20
Los libros de la universidad en manos de Tōru cayeron al suelo tras escuchar a Iwaizumi leer la invitación.
— Acabas de decir... ¿Boda? — Jadeó.
— Sí, boda. — Hajime le miró confundido. — ¿Pasa algo?
— ¿¡Qué si pasa algo!? ¡Pasa de todo! ¡Tengo menos de cinco días para buscar que vestiré! ¡Ese no es el problema! ¡Quiere que Hinata, Akaashi y yo vayamos en prendas combinadas! — Caminó hasta uno de los sofás y se dejó caer dramáticamente sobre él. — Voy a morir... No puedo más, Iwaizumi. Por favor cuida de los chicos por mí.
Iwaizumi rió por lo bajo, acercándose al castaño y depositando un par de cortos besos en los labios de él.
— Ponte en contacto con ambos y vayan a buscar lo que vestirán. ¿No es así de sencillo? — Oikawa abrió sus ojos para mirarle ofendido.
— No puedo vestir cualquier cosa, Hajime. ¡Es una boda! Eso significa que debo de brillar, no más que el novio, pero debo de lucirme. — Se puso de pie y tomó su teléfono, marcó a Hinata y después añadió a la llamada al azabache.
— "¿Tōru?" — Se escuchó a ambos omegas.
— ¿Ya les ha llegado la invitación? — Los dos confirmaron aquello, Oikawa suspiró frustrado. — Chicos, debemos de conseguir algo, pero juro por los dioses que cuando vea a Kōshi lo voy a ahorcar.
— "Se excitará si lo haces". — Keiji rió ante el comentario de Shōyō.
— Demonios, es cierto. Da igual, ¿Están libres?
— "Lo estoy". — Respondió Akaashi. — "Solo debo de ducharme".
— "Kageyama quería hablar conmigo algo, pero supongo que tendremos que dejarlo para más tarde. ¿No trabajas hoy, Tōru?"
— El trabajo puede esperar. — Miró a Iwaizumi. — ¿Nos vemos a las cuatro en el centro comercial?
— "Claro, estaré allí".
— "Muy bien, nos vemos".
Colgó la llamada y se acercó a su pareja, abrazándolo mientras hundía su rostro en su cuello.
— Me volveré loco, Iwaizumi... — Susurró Tōru. Hajime le cargó en sus brazos y comenzó a caminar a su habitación.
— No lo pienses tanto. — Se dejó caer a la cama con el castaño al llegar al sitio. — Ve a comprar con los chicos lo que necesites y listo, después piensa en lo demás.
— Kōshi está loco, muy loco. — Hizo un pequeño berrinche. — Estoy tan feliz por él, pero es un maldito con nosotros. ¿No podía avisarnos con tiempo? Ama vernos desesperados.
— Quizá quería que fuera sorpresa. ¿No? Sorprenderlos a ambos con una boda.
— No creí que se casarían así de rápido, es decir, su amor es de los más puros que hay, de eso estoy seguro, pero no parecían tener intensiones de casarse... Al menos no por la iglesia.
— Será un matrimonio civil ¿No?
— Sigue teniendo el mismo valor que el religioso para mí. — Suspiró. — Bien, tú debes de buscar algo, fuiste invitado también.
— Tienes razón, pero lo haré después, tengo muchos trajes guardados que puedo usar. — Las grandes manos de Hajime se posaron en el trasero de Tōru quien entrecerró los ojos negando.
— Es demasiado temprano. — Alejó las manos del mayor y besó sus labios, seguido se acostó a su lado, acomodando una de sus piernas sobre las del moreno. — Quiero... Dormir un rato... Solo un poco.
— Está bien, cielo, descansa. — El azabache besó su frente y le abrazó, cerrando también sus ojos.
— ¿Dormirás?
— No, sólo descansaré los ojos por un rato. — Respondió el mayor, cubriendo a ambos con las sábanas.
— Despiértame a las tres, por favor.
— Por supuesto.
~❃~
— ¡Este me gusta! — Exclamó Hinata viéndose en el espejo.
— Uhm. A mí no me agrada mucho. — Comentó Keiji algo avergonzado, mirándose en aquel vestido en el espejo. — No es la costumbre usar estos tipos de... Vestidos.
