007- Meeting Jude.

❝You said you might be into girls
You said you're going through a phase
Keepin' your heart safe ❞





















Sonreí al verlo tan emocionado porque abriese el regalo. No sabía que uno podía sentir tantas cosas en tan poco tiempo, sabiendo que lo había conocido ayer, esa vaina no iba, no aún.

Dentro del regalo había un collar con mi inicial, unas pulseras Pandora, una camiseta del Real firmada por él y un lip gloss de Dior. Lo miré con una sonrisa mientras me ponía la camiseta por encima y la modelaba, haciéndolo reír, luego me la quité y dejé todo dentro de la bolsa.

Gracias por el regalo, me gustó.—Dije extendiendo mis brazos hacia él.—Vente, Jude.

Él sonrió apenado y me abrazó tiernamente. Debo admitir que se veía imponente, imponente pero tierno y eso era una habilidad que solamente se la había visto a él.

Eres adorable, ¿Lo sabes, no?—Preguntó él, haciéndome reír.

Bueno, es una habilidad que no todos tenemos.—Sonreí separándome un poquito de él.

Hablame de Colombia, Kailani. ¿Cómo es allá?

Fruncí el ceño sorprendida, ¿Jude quería saber de mi platanal? Increíble.

¿De verdad quieres que te hable de Colombia?—Murmuré mirándolo y él asintió rápidamente. Me apoyé en la encimera mientras sonreía al recordar a mi país.—Colombia es...Hermosa, ¿Sabes? Estando lejos he aprendido que el que no quiere a su patria, no quiere a su madre y mi país me ha enseñado a ser resiliente, a luchar por mis ideales, a no dejarme opacar por nada ni por nadie. Los colombianos somos hospitalarios, amables, a pesar de que nos pasen cosas siempre encontraremos la forma de salir adelante, nunca nos quedamos con nada y nos gusta ser respetados. Hablando de paisajes, Colombia es históricamente hermosa, en mi ciudad hace mucho calor, demasiado, pero la playa lo compensa, los ríos lo compensa. A mí me encanta mi país, estoy orgullosa de ser colombiana a morir.

Jude simplemente me miraba, entendiendo todo lo que quería decir. Me gustaba eso, que él siempre buscase la forma de entenderme o entender las situaciones que se formaban a su alrededor, creo que por eso terminé aquí, con él hablando sobre mi país con un británico que apenas me habla me descuadra el inglés.

Y me sentía orgullosa de estarle hablando en inglés sin trabarme.

¿Y tu familia? ¿Tus amigos? ¿Que hay de ellos?

Sonreí ante la mención de mi gente, no habían personas en el mundo que se pudieran igualar a ellos, son como esa lucecita que uno a veces necesita para a avanzar y me siento agradecida con Dios por tenerlos conmigo. Obviamente las amistades que haga acá van a ser importantes para mí, pero jamás igual de importantes que las personas que me han visto crecer y que han estado conmigo en mis peores momentos.

Mi familia es el pilar más grande de mi vida. Si te digo la verdad, los extraño mucho, extraño reírme con ellos de las ocurrencias de mi abuelo, extraño las imprudencias de mi hermana menor, extraño cosas que antes no valoraba y ahora sí.—Confesé con un nudo en la garganta.—Mis amigos son la cosa más preciada, después de mi familia, que yo tengo en el mundo. Han estado cuando nadie ha estado y los siento como familia, simplemente de recordar que estarían haciendo en el colegio ahora me da nostalgia, porque yo estoy aquí porque se que ya gané el año y estoy relajada, pero quisiera haber pensado un poco más en algunas amigas que no tienen la misma posibilidad que yo.

Él frunció el ceño al escucharme hablar sobre el colegio y recordé que él no sabía que yo aún no me había graduado. Mala mía, ombe, no tengo porque decirle eso a todo el mundo.

Y para que quites esa cara de imbécil, si, no me he graduado aún.—Murmuré pasando a un lado de él para ir por lo que quedaba de Gatorade, pero él con su brazo rodeo mi cintura y no me permitió pasar.

No fue por eso, me sorprende la manera en la que hablas de tu país y de tu familia.—Sonrió y yo lo miré desconfiada.

