Capítulo 4.

— ¡JungKook! Espérame. — Gritó Jimin mientras corría tras su amigo.

— No puedo Jimin, sabes que voy tarde a mi trabajo. Preciso tenía que alargarse la clase hoy, ese profesor sabe que muchos trabajamos en la tarde, pero no... A él se le ocurre tomarse más minutos para seguir molestando con el tema de que deberíamos tomar la oportunidad de hacer pasantías en este año y medio que nos quedan de clases. Yo ya lo sé y todos lo sabemos, pero él insiste e insiste, incluso le dije que las pasantías las iniciaría a final de año cuando inicien nuestras vacaciones. — Explicó JungKook con la respiración acelerada, ya que iba corriendo por los pasillos de la universidad y así ir rumbo a su trabajo.

— Bueno entonces nos vemos después amigo, no quiero seguir corriendo detrás de ti. — Dijo el rubio deteniendo sus pasos y tomando aire.

JungKook trabajaba ciertos días en una cafetería después de sus clases y en las noches ayudaba a su compañero de apartamento en la lavandería de su familia, allí trabajaba de siete a nueve de la noche, así costeaba los gastos de su universidad y alimentación, ya que la vivienda era prácticamente gratuita, pues vivía con un gran amigo que se encargó de él desde hace años y no lo ha dejado solo desde ese tiempo. Era su única familia; aunque tuviese a Jimin, el chico con el que vivía lo conocía de pies a cabeza y lo apoyaba en todo lo necesario.

JungKook ese año quería tener un trabajo más estable y así poder tener su propio apartamento, por eso a finalizar el año iniciaría sus pasantías en una empresa de Arquitectura que recibía estudiantes de su universidad para ser asistentes y así también fortalecieran lo aprendido en su carrera.

Él había logrado un contrato muy flexible en sus horarios y con buena paga, solo tenía que ser el asistente de uno de los dueños de la empresa, y también podría aportar ideas para futuros proyectos. JungKook estaba feliz, porque la vida le había sonreído. Esa oportunidad no muchas empresas la daban.

Como el chico aún estaba estudiando y tenía dos trabajos, la empresa le informó que para que fuera cómodo para él y organizara sus horarios; iniciaría a trabajar finalizando Noviembre ya que estaban informados de que en la universidad salían a vacaciones en los últimos días de ese mes. Además las notas de JungKook eran de las mejores en esa carrera, sin tener en cuenta otros cuatro compañeros.

JungKook quería independizarse, no lo negaba, pero también quería dejar el trabajo en la cafetería. No era que no le gustara o que la pasara mal, pero desde hace dos meses atrás se estaba sintiendo vigilado, se sentía inseguro en su trabajo.
Eso lo sentía solo en la cafetería, cuando se encontraba en la lavandería o en la universidad ya no se sentía así, entonces fue cuando llegó la propuesta del profesor y él tomó esa oportunidad. Su instinto le dijo que era mejor abandonar el otro trabajo lo más pronto posible, ya que lo rodeaba un aura muy extraña e insegura.

Así fue como Kook aprovechó la oportunidad de cambiar de trabajo y al mismo tiempo crecer laboralmente en su carrera elegida... Pero todavía faltaban unos meses para el cambio de trabajo y por ahora tenía que seguir cumpliendo con esa responsabilidad.

— JungKook, querido, ¡¿Por qué vienes corriendo?! — Exclamó preocupada la señora Eun-ji.

— Y-yo, no quería llegar tarde, lo siento jefa. — Respondió Kook, con su voz entre cortada y con un notable sudor en su frente.

— Pero, querido... Tú sabes que entiendo que estas estudiando y a veces los profesores los retrasan. Te he dicho miles de veces que no tengo problema en que te retrases un poco.

— Lo sé jefa, pero no me gusta abusar de su amabilidad. Quiero dar lo mejor de mí y no me permito fallar en nada.

— Querido, te he dicho que no me llames jefa, dime Eun-ji... Sabes que te quiero como una madre y no me gusta que me llames de esa forma. Entiendo que tienes unos objetivos, pero no te me sobresfuerces, tu eres un omega como ningún otro y eso nadie lo va a cambiar.

— Ok, entiendo je... Perdón Eun-ji. Voy a tratar de no sobresforzarme, pero por ahora procederé a trabajar. — Dijo JungKook con su sonrisa de conejo y haciendo una reverencia.

— ¡Oh! Este niño, nunca cambiara... — Movió su cabeza de lado a lado y sobó sus sienes en señal de frustración, pero con una sonrisa al ver al lindo omega que iniciaba a trabajar.

