❈𝑷𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒐
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La nieve estaba casi en su punto, no estaba lo suficientemente blanda a tal punto de ser líquida tampoco lo estaba dura como el pleno invierno los abrazaba, amaba la sensación del frío colarse entre sus dedos desnudos. El frío era algo que le hacía sentir vivo, la pequeña sensación calarle los huesos le hacía recordar que todavía podía sentir.
Inhaló un poco mientras el ligero humo salía de sus labios, el aire estaba congelando (casi literalmente) sus pulmones, la frescura lograba contrarrestar un poco su pequeña ansiedad, las circunstancia en esos momentos después de la guerra sufrida comenzaba a sobrepasar a muchos entre ellos su persona.
Introdujo sus manos dentro del chaleco shinobi, sus manos estaban helando entre cada paso que daba para llegar en aquel terreno brillante del blanco perlado de la nieve. Los escasos rayos del sol golpearon la superficie hasta sentir el destello chocar contra sus ojos, a pesar, de que pudiese estar en plena lucidez, había un poco de oscuridad en todo, en especial en la soledad del lugar. Se sentía solo, con un dolor en el pecho y el frío se sintió tan ajeno a comparación de su interior.
Caminó entre las pequeñas piedras talladas viendo los nombres de desconocidos y otros que alguna vez vio caminar entre las calles de la aldea, delineo algunos nombres, otros tantos le dieron un poco de tristeza debido a la edad de estos cuando terminó su vida. Sabía que de haber sido más prudente se pudieron salvar muchas más incluso de la persona a la que iba a saludar. Justo cuando llegó al lugar esbozó una sonrisa nostálgica.
—Hola —saludó esperando la respuesta que nunca llegó— lamento haber venido tan tarde, el regreso a la aldea fue un poco turbio, tu padre tenía razón aún hay personas que nos temen, estaría muy orgulloso de acertar —rio como si hubiese contado el mejor chiste de la historia— aunque, también olvidó lo que nosotros siempre pensamos acerca del futuro, de las generaciones que detuvieron el conflicto aparentemente se equivocó, muchos lo hicimos ¿no es así, Itachi?
Un nudo se formó en su garganta, dolía cuando respiraba, todavía no lograba asimilar la ausencia de Itachi. Era una ausencia eterna y dolorosa pues sentía que aumentaba con cada día.
Esperó nuevamente una respuesta.
—Las cosas salieron tal y cómo lo pensamos, la aldea tuvo pérdidas pero lograron solucionarlo ¿recuerdas a ese chiquillo amigo de Sasuke? Él y sus amigos lograron terminar la guerra, siempre tuvimos razón con ellos son mucho mejor que nosotros y nunca dudaron en dar su vida, yo lo hubiese hecho pero el destino fue caprichoso y me tentó a disfrutar una vida sencilla —suspiró— hay paz y tu hermano está bien, aunque se haya retirado indefinidamente por lo que ya sabes creo que fue una gran pérdida, todo lo que alguna vez quisiste es real. Algunos contratiempos pero todo está exactamente dónde tiene que estar, incluso tú —rio amargamente, odiaba ese hueco—. Te hubiese encantado.
Unos pasos lo distrajeron de su monólogo y agradeció internamente porque los estragos todavía golpean su cabeza con fuerza.
Entonces la vio, parecía vagamente familiar, sus pasos torpes y su movimiento de cadera tan femenino que parecía acariciar la nieve a su paso, una larga gabardina gris parecía entorpecer aun más su andar, no lograba ver con facilidad (a pesar de sus ojos) de quién se trataba pues grandes arreglos florales estorbaban para poder ver su rostro, en cambio vio su larga cabellera más allá de su cintura y caderas adornaba su bella figura abrazada por aquel elegante abrigo.
