|𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒑𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓𝒐|
Es mi primer two-shot, y espero que lo disfruten y sea de su agrado lindos y beios lectores :3 en verdad siempre desée realizar algún escrito de esta pareja del AU de Dusttale, y ahora es mi oportunidad para escribirla y ustedes para leerla uwu.
Contiene segunda parte.
*Maktub: "Está escrito." (Traducción árabe)
...
Recuerdo...
Sangre... huesos rotos... polvo por dónde pisaba... un cuchillo... un genocida... memorias desvanecidas... un corredor... una... dos... tres muertes...
Suspiros desalentados y exhaustos que salían de entre mis labios y palabras que se helaban al solo retenerlas en la garganta. No podía hablar... no podía mirarte... mis ojos solo alcanzaban a ver la muerte, y mis oídos a escuchar el crujir de tus huesos romperse...
Cuatro... cinco... seis...
Nuestras almas clamaban, ¿qué mejor al dejarlas hablar y dejarlas enfrentar su tormento en esos momentos? Eras mi esperanza... mi escape de este ciclo vicioso...
Siete... ocho... nueve ...
Decepcioname, ódiame... ¿por qué no hallo más que una emoción distinta en tus ojos a todo lo que estás haciendo? "Por favor, no pares..." te suplicaba al verte esquivar con tanta facilidad a las pocas veces que lograba acercarme a ti para atacarte y observarte más cansado de lo usual. Y aún así, eras capáz de sonreír. Una sonrisa tétrica y propia de un psicópata como tú.
Mi cuerpo accionaba por sí solo de forma casi mecánica, mis pensamientos se desviaban a los recuerdos, y el cuchillo lo movía a dirección a tu pecho, entre tus costillas para alcanzar esa sucia y retorcida alma.
No sabía quién era ya, por qué estaba ahí, por qué una parte de mi decía que te matara y otra deseaba llorar en tus brazos sin importar que amenazases con matarme. Tal vez debía continuar con ese vía Crucis hasta finalmente acabar en el calvario. Tal vez esta era la única forma de entendernos y desear en cualquier momento la destrucción de alguno de los dos, y ser el asesino del otro. Para tí era un placer deleitarme con tus ojos mi yo ensagrentada sin ninguna posibilidad de rehabilitarme jugando en la orilla del abismo de la muerte. Te dabas el gusto de verme en ese estado antes de que rompieras mi alma, y con ello mi estima.
Mi confusión aumentaba con cada muerte junto con mi sofoco que me hacía querer gritar y desahogarme de alguna forma para deshacerme de esa soga que jalaba de mi cuello peligrosamente. Tú no te dabas cuenta de ello, y si lo hacías, no había que decir mucho para saber que no te importaba en absoluto. ¿Todo esto era mi culpa? ¿por haberme dejado guiar hacia ese camino desconocido y amplio, lleno de disturbios y consecuencias? Al llegar a lo que sería el encuentro final de este destino el cuál ninguno de los dos superficialmente parece interesarle si alterarlo para bien o mal. Simplemente nos mantenemos distantes, atacando e intentando matar al otro.
Siempre supe con anticipación todo lo que te ocurria... teniendo en cuenta mi preocupación por tu estado antes de que todo esto pasará, y ahora ha de pasar. Me preocupaba, y ahora demuestro todo lo contrario como si no lo sintiera convirtiendo mi actitud en una total hipócrita a la que yo misma etiquetaba. Maldecia internamente por separarme del camino el cual estaba deparado para ambos, ¿o esto era lo que en verdad necesitábamos?
Quería odiarte..., y sin embargo, no pude hacerlo. Deseaba disfrutarlo tanto como tú lo hacías, y te jactabas en ello... pero en su lugar lloraba y me abrazaba mí misma al verme ensuciada por tu sangre, sintiendo la mirada de decepción de tu cuerpo moribundo antes de hacerse polvo. Me acabé a mi misma.
Diez... once... doce...
Parecían fotogramas de una película que Dios sabe cuándo acabaría, y si tan solo valiera la pena todo esto para salvarnos del ciclo, de esta línea temporal, de estas vidas... pero alguno de los dos debe morir, y aunque lo desease, no puedo ser yo.
Te escuchaba susurrar para ti mismo o incluso palabras dirigidas a otra persona, como si alguien más que nosotros estuviera presente. Tal vez sí estabas algo afectado, pero no podía decir lo mismo, ya que la voz en mi mente se escuchaba cada vez más clara y nítida como un eco susurrandome "mátalo", "acaba su vida", "es lo que quieres", "es lo que se necesita para avanzar", "le queda bien ese color rojo, ¿no crées?".