— Ugh... Me veo tan... Básica. — Tōru fingió una arcada. — ¡Siguiente!
Hinata abultó los labios y entraron nuevamente a los vestidores, colocándose un traje diferente.
— Oye, este no se me ve mal. — Habló Oikawa al salir, posando sus manos sobre sus caderas en una pose diva, aunque aún creía que los vestidos no le quedaban como a él le agradaba.
— Es muy corto. — Akaashi intentó bajar el vestido que le llegaba por encima de la rodilla, bastante encima. — No quiero inclinarme y que se me vea el trasero, insisto... Creo que es mejor un traje clásico, italiano o inglés, lo que sea.
— ¡Me gusta! — Sonrió el menor.
— Te han gustado todos, Shōyō. — El castaño revolvió sus cabellos, frustrado. — Hagamos esto. — Miró la hora, pronto anochecería. — Buscaremos vestidos o trajes del mismo color, pero serán con el estilo del agrado de cada uno, o sino nunca decidiremos.
— Estoy de acuerdo. — Respondió el azabache, entrando al vestidor para colocarse su ropa.
— El anterior me gustó, me dejaré ese. — Comentó el menor de los tres, entrando también a cambiarse.
Tōru se miró en el espejo por unos segundos. El vestido le quedaba bastante bien, pero había mejores. Entró al vestidor y se colocó su ropa nuevamente.
Al salir los tres, buscaron vestidos o trajes del mismo exacto color, y al encontrarlos, siendo cada uno de su agrado, fueron a probárselos. Oikawa terminó escogiendo un pantalón blanco a juego con un saco del mismo color, además de esto, una camisa manga larga a botones rojo vino. El castaño se observó por unos cuantos segundos en el espejo, solo necesitaba unas zapatillas y estaría listo, estaba decidido, ese sería.
Akaashi se observó en el espejo también, él por su parte se había decidido por un pantalón blanco ajustado junto a un blazer, debajo de esto llevaría una camisa sencilla rojo vino, para él, lo sencillo también era hermoso.
Finalmente, Shōyō, no había cambiado mucho de opinión, y definitivamente al pelinaranja le lucían los vestidos. Se había decidido por un vestido ajustado de la parte superior y suelto de la parte inferior, un chaleco blanco y necesitaría unas zapatillas.
De esa forma, todos irían en conjunto, con los mismos colores, pero cada uno con distinto estilo. Al salir, los tres se observaron entre sí, Shōyō se acercó a Tōru y no evitó lanzarle una fuerte nalgada que hizo al mayor de los tres quejarse. Oikawa admiró a sus dos amigos, haciendo a Keiji girar para tener una vista de trescientos sesenta grados, y a Hinata alagarle de lo bien que él se veía en aquel vestido.
— Muy bien. ¿Estos serán? — El azabache y el menor asintieron. — Excelente. Vayamos a pagar y después iremos por el calzado.
Los tres entraron una última vez a los vestidores y volvieron a colocarse sus prendas de vestir. Llevaron consigo cada conjunto a la caja y esperaron hasta que fue su turno.
— Buenas tardes. — Saludó cortésmente Tōru a la mujer que atendía, esta le dió una rápida mirada de arriba hacia abajo antes de brindarle la sonrisa más hipócrita que Tōru jamás vió.
— ¿Comprará esto? — Oikawa observó cómo la mujer mostraba todo lo que él había seleccionado. ¿No era obvio?
— Uhm, sí, todo esto. — Respondió dudoso el castaño, notando a la mujer sonreír con ironía.
— No creo que esto esté a su alcance, el total de todo esto es de cinco mil trescientos dólares. — Tōru parpadeó un par de veces, después un sentimiento amargo llegó a su boca.
— ¿Está usted juzgándome por lo que visto en este momento? — Preguntó Oikawa, la mujer sonrió. — Lo voy a pagar, así sean siete mil dólares.
— No puedo vendérselo sin estar segura de que lo podrá pagar. — El mayor se giró ofendido, sus amigos estaban igual de impresionados que él.
— Esperen aquí, por favor. — Akaashi asintió, observando a Oikawa quien salía echando humo por las orejas.
