

Una vez terminó con sus tareas, se sentó en una mesa individual. Su teléfono comenzó a vibrar de un momento a otro, le llamaban. Miró el nombre de la persona y suspiró antes de tomar la llamada y llevar el teléfono a su oreja.

— ¿Shōyō?

"¡Tōru! ¡Necesito que nos veamos pronto!" — Gritó el pelinaranja, causando que el castaño alejara por instinto el celular de su oreja.

— ¡No grites, idiota! — Se quejó. — ¿Para qué necesitas que nos veamos? Estoy trabajando.

"Bueno..." — Silencio, fue lo que se escuchó por unos segundos. — "Yo..." — Hubo otro silencio, pero está vez, al pasar unos diez segundos se escuchó un sollozo, sollozo que después se convirtió en un llanto escandaloso.

— Hinata, ve al parque de siempre, llegaré en quince. — Pidió Tōru antes de colgar la llamada y ponerse de pie, suspirando. — Debo de irme, es urgente.

— ¿Sucedió algo?

— Podría decirse. — El castaño se quitó el delantal y tomó su celular y billetera antes de salir del local y comenzar a correr tan rápido como sus piernas le permitieran.

Pudo sentir el dolor de Shōyō del otro lado de la línea, estaba casi seguro de que había sido una pelea típica de pareja, pero si Hinata lo había llamado a él fue porque era su primera opción en la cual confiaba.
El recorrido le tomó aproximadamente unos diez minutos o más, al llegar al parque en donde usualmente se reunían observó una cabellera naranja a unos metros.

— Shōyō. — Tōru se sentó a su lado, casi al instante el menor se lanzó a sus brazos, llorando desconsoladamente. — Demonios. ¿Qué pasó?

— Yo... Yo no quería... Lo juro por dios que no quería hacerlo... — Oikawa levantó una ceja, unos segundos más tarde jadeó preocupado.

— ¿Le pusiste el cuerno a Tobio? — Preguntó el castaño asustado.

— ¡No! — Suspiró de alivio. — Acabo de romper el viejo jarrón que le dejó su abuelo... ¡Esa cosa vale una fortuna! — Oikawa le soltó, mirándole incrédulo.

— ¿Dices que estás llorando como estúpido por un jarrón? Por todos los cielos, Hinata. Ese jarrón da igual, pueden enviarlo a reparar o yo que sé. — Tomó las mejillas del más bajo y las pellizcó suavemente. — Kageyama no se enojaría contigo por algo tan tonto, no seas imbécil.

— Pero... — El teléfono del pelinaranja comenzó a sonar, al observar quien era el que llamaba comenzó a temblar. — Olvidé esconder la evidencia. ¡Me va a matar!

Oikawa rodó los ojos. Tomó el teléfono de Shōyō y contestó por él.

"¿Hinata?"

— Hinata no, estúpido, Tōru. — Corrigió Oikawa mientras acariciaba la espalda del más bajo. — ¿Te has dado cuenta?

"¿Por qué tienes el teléfono de Hinata?" — Tōru entrecerró los ojos, Kageyama suspiró. — "Da igual. ¿Fue él quien rompió esta basura?"

— ¿Basura? Por los dioses, el pobre está desconsolado llorando, piensa que lo vas a matar por romper ese estúpido jarrón. ¿Acaso tiene las cenizas de tu viejo? Ven a recoger a tu novio o me lo llevaré conmigo y no te dejaré verlo nunca más. — Tobio gruñó del otro lado de la línea.

"Iré en seguida. ¿En dónde están?" — Preguntó, Oikawa escuchó cómo sonaban unas llaves.

— En el parque de siempre.

"Llegaré en cinco". — Tōru colgó la llamada y le devolvió el teléfono a Shōyō.

— Hinata, ni siquiera le importaba esa basura, deja de llorar ya. — Oikawa revolvió sus cabellos. — No creo que Tobio pueda caer tan bajo como para enojarse por algo material sin importancia.

— Pero... Ese jarrón, me dijo que su abuelo se lo había dado antes de morir.

— ¿Qué? ¿A caso lo último que le dijo antes de morir fue algo como "Guarda mis cenizas en este jarrón"? — Suspiró nuevamente. — Aun si fueran las cenizas del viejo, ya no está vivo, da igual.

Pasaron un par de minutos, ambos omegas observaron a un hombre alto de cabellos azabache y ojos azules acercarse, luciendo un lujoso traje y unas zapatillas en las que podías observar tu propio reflejo sin problema alguno.

— Llegó tu príncipe azul. — Avisó Tōru.

— ¡Hinata Boke! — Exclamó Tobio con su ceño fruncido antes de tomar al pequeño de la cintura y unir sus labios en un beso lento y sin segundas intenciones, bueno, al menos así lo quería ver Oikawa mientras aquellos dos acariciaba sus esófagos con sus lenguas.

— Ugh... Que asco. — Tōru tomó sus cosas. — Bien, me voy.