Trece... catorce... quince...
Escuché tu voz ronca y vacía, casi perdido el único toque de originalidad que quedaba en ti. Alcé la mirada desde el suelo para observar te y pude escuchar uno leves sollozos de tí y lágrimas que se desbordaban de tus cuencas. Te cubriste el rostro con una mano y lentamente reíste hasta convertirse en una carcajada estruendosa y tétrica. Bajaste tu mano observandome, y casi pierdes el equilibrio, y yo por reflejo extendí mi mano hacia tí. Pero no estaba en condiciones de acercarme ni tú tampoco lo estabas.
—en verdad es lo que deseas, ¡¿eh?!
Extendiste tu mano hacia mí con enojo mientras sonreías, una amplia sonrisa de locura reflejada en tu rostro, y cerré los ojos. No quise ver nada, no quise sentir nada.
Dieciséis... diecisiete... dieciocho... diecinueve...
... cincuenta... cincuenta y uno...
Tal vez fui una idiota por seguir intentandolo... o por creerme que tal vez hubiesemos descubierto un distinto final juntos... pero mientras más repetimos esto, más reducidas veo esas posibilidades. Debería sin dudarlo al matarte seguir adelante y olvidarme de esta pesadilla en lo que llamo vida, pero esa mínima parte de mi me dice que no desea existir sin ti conmigo... te odio, y sin embargo, sé que no es verdad.
Acabaste con mi vida por sexagésima vez... o eso quiero creer yo, realmente perdí la noción del tiempo. Me lanzaste bruscamente a un muro, y esos reflejos que no son propios de mí actuaron demasiado tarde, atravesando todo mi cuerpo con huesos que súbitamente salieron del muro; claramente invocados por ti. Solté el cuchillo provocando un chirrido metálico al caer en las baldosas doradas y ahogué un grito, más por la sangre que ascendia por mi garganta, al sentir ese líquido rojo y delicioso a tu vista derramarse de mis venas dolorosamente. Te busqué con la mirada, pero mi visión poco a poco se oscurecia, y además de ello no te encontré en el muro donde deberías estar recostado.
Respiré por última vez, pero ese suspiro fue aguardado por ti de una forma que absolutamente nunca creí que harías. Abrí mis ojos expectante sintiéndote besarme y tu grande y tibia lengua adentrarse en toda mi boca. Quise apartarte, pero mi cuerpo no respondía a mi mente. Idiota, desgraciado, imbécil, estúpido...
Al volverme a mirar lo hacías desde la distancia fijamente a mis ojos con una sonrisa de descaro y tu viscosa lengua color lila brillante lubricaba tus dientes.
...
Deseé sentirme asqueada, y me repeti mil veces a negarme a sentir otro de sus dedos tocarme de nuevo, más luego de ese momento en que acababa de atacarme. Le dediqué una mirada decepcionante y advertida limpiandome la boca con la manga de mi suéter.
—¿qué? ¿por qué me miras así? no niegues que no te gustó.—él soltó una leve risita llevando sus manos a los bolsillos de su chaqueta y recostandose en el muro que aguardaba la salida del salón del Juicio.
—no podía darme el gusto de perder una oportunidad como esa, heh.
—Idiota...—lo fulminé con la mirada.
—tomalo como quieras—se encogio de hombros despreocupado.—como si tú opinión me importara.
El aguijón de lágrimas empezaba a picarme los ojos al verlo tan indiferente y sin ningún rastro del amigo que había visto en él desde hace tiempo. Mantenía una sonrisa de burla, pero en lo más profundo del reflejo de sus pupilas color sangre, juraba ver una gota de culpa...
Apreté el mango de mi cuchillo.
—¿sabes? al principio creí que quería detenerme en todo este buen rato que hemos estado divirtiéndonos... después de todo, fue por tí que iniciamos todo esto. y por mucho que disfrute matarte repetidas veces, me estoy aburriendo de esta monotomía. no soy idiota para saber que no puedo desaparecerte del todo, y por alguna tonta razón o por simple idiotez no haces más que llorar y hacernos volver al inicio. ¿crées que no me he dado cuenta?—me cuestionó como si le molestará preguntarlo y sorprendentemente serio.
—No quiero que mueras... porque... —murmuré más para mí que para él desviando la mirada y esperando a que no escuchara.—creo que tú puedes cambiar...
