Capítulo 23.
— Bueno aquí vamos. — Respiró profundamente varias veces, tratando de eliminar su miedo.
— No tengas miedo. — Animó. — Perdóname por lo que haré pero quizás así te relajes un poco. — Y sin más con sus dedos índice y pulgar atrajo un poco más el rostro del omega hacia el suyo. Lo besó suave y tiernamente. — Yo estaré aquí contigo. — Se separó levemente de los labios ajenos y sonrió.
— No te perdono. — Dijo. — Porque quiero otro beso. — Y esta vez el que inició el beso fue el castaño.
— Te daré todos los besos que quieras. — Liberó el rostro del omega y se acurrucaron en la comodidad de su nido, olfateando sus aromas y escuchando sus corazones.
— Si eres mi ángel. — Entrelazó sus manos sobre las manos del alfa, las cuales habían vuelto a su vientre. — Ahora sí, aquí vamos. Hace cuatro años...
Después del beso y esas últimas palabras del omega, un silencio se instaló en la habitación de aquella cabaña, la respiración agitada del omega, le indicaba al alfa que lo que le contaría sería algo que les dolería a los cuatro.
TaeHyung acariciaba el vientre del omega, con su aroma intentaba transmitirle seguridad. Decidió cambiar de posición, el alfa recargó su espalda contra el espaldar de la cama, abrió las piernas en una "V", y con delicadeza ubicó a su omega en medio de ellas.
JungKook sin decir palabra alguna, recargó su espalda contra el pecho del alfa, y guío las manos contrarias a su abdomen. TaeHyung posó sus largas manos en el vientre del omega y acarició con ternura. Dejó besos en la cabellera contraria y enredó una de sus piernas con las del omega.
El omega cerró sus ojos e inhaló profundo para embriagarse con el aroma de su destinado. Disfrutó de cada suave caricia que le regalaba TaeHyung. Su cuerpo tembló cuando su mente le dijo que ya debía hablar.
El alfa al sentir el temblor en el cuerpo de su omega, lo abrazó más fuerte. — Hermosura, estás conmigo, no corres peligro. — JungKook recostó su cabeza sobre el pecho de TaeHyung y miró hacia el rostro del alfa. — Y no te presiones, tenemos toda la madrugada para hablar.
El omega le sonrió y abrió sus labios para hablar. — Solo no me dejes de abrazar...
— Te abrazaré como si mi vida dependiera de ello. — Besó la mejilla del omega.
JungKook mordió sus labios, posó una de las manos sobre la del alfa y la entrelazaron.
Y así dio inicio el relato de su pasado...
JungKook es valiente como su hermosa madre, una omega pura, que perdió a su esposo el mismo día que nació su pequeño Kookie. El día del parto, camino al hospital, tuvieron un accidente automovilístico y el alfa estaba al borde de la muerte.
Su esposo fue el que llevó la peor parte en el accidente, así que no tenían mucho que hacer.
Así que para que su esposa e hijo sobrevivieran, decidió romper el lazo con su amada Haneul. Si debía morir, no se llevaría a sus amores con él.
Sabía que su esposa era fuerte y no se rendiría tan fácil.
La omega en medio del dolor de su pérdida y el nacimiento de su bebé, luchó y se aferró a la vida. Sintió morir en vida cuando perdió a su alfa, pero al ver a su cachorro, le hizo superar los obstáculos.
Cuando en una pareja de destinados, alguno de los dos muere o rompen el lazo, lo más probable es que tanto omega o alfa mueran tiempo después. Ese es el mayor riesgo que tienen las parejas enlazadas.
Pero con la familia Jeon, las cosas eran muy distintas. Ellos son fuertes, tanto en cuerpo, como en espíritu, luchan con uñas y dientes por sus seres amados y por sus vidas. Pero esa vez la batalla la perdió el señor Jeon, la Diosa luna quiso que se marchara el mismo día que nacería su hijo y así lo hizo.
Los doctores pensaron que al estar el lazo roto, tanto omega como cachorro morirían.