Tōru salió del lugar y tomó algo de aire evitando girarse e ir y golpear a esa estúpida mujer contra el mostrador una y otra vez.
Tomó su teléfono y marcó al número de Iwaizumi, quien se suponía, estaba afuera del centro comercial, esperando por ellos.
— "¿Cariño?"
— Iwaizumi~ — Lloriqueó. — La mujer de la tienda no quiere venderme lo que quiero.
— "¿Por qué? ¿Rompiste algo?" — Preguntó el mayor, Tōru escuchó cómo bajaba de su auto.
— ¡No! ¡Esa estúpida mujer está juzgándome por lo que llevo puesto! ¿Tan mal me veo con esta camisa de Aliens? Era mi favorita. — Abultó los labios haciendo un pequeño berrinche. — Quiero volver y agarrarla de sus malditas greñas.
— Tranquilo, bebé. — Oikawa se giró, observando a su pareja detrás suyo. Colgó la llamada y se acercó a Hajime, abrazándolo con fuerza. — Ven, vamos a ver si ahora no te venderán lo que quieres.
Tōru sonrió como niño que iba con su madre a buscar pelea, se abrazó al fuerte brazo del moreno, y al entrar nuevamente al recinto fueron hacia la caja.
La mujer se giró hacia Iwaizumi, y le dedicó una amable sonrisa, sonrisa que desapareció al ver a Oikawa tomando el brazo del mayor.
— Buenas tardes, he escuchado por parte de mi pareja que usted no ha querido venderle ciertas prendas de vestir solamente por lo que trae puesto. — Iwaizumi tensó su mandíbula e hinchó su pecho, dándole un aspecto más intimidante. — Debería de aprender a no juzgar a las personas por lo que llevan puesto, por si no lo sabe, esta persona a mi lado es también dueña de varias empresas, una mansión valorada en más de treinta mil dólares y muchos, muchos automóviles del año... — Tōru le miró horrorizado.
"¿Qué?" Pensó. "Iwaizumi eso es jugar sucio". Rió por lo bajo, sintiendo al moreno apegarle a su cuerpo conforme seguía hablando.
— ... Le pido amablemente que me deje hablar con su gerente en este momento.
— Señor, podemos resolver esto, no es necesario causar problemas.
— Los problemas comenzaron cuando usted se negó a venderle unos simples trapos a mi pareja. — Sé inclinó hacia la mujer, frunciendo su ceño. — Su gerente. Ahora.
La fémina tragó con dificultad y tomó un teléfono que allí había, llamando al gerente para que se hiciera presente en el lugar. Un hombre de unos cuarenta o cincuenta años apareció, y al observar a Iwaizumi, sonrió.
— ¡Iwaizumi Hajime! — El moreno dió una pequeña sonrisa y estrechó su mano con la del mayor. — Tanto tiempo. ¿Qué te trae por aquí?
— Bueno, mi pareja vino de compras, lamentablemente tu empleada le negó la venta de lo que él deseaba. — Sacó una tarjeta de su bolsillo, Tōru tomó su mano y negó.
— Puedo pagarlo por mí mismo.
— No te preocupes, cariño. — Depositó un beso en los labios del castaño. — Déjame pagarte esto como un regalo de... Aniversario, pronto cumpliremos tres meses. — Oikawa sonrió y negó.
— Ya veo. — El hombre suspiró acariciando sus sienes. — Siento mucho las molestias, Iwaizumi, una disculpa a tu pareja también, en esta tienda nunca se le niega nada a nadie que pueda pagarlo. — Observó a la azabache que atendía la caja. — Cobra lo que el joven desea y ve a mi oficina.
— Sí, señor. — Oikawa estaba casi seguro de que ese día alguien se quedaría sin empleo. Por una parte, se sentía mal, sin embargo...
— Muchas gracias por tu ayuda.
— No me agradezcas, debo de disculparme una vez más por las molestias. — El hombre se giró. — Nos vemos en otra ocasión, Hajime.
— Por supuesto. — La mujer extendió una bolsa hacia Tōru, el moreno la tomó y salió junto al castaño del sitio, afuera esperaban Shōyō y Akaashi.