Una estruendosa risa que me heló la sangre salió de él casi divertida luego de decir mi última frase. Me sentía una tonta, pero lo miraba firme esperando otro tipo de respuesta de su parte. Él claramente se entretenía en estos momentos en los que ninguno de los dos ha intentado matar al otro.
—oh, ¿enserio eres tan estúpida como para pensar eso?—se inclinó hacia mí con una expresión y tono como si se estuviera dirigiendo a un niño.— te creí más lista, humana.—enseguida cambiando la por una mirada era burlesca al igual que su maldita sonrisa.—un pecador no deja de ser la basura que es al cumplir su condena. ¿y crées que un genocida pueda cambiar luego de tanta diversión como esta? heh...
¡HAHAHAHAHA!
Sé que no... pero no pierdo nada al intentar hacerlo entrar en razón, o a la razón que creo tener yo a su diferencia. La iluminación del pasillo bastaba para observar con detalle cada gesto de él en un baile de sombras y luz dorada reflejada en las baldosas a través de las amplias ventanas proveniente de un sol inexistente. Y no había más que burla y sarcasmo tanto en su tono como en todo su ser al dirigirse a mi.
—pero... ya que soy un ser tan misericordioso, te propongo algo.—alcé una ceja interrogante. Tal vez esto sea algo bueno, después de todo no hemos hecho más que matarnos el uno al otro. No hemos intentado dialogar como ahora.— quiero jugar un juego contigo.—se mostró divertido ante la idea ladeando levemente la cabeza fingiendo inocencia.— será divertido, ¿no crées? y quién sabe. tal vez recupere el gusto al matarte la próxima vez.—soltó una leve risita que, de alguna forma masoquista me tranquilizó.
—¿Juego?—solo logré murmurar sonando mi tono más esperanzador que confundido, realmente interesada en la conversación.
—las reglas son tan simples como si tu vida dependiera de ello, y es así.—claramente lo estaba disfrutando, o eso decía su expresión y su sonrisa de desgraciado.
Tomarlo como un simple juego al cuál se decidiría si vivir o morir era algo infantil de su parte, y tal vez por ello quería hacerlo. Un simple pasatiempo de desquite que solo a un maldito asesino se le ocurriría jugar a algo semejante al gato y al ratón. Ya veo a dónde me lleva esto. Si ese fuera el caso, daba gracias que el subsuelo fuera de gran extensión e incluyendo también las distintas zonas de cada región que lo abarcaban por completo. Un infierno perfecto para permanecer en un solo lugar. Claramente nunca sería efectivo a la larga esa táctica, y tendría que permanecer cautelosa al moverme y al pisar en medio de su diabólica jugarreta... no sé en qué estaba pensando.
—probablemente hayas escuchado del "escondite", ¿no?—abrí la boca para responder pero él siguió hablando.—bien. me importa una mierda si lo conoces o no, pero nuestro pequeño juego consistirá en ello. te daré el tiempo suficiente para adentrarte en el underground e ir a donde te parezca. al terminar ese corto lapso de media hora estaré buscándote. si logras ser descubierta, te mataré. divertido, ¿eh, humana?—sonrió como si con eso fuera a aplacar el miedo que lentamente junto a mi determinación empezaba a manifestarse en mi.— tómalo como un breve ejercicio de descanso, y luego podremos seguir con tu encuentro casual con la muerte.
—¿Y... cómo puedo ganar?
—¿hace falta preguntarlo?—se escuchó a mi lado haciendo que me sobresaltase. Se había teletransportado actualmente con su columna y pie recostados en la pared mientras me miraba con complicidad, acercándose amenazante y diciéndome lentamente las palabras. —en mi juego nadie más que yo gana, humana. eso es lo que lo hace tan divertido~.
No había logrado demasiada diferencia, y tragué saliva con lo último que me había dicho, pero media hora es bastante tiempo. Realmente no dudo de las capacidades de él para algo así, y eso era lo que me preocupaba. En menos de media hora habrá recorrido todo el underground buscándome a través de sus teletransportes, ¿qué puedo esperarme de ello?.
—Si me buscas y no me encuentras... ¿No me matarás?—terminé preguntando en voz alta tímidamente y mirando a su dirección. Soltó una risita leve y se cruzó de brazos.
—tal vez quisiera reconciderarlo. pero eso no pasará. ahora vete ya antes de que cambie de opinión y te mate aquí mismo.
—su expresión era cansada.— el tiempo transcurre desde este momento, niña.
