28
— ¡Por los dioses! — Gritó Keiji emocionado antes de lanzarse a los brazos de su amigo. — ¡Estoy tan feliz! ¡Esto no puede estar pasando!
— ¡Está pasando! — Ambos se tomaron de las manos y comenzando a dar saltitos en su sitio. — Lloré toda la noche de la felicidad.
— No puedo creer que están comprometidos, es decir, ya se estaban tardando. — Akaashi evitó derramar lágrimas. — Estoy tan feliz por ambos.
Se abrazaron con fuerza una vez más. El azabache tomó la mano del mayor y observó detenidamente el anillo, era hermoso, sencillo, pero lujoso. Keiji pensó que Iwaizumi debía de conocer demasiado a Tōru como para saber qué anillo le encantaría, pues desde que se lo dió, Oikawa no dejó de admirarlo y enseñárselo a todos sus amigos.
Tomaron asiento en el sofá, y encendieron la TV mientras esperaban a que Bokuto y Hajime volviesen de la cocina, en donde se suponía, estarían preparando palomitas y bocadillos para ver alguna película.
— Cada día que pasa siento que me enamoro más de Iwaizumi. — Confesó el ojimarrón, con un leve sonrojo en sus mejillas. — Akaashi... No es miedo, pero amar tanto a alguien... Se siente extraño.
— Lo sé, también lo siento cada día con Bokuto. — El ojiazul apoyó su cabeza en el hombro de Tōru. — Es normal cuando estás destinado a estar junto a esa persona por el resto de tus días.
— Me voy a casar con Iwaizumi. — Celebró una vez más en su sitio, entre risas compartidas con el azabache quién se encontraba igual de emocionado que el castaño.
Le hacía extremadamente feliz saber que por fin —aquella pareja que supo desde un comienzo que estaban destinados a estar juntos— iban a contraer matrimonio. Ansiaba ver a Tōru vistiendo de blanco, ya fuese con traje o vestido, de seguro ese día brillaría grandemente, que ningún ojo se desviaría de él, porque Oikawa Tōru estaba destinado a brillar.
— Volvimos. — Avisó Koutaro, sentándose al lado de su pareja, mientras que Iwaizumi lo hizo al lado de su prometido.
Tōru se inclinó, apoyando su cabeza en el hombro del mayor, mientras sentía su fuerte brazo rodearle por la cintura. El moreno depositó un beso en la frente del castaño, disfrutando del dulce aroma que este desprendía.
— Iwaizumi. — El mayor le miró, prestando atención. — Planeaba ir mañana a visitar a mi familia. — Tomó la mano del azabache, entrelazando sus dedos.
— Por supuesto... Iré por ti al trabajo. — Tōru asintió, dejando un beso en la mejilla del mayor. — Ten, come de esto.
El ojimarrón agradeció antes de comenzar a comer las palomitas. Colocaron una película, y los cuatro prestaron atención. Ese día habían decidido pasar la tarde con Bokuto y Akaashi, no había problema para nadie siendo que Tōru y Akaashi eran mejores amigos, al igual que Iwaizumi y Bokuto.
— Ya vuelvo. — Keiji se puso de pie, frunciendo un poco su ceño mientras se retiraba del sitio. Tōru le observó irse, algo en su interior le decía que siguiera al azabache.
— Cariño. — Hajime miró al menor, quien dejó el tazón con palomitas sobre su regazo. — Vuelvo en cinco. — Iwaizumi asintió, viendo a su pareja irse por el mismo camino que el ojiazul.
Oikawa agudizó su oído en busca de encontrar por donde se había ido su ojiazul amigo, y al escuchar ruido en el baño, se dirigió hasta allí, tocando la puerta antes de entrar.
— Akaashi. — El azabache le miró desde su sitio. — ¿Te sientes mal?
Asintió, Tōru se acercó, ayudándole a ponerse de pie. Le guió al lavamanos, en donde el menor enjuagó su boca y suspiró, mirándose en el espejo. Estaba pálido, se veía terrible.
— Akaashi... ¿Deberías de tomar algún medicamento o...?