No hice el más mínimo esfuerzo de quitar su brazo de mi cintura, no me molestaba en lo absoluto que lo hiciera porque marica, si ustedes me dan a escoger entre que ese man me abrace toda su vida o morirme, escogería la primera.

—Aja si, yo nací de noche pero no anoche.—Quité su brazo haciéndome la digna mientras le respondía en español.

No llevamos ni un día y ya me hizo agarrar rabia, Erda Dios, el drama me corre por las venas. Agarré el Gatorade para luego destaparlo y tomarme lo que quedaba para ver si esas ganas de vomitar tan malditas se me quitaban, Jude no dejaba de mirarme mientras hacía mis vainas, yo creo que le debo plata o se le perdió una igualita.

Yo creo que es mejor ya irme, Jude.—Dije, formando una línea con mis labios.

Él frunció el ceño visiblemente enojado ante lo que había dicho, se acercó a mi para intentar refutar lo que había dicho, pero me alejé un poquito. Es que, entiendo su reacción al saber que ni me he graduado aún, sobre todo porque él tiene veintiún años, pero me molesta porque el colegio para algunas personas es sinónimo de niñez y yo estoy clara de que ya no soy una niña. Jude y yo solo nos llevamos tres años, no es tanto, por eso me molesta que me haya mirado así como lo hizo, porque literalmente ya estamos en el mismo rango de edad.

¿Donde dejaste mi vestido?—Murmuré sin quitarle la mirada de encima.

Puedes irte así, el vestido está demasiado sucio.—Respondió, quitando la cara de traste que tenía.

No Jude. Supongo que esta es tu ropa y no quiero tener que cargar con ello, yo mejor me cambio y me voy pa mi casita.—Dije, un poco a la defensiva.

Él se quedó viéndome por unos segundos para luego acercarse y tomarme por sorpresa de la cintura para luego subirme a la encimera de la cocina.

Esto no es de Dios marica, no, no, no.

—Marica, ¿Que haces? Bajame.—Exclamé en español, jueputa a mi se me olvida que este es traste en español.—Jude, bajame.

Él negó con la cabeza tal y como lo hace un niño chiquito, con esa sonrisa burlona que no se la aguanta nadie. De no ser porque me cae bien, hace rato se hubiera llevado su buena patacera.

Jude Felipe de la chinita Bellingham, bajame de esta mierda.—Le di un pequeño empujón, sabiendo que eso no lo movería en lo más mínimo.

Te llevaré a casa de Pia solo con la condición de que conserves aquello que tienes puesto.—Por fin habló, pareciera que los ratones le hubieran comido la lengua.

Esto es tuyo, no mío, deja la vaina.—Murmuré volviendo a empujarlo, estaba empezando a frustrarme.—¡Jude! ¡Bajame de esta mierda!

Tan bonita y tan grosera.—Respondió con esa sonrisa marica, esa sonrisa.

Tener a este negro tan cerca me estaba poniendo nerviosa, no sé porque hacía esto, pero créanme que a mí no me da risa, me pone nerviosa.

Pues no te lo dije antes, pero en Colombia a lo que respecta a las palabras somos groseros, así que si no quieres que me enoje contigo, bajame.

—Ya te dije que debes hacer para que pueda llevarte a casa.

Mordí mi labio mientras rodaba los ojos y cruzaba los brazos. Ni siquiera haría el intento de debatir con él, estaba claro que era lo que él quisiera o no era nada.

Eso me pasa por boba, por estúpida marica, no tenía que haberme puesto a tomar así.

Igual, no quita que no esté enojada contigo. Solo llévame a la casa de Pia y ya.

Él sonrió orgulloso, pues había logrado su cometido. Me bajó de igual forma en como me subió, haciéndome rodar los ojos. Me prometió que me llevaría mi vestido y mis tacones a casa cuando estuviesen limpios y no llenos de vómito.

Intentó volver a cargarme para llevarme a su carro, pero yo lo evité, poniéndolo nervioso. Si marica, yo sé que va a sonar raro, pero yo con mi guayabo bien hijueputa y él viene primero a mirarme rayado cuando le dije lo del colegio, pa después decirme que no iba a salir de su casa si no era usando su ropa.

Hombres, ¿Quién los entiende?