—¡Hey! —saludó efusivamente a una de las tumbas que se encontraban a sus pies justamente frente a ella— lamento venir un poco temprano —Shisui se sorprendió, creía que nadie se aproximaría a esas horas, todos preferían ver a sus difuntos a tempranas horas— en un rato iré de compras con Hinata y decidí venir antes, espero no corte nuestra plática —expresó animada y colocó unos hermosos lirios en la tumba de en medio— sé que estos te gustan papi, no pude traer cosmos porque no los encontré —ella rio nostálgica, llamó mucho más la atención de Shisui y pudo verla un poco mejor, al menos un poco de su rostro— espero te gusten de igual forma, el trabajo en la División de Interrogación me tiene muy ocupada, Ibiki me ha enseñado demasiado incluso e accedido a los jutsus secretos p-pe...ro —la voz de la fémina rompió casi en llanto— no es lo mismo sin... ti...
Shisui la observó con detenimiento porque ella estaba temblando debajo de su flequillo largo. Ella pretendió limpiar sus lágrimas sin mucho éxito.
»No te preocupes, las cosas funcionan bien en el departamento creo que ser líder de la división sensorial me ha ayudado a superar un poco todo esto —no mentía, no del todo— la próxima vez traeré unas cosmos que tanto te gustaban, nos vemos papi, mamá te extraña mucho. —Dio un paso a la izquierda encontrándose con otra tumba, Shisui se mostró más curioso pues dejó un par de narcisos—. Señor Shikaku —recobró ese tono tan alegre— le he traído sus flores favoritas, me temo que no haya cambiado las de la semana pasada —rio de forma infantil y un bonito sonrojo golpeó sus mejillas— estuve un poco ocupada, verá los nuevos equipos Nara, Yamanka y Akimichi están entrenando desde muy temprano y asesoro a un par, nada formal, apuesto que su hijo diría que problemático —imitó un tono grave y fastidioso, se quedó callada por unos segundos— no lo culpo, es problemático. En fin, espero le gusten las flores y por favor cuide a mi padre donde quiera que estén. —La chica pasó a la última tumba en donde quitó un poco de la nieve sin importar su temperatura y colocó unas lespedezas, acarició el nombre tallado y soltó un pequeño lamento, Shisui la pudo ver finalmente. Era preciosa, su rostro era tan bonito con grandes ojos azules brillosos y profundos se preguntó si era el reflejo de la nieve en ellos o era su esencia natural, sus labios estaban tintados de un bálsamo labial haciéndolos ver más carnoso, su nariz estaba rojiza debido a la temperatura y su tenue maquillaje en sus preciosos orbes estaba un poco corrido, estaba triste pero seguía siendo hermosa—. Hola, Shika —dijo con su voz tan rota que una puñalada golpeó a Uchiha— veo que te gustaron las flores de la semana pasada, aquí entre nos Chōji las escogió solo para ti, lamento no poder convencerlo para venir todavía le duele tu partida —ella hizo un mojín— no digo que a mí no, pero siento que una parte de él murió contigo, igual que una parte mía —se abrazó en busca de consuelo— cada día te extraño más, siento que los días son más largos por tu ausencia y que un día entrarás pidiendo las flores que tanto me gustaban porque odiaba las cursilerías pero lo hacías solo para hacerme feliz.«
Un eterno silencio se instauró entre ellos. Shisui la miraba cada vez con más curiosidad, ella no despegaba la vista de la piedra, estaba llorando en silencio y por un momento Shisui se sintió terriblemente triste de solo verla, ella estaba destrozada.
El Uchiha se preguntó si era un buen momento para acercarse, pero la respuesta apareció cuando bajó su mirada a la tumba de Itachi, sabía que no, él disfrutaba estar en completa soledad con su mejor amigo sin que nadie se interpusiera en su dolor.
—Aún te extraño —susurró— aún te amo.
El corazón de Shisui se comprimió en un santiamén. Reconoció el dolor de inmediato, ella había perdido a gente importante en su vida.
Ella estaba tan frágil con sus ojos brillantes por las lágrimas sin derramar una, parecía que ya estaba lo suficientemente cansada de haber llorado.
Shisui dio un paso casi hipnotizado por la esencia de ella.
Quería estar ahí, con ella.
