25
— Diablos. — Tōru se levantó de golpe tras ver la hora, corriendo hacia el baño.
Iwaizumi frunció su ceño, buscando a Oikawa a su lado, mas no le encontró. Suspiró al escuchar la ducha, ni siquiera miraría la hora, de seguro eran las cinco de la mañana y Tōru estaría preparándose para ir a la universidad. Logró escuchar cuando el castaño salió del baño, y cuando se vistió, todo entre maldiciones.
— Iwa-chan ya me voy. — Sé despidió Oikawa, dejando un beso en la mejilla del moreno, después de esto, salió del sitio corriendo.
Hajime quiso llevarle en auto, pero sí era sincero estaba terriblemente cansado y estaba seguro de que su pareja no esperaría a que se preparara.
Se removió en su sitio, acomodándose para continuar durmiendo, pero no pudo hacerlo, simplemente ya había despertado, y por más que deseara continuar haciendo el vago le era imposible.
Se puso de pie y fue al baño, dándose una corta ducha de agua caliente, soltando un suspiro al pensar en que no vería al ojimarrón hasta tarde por la noche cuando terminara su trabajo.
Por otro lado, Oikawa a penas y llegó a tiempo a la universidad, esa mañana no había sonado su alarma, y agradecía a todos los dioses porque su alarma mental le hubiese despertado a tiempo, sólo unos minutos retrasado. Observó a Kuroo pasar frente a él junto a su supuesta pareja y un chico rubio alto, después a lo lejos divisó a otra pareja, pero a diferencia de las demás, ellos dos estaban realmente casados.
— Hey. — Saludó Tōru, suspirando mientras entraba junto a los dos chicos al salón.
— Tōru. ¿Qué tal? — Devolvió el saludo el albino con una amable sonrisa. Los tres tomaron asiento cerca de otro.
— Todo ha estado bien. ¿Qué tal las cosas entre ustedes? — El más alto se sonrojó, mientras que el más bajo sonrió.
— Todo ha estado bien, disfruté con Lev esta especie de luna de miel. — Oikawa quiso reír, aunque de seguro se vería muy maleducado. — Oye, escuchamos por ahí que tu amigo, Hinata, ha dado a luz.
— Como corren los rumores hoy en día. — Susurró el castaño antes de asentir. — En efecto, dió a luz hace un par de días, es un hermoso niño.
— Envíale los mejores deseos de mi parte, hace mucho tiempo no vemos a Hinata. — Pidió Haiba, mientras abrazaba con fuerza a su esposo.
— Buenos días, estudiantes...
Tōru desde ese momento dejó de prestar atención a su entorno para enfocarse en el profesor y su clase.
A pesar de su cansancio logró cumplir con todo su horario hasta que fueron las cinco de la tarde, a esa hora salió de la universidad junto a sus dos compañeros, Kuroo, Kenma y el rubio de lentes.
— ¿Saben? Deberíamos de reunirnos en algún momento después de la universidad. — Propuso el azabache mientras pasaba uno de sus brazos sobre los hombros del rubio, quien le miró con su ceño fruncido, y después se relajó.
Oikawa parpadeó un par de veces intentando descifrar el rostro de Kozume, pero simplemente parecía tan relajado aun cuando su "novio" estaba literalmente coqueteando con otro chico frente a sus narices.
"¿Tendrán un poliamor?" Se preguntó el castaño a sí mismo. Desvío la mirada y miró a los esposos, quienes también se encontraban en su burbuja de amor, o al menos por parte de Haiba.
— Bueno, usualmente estoy algo ocupado. — Confesó Tōru, sacando su teléfono, el cual sonaba, era Takahiro. — Debo de ir a trabajar.
— Oikawa. ¿Cuándo tienes libre? — El ojimarrón lo pensó por unos segundos.
— Creo que este domingo no debo de trabajar. — Respondió. — Tendré todo el día libre.
— Excelente, el domingo iremos a comer algo como los buenos amigos que somos. — Tetsurō tomó las mejillas del rubio serio y depositó un beso en sus labios.
La mandíbula de Tōru cayó tal cual caricatura. Definitivamente eso debía de ser una relación poliamorosa.
— Nos vemos, gruñón, ten cuidado al volver.