Que equivocados estaban.
Sí, Haneul perdió a su alfa, pero ganó ganas de vivir a causa de su pequeño conejo.
Así fue como ahora solo eran Haneul y JungKook, madre e hijo siempre juntos.
Desde que JungKook nació, y Haneul perdió a su amado, ella jamás posó sus ojos en otra persona. Simplemente se dedicó a amar y cuidar a su pequeño conejo.
Los años pasaron el pequeño JungKook creció, se presentó como un hermoso omega puro. Estudiaba con dedicación y después de su jornada de estudios, ayudaba a su madre en el restaurante que era de su propiedad.
La omega se encargó de enseñarle las cosas básicas de la vida, lo cuidó con amor y cariño, le habló de los destinados, de esos seres que llegan a tu vida, y cuando llegan; tu corazón y lobo te gritan que es tu otra mitad, tu complemento, tu razón de vivir y respirar.
JungKook soñaba con encontrar a su destino, a ese alfa que sin dudarlo le entregaría su vida y corazón. Su madre le había contado la historia de amor entre ella y su difunto padre, y JungKook solo deseaba llegar a tener una conexión así de grande con su futuro alfa.
El matrimonio Jeon siempre sintió lo que le sucedía al contrario sin necesidad de estar enlazados. Sentían sus tristezas, alegrías, angustias. Simplemente sus cuerpos les avisaban que el contrario los necesitaba, cuando se enlazaron la conexión fue aún más fuerte, y con solo mirarse a los ojos podían entender lo que le sucedía al otro.
Eso era uno de los más grandes anhelos de JungKook, quería tener esa mágica conexión con su futuro alfa. Deseaba conocer a su destinado, ese ser que con solo mirarse a los ojos y sin decir palabra alguna, se entendieran con el lenguaje del amor.
El omega tenía su temperamento, no se doblegaba ante nada.
Su temperamento fuerte y poco sumiso es un regalo que la vida le otorgó por parte de su madre.
Haneul le decía a JungKook que era la versión masculina de ella. Y que de su difunto padre heredó su sonrisa de conejo, esa que enamora a cualquiera, y su corazón bondadoso y confiado.
Además de que era terco, eso sí lo heredó de sus progenitores, cuando algo se les metía en la cabeza, nada ni nadie los convencía de hacer lo contrario.
Madre e hijo eran inseparables, lo primero que hacían al verse era saludarse con besos y abrazos. Cuando finalizaba el día, lo último que veían eran sus rostros. Conocían perfectamente el pensamiento el uno del otro y sus lobos eran prácticamente uno solo.
Amor de madre e hijo, lazos de sangre, pactos de amor y confianza infinita, esas palabras se las repetían cada vez que hablaban en las cenas.
El trabajo de madre jamás terminaría para Haneul, por más que su niño hubiese crecido, siempre lo protegería y guiaría. Aun le faltaba enseñarle una cosa, algo que quizás más adelante lo ayudaría a defenderse de un peligro inminente...
A los tres meses de que JungKook cumpliera los diecisiete, su hermosa madre de cabellos castaños, labios finos, ojos oscuros como la noche y sonrisa encantadora, le presentó al alfa que la estaba cortejando. Por ahora solo estaba aceptando citas, no deseaba olvidarse de su amado esposo, no quería remplazarlo con alguien más. Pero su hijo le dijo que podría intentar rehacer su vida y que eso no significaba que se olvidaría del gran amor que siente y sentirá por su difunto padre.
Así fue como Haneul dejó entrar a sus vidas a Kim Yon y Kim Jong-in, este último preferiría que lo llamaran Kai. Dos hombres que le cambiarían la vida a su pequeño conejo.
Transcurrió un año y ahora Jeon JungKook con dieciocho años de edad. Era un rubio sonriente y muy seguro de sí mismo, estudioso, de temperamento fuerte, pero de corazón noble.
El omega se sentía en alerta ante la presencia de los Kim.