Salí del Último Corredor con su mirada plasmada en mis espaldas, con leve aire esperanzador y con la muerte pisandome los talones. No tenía una clara idea de dónde debería esconderme de él hasta que una mísera hora pasase. Entrar en desesperación no era lo correcto y menos apresurarse en tomar una decisión que me costaría otra vida en esta línea de tiempo.
El laboratorio de Alphys estaba destruido gracias a la reciente inundación de lava que provocó un sismo de poca magnitud por la alteración leve del CORE al no estar nadie más a su cuidado y mantenimiento. Lo cual no era un lugar óptimo para ocultarme aunque no sea permanente, y estaba demasiado cerca del New Home: era una gran desventaja para mí. Mientras más me distancie de él lo considero mejor.
Waterfall era una zona extensa y perfecta... además de tener una variedad de lugares donde pudiera ocultarme y moverme con facilidad sin necesidad de apurar el paso, si no fuera porque mi vida corría peligro. Pero fueron tantas ocasiones en los que me encontré frente a ese lugar oscurecido y con solo los códigos SAVE y RESET al frente de mi que ya perdí total temor a lo que sería la muerte o al dolor. Sinceramente lo consideraba como una verdadera escapatoria que nunca duraba lo debido, porque SAVE me movía al mismo sitio con solo la alteración de haber reiniciado por un momento la situación en el instante en que morí, y RESET no me libraba del momento, sino que tenía que soportar el mismo martirio al reanudarlo todo. De nuevo.
Era sofocante, al igual que el aire y mis pisadas apresuradas ya a los límites de las fronteras de Hotland por el sonido distante de las cascadas y entrando en una de las zonas más exóticas que considero la más preciosa del subsuelo.
Lastimosamente perdí mis primeros quince minutos a paso rápido del New Home hasta aquí, llendo por los ascensores con tal de ahorrar tiempo. En verdad no sé lo que quiere lograr con todo esto. ¿No le bastaba con jugar con mi vida, sino que también quiere hacerme ser partícipe de lo que sería morir al perder, algo que al parecer era inevitable en esta ocasión? No hago nada con resetear, porque estoy segura que me perseguirá y repetiremos lo mismo una y otra vez hasta que yo ceda a sus deseos. Estoy contra la pared y el hueso.
El aire levemente humedecido me daba una sensación de frescura que casi inconscientemente me hizo sonreír pese a todo los acontecimientos que atravesaba. No notaba siquiera el polvo que arrastraba mis pies con el caminar un poco más calmado aunque sabía perfectamente que no debía permanecer con la guardia baja, sobretodo cuando la oscuridad casi me cubría por completo y no sabía lo que me aguardaban las sombras; mucho menos con la cuenta regresiva en mi contra. Pasé mi mano por los muros con los escritos en piedra de la guerra entre humanos y monstruos y el poder del alma, ahora llenos de polvo de suciedad y con el pasillo menos iluminado que antes.
Ahora que observo mejor, conozco Waterfall como la palma de mi mano y ha sufrido un buen cambio además del silencio fúnebre y la oscuridad total en alguna que otra esquina o zona que acechaba con tragarme. Mi alma se encogia al ver el lugar que había transmitido tanto sentimiento en mi ser, desolado, y escuchar los murmuros de las flores casi inaludibles era algo lamentable, como si canturreasen en coro rogando que también fuesen arrastradas por las sombras junto a los habitantes de este lugar muerto.
Waterfall era un campo minado, como una trampa disfrazada de un gran queso para atraer al ratón más despreciable y glotón.
Seguí mis propios pasos escuchando solo mis pisadas arrastrarse entre tierra casi grisácea y uno que otro susurro de pequeños grupos de flores eco que de milagro seguían con el tallo erguido, ya que, la magia y la humedad eran lo único que circulaba como energía vital a lo largo de su existencia. Y la magia que anteriormente revoloteaba libremente en el ambiente había desaparecido hace mucho tiempo haciéndose casi nula y anheladas para ellas, y para que este lugar de mantuviera en pie.
Sabia que no habia nadie con vida. Pero la inquietud en mi consciencia no se aplacaba aunque me lo repitiese las veces sufiente, y recurrí con mi cuchillo en puño tantear como pude un claro o reemplantarme hacia donde estaba caminando, o a dónde debía ir, porque el camino principal estaba destrozado y no me quedó de otra que atravesar muros en iguales condiciones como único medio para seguir lo que podía llamar adelante.