Al subir al carro me puse el cinturón de seguridad para luego mirar hacia la ventana, limitando el contacto entre Jude y yo, tengo es rabia vale, eche.

El camino fue incómodo, pa que les digo que no, si sí. Pero cuando llegamos a casa de Pia y de Eduardo, antes de que yo saliera zumbada de esa mierda él bajó del carro y me abrió la puerta.

Rodé los ojos al verlo, marpario negro insistente. Me estremecí apenas mis pies tocaron el frío piso, así que corrí a tocar en timbre de la casa de mis amigos, siendo recibida por Melissa.

—¡Nena! ¿¡Dónde carajo estabas metida!? Te estuvimos buscando toda la noche.—Me abrazó preocupada y miró a Jude.—¿Estabas con Bellingham?

—Larga historia, déjame despedirme del cara de monda este y entro contigo.

Ella asintió y yo me acerqué a Jude.

Gracias por rescatarme de la fiesta, Jude. Cuando pueda te devuelvo tu ropa, de nuevo, gracias.—Él me miró extrañado, al notar ningún tipo de acercamiento físico de mi parte.

Quedatela, después de todo, ya ni la utilizo.

Mentiroso. Esta ropa huele a su perfume, el que según yo usa todo el tiempo.

Asentí y cuando me di la vuelta, el me tomó de la muñeca para abrazarme por detrás, dejó un beso en mi cabeza para después soltarme.

No tengo palabras para describir lo serio que este hijueputa tiene que estarme tratando en este momento. Hasta la cara de Melissa lo decía todo, que boleta.

Entré a la casa luego de que él se fue. Melissa aún me miraba raro, con esa cara que te ponen tus amigos cuando te quieren cuadrar a alguien, así mismito. Entramos al cuarto de Pia, allí estaba Sofía junto con la antes mencionada, seguramente hicieron pijamada después de esa pea tan hijueputa que se tuvieron que haber metido.

—Aja mis amores, llegué yo.—Anuncié mi llegada de la manera más fancy del mundo.

—¡Joder! ¡Tienes que contarnos todo!—Exclamó Pia, haciéndome cerrar los ojos por el grito.

—Pia malparida, cojela suave que tengo guayabo, Erda.—Murmuré sentándome en la cama.

—¿Has estado con Bellingham, verdad?—Preguntó Sofía con una sonrisa socarrona.

—¿No es obvio? Me acaba de traer para acá. Más bien Pia, pásame mi teléfono y mis vainas ahí, necesito informar a mi gente.

La antes mencionada me dió lo que le había pedido. Sin echarles mentiras marica, treinta llamadas de mis papás, más de doscientos mensajes de mis amigos, hasta del grupo del colegio tenía mensajes.

Nojoda y eso que me desaparecí unas horitas.

—Pero cuéntanos nena, dale, no seas mala onda.—Melissa insistió, haciéndome rodar los ojos.

Azarosas.

Antes de encadenarme a contestar la montaña de preguntas de esta gente, le respondí a mis papás y a mis amigas, que se relajaran que yo estoy bien.

Enguayabada, pero bien.

—Bueno bebés, ¿Que les puedo decir?—Comencé nerviosa por su reacción.—Tomé demasiado, vomité y estaba mal, Jude estaba por ahí y terminó salvandome.

Ellas me miraron confundidas, no se creían del todo lo que yo les había dicho.

—¿Jude te ha desvestido, verdad?—Preguntó Pia, haciéndome bajar la mirada con pena.

—Si maricas, esta ropa es de él.—Para que les dije eso, apenas lo dije, soltaron el grito al cielo.

Con ellas no se puede tener guayabo, yo con este dolor de cabeza y ellas con la gritadera, Jesús.

—Pero neni, ¿Cuál de los dos te gusta más? ¿Balde o Bellingham? Porque no creas que no te hemos visto besandote con Alejandro.—Inquirió Sofía.

—Se acabó el chiste, nojoda. Pues si les soy sincera, no sé, ninguno. Solo me atraen físicamente, aunque sienta más conexión con Jude.—Susurré lo último.—Nojoda, tengo que confesar que Jude me habló y me desconfiguró el cpu del inglés, marica.

Las tres se echaron a reír de mi desgracia, es verdad, ese man y ese acento me matan porque no se les entiende es na. Yo acostumbrada a mi inglés estadounidense y viene este hijueputa a hablarme en ingles británico, me mata.