Su lobo le decía que tenían que tener cuidado con aquellos hombres, desde que un día encontró a Kai en su habitación revisando su ropa. Y luego el señor Yon lo miró de una manera para nada decente cuando salió del baño después de su ducha. El hombre había ingresado a su habitación mientras él se bañaba, nunca le dijo para qué había ingresado, solo lo observó de pies a cabeza por unos minutos, le sonrió ladino y salió de la habitación del omega.
Hace poco ese par de hombres habían empezado a quedarse por días en la casa de su madre. En el año de relación que el señor Yon llevaba con la omega, jamás se había comportado de manera extraña con JungKook y mucho menos su hijo, pero ahora eso había cambiado.
Los ojos de Kai permanecían siempre sobre JungKook, y el señor Yon observaba la escena con diversión.
— Querida. — Llamó Yon a la omega y la fémina dejó de comer para observarlo. — Creo que mi hijo gusta del tuyo.
Él había decidido hacer ese comentario para despistar a la omega y así no tener problemas en sus futuros planes.
Al parecer nunca se dio cuenta que esa omega no era para nada tonta.
— Yon, puede que a tu hijo guste de Kookie. — Limpió sus labios con la servilleta. — Pero si a él no le gusta, te digo de una vez que hables con tu hijo y le digas que ni se le ocurra acercarse a mi cachorro.
— Pero...
— Nada de peros. — Miró a JungKook que se veía incómodo. — Conozco a mi cachorro y así no me diga nada, puedo ver a kilómetros que tu hijo no es de su agrado para pareja.
— JungKook... — Llamó Yon.
— Señor...
— ¿No gustas de mi hijo? — Inquirió tratando de controlar la rabia que le dio al escuchar como su ahora pareja le había dicho que alejara a su hijo del omega.
— La verdad solo veo a Kai como el hijo de la pareja de mi madre. — El alfa mencionado pellizcó su pierna para controlarse y no gritar que ese omega seria suyo quisiera o no. — No me gusta...
— ¿Podrías verme como amigo? — Inquirió el alfa menor. — Entiendo que no me veas como tu futura pareja. — Mintió. — Así que intentemos ser amigos.
— No te voy a prometer nada Kai. — Interrumpió el omega rubio. — Si es enserio que te gusto, no es conveniente que tengamos una amistad. — Se levantó de la silla del comedor. — Con permiso, los dejo, voy a la lavandería de Jin Hyung. — Besó la mejilla de su madre y salió de aquella casa.
— No me gusta que se vea con ese omega de la lavandería. — Expresó Yon.
— Mira, Yon, querido. — La fémina se levantó de la silla y observó los ojos del alfa. — No tiene que gustarte nada de lo que haga mi cachorro. Con todo respeto, tú no eres su padre y si él quiere ir con ese omega, lo hace...
— ¿Y si son pareja? — Interrumpió a la fémina.
— Si mi hijo se empareja con un beta, omega, alfa o unicornio, eso no te interesa. — Sus ojos brillaron. La loba de Haneul estaba presente. — Tú puedes ser mi pareja, pero nada más, a mi hijo y sus gustos los dejas en paz.
— No te pongas a la defensiva, mujer....
— Yon, te estoy recordando que no tienes ni voz, ni voto en la vida de mi cachorro, incluso ni en la mía. — El alfa quería golpearla, pero se contuvo. — Espero que Kai entienda que debe respetar la palabra de JungKook, que no insista en ser amigos, ni pareja, ni nada. — Miró al alfa menor.
— Si señora, entiendo.
— Okay, entonces, lavaré los platos sucios y nos vemos otro día. — Se retiró del comedor. — Espero entiendan que hoy no podrán quedarse en mi casa.
— Lo entendemos. — Dijeron al unísono los alfas.
— Descansen. — Dijo adentrándose a la cocina. — Por favor cierran la puerta cuando salgan.
La omega sentía que ya era de cortar esa relación, su hijo no le había dicho nada de lo incomodo que se sentía con aquellos hombres. Pero ella y su loba, lo conocían a la perfección.