— Tōru... Hay una prueba de embarazo allí. — Señaló un mueble. — ¿Puedes pasármela?
— Por supuesto. — Oikawa sintió un rayo de esperanza aparecer, tomó la prueba de donde estaba y se la entregó a su amigo, quien no tardó en ir y realizar los pasos necesarios para obtener un resultado.
Keiji se mantuvo sentado en su sitio, entregándole la prueba a su amigo para que este esperara por un resultado y se lo informara.
Tōru caminaba de un lado a otro en el baño, ansioso por el resultado, pero está vez, por alguna razón, sentía que sería positivo, estaba seguro.
— Creo que ya comienzan a salir las líneas. — Susurró el castaño, deteniendo su andar. Sacudió la prueba desesperado, en un intento porque se diera prisa.
Tras un par de minutos más, el resultado se dejó ver por completo. Oikawa se detuvo de golpe, lo que llamó la atención de Akaashi, quien notó como su amigo observaba fijamente la prueba, sin creer lo que veía.
— ¿Tōru?
— Akaashi... — Oikawa se acercó rápidamente, mostrándole el resultado. Keiji jadeó mientras unas pocas lágrimas se acumulaban en sus ojos y una sonrisa aparecía en su rostro. — Es positivo...
— ¿Estoy en cinta? — Oikawa asintió emocionado. — ¡No puede ser!
Volvieron abrazarse con fuerza mientras festejaban. Oikawa comenzó a llorar de la emoción al saber que finalmente lo había conseguido, Keiji finalmente había logrado lo que tanto deseaba: Quedar en cinta.
— Tenemos que decírselo a Bokuto. — Comentó Tōru, el azabache asintió, tomando la prueba y saliendo con su mejor amigo a la sala de estar.
Fueron realmente ruidosos al llegar, por lo que la atención de los dos alfas pasó de la televisión a ellos.
— ¿Sucedió algo? — Preguntó Iwaizumi.
Keiji sollozó una vez más, preocupando a Bokuto, quien se puso de pie y se acercó a su pareja.
— ¿Qué sucede, Akaashi? ¿Te duele algo? — El menor negó antes de sorber la nariz.
— Bokuto, yo... — Las palabras ni siquiera querían salir de su boca, así que extendió hacia el bicolor la prueba de embarazado.
Koutaro la tomó y observó las dos líneas que había, él no era estúpido, sabía perfectamente lo que eso significaba. Comenzó a palidecer, y su piel se erizó al entenderlo.
— Akaashi tú... — Keiji asintió. — ...Estás en cinta.
Bokuto tardó unos segundos antes de tirar la prueba a la mesa y abrazar a su pareja con fuerza, hundiendo su rostro en el cuello del menor.
Tōru se acercó al moreno, sentándose sobre sus piernas mientras ambos observaban la emocionante escena.
— Así que era eso. — Comentó Hajime, Oikawa asintió.
— Lo estuvo intentando por mucho tiempo, después se dió cuenta de que Bokuto había hecho algo para no poder dejarle en cinta, pero después de deshacerse de ello, lo lograron. — Oikawa abrazó al azabache emocionado. — Me pone tan feliz saber que lo logró.
Iwaizumi sonrió, abrazando al castaño mientras dejaba un suave beso en su mejilla, también se alegraba por su mejor amigo y su pareja.
~❃~
— Buenos días. — Saludó el castaño al entrar al establecimiento. Takahiro le miró y sonrió, acercándose al menor.
Hanamaki no dudó en propinarle una fuerte nalgada que hizo saltar a Tōru con sorpresa.
— ¡Oye!
— Déjame verlo. — Oikawa rió y estiró su mano, dejando que el castaño observara detenidamente el anillo. — Diablos, es hermoso.
— ¡Lo sé! A veces me da miedo lo mucho que me conoce Iwaizumi. — Suspiró enamorado. — No puedo esperar por casarme con él.
— Oh, por los dioses, ya estás totalmente loco por él. — Takahiro le tomó de los hombros, guiándole hacia los camerinos. — Cámbiate y ve a trabajar.