— Sí, lo que digas. — El chico se giró, marchándose del sitio. En cambio, Kuroo solo tomó la mano de Kenma y se fue por otro camino.
Tōru miró a la pareja, quien al ver su expresión rieron.
— ¿No lo sabías? Kuroo, Kenma y Tsukishima están en una especie de relación poliamorosa. Creí que todo mundo lo sabía.
— No, yo no lo sabía. — Llevó una mano a su boca, pensando. — ¿Cómo funcionan? ¿No son Tsukishima y Kuroo alfas? Por los dioses, pobre Kenma.
—En realidad, — Interrumpió Yaku. — Kuroo le da duro a Kei. — Oikawa se atragantó ante tal revelación. — Tsukishima puede ser alfa, pero es realmente sumiso cuando se trata de Kuroo, y bueno, Kenma no tiene preferencia por ninguno de los dos, aunque es más expresivo con Kuroo, de todas formas, se conocen desde muy jóvenes, tenían alguna especie de relación incluso antes de conocer a Kei.
— Increíble. Jamás escuché algo como eso. ¿Los alfas puedes ser así de sumisos? — La pareja asintió.
— A veces Yaku deja que yo le d-
— ¡Cállate! — El más bajo pateó al albino, interrumpiendo lo que iba a decir. — Bueno, nosotros ya nos vamos.
— También debo irme, nos vemos. — El castaño se despidió con la mano antes de comenzar a caminar con rapidez hacia su trabajo, era algo tarde, pero no pudo evitar interesarse en aquella conversación.
Después de unos minutos de camino, llegó a la cafetería, recibiendo un par de quejas por parte de Hanamaki, Tōru se disculpó, y para compensar su retraso le contó al mayor sobre su descubrimiento acerca de Kuroo y sus relaciones. Claro que Takahiro se interesó de inmediato, olvidando por completo la llegada tardía del ojimarrón.
— ¿Crees que pueda salir un poco más temprano hoy? — Preguntó Oikawa. — Me gustaría ir a ver cómo está Shōyō y Ryo.
— No hay problema, la cafetería hoy cerrará más temprano de lo usual.
— Perfecto.
Ambos comenzaron a realizar sus respectivas tareas, atendiendo a los clientes que comenzaban a llegar. Como siempre, había bastantes clientes al ser un local concurrido, así que no hubo tiempo para descansar hasta que fue la hora de salida del castaño. Sentía una gran necesidad por ver a su mejor amigo y asegurarse de que todo se encontrara en orden, así que a las ocho y quince se retiró del sitio, despidiéndose de Takahiro.
Tomó un taxi hasta la mansión de Tobio, llegando a la misma en pocos minutos. Se acercó al gran portón y tocó el timbre, escuchando al azabache responder.
— "Kageyama Tob-"
— Soy yo, Tobio. — Interrumpió.
— "¿Es Tōru? ¡Abre rápido!" — Oikawa rió al escuchar al menor, las puertas se abrieron para él, y al entrar al sitio fue directamente a la sala de estar, encontrando a su amigo allí, sentado en un sofá mientras le daba de comer a su bebé.
— Hola, Shōyō. ¿Cómo has estado? — El castaño se inclinó, depositando un beso en la frente de Hinata, quien sonrió como siempre lo hacía, alegre, dando paz a todo el que le viera.
— Todo en orden, Tōru. — Oikawa tomó asiento a su lado, acariciando suavemente la cabeza del pequeño en brazos de su amigo. — Tobio vendrá en un momento. ¿Qué tal las cosas contigo?
— Todo ha estado bien, solo estoy algo agotado, ya sabes, como siempre. — Rió, abrazando a Shōyō. — ¿Cómo está Ryo? ¿Come mucho?
— Por los dioses, a veces parece que su estómago no tiene fin. — Respondió Hinata mientras dejaba el biberón a un lado y pasaba al niño a los brazos de su mayor. — Lo único bueno hasta ahora es que no hace mucho ruido por las noches, en ocasiones se despierta en la madrugada, pero son pocas las veces.
— Supongo que eso es bueno. ¿Cómo lo está llevando Tobio?