Estuvo observando el comportamiento de Kai, y se dio cuenta que estaba acosando a su hijo, fisgoneaba en la ropa del omega y lo vigilaba cuando se iba con Jin. Así que tomó la oportunidad en esa cena para dejar ciertos puntos claros.
No permitiría que nadie se metiera con su cachorro. Ya había hablado con Jin, el omega hijo de su mejor amiga. El chico era unos años mayor que JungKook, y lo cuidaba como si fueran familia.
Su amiga ya no vivía en el país, pero el independiente y guerrero hijo de la dama se había quedado en el país, porque no deseaba dejar a JungKook y a su segunda madre.
Ese omega sentía un fuerte cariño hacia el chico.
Haneul, le había encomendado a su cachorro, sabía que con Jin estaría muy seguro en el caso de que le pasara algo a su persona. Eran familia, una familia creada por la Diosa luna y sus designios.
Algo le decía que lo que hizo esa noche desataría el infierno. Pero si despertaba demonios con cara de ángeles, ella les cortaría la cabeza de ser necesario.
Los Kim llegaron a su hogar, el cual estaba a unas casas del hogar de los Jeon.
— Mierda, padre. — Expresó Kai cuando ingresaron a su casa.
— Esa maldita perra, primero me salió con la sorpresa que no puede tener más hijos...
— Padre, te he dicho que para eso está JungKook...
— Sí, pero resulta que tú quieres preñar a ese omega.
— Es mío, padre.
— Ya deja de repetirlo. Ese chiquillo salió de mi radar desde que me dijiste que era tu omega.
— Debiste deshacerte de esa mujer cuando te dijo que no puede tener más cachorros.
— Ahora estoy seguro que me va a mandar a volar. — Se sentaron en el sofá. — Creo que sospecha que tú no dejaras en paz a su cachorrito. Hoy demostró que le vale quien sea su pareja, ella solo piensa en su hijo.
— ¿Me recuerdas por qué querías embarazarla?
— ¡Pareces idiota, Kai! Pues para que en nuestra familia corra un poco de sangre pura.
— Pero eso lo puedo hacer yo con el rubio...
— Mi plan era con ella, y si no se podía, pues me llevaría a su apetecible hijo, pero tenías que encapricharte con mi futuro juguete.
— Es mío, y solo yo lo voy a preñar hasta que se muera dándome hijos. — Sonrió pensando en cómo haría gritar a ese omega cuando lo anudara. — Es mío, mi omega...
— Deberías dejármelo probar después de que tú lo embaraces.
— ¡No! Padre, ese cuerpo solo será mío.
Los Kim tenían un solo objetivo, utilizar a los Jeon para que con sus futuros hijos pudieran tener un alfa u omega puro, sabían que eso era una ruleta rusa. Podrían salir o no puros, pero a ellos no les disgustaba tener que embarazarlos las veces necesarias.
La belleza de madre e hijo los había hecho perder aún más la cabeza.
Ahora tendrían que adelantar todo. Porque como lo imaginaron, la señora Jeon, la bella omega, terminó la relación que tenía con Yon.
La mañana después de esa cena, la omega citó a Yon, terminó su intento de relación y le advirtió que no deseaba ver a Kai cerca de su cachorro.
Enserio Yon quería golpearla, pero se contenía al recordar que una vez intentó dominarla y ella simplemente lo hizo ponerse de rodillas con solo mirarlo a los ojos, los orbes de la omega brillaron en un azul profundo y sin necesidad de expulsar feromonas lo dominó.
Desde allí, Haneul supo que esos hombres se traían algo entre manos.
Kim Yon, no puso trabas a la decisión de la omega, necesitaba que ella pensara que habían quedado en buenos términos, y así poder llevarse a JungKook lejos, y no levantar sospechas.
No conocían para nada a esa omega, pero también la preciosa dama no se imaginaba que su hijo quedaría marcado y ella no lo podría evitar.