JungKook estaba en la cocina lavando los trastes y preparando las máquinas para cuando iniciaran los pedidos.

La señora Eun-ji se dedicaba a la caja y muy de vez en cuando atendía las mesas.

Había otras dos personas aparte de Kook trabajando en la cafetería, una omega y una beta que eran compañeras de Kook y Jimin pero en solo tres clases. Las chicas casi no hablaban con su compañero ya que él solo se dedicaba a despachar los pedidos y escasamente les dirigía la palabra para informales que los pedidos estaban listos. En la universidad... Pues, allí él solo hablaba con Jimin.

La tarde había transcurrido y el trabajo estuvo algo pesado. La cafetería estaba casi llena y los pedidos para llevar no se hacían a esperar. Kook despachaba pedido tras pedido, las chicas atendían mesas y la señora Eun-ji pues ella estaba en la caja y de vez en cuando ayudaba a su querido omega con los pedidos.

— Señora Eun-ji. — Llamó la beta.

— ¿Qué sucede? Querida. — Cuestionó la dueña del café desde la caja.

— Pues... vera. Llegó ese chico de nuevo.

— ¿El que exige que le demos la mesa que deja ver hacia la cocina?

— Sí, si señora... Ese mismo. ¿Qué hacemos? — Exclamó la beta, esperando respuesta de su jefa.

— Pues, querida. Dile que está ocupada y que hoy no cederemos a sus caprichos.

— Hum, bu-bueno. — La beta asintió con un tono de voz bajo y nervioso.

— Uh, espera... Mejor voy yo, ese chico se pone violento a veces y no quiero que te pase algo.

La señora Eun-ji desde hace unos meses tenía que haber empezado a lidiar con un chico que llegaba a su cafetería, y siempre exigía que le dieran la mesa que le daba vista hacia la cocina. Las mujeres no entendían el porqué de esa exigencia, pero si le decían que no era posible, el chico se alteraba y las miraba de una forma que asustaba.

JungKook solo sentía la mala energía que se formaba, pero nunca vio a tal chico, estaba muy ocupado haciendo su trabajo y además su jefa le había dicho que no era necesario que se involucrara, que ella podía manejarlo. Y así era, la señora Eun-ji era alfa y alfa pura, así que ningún mocoso vendría a hacer desastre en su cafetería.

Esta vez estaba decidida a dejarle muy en claro al chico que ya no le estaba permitido volver a su cafetería, ya no quería ese chico rondando en su entorno.

— Buenas tardes, chico. ¿Qué se te ofrece?— Habló la alfa con total serenidad.

— Señora, usted sabe que quiero, así que... Apresúrese y que desocupen mi mesa. — Dijo el chico con tono altanero y con un brillo oscuro en sus ojos.

— Como te parece chico... Que no se va a poder. — Dijo la alfa cruzándose de brazos y con voz firme.

— ¡¿CÓMO QUE NO?! — Gritó el chico apretando sus puños y mirando desafiante a la alfa.

— Como lo escuchaste, no se va a poder... Y desde hoy te queda rotundamente prohibido ingresar nuevamente a mi cafetería. NO te voy a permitir más tus escándalos y exigencias, será mejor que te retires por las buenas o llamaré a la policía para que te encierren por hacer escándalos en propiedad privada... Ya sabes chico. — La alfa dio un paso al frente y con su voz lo más tranquila y firme posible lo miró a los ojos confirmándole con su mirada que hablaba muy enserio.

Aquel chico sintió como su lobo se hacía pequeño y se dio cuenta que no podría seguir en ese lugar, la señora hablaba enserio. Además debía mantenerse en bajo perfil así que decidió dejar de protestar y retirarse. Esto no era bueno para sus planes.

— Como diga señora... — Dijo el chico entre dientes y con sus ojos llenos de ira. — Esta vieja no dañara mis planes por completo. Sino es aquí, encontrare la manera por otro lado.

— Bien, chico. Entonces retírate. — Le hizo un ademan con su diestra en señal de que ya se fuera de su cafetería.

El chico se retiró del lugar con una gran furia, pero tenía que controlarse, no iba a permitir que por una intromisión todo se fuera abajo, pero aún quedaba el Plan B.

El tiempo que utilizó en las visitas a la cafetería sirvió para trazar varios planes, y pues ya sabía varias cosas que le ayudarían a dar el siguiente paso. No todo fue un fracaso, solo se pospuso por un tiempo su anhelado momento...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top