— ¿Qué sucedió? Desde aquí podíamos observar las piernas de gelatina de la mujer. — Comentó Hinata acercándose a Tōru.
— Creo que no volveré a venir de compras vistiendo una camisa de alienígenas.
— Vendrás vistiendo lo que quieras. — El azabache besó su frente. — No es tu culpa, si esto vuelve a suceder, avísame.
— Claro. — Oikawa sonrió. — Por cierto. ¿Conoces al gerente?
— En un par de ocasiones nos encontramos y hablamos, aunque él tiene bastante confianza. — Iwaizumi entrelazó sus dedos con los del castaño y miró a sus amigos. — ¿Irán a comprar algo más?
— Solo nos falta el calzado. — Respondió Keiji. — Danos veinte minutos.
— Muy bien, esperaré en el auto, si algo sucede, llámenme. — Volvió a mirar a su parea dejando otro beso en sus labios, tirando suavemente del labio contrario.
— Volveremos en un momento. — Shōyō tomó a Tōru del brazo y lo arrastró consigo, estando consciente de que si dejaba a esos dos juntos podrían terminar haciendo otras cosas en los baños públicos, y eso no lo permitiría.
— ¡Aquí! — Los tres entraron en la tienda, observando los zapatos de todo tipo que allí había. Se veían lujosos y hermosos.
Tōru sonrió agradecido por haber trabajado tanto, disfrutaba estos momentos con toda su alma.
Los tres se dividieron por diez minutos, minutos en los que se dedicaron a observar y seleccionar el calzado que llevarían. Oikawa y Keiji decidieron por un calzado Oxford de color blanco, por su parte Hinata se decidió por un calzado tipo Mary Jane con un pequeño taco de color rojo vino. Finalmente pagaron y salieron del centro comercial, buscando el auto de Hajime.
~❃~
— Iwaizumi, no. — Las bolsas con las compras cayeron en la entrada de la habitación, mientras ambos se acariciaban y caminaban hacia la cama. — Diablos, se supone que iría a trabajar un par de horas después de todo.
Tōru cayó a la cama, Hajime se colocó sobre él mientras disfrutaba de succionar y morder la suave piel blanquecina del cuello contrario. Oikawa abrazó al mayor por la espalda, enrollando sus piernas en la cintura Iwaizumi.
— Debo confesar que... Estaba Desesperado. — Susurró el mayor, mientras se deshacía de sus prendas de vestir.
— Iwaizumi... Cierra la puerta. — Recordó Tōru, avergonzado porque alguien de la servidumbre les encontrara en pleno acto.
— Mm~... Que pereza. — Oikawa rió, tirando la camisa del moreno en algún sitio. — Nadie vendrá.
— Si alguien viene, yo te voy a-
Sus labios fueron sellados por un apasionado beso, el castaño gimoteó mientras sentía las grandes manos contrarias deshacerse de sus pantalones y ropa interior, dejándole totalmente desnudo.
No se quedó atrás, y se deshizo también de la ropa restante del mayor, quedando finalmente ambos tal cuál habían llegado al mundo.
Iwaizumi acomodó al menor en la cama y estiró su brazo para buscar un preservativo, al encontrarlo, lo dejó a un lado y empezó a preparar al castaño. Comenzó con dos dedos, moviendo los mismos en el interior del más joven, disfrutando de las expresiones que en el rostro de Tōru se mostraban. Su piel se erizaba cada vez que Oikawa gemía ruidosamente y sus piernas intentaban cerrarse por reflejo, aunque era imposible teniendo al moreno entre las mismas.
— Tōru. — Iwaizumi sonrió burlón y se inclinó a morder el lóbulo de su oreja. — Te están llamando.
Oikawa mordió su labio y negó, recordando cuando sucedió una misma situación al llamar a su amigo azabache, pero esta vez no quería ser él quien gimiera en una llamada con alguien conocido, sería vergonzoso.
— Contesta. — Hajime le entregó el teléfono, Tōru observó el nombre, era Sugawara.
Miró al moreno rogando que tuviese piedad, pero la sonrisa en su rostro indicaba todo lo contrario, así que simplemente contestó, intentando no ser demasiado ruidoso.
