7. 𝗣𝗔𝗕𝗟𝗢 𝗚𝗔𝗩𝗜
🫀
"BUSCÁNDOTE"
DEDICADO A girlofmyidols
🫀
𝗧𝗿𝗮𝘇𝗼𝘀 𝘀𝘂𝗮𝘃𝗲𝘀 𝘆 𝗮𝗹𝗴𝘂𝗻𝗮𝘀 𝗰𝗮𝗿𝗶𝗰𝗶𝗮𝘀,
𝘃𝗮𝗻 𝗱𝗶𝗯𝘂𝗷á𝗻𝗱𝗼𝘁𝗲,
𝗙𝗿𝗮𝘀𝗲𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲 𝗲𝗻𝗰𝗶𝗲𝗻𝗱𝗲𝗻 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗿𝗶𝘀𝗮𝘀,
𝗩𝗮𝗻 𝗲𝘀𝗰𝗮𝗽á𝗻𝗱𝗼𝘀𝗲
🫀
PABLO's POV
01 de enero del 2023
📍Mallorca, España
Apenas mis pies descalzos tocan la arena siento como todas las preocupaciones abandonan mi cuerpo de inmediato, casi como si me olvidara de ellas por completo.
El sonido del mar chocando contra las rocas qué hay en la orilla es maravilloso, que con tal solo presenciar la bella vista que tenía me daban ganas de grabar un video y mandárselo a mi madre y mejor amigo. Pero no lo haré. Me prometí a mi mismo que no tocaría el móvil a menos que sea una emergencia; a pesar que mi alrededor sea realmente precioso, no entra en mi lista de cosas importantes.
Mis hombros empiezan a relajarse poco a poco. Ya no hay ningún peso en ellos. No existen pensamientos increíblemente pesimistas y dudas en mí ser. Todo es paz y tranquilidad que hace tiempo no me he permitido sentir.
Realmente nunca me había sentido tan feliz en mucho tiempo. El receso llegó como milagro a mi vida; soy consciente que la decaída del equipo no es directamente mi culpa, lo sé, pero me resulta imposible hacer oídos sordos a todos los malos comentarios que escuchó día tras día.
Que el equipo me queda muy grande para mi edad. Que la dorsal no me la merezco. Que estoy muy sobrevalorado. Que no me merezco ningún reconocimiento. Pero, ¿cómo no me lo voy a merecer? Si literalmente quien da corazón y cuerpo en cada partido-así no sea el más relevante-soy yo. Nadie ha trabajado tan duro como lo he hecho yo desde pequeño. Cualquier clima, circunstancia o condición. No hubo un solo día de mi vida en el que no haya hecho algo para llegar hasta donde estoy.
Por eso, y entre otras mil cosas necesitaba un respiro. Y eso es lo que exactamente me estoy permitiendo; sentir el aire fresco chocar mi cuerpo, la suavidad de la arena que acaricia mis pies y la sonora de la marea al chocar las rocas.
En un movimiento, me recuesto sobre la arena para observar por unos cuantos minutos el lindo cielo estrellado; cierro mis ojos para poder descansar aún más, y en eso, a mis oídos llega una lejana pero bonita risa que provoca que mis sentidos se pongan alerta por primera vez después de tanto tiempo que llevo en Mallorca.
Un poco frustrado de que mi tiempo de paz no haya sido tan prolongado, suelto un pequeño suspiro y apoyo todo el peso de mi cuerpo sobre mis codos para levantarme un poco y poder repasar con mi mirada todo lo qué hay en mi alrededor para poder encontrar a la dueña de esa risa.
A lo lejos logró divisar a una chica aparentemente de mi edad que ríe en compañía del que podría ser su hermano menor; me es inevitable sonreír, ya que soy un fiel creyente que la alegría y felicidad son contagiosas. Así que acepto este sentimiento que aquella chica me provoca, y lo adopto como si fuera mío.
La chica de unos bellos ricitos de oro voltea hacia mi dirección y siento su mirada únicamente sobre mí. O eso creo, ya que por el hecho de que no haber traigo conmigo mis lentes de contacto no me permite divisar totalmente si está viéndome desde esta distancia.
No obstante, a medida que aquella chica se dirigía hacia mi dirección lo confirmo: yo soy el destinatario de su plena atención.