— Espera. — Hinata miró a Kageyama quien suspiró.

— Te daré un aventón. — Habló, Oikawa asintió, siguiendo a la pareja hasta el lujoso auto del azabache. Subió a los asientos traseros y se dedicó a pensar en cierto alfa durante el transcurso del camino.

— Tōru. — Shōyō le miró. — ¿Has conseguido algo?

— ¿Algo como qué? — Preguntó, Hinata le dio una sonrisa pícara. — Ah. Bueno, no, nada.

— Es una lástima, tendré que buscarte a algún alfa o morirás solo y con siete gatos. — Bromeó Hinata, aunque si Tōru era sincero no era nada difícil imaginar un futuro así.

— Llegamos. — Kageyama se giró y miró al castaño. — Para la próxima, avísame en donde está y yo iré por él.

— Claro, señor celos. — Tōru se inclinó dejando un beso en la mejilla de Hinata como despedida. — Hasta luego, Tobio-chan.

Bajó del automóvil y entró a la cafetería. Ese auto apestaba a Kageyama, y como si no fuera suficiente, apestaba a sexo, su pobre y sensible nariz pudo sentirlo.

— ¡Al fin volviste! — Hanamaki se inclinó, olfateando su ropa. — Ugh.

— Sí, ya lo sé, apesto. — Tōru se dirigió a los camerinos y se colocó algo de perfume para opacar el mal aroma.

Salió nuevamente de los camerinos, escuchando a su amigo hablar con alguien.

— ... Volverá en cualquier momento, tomen asiento. — Pidió Takahiro. Tōru entró al mostrador y observó a cierta cabellera bicolor alejándose junto a una cabellera azabache.

¿Solo ellos dos?

Oikawa intentó ocultar su desilusión y se acercó a Hanamaki como si no hubiese escuchado nada.

— Tus amigos están en la mesa del fondo, yo te cubro, así que ve, les llevaré el menú pronto. — Tōru sonrió y asintió, palmeó un par de veces la espalda de Takahiro antes de ir a buscar a la pareja.

— Bokuto, Akaashi. — Saludó, ambos giraron a verle.

— Oikawa, que bueno verte de nuevo. — Sonrió Koutaro. — Akaashi estaba ansioso por venir.

— No seas exagerado. — Susurró Keiji. — Me alegra verte de nuevo, Tōru. ¿Qué tal el brazo?

— Ha sanado por completo. — Mostró su piel como nueva. — Aún no sé cómo agradecértelo, Bokuto.

— Dije que no era necesario. — Oikawa tomó asiento frente a ambos.

— ¿No vendría Iwaizumi con ustedes? — Preguntó Tōru, Keiji sonrió con diversión mientras observaba al hombre detrás del castaño.

Estoy justo aquí. — Oikawa se tensó de pies a cabeza. Giró su rostro un poco, notando al azabache tomar asiento a su lado. — Es bueno verte de nuevo, Tōru.

— ¿Tōru? Vaya, no creí que su relación avanzara tan rápido. — Oikawa sintió su cara arder.

— N-No somos pareja. — Respondió.

— Aún. — Frunció su ceño, observando a Keiji que fingía no haber dicho nada.

— Chicos, la carta del menú. — Takahiro llegó para salvar a su amigo, dándoles dos menús a las cuatro personas en la mesa. — Volveré en dos minutos para tomar su orden.

Hanamaki se retiró, dejando solo de nuevo a su amigo. Hajime se inclinó un poco hacia Tōru, para que observara el menú.
"Maldito Takahiro" Maldijo mentalmente el castaño al darse cuenta de sus malévolas intenciones al traer sólo dos cartas del menú.

— ¿Qué ordenarás? — Preguntó el moreno.

— Yo... Uhm. Conozco el menú completo del lugar. — Recordó en un intento de que el fortachón se alejara un poco y no le provocara un infarto a Tōru.

— Entiendo. — Respondió el mayor, mas no se alejó de su sitio. — ¿Qué tan bueno es el capuchino?

— El café en este sitio es maravilloso. — Comentó Keiji. — Te aseguro que cada café que pruebes sabrá bien.

— Eso es gracias a Takahiro. — Habló Tōru. — Es un experto preparando café.

— ¿Eres bueno en algo también, Oikawa? — Los ojos verdes del contrario lo observaron, Oikawa negó.

— Pues... No soy tan bueno preparando café como Hanamaki, pero soy útil en el sitio, la mayor parte del tiempo me encargo de atender a los clientes, limpiar y ordenar. — Respondió, jugando con sus dedos.

— Eso es mentira. — Takahiro había vuelto con una libreta y pluma en mano. — Deberían de pedirle a Oikawa que les preparé un postre alguno de estos días, es bueno en ello.

— No, no. — Tōru movió sus manos de un lado a otro negando. — No soy tan bueno como dicen.

— Espero algún día poder probar esos postres de los que habla tu amigo. — Iwaizumi le miró con una pequeña sonrisa.

— Claro... — Hanamaki sonrió.