— ¿H-Hola?
— "¿Tōru? ¿Qué tal?" — Saludó su amigo. — "Quería hablar contigo. ¿Crees que podríamos vernos pronto?" — Los dedos de Iwaizumi giraron hacia arriba, cubrió el teléfono ahogando un gemido.
— Idiota... — Maldijo. — Sí... Uhm... ¿Puede ser mañana en la... Cafetería? — Su espalda se arqueó, mordió su labio con fuerza. — Joder... Kōshi... Te llamaré más tarde, olvidé... Olvidé apagar el horno.
— "Sí, claro". — Su amigo rió. — "Te llamo en un par de horas... Disfrútalo".
— Tú también eres un maldito. — Respondió, colgando. Lanzó el teléfono a algún sitio y, a diferencia de unos segundos atrás, no calló sus gemidos, disfrutando de sentir los dedos ajenos acariciando ese punto dulce que le había volver loco. — Oh dios, ahí.
— ¿Te gusta aquí? — Hajime presionó la zona con más fuerza, Oikawa tomó sus hombros clavando sus uñas en la piel del moreno antes de llegar a su primer orgasmo, con su cuerpo temblando y su respiración agitada a más no poder. — Eso fue rápido.
Tōru los hizo girarse, Iwaizumi le miró sorprendido, después rió, tomando al menor por las caderas.
— ¿Lo harás tú? — Oikawa no respondió, a penas y podía controlar sus movimientos sin sentir que tendría otro orgasmo ante el contacto de piel contra piel con el mayor.
Tomó los hombros de Hajime, sin esperar mucho, sus caderas comenzaron a moverse de adelante hacia atrás, mordiendo su labio. Estiró su brazo, tomando el preservativo y abriéndolo con sus dientes, finalmente colocándolo sobre el falo del azabache, quien se mantenía observando todo entretenido, los movimientos temblorosos de Tōru, sus jadeos, sus labios entreabiertos, cada pequeño detalle que deseaba dejar grabado en su mente.
Ni siquiera dejó al mayor prepararse cuando Tōru ya tenía su longitud entera en su interior, Iwaizumi se sintió "atacado". Tomó las caderas del menor con algo de fuerza, mordiendo su labio ante los movimientos lentos y fuertes de Oikawa.
— Vas con todo ¿eh? — Rió. Miró a Tōru quien intentó sonreír, aunque solamente hizo una mueca. El moreno subió una de sus manos a la cintura del menor y comenzó a moverle sobre sí, ahogando los gruñidos amenazantes con salir de su garganta.
Pero estaba más que claro que Iwaizumi disfrutaba de aquellas cosas, incluso más que Tōru, aunque su rostro no lo admitiera. Amaba tocar su suave piel, dejar marcas en su cuerpo gritándoles de manera indirecta a todos allí que Oikawa Tōru era solo suyo y de nadie más, amaba escuchar los ruidosos gemidos del castaño al sentir la cabeza de su pene golpear contra ese punto dulce haciéndole delirar. Amaba todo cuando se trataba de su pareja, Tōru.
— Por todos los dioses... — Tiró su cabeza hacia atrás mientras el menor saltaba sobre él, podía bien sentir como su cavidad se estrechaba cada vez más, haciéndole creer que moriría a causa del placer, Tōru mantenía sus ojos cerrados, sus labios abiertos, dejando salir cada gemido o grito que quisiese hacerlo. — Me... Vengo... — Avisó el moreno.
Detuvo los movimientos de Tōru y les hizo girar, quedando nuevamente el mayor sobre el omega. Los ojos de Oikawa se abrieron un poco, disfrutando de la perfecta imagen del tonificado cuerpo de Iwaizumi, su tono moreno brillaba gracias al sudor, y escucharle gruñir de esa forma solo le hacía querer correrse tantas veces le fuera posible.
No tardó mucho pues, con los grandiosos movimientos de Hajime, cualquier se correría en tiempo récord. Oikawa gritó escandalosamente, sintiendo como si su alma escapara de su cuerpo y volviese al mismo en sólo unos microsegundos.
Oikawa se sentía en el cielo cuando estaba entre los brazos de Iwaizumi.
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