No obstante, para su pesar una voz lo sacó de su ensoñación para observar de nuevo la escena. Era otra chica que sí reconoció de inmediato, era la anterior heredera del Clan Hyuga. A decir verdad, era bastante bonita; su cabello negro azulado descendía cual cascada por su delgada espalda acentuando su estimada cintura, tenía un enorme abrigo azul con el que le era imposible ver su vestimenta, sin embargo, eso no era importante al ver su rostro con una ligera capa de maquillaje que parecía resaltar su belleza, tan tenue como su tono de voz.
—Ino —llamó la Hyuga, así que la rubia era Ino Yamanaka, la prometedora líder del clan Yamanaka— ¿todo bien? —Hinata estaba un poco preocupada debido a la tristeza de la otra fémina. Algo dentro de la oscuridad en los orbes de Ino revolvió el estómago de Hinata.
—¡Hinata! Claro que sí —asintió la rubia y quitó un poco del maquillaje corrido.
Hinata bajó su mirada blanquecina en busca de algún comentario que hiciera sentir mejor a Ino. Aunque sabía mejor que nadie que eso era imposible, nadie había sufrido tanto como Naruto, Sasuke y ahora Ino, la guerra había sido cruel con todos en especial con ellos,sabiendo Hinata había salido librada de un intenso dolor como el de ellos, aún podía sentir la ausencia de Shino en su equipo.
Hinata sonrió ante la efusividad de Ino. Nada cambiaba con ella.
—¿Viniste a visitar a tu madre?
—Sí, deje unas flores a Shino —Ino comprendió un poco de su dolor, todos habían perdido durante el golpe de estado de los Uchiha aunado con la guerra mundial que se había desatado— dejé otras a Sakura a petición de Naruto.
Ino asintió intentando no romper en llanto nuevamente.
Definitivamente había sido doloroso para todos.
—A ella le habría encantado —dijo la chica y Shisui prestó mucha más atención, las mismas palabras que había dicho a Itachi, el mismo sentimiento.
Hinata sonrió más.
Ella haría lo que fuera con tal de hacer sentir mejor al hombre que amaba incluso dejar flores a la mujer que él seguía amando aunque estuviese muerta.
—Tenten nos espera para ir de compras —Hinata no era muy fanática de las compras, pero quería ayudar un poco a la situación— Neji está con ella junto a Kiba y Lee.
Ino se sonrojó un poco y esbozó una mueca de diversión, algo dentro de Shisui se revolvió en su estómago. Ella era hermosa.
Tomó la mano de su amiga y salió de aquel triste lugar a paso firme, si bien seguía viéndose triste y desolada, caminaba con la gracia de un ser etéreo que lucía sobre ese anochecer de invierno tan frío y oscuro.
Ella desapareció de aquel lugar junto al sol, Shisui la observó irse y si era sincera no recordaba que el tiempo pasara tan lento en un anochecer. Parecía una extraña analogía de lo que podría significar ella, no quiso pensar mucho pero sus entrañas y su cuerpo se resolvían cuando recordaba aquella gracia de sus movimientos, su belleza y el dolor en ella.
—No deberías de observar a las personas es muy acosador de tu parte —la profunda voz golpeó sus oídos— la gente suele asustarse.
—Lo dices por experiencia, Obito —Shisui observó al Uchiha a su lado. Si bien, no estaba molesto, algo dentro de los oscuros ojos de Obito le hacía recordar un poco a él, la culpa los carcomía.
Obito no mencionó algo y se inclinó un poco hacia la tumba de Itachi, estaba sólo a una fila detrás de la de Inoichi Yamanaka y Shikaku como Shikamaru Nara. Obito suspiró sintiendo el calor de su propio aliento.
—Debes re hacer tu vida —comentó Shisui— Rin no hubiese querido eso.
—Tú primero —respondió Obito.
Shisui asintió ante la mirada del otro, Obito estaba en un proceso de perdón hacia él mismo. Uno del que sentía ahogarse y hundirse en él.
Tal vez era momento de dejar ir atrás el pasado, eso incluía a Obito. Algo dentro de él se regocijo en incertidumbre y supo que Obito sentía lo mismo.
Todo comenzó cuando la vio entre la neblina, era una como una deidad danzante, con sus cabellos rubios y su blanca piel como la nieve.
Todo comenzó en la primera noche de invierno.
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