—Vamos Frisk, debes ubicarte...—me dije a mi misma en voz alta lo suficientemente fuerte para que solo yo me escuchara, observando los pocos rincones del estrecho pasillo en donde me encontraba mayormente obstruido con peñones, rocas de gran tamaño originarias de los muros y restos del sitio.
Para mi suerte no había tomado demasiado tiempo en encontrar un claro lo suficientemente espacioso y con lo poco de vida que mantenía en el corazón de esa tierra maldita que hizo que me olvidara por completo de mi objetivo y el por qué aún permanecía de pie en el mismo sitio mirando mi alrededor como una tonta.
Los cristales del alto techo empedrado hacían notar su presencia débilmente, palpitante, tenue como si no existiesen e intensamente al igual que el fuego, y cada uno de sus reflejos de vivos colores se deslizaban por el agua cian de los arroyos y lagos de no mucha magnitud. Los comparaba con las luces de Navidad y a los fuegos artificiales que levemente lograba recordar.
Casi sin sentirme yo me adentre en el sitio que encontraba pacífico con una tranquilidad que si no fuera porque la estuviera sintiendo en mi alma diría que yo sería incapáz de sentirme así en estos momentos. Tal vez la poca reserva de magia que contenía este lugar se concentraba en esta zona, advirtiendo también una cantidad más numerosa de flores eco que la última vez en casi todo el sitio convirtiéndolo en un jardín de tamaño con solo un tipo de flora.
Caminaba con cuidado aunque con total libertad para no lastimar las flores que parecían iluminarse aún mas con mi presencia y empezar a brotar los leves murmullos como la espuma. Era tierno, y definitivamente triste, también. Les lancé una mirada compasiva como si ellas lograran interpretarme, y ahí mismo, a orillas del lago con más tamaño me senté no recordando la media hora, ni el pasillo, el juego, ni a él. Mi mente encontró la paz necesitada dejándolo salir con un suspiro, y como si al verme reflejada en el espejo del estanque reviviera todo mis temores al no ver más que una chica con cabello rebeldemente desordenado y unos ojos rojizos como dos rubíes.
Fruncí el ceño, y con rabia interna deslicé con brusquedad mi mano en la superficie del agua obteniendo solo una imagen distorsionada y borrosa de mi misma que de a poco volvía a reestablecerse. Me aparté un poco de la orilla queriendo olvidar lo que hace algunos momentos me estuvo atormentando, y juntando mis rodillas contra mi pecho abracé mis piernas apoyando mi cabeza en ellas.
Adoro este lugar... y recuerdo haberlo visitado muchas veces en mejores condiciones, porque ahora parecía ser una luz palpitante que en cualquier momento se extinguiría sin el menor aviso...
Añoraba esos recuerdos en donde Sans y yo pasábamos horas hablando de cosas sin sentido en este mismo lugar, y lentamente, como si fuesen páginas arrancadas de un libro fueron convirtiéndose en eso, solo recuerdos que fueron llevados a la tumba junto con todos ellos a los que asesinó, y arrastrados por el viento como el polvo en el camino. Sans extinguió esas memorias.
—Supongo que desde el inicio así debió suceder...—murmuré un poco más alto perdida en el brillo del agua.— "Maktub..."*
Así permanecerá hasta que esta línea temporal se corrompa. Hasta que él me encuentre y caiga de nuevo en este ciclo sin fin a la que estoy obligada a avanzar... ahora comprendo la aflicción extenuante que Sans reflejaba al yo resetear constantemente como un juego para reintentar los mismos errores aferrándome a la idea de escapar de lo que ya estaba escrito. No puedo escapar de la culpa ni de mis acciones pasadas ahora confrontando los frutos que coseché en el presente.
No podía evitar sentirme exhausta y somnolienta. La cuenta regresiva para que él me buscase ya habrá acabado, y no tardará en encontrarme. Estoy cansada de vivir, estoy cansada de morir, y no hice más que acostarme en medio del grupo de flores cian a mi alrededor y esperar una muerte segura, rápida e indolora, durmiendo. No podía lamentarme ahora. Era demasiado tarde, para mí, para nosotros, y no me había dado cuenta de ello hasta que ya lo encontré todo perdido.
—te encontré~.
Escuché un par de pisadas entre el sonido seco de las flores siendo aplastadas por ellas acercándose a mi. Me estremecí inmóvil ni siquiera para dignarme a moverme esperando que lo hiciera rápido. Las flores eco se escucharon callarse súbitamente ante su presencia y todo a mi alrededor parecio aquietarse con solo saber que Sans pisaba la misma tierra que hace unos minutos se mantenía viva.