— Claro. — Tōru sonrió, haciendo lo que su amigo le dijo.
Se colocó el uniforme del trabajo y salió de los camerinos, revisando una última vez el calendario en su teléfono. Su celo llegaría en pocas horas, y aún pensaba en cómo lograr que Iwaizumi no le diera su medicina.
— Takahiro. — Oikawa se acercó y comenzó a lavar las tazas sucias. — Diablos, no sé cómo preguntarte esto, tú no pasas por estas cosas.
— Puede que no sea un lindo omega como tú, pero aun así se muchas cosas, mi querido Tōru. — Sonrió divertido. — ¿Necesitas ayuda con algo?
— Quiero tener un hijo con Iwaizumi. — Hanamaki escupió el jugo que tomara ante las palabras del castaño.
— ¿Un hijo? ¿Tan pronto?
— ¿Es muy pronto? — Preguntó, el mayor negó.
— No, no. Solo que... Creí que no tendrías hijos hasta los treinta o algo así. — Se apoyó en la cocina y miró a su amigo de brazos cruzados. — Quieres tener un hijo. ¿Cuál es el problema?
— El problema... Es que quiero que sea sorpresa para Iwaizumi. — Tōru terminó de lavar las tazas y se giró, observando de frente a su amigo. — Esperaba poder aprovechar al máximo mi celo, pero... Bueno, él siempre está pendiente de las fechas, nunca lo hacemos en esos días a menos de que ya haya tomado mi medicina.
— Fácil, dile que ya tomaste tu medicina. — Oikawa le observó obvio. — Bueno... No sé, no tienes mucho control sobre ello. ¿Cuándo será?
— Probablemente mañana, no sé a qué hora, pero sé que será mañana. — Takahiro asintió, llevando una mano a su mentón.
— ¿Puedes adelantarlo? — Oikawa frunció su ceño, después asintió.
— Creo que sí, sólo si... Bueno... Ya sabes... Sufro de mucha excitación. — Respondió avergonzado. Hanamaki volvió a asentir.
— Lo tengo. — Chasqueó sus dedos. — Mañana no vienes a trabajar, olvídalo y aprovecha el día.
— No quiero faltar al trabaj-
— No me interesa, mañana mismo quedas en cinta. — Hanamaki miró la hora. — Veamos, veamos... Le diré al jefe que tuviste una situación familiar, estoy seguro de que una vez que comiences no pararás.
— ¿Debería de sentirme ofendido? — El mayor sonrió divertido. — Bien, mañana no vendré, intentaré hacerlo con él antes de que llegue mi celo, que probablemente llegará cuando lo estemos haciendo, y seguiré con la técnica de pinchar los condones.
— ¿Has estado pinchando condones? — Soltó una carcajada. — Vaya que eres todo un experto ahora.
— Oh, cállate. — Las mejillas del menor tomaron color antes de que se girara y continuara con su trabajo.
Con el paso de los minutos los clientes comenzaron a llegar, por lo que su conversación acabó ahí. Tōru hacía una lista mental a cada hora para asegurarse de no olvidar nada, quería lograrlo, deseaba poder quedar en cinta y tener un bebé con Iwaizumi.
Su horario laboral pasó rápidamente ese día, por lo que a la noche Iwaizumi llegó por él, y una vez en el auto, comenzó a dirigirse a casa de los padres del castaño.
— Me pregunto cómo reaccionarán. — Hajime se tensó al recordarlo. No lo admitiría, pero el padre del menor era realmente intimidante, su mirada hacía creer a cualquiera que podría atravesarle y mirar dentro de su mente, además de ser alto y musculoso.
Carraspeó y sonrió, tomando la mano de su pareja, quien sonreía emocionado por ver a sus padres, como todo un niño.
Al llegar a su destino, Oikawa bajó, y esperó a que el moreno lo hiciese también. Sus dedos se entrelazaron y Tōru tocó la puerta, que se abrió tras unos segundos.
— Tōru. — Su hermano menor sonrió y abrazó al castaño. Oikawa le devolvió el abrazo y se adentró a la vivienda junto al azabache.