— Bien. ¿Qué ordenarán? — Preguntó el castaño claro.

Koutaro y Keiji fueron los primeros en ordenar, pidieron un pastel junto a un café. Por otro lado, Hajime observaba el menú aún, al parecer no estaba del todo seguro de qué ordenar.

— Personalmente, — Llamó su atención Tōru. — Recomendaría el Tiramisú.

— ¿Es bueno? — Oikawa asintió con una pequeña sonrisa. — Entonces eso será, un Tiramisú y un café americano.

— Café americano... — Anotó Takahiro. — ¿Oikawa?

— Un café y un cheesecake de fresa, por favor. — Hanamaki asintió.

— Volveré en quince. — Avisó, marchándose del sitio.

Oikawa observó cómo el moreno tecleaba algo en su teléfono, segundos después le daba a enviar.
Se sobresaltó un poco al sentir su teléfono vibrar, frunció el ceño y lo desbloqueó, mirando el mensaje recién llegado.

Desconocido

¿Sería muy irrespetuoso de mi parte pedirte salir mañana?

Tōru observó a Hajime, quien tenía sus ojos posados sobre él, Keiji y Koutaro estaban en lo suyo, por lo que no se percataban de la situación.

Desconocido

¿Sería muy irrespetuoso de mi parte pedirte salir mañana?

Acepto.


Entonces recordó que justo mañana tendría un compromiso que no podría rechazar a menos de que quisiera terminar tres metros bajo tierra.
Imaginó a Shōyō enojado, podría parecer una criatura inocente y tierna, pero cuando ese tipo se enojada podía incluso intimidar al ojiazul, Kageyama. Quizás, si tenía suerte, podría ir con cierto alfa a su lado.

Desconocido

¿Sería muy irrespetuoso de mi parte pedirte salir mañana?

Acepto.

Bien.

Pero.

Solo si me acompañas a una cena mañana por la noche.

¿Cena?

¿Puedo saber dónde?

En la mansión de Kageyama Tobio, es la pareja de mi amigo.

Muy bien.

Acepto.

Oikawa guardó su teléfono nuevamente y posó sus ojos sobre el moreno, quien también le miraba aún. Se mantuvieron por unos minutos así, hasta que cierto mesero volvió a la mesa, dejando las órdenes de cada uno.

— Si necesitan algo, llámenme. — Pidió antes de irse nuevamente.

Tōru tomó la pequeña cuchara y comenzó a comer mientras pensaba en lo que acababa de hacer. Había invitado a un alfa como Hajime a ir con él a cenar, no quería siquiera imaginar lo que dirían Shōyō y Kōshi al verle llegar con un tipo como él, no quería meterle en problemas, pero con sus amigos parecía misión imposible.

~❃~

— Vuelvan cuando quieran. — Se despidió Oikawa de la pareja quien subía al auto del bicolor y en segundos se marchaban.

— Fue bueno verte de nuevo. — Hajime observó a Tōru.

— Lo fue.

— Entonces. ¿Te veo mañana a las 2 en tu casa? — El castaño asintió.

— Sí, estaré esperándote. — Se miraron mutuamente por unos segundos. Hajime se acercó un par de pasos al ojimarrón, dejando una distancia muy corta entre ambos.

— Gracias, de nuevo. — Tomó la mano de Tōru y llevó los nudillos contrarios a sus labios, dejando un delicado beso que provocó un tono rojizo en las mejillas de Oikawa. — Nos vemos.

— Nos... Nos vemos. — Susurró Tōru observando los orbes contrarios.

Hajime soltó su mano y se despidió una última vez con la mano antes de subir a su auto y dejar el lugar.
Tōru no reaccionaba, parecía que su alma había abandonado su cuerpo tras las acciones del alfa.

— ¡Reacciona! — Hanamaki le dió un zape que despertó a Tōru de su trance. — Carajo, Oikawa, ese tipo te tiene mal y a penas lo conoces.

— Lo siento.

— ¿Lo siento? — Takahiro fingió que tenía una arcada metiendo un dedo a su boca. — Deja ya eso, entra y ponte a limpiar antes de que venga el jefe.

El resto del día, Oikawa pasó trabajando, aunque en su mente sólo estaba el fortachón se ojos verdes.
No entendía como es que había terminado así, no creía posible el poder desarrollar sentimientos por alguien más en tan poco tiempo.
Hanamaki se dedicó a observar a su amigo que estaba en las nubes, riendo por lo bajo al notar como, según Oikawa, limpiaba una mesa, aunque solamente movía su mano en el aire como idiota.

La noche fue larga para Tōru, y cuando pudo volver a casa a penas durmió.
Estaba ansioso por lo que pasaría mañana. ¿Qué harían? ¿Cómo llegaría él vestido? ¿Debería de ponerse algo más decente de lo que usualmente vestía? ¿Qué diría su madre cuando viese a un alfa atractivo pasar por su hijo? Eran tantas preguntas y muy pocas respuestas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top