— Digamos que... Es un poco sobreprotector. — Oikawa elevó una de sus cejas. — Después de que te fuiste del hospital hace dos días, no dejó de seguirme a mí, a todos lados, se vuelve aún más celoso cuando llevo a Ryo conmigo, cuando salimos del hospital les gruñó al menos a siete personas que giraban a vernos... ¿Eso es normal? ¿Debe de comportarse así? — Oikawa sonrió, asintiendo.
— He escuchado que los padres se vuelven realmente protectores. ¿Recuerdas que mientras estabas en gestación siempre le gruñía a todo el que te tocara? — Shōyō asintió. — Por supuesto que ahora será más protector, tienen al niño con ustedes, y... Bueno, no entiendo del todo su actitud, pero creo que quiere evitar que les suceda algo a ambos, su método para hacerlo es evitar que quien sea te toque a ti o al pequeño. — Desde las escaleras se escuchó un fuerte y molesto gruñido que resonó en toda la sala de estar. — Hablando del rey de Roma.
Tōru se giró, antes de poder hacer algo sintió como el niño era arrebatado de sus brazos de golpe, pero con suavidad. Oikawa se sobresaltó ante la acción del azabache, segundos después este parecía comenzar a arrepentirse.
— Tobio, eres un bruto. — Se quejó el castaño mientras abultaba sus labios y abrazaba al pelinaranja. — Shōyō~ dile algo a tu novio.
— Tōru no le hará nada a Ryo, Tobio. — Aseguró Hinata, estirando sus brazos para que el ojiazul le entregara al niño. — No seas malagradecido con él, recuerda quien ha estado apoyándonos todo este tiempo.
— Lo siento. — Infló sus mejillas Kageyama, dejando al pequeño en brazos de su pareja. — No quería ser tan grosero.
— Está bien, justo hablaba de eso con Shōyō. — Sonrió Oikawa. — Solo intenta no ser tan antipático con todos, no todo el mundo es malo, Tobio-chan.
— Lo sé, lo intentaré.
— Bueno, en realidad venía de paso, Iwaizumi debe de estar esperándome en casa, tengan mucho cuidado ambos y cuiden bien de mi lindo sobrino. — Tōru dejó un beso en la mejilla de Hinata, y después revolvió los cabellos de Kageyama, caminando a la salida.
— Tōru. — El castaño se detuvo, se giró sobre sus talones y observó al azabache acercarse hasta él, entregándole un sobre.
— ¿Qué es?
— Creo que es mejor que lo abras en casa, no queremos que te desesperes aquí. — Oikawa mordió su labio ansioso y asintió, yéndose finalmente del sitio.
Llamó nuevamente a un taxi, este llegó tras unos minutos, una vez en el vehículo le dió la dirección de la casa al chófer. Su teléfono comenzó a sonar, supuso quien era, así que no dudó en tomar la llamada.
— ¿Iwaizumi?
— "Tōru. ¿Sigues en el trabajo?" — Oikawa frunció un poco su ceño.
— Uhm. Acabo de salir. — Mintió, entrecerrando sus ojos.
— "Espérame ahí, llegaré en quince".
— No es necesario.
— "Solo espérame". — Tōru asintió, frunciendo aún más su ceño.
— Bien, supongo. — Iwaizumi se lo agradeció antes de colgar la llamada. — Es aquí. — Avisó el castaño, el chófer se detuvo. Pagó el dinero correspondiente y bajó del vehículo, entrando a la casa en silencio.
"¿Podría ser posible que Iwaizumi hiciese algo a sus espaldas?" "¿Por qué insistió tanto en que le esperara en el trabajo?" "¿Qué estaba realmente haciendo?" Eran las preguntas que Tōru se hacía mientras caminaba a la sala de estar.
Se sobresaltó al escuchar un objeto caer y romperse, provocando un fuerte ruido que resonó por toda la casa.
— ¡Te digo que no quiero nada más contigo, lo nuestro se acabó hace mucho tiempo! — Ese era Hajime.
— ¡No puedes simplemente cambiarme por ese estúpido omega! — Oikawa hizo una mueca ofendido mientras caminaba a la sala de estar.
Al llegar a la entrada del sitio, intentó no ser visto por las dos personas allí.
Una punzada atacó su corazón cuando observó a quien estaba además de Hajime. Era ese chico, con quien hacía unos meses atrás vió a Iwaizumi, besándose.