— ¿En dónde están madre y padre?
— Oh, están en la cocina, terminábamos de cenar. — El ojimarrón asintió, llevando a su pareja con él.
Al llegar al sitio, tocó un par de veces la puerta, ganando la mirada de sus padres. La madre de Tōru se puso de pie y abrazó a su hijo con felicidad antes de besar su mejilla, acción que imitó con Hajime.
— Qué alegría verles de nuevo. Tomen asiento. — Invitó la mujer. Tōru y Hajime se sentaron en la mesa. — ¿Ya cenaron?
— No, aún no, siento si vinimos en mal momento, madre. — Sé disculpó el castaño, su madre hizo un ademán para que no se preocupara.
— Les serviré algo de comer, denme un momento.
— Padre. ¿Qué tal has estado?
— Todo ha estado bien, Tōru. ¿Qué tal tú e Iwaizumi?
— Todo ha estado perfecto. — Oikawa sintió al moreno apretar suavemente su mano. — Me gustaría hablar contigo y con madre de algo, pero supongo que será después de comer.
— Claro... — Su padre les dió una rápida mirada a ambos, provocando un escalofrío en el azabache.
Su madre volvió con un par de platos con la cena, Iwaizumi y Oikawa agradecieron antes de comenzar a comer, disfrutando de la deliciosa comida preparada por la mujer.
— Jamás cambiaré a mi chef favorita. — Aseguró Tōru, casi tragando la comida.
— Gracias, cariño, pero come despacio, te hará daño. — Su madre sonrió, sentándose nuevamente y observando a la pareja comer.
Tras unos minutos, ambos terminaron de cenar y dejaron los platos a un lado. Tōru limpió sus labios con una servilleta antes de suspirar y tomar la mano del azabache, entrelazando sus dedos.
— Nosotros... Queríamos hablar de algo. — Oikawa miró a Iwaizumi, quien apretaba sus labios mientras mantenía una mirada baja. — Iwaizumi... ¿Les dices?
El ojiverde parpadeó un par de veces antes de asentir, nervioso. Miró a sus suegros, ansioso por saber cómo reaccionarían.
— Bueno, quizás nuestra relación no lleva mucho tiempo... — Comenzó. — Pero siento que quiero pasar el resto de mis días junto a Tōru, así que... Yo... Bueno...
— Iwa-chan, no estés tan nervioso. — Tranquilizó Tōru, acariciando sus nudillos.
— ¿Tú qué? — Su padre entrecerró sus ojos.
— Le he pedido matrimonio a Tōru. — La madre del castaño chilló al escuchar aquello, mientras el padre se mostró serio, pero internamente estaba igual de sorprendido que la mujer.
— ¿Matrimonio? ¿Cómo fue? ¿Cuándo será la boda? — Oikawa rió nervioso.
— Madre, tranquila. — Pidió el castaño. — Fue hace un par de días, todo fue tan romántico. — El menor se aferró al brazo de Iwaizumi, quien sonrió avergonzado.
— Me alegra saber que estarán juntos como debe de ser. — Comentó esta vez el mayor de todos. — ¿Planean tener hijos?
Tōru e Iwaizumi se atragantaron.
— Sí... Quizás. — Contestó Oikawa. — Pero eso no importa ahora
— ¡Definitivamente tienen nuestra bendición! — Exclamó la mujer con una enorme sonrisa, Tōru sonrió, y Hajime suspiró aliviado.
Ambos se abrazaron, disfrutando del tiempo en familia.
El resto de la noche ambos la pasaron en casa de los Oikawa, y cuando el reloj marcó las diez y media, decidieron irse, despidiéndose de los familiares del castaño.
Volvieron a casa en silencio, pero aún felices de saber que los padres del menor lo habían aceptado muy bien.
Al llegar a casa, ambos fueron a descansar, o al menos así lo hizo Hajime, quien al estar cansado, cayó rendido en la cama.
Oikawa por su parte no logró dormir, y es que estaba ansioso por lo que haría la siguiente mañana.