En mi mente intentó encontrar las palabras más aptas para denegarle el tomarme alguna fotografía. No quería que nadie supiera donde me encontraba, y bastante había sido mi esfuerzo para no hacerme denotar por ningún periodista; no quería ser grosero, ya que muchas veces en donde intentaba fomentar mi salud mental me criticaban. Tan solo quería un momento de paz, y anhelo que no se coloque brava o me monte por Twitter un escándalo.
Rápidamente bajo la mirada con fin de intentar desviar la suya; un vago intento de disimular, lo sé, pero no me quedaba de otra por lo cerca que ya estaba aquella chica.
—La cara de gruñón no se te quita a pesar del tiempo, Pablo.
Mi cuerpo se estremece. Conozco perfectamente esa melodiosa voz, pero me niego a creer que es ella, me niego a creer que esa chica que en algún momento endulzó mi alma con tan solo una palabra.
—suelta una pequeña carcajada—. Y pensar que no te volvería a ver, Pablo Gavi.
Siento como mi corazón palpita más rápido de lo normal. ¡Diablos! ¡Es imposible que me convenza! Es ella. Conozco perfectamente a quien pertenece ese melodioso y dulce tono que he tenido la dicha de oír susurrando mis oídos; y como si fuera poco, mi nombre en sus labios se escucha como la cosa más maravillosa qué hay en el mundo.
Mi pecho se contrae y suena irónico pero pareciera que de la emoción mi corazón por un momento dejara de latir porque, aunque sea difícil expresarlo en voz alta, tampoco esperaba encontrarla aquí. No después de haberla buscado por cada rincón del mundo.
Tardo un par de minutos para digerir las cosas. No es fácil, y me parece eterno el duelo; finalmente reúno la poca valentía que habitaba mi cuerpo en levantar la cabeza y mirarla. No puedo evitar como mis ojos se aguan un poco de la emoción, ahora lo confirmo: es ella. Y tiene la misma mirada dulce que me dejó totalmente enamorado cuando tan solo tenía 15 años.
—Zoé...
La aún dueña de mi corazón me sonríe, y es ahí cuando me cuestiono como sigo respirando. Todo en ella parece pensado hasta el más mínimo detalle. Es como si Dios se hubiera levantado con ánimos y hubiera puesto su mayor dedicación en su creación.
Sus ojos azules con tonos verdosos no tienen nada de que envidiarle al mismo cielo y mar, pienso incluso que los mismos deben de sentirse avergonzados de su color ante los ella; su cara no había cambiado en lo más mínimo y es como si la recordara a la perfección. Ha crecido un poco de estatura, tampoco exageradamente.
No puedo opinar de su cuerpo, sino, yo mismo me ofrezco a que me metan preso.
—No te recordaba tan callado. —murmuró con diversión, sacándome completamente de mi trance. Noto que nuevamente la luz de las estrellas y luna vuelve a iluminarme, y es porque ella decide sentarse a un lado; pequeñas gotas caen por su pecho a una lentitud tan tortuosa que pronto logrará enloquecerme, así que intento desviar mi mirada y concentrarme en el horizonte—. ¿Qué te trae por aquí? ¿Vacaciones, amigos, familia... o inclusive un amor por ahí?
Niego con la cabeza y suelto una pequeña risa. Definitivamente sigue siendo la misma. Zoé es particularmente especial. Una chica llena de dudas y preguntas que buscan una inmediata respuesta. Salvo con las suyas; suele querer saber todo lo exterior más no que este mismo se entere de lo suyo.
—Creo que sigues siendo muy mala para atinar. —respondo y mantengo mi mirada aún hacia el horizonte. Porque se bien que si la observó, probablemente no podré sostener una conversación decente.
—¿Entonces?—me pregunta con una notoria curiosidad en su voz. Siento sus ojos sobre mí y me revuelvo un poco por la sensación que provoca en mí ser.
—Vine a buscar algo de paz. —contesto con sinceridad—. Tómalo como un retiro espiritual antes de volver a lo complicado que es ahora mi mundo. —termine de responder. No quería entrar en detalles, pero sabía bien que ella ya tenía alguna idea a todo lo que me refería.
—Ya veo. —no noto nada de sorpresa en su voz y es por eso que sonrió un poco. Como dije, me conocía bien. Y aunque me costara en estos momentos mantenerme firme estando con ella, adoraba que me entendiera —. Entonces creo que le debo una disculpa por interrumpir su tiempo de paz, señor Gavira.
Frunzo el ceño y volteó mi vista hacia ella.
—Tengo 18 años, Zoé. Tampoco es para tanto. No me llames así, me haces sentir viejo. Y claramente no lo soy.