El destino movía sus hilos, y el dolor que sentiría seria el inicio del crecimiento de JungKook, además que lo llevaría a lo que tanto anhelaba el omega.
Pasaron unos cuantos meses, después de la ruptura de esa relación, los Kim seguían viviendo en la misma calle que los Jeon. Kai vigilaba a JungKook, pero esta vez tenía más cuidado, y su padre se encargaba de vigilar a la omega. Necesitaban ver la ventana de oportunidad para ejecutar su plan.
Llegó la noche de Halloween, y un hermoso omega rubio de sonrisa aconejada y ojitos azabaches, salía de su casa hacia una fiesta de disfraces. Con un antifaz en su bello rostro, su vestimenta de vampiro y una capa negra que lo cubría de pies a cabeza, se encaminó a la fiesta.
— Nos vemos en unas horas, madre hermosa. — Dijo JungKook cuando su madre salió del restaurante para darle la bendición.
— Ten mucho cuidado, mi conejito vampírico.
— No te preocupes. — Le sonrió y la omega pudo divisar los hermosos colmillos falsos que se asomaban en la boca de su cachorro. — Quizás hoy conozca a mi alfita.
— Siempre me preocupare por ti. — Le besó la mejilla. — Mi lindo cachorro, tu alfita aparecerá en el momento menos indicado.
— Lo sé madre. — La abrazó. — Nos vemos en unas horas.
— Nos vemos hijo... — Una punzada se instaló en su corazón cuando sus orbes dejaron de divisar a su cachorro. — Que la Diosa luna te cuide.
Sus caminos se separaron en esa noche de Halloween, ahora la carrera contra un destino doloroso iniciaba.
JungKook llegó a la fiesta, compartió con algunos de sus amigos más cercanos, bailó y bailó hasta que sus pies dolieron. Para el omega, la diversión de la fiesta llegó a su fin cuando de la nada empezaron a murmurar que dicho evento era realizado por los padres de un alfa gruñón.
Su objetivo encontrarle pareja al alfa que se negaba a tener una relación amorosa. Aquel chico no deseaba nada de romances, al menos que fuera su destinado.
— A la mierda. — Expresó cuando uno de sus amigos lo llevó al centro de la pista de baile, disque para presentarle al alfa. — Yo no vengo a ofrecerme como tributo a quien sabe que alfa. — Se deshizo del agarre de su amigo. — Además ni ha llegado el susodicho.
— Kook, solo espera y hablas con él. — Dijo su amigo Beomgyu.
— No deseo conocer alfas esta noche.
— Kook, ¿Y si es tu alfa destinado?
— No lo creo. — Se abrió camino entre la multitud y salió de la mansión donde se realizaba la fiesta. — Yo me voy de aquí. — Masculló cuando las puertas de la reja de la mansión se abrieron para dejarlo salir. — Adiós, Beomgyu, te veo en la mañana. — Se despidió del chico que zapateaba como loco en un berrinche porque su amigo se le había escapado.
Enserio el deseaba que JungKook conociera a Kim TaeHyung. Pero el omega ni tiempo le dio de decirle el nombre del alfa.
El omega rubio caminaba por el solitario sendero, solo podía observar los árboles, de un momento a otro una espesa niebla le impidió su visibilidad.
— Debí haberme quedado con Beomgyu. — Se regañó al verse en total penumbra. — ¿Por qué la bendita luna no ha salido aun? — Inquirió cuándo metió sus manos en los bolsillos del pantalón y buscó su celular. — Debí haber esperado al loco ese y devolverme con él en el auto...
— Hola, omega. — JungKook sacó las manos de sus bolsillos al escuchar la voz.
— ¿Quién está allí?
— Soy tu alfa...
— No tengo alfa, aun.
— Si lo tienes, y soy yo, Kai.
— Mierda, corre JungKook.
— No te irás a ningún lado. — Yon agarró al rubio y lo inmovilizó de manos. — Tu maldita madre no te salvara de esta. — Kai le colocó un trapo en la boca. — Nos llevó más tiempo de lo esperado, pero por fin nos diste la oportunidad de llevarte con nosotros.
