‡Veinticinco‡
Había ido por él. Había desperdiciado un fin de semana entero por él. Había sido dejado de lado... por él.
Y se estaba muriendo de las ganas que tenía de pegarle, pero en lugar de eso dejó que las lágrimas se adueñaran de nuevo de sus ojos. Se aferró a él durante uno o dos segundos. Aspiró con disimulo su aroma. Intentó grabar de nuevo en su memoria el timbre de su voz, lo molesta que resultaba, lo alto que era y, por último, la expresión que colocaba al llorar.
De nada servía ya.
Oikawa tenía novio. Oikawa simplemente no sería suyo. No de nuevo.
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