Zoé se ríe. Y con ella ríe todo mi ser.
—Bueno, ya que no eres un señor... es de mi agrado informarte que más tarde habrá una fiesta. A las 10:00. Son conocidos, para que no te preocupes por los rumores y demás; puedes elegir en preservar tu paz o... unirte a nosotros y dejar de ser tan amargado, al menos por un rato. —terminó de comentar y la veo como se levanta y se aleja de mí.
Me quedo en blanco por un tiempo. Inmensas ganas tenia de tomar mi teléfono y llamar a Pedri para contarle que finalmente la he encontrado y que me ayude. Pero no lo hago. Una parte de mi me grita que debo ser autóctono de mis decisiones y acciones, puedo solo.
Suelto una pequeña carcajada antes de irme de la playa. Ahora tengo planes que ni yo mismo busque tener. Y aunque sea impredecible lo que pueda pasar, me gusta.
[...]
Todo mal. Es lo que me repito una y otra vez en mi cabeza. No me siento muy contento conmigo mismo por la imagen que me devuelve al espejo pero no hay nada más que pueda hacer por mi outfit; era la única ropa que no estaba húmeda o sucia.
No tengo nada más para la ocasión que estás bermudas blancas y camisa de botones del mismo color ya que bajo ninguna circunstancia me imaginaba terminando en una fiesta.
Y mucho menos, en una fiesta que la invitación fuera directamente por Zoé.
Revuelco un poco mi cabello para darle un poco más de estilo playero a mi apariencia mientras camino por la arena siguiendo el camino de las farolas que culminan en una pequeña especie de cabaña.
Dentro de ella, habían personas bailando y tomando. En la mesa habían diversos vasos regados; no era el ambiente que me imaginaba estar, e inclusive, parte de mi cuerpo me gritaba en desacuerdo. Debería estar en el apartamento que alquile por unos días, no aquí, expuesto ante cualquier situación.
Suelto un pequeño suspiro y sonrió convenciéndome a mi mismo de no irme, olvidando el "no" por esta noche.
A lo lejos divisó la espléndida sonrisa de Zoé y quiero suponer que es por mi aparición al lugar. Tiene un lindo vestido blanco que contrasta s la perfección con su piel canela; me animo a acercarme con paso moderado, mientras que ella corre y siento como me abraza de golpe.
No puedo evitar sentirme nervioso. El estar entre sus brazos me hace sentir cálido, tranquilo; tampoco puedo evitar observarla en detalle, la última vez que la vi tan solo tenía 16 años recién cumplidos.
Siento que el tiempo ha causado efecto sobre los dos, no solo a mí. Ella no es la misma adolescente que conocí, ahora es una mujer en todo el sentido dar la palabra.
Una muy hermosa, cabe de resaltar.
—Pensé que no vendrías. —dice. Es imposible no fijarme en sus ojos, los cuales tienen un brillo que ni yo mismo sé cómo describirlo.
—¿Por qué no lo haría?—pregunto metiendo las manos a mis bolsillos.
—No lo sé... quizás tenías un mejor plan. —encoge sus hombros despreocupados. Posteriormente, entrelazó su mano izquierda a la mía como si fuera usual entre nosotros.
Debo decir que no lo es. Y aunque anhelará decir lo contrario, soy consciente que jamás lo fue.
Nunca fuimos algo formal. Nos conocimos en un verano en Sevilla y, a pesar de que tan solo fuéramos adolescentes no pude evitar fijarme en ella. Tan solo en ella. Inclusive mi familia se rehusaba a ver a mi lado a otra mujer.
Zoé hizo que su risa retumbara en cada rincón, inclusive cuando creía que no la oía, el viento me acercaba el sonido de sus dulces carcajadas. Vivía en mi mente la mayoría del tiempo para no decir que siempre. Cuando estaba con ella no había nada más, y era el mejor momento que podría tener en todo el día; cuando no estaba con ella, la cosa cambiaba. Pensaba que la peor cosa que podría pasarme era no poder estar a su lado.
Era un vaivén de felicidad y desdicha que pensé que todo saldría del maravilla con ella. Todo pintaba a serlo, pero lastimosamente de todas las cosas que pudo pasarme por mi mente, me equivoqué.
Definitivamente la idealización lo arruina todo, y ese mismo verano lo comprobé. No era un secreto para nadie que Zoé me gustaba. Y que te digo yo, gustar es poco, podría decirse que me encantaba, me... volvía loco; sabía que era mutuo. Así ella jamás lo dijera en voz alta, lo sabía. Ella me quería, y ante mis ojos siempre sería la chica más hermosa del planeta y la única con la que ciegamente le brindaría mi corazón por completo.