JungKook pataleaba intentando liberarse. — Su-suéltenme... — Dijo antes de cerrar sus ojos.
— ¿A dónde lo llevamos? — Inquirió Kai.
— A la cabaña que alquilamos en lo profundo del bosque. — Subieron al omega al auto y manejaron por el pequeño sendero. — Allí nadie escuchará sus gritos.
— No lo vas a tocar padre.
— Ya lo sé.
— Hoy ese omega será mío.
En el restaurante una preocupada omega dejó caer los platos al sentir una fuerte punzada en su pecho.
— Haneul, vamos por el cachorro... — Le habló su loba Moon.
— Moon, ¿Por qué siento que mi cachorro está sufriendo?
— Mujer, el cachorro corre peligro. Cooky me llama, es muy débil su llamado, pero allí esta.
— Maldición, mi bebé.
— Vamos por Jin.
— Pero Moon, el chico acaba de salir del hospital por lo que pasó con su alfa...
— Haneul, lo sé, y no creas que no me dolió que perdiera a su cachorro. — La omega cerró el restaurante con rapidez. — Pero sabes que necesitamos que él nos acompañe.
— Okay, pero si veo que no está en condiciones...
— Iremos sin compañía.
Haneul, corrió hacia la casa de SeokJin, él estaba mal, pero su malestar no era corporal. Era sentimental.
Así que después de limpiar sus lágrimas, se cambió y salió de su casa en compañía de la omega mayor.
— JungKook no contesta las llamadas. — Expresó la omega.
— Definitivamente algo malo está pasando. — Dijo Jin.
— ¿Qué?
— A mí tampoco me contesta. — Dijo frustrado. — Además el auto de tu expareja no está y mucho menos el de su hijo. — Señaló el hogar de los Kim.
— Esos malnacidos se llevaron a mi cachorro. — Gruñó y sin pensarlo arrojó una piedra al ventanal de la sala de esa casa. — Vamos Jin, tu cuidas aquí afuera, voy a buscar información. — Se adentró a la casa. — Estoy segura que es tan imbécil que dejo alguna pista de donde pudo irse.
Mientras en la casa de los Kim una muy furiosa omega buscaba información sobre el paradero de su cachorro, Jin decidió llamar a los amigos de JungKook.
— Haneul, ¡Tengo la última ubicación de JungKook!
— Yo tengo unos folletos y una factura con el pago del alquiler de una cabaña. — Salió de la casa de los Kim.
SeokJin miró los folletos mientras le decía a la omega en donde habían visto a JungKook por última vez.
— Está en alguna de esas cabañas. — Dijeron al unísono.
— Jin, voy por algo a mi casa. — Le arrojó las llaves de su vehículo. — Enciende el auto, ya vuelvo.
— ¡¿Qué vas a hacer?!
— Ese hijo de puta se llevó a mi cachorro, y yo le voy a volar esos malditos testículos que tiene. — Se adentró a su casa buscando el arma que su difunto esposo le había regalado en caso de que se necesitara defender algún día.
— Estoy seguro que yo haría lo mismo por protegerte. — Habló hacia su vientre. — Cachorro, ayúdame a proteger a Kookie. — Suplicó en tristeza recordando que su vientre estaba vacío.
En una cabaña, lejos de la sociedad, en medio de árboles y hojas secas, un omega abría sus ojos lentamente.
— ¿Don-dónde estoy? — Intentó llevar sus manos a su rostro, pero no pudo. —Esto no puede ser cierto ¿Verdad?
— JungKook, no entres en pánico. — Habló su lobo.
— ¿Cooky?
— Hola, humano.
— ¿Qué pasó?
— Kai y su padre...
— No, no, quiero estar con esos dos.
— Tú quédate tranquilo, ya veré como salimos de aquí.
El ruido de unas llaves en la cerradura de la puerta los interrumpió.