Cuando logró cerrar sus ojos y dormir, lo hizo solo un par de horas antes de que el sol volviese a salir. Frunció el ceño mientras observaba fijamente el techo, molesto consigo mismo por no poder descansar.
Decidió ponerse de pie e ir al baño, mirándose a sí mismo en el espejo. ¿Cómo debía de empezar? Estaba casi seguro de que con sólo llegar a tener la longitud del mayor en su interior podría hacer que su celo se adelantase, y es que era realmente débil y sumiso cuando de Hajime se trataba.
Salió nuevamente del baño, y aprovechando que el mayor aún dormía, -se aseguró un par de veces que lo hiciera- y pinchó todos los condones restantes de la mesa de noche. Lavó sus dientes y ató con una cola de goma sus cabellos, tomando una última lenta respiración antes de acercarse nuevamente a la cama.
Se sentó sobre el regazo de Hajime, quien se removió, mas no llegó a despertar. Una pequeña sonrisa se estiró en el rostro de Tōru. "Hoy lo lograré" Pensó, mientras se deshacía de la ropa interior del moreno y tomaba su gran extensión entre sus manos.
Cerró los ojos y mordió su labio inferior al sentir como su cuerpo por sí mismo comenzaba a lubricarse naturalmente, ahogó un jadeó, y con dos de sus dedos comenzó a estimularse, evitando ser ruidoso para no despertar al mayor.
Al asegurarse de estar preparado, tomó uno de los preservativos pinchados y lo colocó sobre el falo del ojiverde, adentrando seguido la longitud del azabache en su interior.
Fue inevitable gemir al sentir toda la extensión de Iwaizumi en su interior, y por supuesto que el mayor despertó de su sueño al sentir su pene ser apretado y comenzar a endurecerse.
— Tōru. — La ronca voz de Iwaizumi logró que Oikawa temblara en su sitio antes de comenzar a moverse lentamente, buscando ese punto que lograra excitarle hasta el grado de adelantar su celo. — Espera... ¿Qué haces...? — Hajime jadeó, tomando las caderas del ojimarrón, mientras este se movía lento y suave sobre su entrepierna, liberando bajos gemidos.
Tōru cerró sus ojos con fuerza, buscando la forma de moverse y no volverse débil e inútil en ese momento. Los movimientos lentos pasaron a ser saltos, que comenzaron a arrancar gemidos de la garganta del menor. A pesar de que aún estaba confundido, Iwaizumi tomó las caderas de castaño con firmeza, moviéndole más rápido.
Las piernas de Oikawa temblaron al sentir un cosquilleo en su vientre, y cuando la cabeza del pene de Hajime golpeó su punto dulce, no evitó gritar a causa del placer que sintió en ese momento.
Fue cuestión de segundos para que el calor comenzara a apoderarse del cuerpo del castaño, quien, débil, colapsó contra el pecho del moreno.
— Iwa... Iwaizumi... — Rogó entre susurros Tōru, sintiendo las grandes manos de Hajime recorrer su cuerpo, para después comenzar a mover sus caderas, embistiéndole.
Unió sus labios en un hambriento beso mientras sentía como era embestido con fuerza por el azabache, quien gruñía sin vergüenza. Era la primera vez que lograba tener sexo con el castaño estando en su celo, y para Hajime era como tocar el cielo. No sólo se volvía el doble de sumiso y débil que como era normalmente, sino que también la forma en que las paredes internas del ojimarrón le envolvían era "jodidamente excitante".
— Me vengo... — Susurró Oikawa, sintiendo como sus ojos giraban hacia atrás debido al placer. Gimió escandaloso, sintiendo su cuerpo temblar y convulsionar hasta llegar a su ansiado orgasmo, gritando por Hajime, quien no calló ninguno de sus gemidos al lograr llegar al clímax también.
Iwaizumi gruñó sintiendo como, a pesar de haberse corrido hacía un momento, las paredes del castaño continuaban apretando su longitud tortuosamente.
Oikawa sabía que ese sería un largo día, demasiado largo.
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