—Pues corazón, a todas nos ha pasado que Jude nos habla y no le entendemos muy bien.—Comentó Pia, haciéndome sentir menos miserable.

—Y tengo que preguntar algo que se que es necesario, ¿Habéis dormido juntos?—Sofía preguntó, listo, hasta aquí vine a parar yo.

—Yo creería que si, no puedo confirmar absolutamente nada, yo me dormí, no sé a qué hora y me desperté a las nueve y pico.—Me encogí de hombros, quitándole importancia al asunto.—Sofía tu no puedes venir a hablar mucho. Marica, estaba yo con Alejandro Balde y pasamos por dónde estaba ella, le tenía las piernas encaramadas al Arda y yo quedé loquisima.

Melissa y Pia pegaron el grito al cielo, zarandeando a Sofía pa que contara el chisme pues. Mientras eso pasaba, revisaba mi dm de instagram, dándome cuenta de una pequeña situación.

—Verga.—Murmuré, llamando la atención de las tres chicas ahí presentes.

—¿Que ocurre, Kai?—Preguntó Pia.

—Houston, tenemos un pequeño problemita.—Dije mientras las miraba nerviosa.

—Habla, te escuchamos.—Insistió Sofía.

—Balde me acaba de invitar a salir.

Las tres se miraron confundidas, antes de que Pia pudiese decir algo, Sofía se levantó para luego apoyarse de espaldas contra la puerta.

—Chiqui, tendrás que decirle que no, después nos agradeces.—La miré confundida.

¿Echeeee?

—Eche, ¿Por qué?—Murmuré dubitativa.

—Pues cari, por una simple cosa. Nosotras somos team Jude.—Respondió Melissa.

—Ay, ustedes si son bobas. A mí no me ha pasado absolutamente nada con Jude, ni con Alejandro como para que ustedes se pongan así, ni mi mamá en sus peores momentos.—Me crucé de brazos molesta.

—Además, en unas horas van a venir los chicos a hacer una parrillada, seguro Jude estará.—Mencionó Sofía.

La miré incrédula para luego tomar mi teléfono y llamar a Alejandro, yo sé que está vaina va a provocar que Sofía, Melissa y Pia me jodan, pero no me importa, a la de Dios.

—Hola.—Saludé al antes mencionado después de que contestara la llamada.

—Hey bonita, ¿Cómo estás? ¿Muy fuerte la resaca?—Sonreí ante la mención de ese guayabo.

Que de hecho, se me había olvidado que yo tenía esa vaina, de verdad marica.

—No, para nada, estoy mejor que hace unas horas.—Él soltó un sonido de asentimiento.—Te llamo para invitarte a una parrillada que harán mis amigos, ¿Quieres venir?

Melissa, Sofía y Pia pelaron los ojos al escucharme, Sofía estaba a dos rayas de estrangularme. Esta vaina se iba a prender durísimo nojoda, aquí estamos para meter presión, no para sentirla.

—¿Estás segura? No quiero incomodar a nadie.—Inquirió Balde.

—Estoy segura Alejandro, además, vienes como mi amigo.—Sonreí bajo la mirada incrédula de las chicas.

—Amigos las pelotas.—Murmuró Pia, le pelé los ojos pa que se callara esa jeta.

Que hijueputa imprudencia, vale. Si no me querían dejar salir con él, pues él vendría conmigo, así de sencillo nojoda, yo nunca pierdo una.

—Vale, está bien, ¿A las tres?

—Perfecto, te veo aquí en casa de Eduardo y Pia.—Él aceptó y colgué la llamada.

—Siempre te sales con la tuya, ¿No, Lani?—Sonreí incrédula al escuchar a Melissa.

—Mi amor, para que ustedes sepan, en mis dieciocho años de vida mi mamá jamás ha logrado ganarme una a mi, ¿Ahora que lo vengan a hacer ustedes? La monda.—Me puse de pie como taza.—No se queden mirándome y vamos a arreglarnos pues, yo ni me he bañado.

Las tres rodaron los ojos haciéndome reír. Ellas creían, ellas pensaban que podían ganarme una a mi.

-With love, Danna 💗

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