Pero todo tiene su final. Cuando llego el verano lo supe, tristemente lo comprobé. Se marchó sin explicación alguna. Sin despedirse, sin dejar su número de móvil o al menos alguna dirección para saber de ella; lo más curioso es que todo mundo que sabía de ella en ese entonces, se había olvidado por completo de su existencia. Todos menos yo.
No podría hacerlo. Aunque lo intentase, mi corazón tiene una dueña, con un evidente y claro nombre y apellido.
—¿Todo bien, Pablo?— su voz me saca del trance y llama mi atención por completo. Su cabeza estaba algo alzada y mantiene sus ojos sobre los míos—. Estaba diciéndote que lastimosamente no tengo ninguna amiga disponible, así que quizás debas buscar a alguien más.
Suelto una pequeña risa.
—No lamentes, la verdad no me interesa.—comentó sincero, sin dejar de ver sus preciosos ojos—. Enamorarme nunca fue fácil. Así como tampoco lo es el olvidar.
Sus mejillas se enrocejen y me siento la persona más afortunada del mundo al provocarle. Algo de esperanza se esparce sobre mi ser; ella a lo mejor, tampoco me había olvidado.
Para ser honesto, no se por que me toma de la mano para tan sólo llevarme hacia donde están sus amigas, pero disfruto el contacto y me dejo llevar por ella.
—Lily, Nat, Gabs. —las presenta mientras señala a cada una, gesto que hace que sonría cálidamente hacia las tres —. Él es de quien tanto les hablaba —murmura, provocando que relama mis labios confundidos. Noto que sus amigas abren los ojos sorprendidas y es esa la señal para ir a tomar un trago.
—Iré por algo de beber.— anuncio. Me siento ajeno a la conversación y a su ves confundido. O más bien, sorprendido y contento.
¿Zoé había dicho algo sobre mí a sus amigas? O mejor aún, ¿les habrá dicho de nuestro pequeño amorío de verano?; de tan solo pensarlo me hacer sentir ansioso de saber la respuesta.
Desde luego que mis amigos, tanto Frenkie y Pedri sabían de ella. Hablaba a montones e incluso me atrevo a decir que sueño con ella; pero no llegue a pensar que en todo este tiempo ocurriría algo tan similar.
Tomo un poco de mi copa de champaña y me me permito analizar el lugar por encima. Al parecer había muy poca gente que verdaderamente ser conociera. Y eso me sorprendía, aún más por el hecho que no me sienta intimidado por ninguna o acosado por quien soy.
Tan solo soy Pablo Martin aquí. No el Niño dorado del FC Barcelona, Pablo Gavi.
—Oye...—otra vez es Zoé. Lo reconozco al instante por su dulce tono. Me volteó y sonrió al instante—. Creo que te irías del lugar. Digo, por la manera en que te separaste de las chicas. —dice, y sus palabras hacen que muerda mi labio inferior para no reír. Decido tomar un sorbo de mi champaña y no le respondo—. ¿Dije algo malo? ¿O ya tan rápido logré dejarte calladito?
Siento como me arrebata la copa de las manos, aún con sus ojos sobre los míos, se lleva descaradamente hacia la boca y bebe esta lentamente. Está jugando, sabe bien que me tortura el movimiento de su lengua saboreando lentamente lo poco que quedaba de champaña de sus labios.
Chasqueó mi lengua. No tengo miedo de jugar su mismo juego, no era quien para temer quemarme. Así que apoyo la palma de mi mano sobre su cintura y le susurro al oído:
—Para tu mala suerte un par de palabras no bastan para lograr que me quede callado, Zoé.
🫀
DISCLAIMER
🫧 MUCHAS GRACIAS POR PARTICIPAR EN EL VIDEOJUEGO DE FRENKIEGF, HAS LLEGADO HASTA EL FINAL DE ESTE EPISODIO ❤️. ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO Y NO DUDEN EN VOTAR Y COMENTAR LO QUE QUIERAN
🫧 Espero que te haya gustado!
🫧
LOADING...
LOADING...
LOADING...
🫀
¿Les gustaría la segunda parte?
SI | NO
¿Leerían una historia de Pablo Gavi?
SI | NO
🫀
¡Nos vemos en el siguiente episodio!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top