— Kentarō, por favor. No hagas las cosas más difíciles. — Pidió el azabache mientras intentaba tranquilizar al rubio.
— ¡Tienes que estar conmigo! ¡No con él! ¡Estamos destinados a estar juntos! — Exclamó el menor mientras se acercaba amenazante al ojiverde.
Oikawa entró en pánico al observar el trozo de lo que parecía ser vidrio, en las manos del extraño. No dudó en correr hacia dónde estaban ambos e interponerse, cubriendo a Hajime con su cuerpo, aunque el moreno fuese notablemente más grande que él.
— ¿Quién diablos eres tú y qué haces en mi casa? — Preguntó Tōru, frunciendo su ceño. — Por favor, vete de aquí, o llamaré a la policía.
— Tú. — Los ojos del desconocido pasaron de Oikawa a Hajime, y de Hajime a Oikawa varias veces.
— Tōru, apártate. — Pidió Iwaizumi, tomando de los hombros a su pareja, lo menos que el azabache deseaba era que él se viese herido por aquella situación. Aunque todos sabían que Oikawa Tōru era terco y no accedía tan fácilmente.
— No me iré, Iwaizumi. Tú y yo hablaremos muy seriamente después de esto. — Hajime se tensó. — ¿Y bien? ¿No te irás?
— No tengo por qué hacerlo. — Respondió el rubio con una sonrisa hipócrita. — Yo estoy destinado a estar con Iwaizumi, en esta y todas las otras vidas.
Oikawa rió irónico.
— Claro, por eso terminaste con él y ahora vuelves como perro arrepentido. — Tōru se acercó, esta vez siendo él el amenazante. — Iwaizumi es MI pareja, esta es MI casa, y no arruinarás MI relación.
— Tōru. — Iwaizumi quiso intervenir, pero no tenía idea de cómo hacerlo sin empeorar las cosas.
— Lárgate de aquí. — Tōru señaló la puerta. Kyōtani le miró fijamente antes de sonreír. En un rápido movimiento empujó a Tōru, quien tropezó contra sus propios pies y cayó al suelo, golpeando su cabeza con el borde de una mesa.
— Por los dioses, Tōru. — Hajime se acercó alarmado al castaño, tomándole en sus brazos. — ¡Suzuë llama a la policía! ¡Ahora!
Oikawa parpadeó un par de veces sintiéndose desorientado, todo a su alrededor daba vueltas, y su cabeza dolía como el infierno.
— Qué ni se te ocurra... Dejarlo ir... — Amenazó Oikawa, frunciendo su ceño. Iwaizumi quiso ir tras Kentarō, pero este ya se había marchado.
— Joder. — Hajime cargó a Tōru y le ayudó a sentarse en el sofá, asegurándose de que no tuviese ninguna herida de gravedad. — Te llevaré al hospital.
— No, por favor. — Pidió Tōru. — Estoy bien, solo fue un golpe leve.
— Por los dioses, claro que no, incluso llegué a escuchar tu cráneo romperse.
— Qué exagerado. — Tōru llevó una mano a su cabeza, al tocar la zona afectada gimió de dolor. — Bueno, quizá no fue tan leve.
— Iremos al hospital, ahora. — Oikawa suspiró rendido, sintiendo como era cargado por el azabache y después era subido al auto, al cual también subió el moreno, quien comenzó a conducir hacia el hospital.
— Te digo que estoy bien. — Insistió Tōru, aunque Iwaizumi no se retractaría, por más mínimo que fuese se encargaría de mantener a Tōru saludable, era su pareja, y no sólo eso, si a Oikawa le sucedía algo malo él no podría soportarlo. Oikawa era su vida entera.
Al llegar al hospital, alzó a Tōru en sus brazos y fue a emergencias. Oikawa pensaba que estaba siendo algo exagerado, después de todo fue un golpe leve, para él, pero para Hajime parecía que su cráneo se había roto en dos.
— ... Sufrió de un golpe muy fuerte, por favor, necesito que se aseguren de que está bien.
Oikawa suspiró, no rendido, sino enamorado, cada día que pasaba Iwaizumi le sorprendía más. Era el hombre perfecto.
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