— JungKook, calmado por favor, quiero manejar esto.
— No puedo, tú sabes cómo nos miraban esos dos. — Buscó alguna luz en el lugar. — Estamos en peligro.
El chico se encontraba en una total oscuridad atado de manos, sin poder moverse, deseaba irse, salir de ese lugar, pero era imposible, solo podía observar una gran sombra que lo observada desde el fondo de la habitación.
Yon había abierto la puerta, ingresó al lugar, y lo observó sonriéndole burlonamente.
— Hola cachorrito...
— No me llame así, y será mejor que me suelte...
— Te llamo como se me dé la regalada gana. — Caminó hacia el rubio y con una de sus manos tomó posesión de las mejillas del chico. — Por unas horas este será el nido de amor de mi hijo y tuyo.
— ¡¿Qué?!
— Cierra el pico y escucha. — Apretó con fuerza las mejillas contrarias. — Tú serás el omega de mi hijo, le darás muchos, muchos hijos. Ese es tu destino. — Sus ojos se oscurecieron. — Kai, hoy te tomará, anudará y te llevaremos lejos de tu adorada madre.
— ¡No quiero estar aquí! Suéltame, esto está mal, nunca aceptaré lo que quieres hacer, ese no es mí destino. — Gritaba con todas sus fuerzas, con lágrimas asomándose por sus ojos. — Yo me niego a hacer esto, primero muerto, por favor suéltame, déjame ir, esto que me estás haciendo la destrozará.
JungKook no quería llorar, pero el miedo a ser lastimado de una manera tan cobarde, como ser tomado por un alfa sin su consentimiento lo estaba golpeando. El miedo a la posibilidad de ser separado de su madre lo estaba llevando a un estado de pánico.
Estaba atado y no podía pelear, eso lo hacía llorar en frustración.
— Cállate precioso, tu destino ya lo decidí y no lo vas a cambiar. No me importa si la destrozará o no, simplemente nunca sabrá que pasó contigo, míralo así... En realidad tu destino lo decidió ella, ella te entregó a nosotros, pero no queremos que se sienta culpable así que le haremos creer una gran historia para que esté muy muy feliz, ¿Te parece? — Habló el hombre desde la total oscuridad.
— ¡No! No me parece, estás desquiciado, ella nunca creerá nada, y nunca me entregó a ustedes, eso solo te lo crees tú y tu mente desquiciada. No aceptará tus cuentos y me buscará, me conoce perfectamente y no va a creer nada, sabe que yo nunca me iría de su lado y mucho menos sin despedirme personalmente, tus planes no saldrán.
— Mí precioso, eres muy tierno e ingenuo, ya verás que si lo creerá de eso me encargo yo. Tú solo mentalízate en que serás una fábrica de reproducción y nos tendrás que dar bastantes herederos, para eso naciste.
La puerta fue cerrada con llave y dentro se encontraba aquel chico con sus lindos ojos llenos de lágrimas, sus manos atadas, con un profundo miedo y asco; ya que lo que le preparaba su destino no era nada bonito.
— ¡NO TE VAYAS BASTARDO, NO SIN AL MENOS SOLTARME Y DEJARME IR!
Yon salió de la cabaña y su hijo lo acompañó hasta uno de los autos.
— Kai, ve a buscar el medicamento para inducir el celo del omega.
— ¿Estás seguro padre?
— Muy seguro, necesitas que el omega no pelee, que se entregue a ti. — Abrió la puerta del auto de su hijo. — Él va a luchar, así que será mejor inducirle el celo para que coopere.
— Okay, pero ni se te ocurra tocarlo...
— Si sigues diciendo esa mierda, te golpearé, y seré yo el que tome al precioso rubio. — Cerró la puerta con fuerza cuando su hijo subió. — No tardes y ten cuidado de ser visto.
Hola, kokoros darks. 🤟🖤💜
Aquí el capítulo del inicio del pasado de mi JK omega. 🥺
Nos leemos en la próxima actualización.
Besitos púrpuras 💋💜
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