—¿estás llorando?
—(¿En verdad te importa?)—murmuré tras unos leves sollozos limpiando la humedad de mi rostro con mis manos no contando con que me oyera, más que una pregunta sonaba sarcástica y triste.
Mantenía mis ojos entreabiertos mirando a la nada misma tras mi velo de agua escuchando nada más que silencio de su parte.
Toda mi vida me habría creído libre de tomar mis propias decisiones y aceptar sus consecuencias a como fuesen, aunque al descubrir que podía remendarlas reseteando la idea egoísta de escapar de la realidad fue tomando control de mi mente. Cuando en verdad era una fantasía tan imaginaria que lo único que tenía de fantástico era maldecirme la vida, creyendome dueña de mi propio destino falsamente. Sans era quién lo decidía. Sans era quién podía escribir en mí el camino a cual tomar, porque él es una parte de mi, y si debía morir a sus manos, era preferible que al verlo asesinado a los míos.
Me alegro no ser una marioneta de la vida.
Pero si eres su marioneta.
Lo soy.
—es increíble que este lugar aún siga en pie—lo escuché hablar imaginando su acción observando el lugar con su típica sonrisa de idiota ignorando mi pregunta anterior.
Entreabri mis labios para comentar al igual que él sobre el estado crítico del actual Waterfall, para mantener un poco de conversación decente entre ambos en mucho tiempo, pero me abstuve de hacerlo al darme cuenta que sería una pérdida de aliento total, además que debía recordar que fueron por sus consecuencias que Waterfall se encontraba así.
Solo quiere jugar conmigo como lo ha estado haciendo desde el inicio, mirándome como su diversión que desecharía cuando quisiese al aburrirse de mis muertes que tal parecían no tener fin.
¿Tenía que esperanzarme o buscar de mi para apuñalarme por la espalda?, ¿por qué no dejaba de causarme tanto sufrimiento al ser así?, ¿tenía alguna necesidad de hacerme esperar y sufrir cuando en verdad deseo desaparecer de este mundo aunque fuera en un lapso de tiempo de unos cuantos segundos? Siempre era así... siempre lo había sido al acabar conmigo... y prefería revivir esas muertes primerizas que marchitan mi alma rápida e indoloramente a como ahora.
Odio tu juego, odio tu retorcida diversión, odio tu actitud cínica e indiferente ante mi sentir...
... y sin embargo, sé que no es verdad.
—no necesito preguntar para saber que intentas ignorarme.
—¿Y por qué no hacerlo si voy a morir de cualquier manera?
—así que osas responderme al fin.
—Eres despreciable, Sans.
—es mi trabajo, niña.
Un largo silencio se apoderó del lugar que empezó a sentirse escalofriante. Las flores permanecían como intimidadas por la permanencia de Sans en el lugar, y tanto ellas como yo queríamos calmar el chirrido que se escuchaba en nuestro interior matando cualquier sentimiento de tranquilidad nuevamente. Osé por preguntar en voz alta aún inmóvil en mi protección desde mi cama floral:
—¿Por qué no me matas de una vez?
—¿acaso nombré en mis reglas el tiempo que debías permanecer viva cuando te encontrará?
—No, pero...
Mi última palabra acabó en un susurro lamentable. En algún momento menos inesperado acabaré muerta, como todas las demás, siempre repetitiva. Nunca esperanzada. Suspiré resignada ahora sintiéndolo mi lado y sentarse como si nada a mi izquierda. Fingi no prestarle omiso caso, pero el que se estuviera dando la libertad de darme unos pocos minutos de vida me picaba la curiosidad y el miedo. Me acomodé sentándome de rodillas y apoyando mis manos en estas.
El sonido tranquilo de los arroyos y cascadas difuminaban cualquier intento de silencio total en el aire. Un silencio que nos dividía, y apesar de tenerlo a mi lado, estábamos más lejos que nunca.
—nunca me detuve a pensar lo que sería volver a este lugar.—su voz ronca comentó como si le molestará de alguna forma lo que había dicho.
—Así que aun lo recuerdas...—susurre con una leve sonrisa bajando la mirada hacia mis manos.
—¿por qué no debería?—volteó hacia mí.
—Porque eres un asesino.
Ambos permanecimos mirando hacia la nada a lo que se suponía el frente. Claro que no debería hacerlo. Y tampoco quiero que lo haga.
—... heh.
Fue lo único que murmuró entre dientes ante mi desespero. ¿Cómo era capáz de tomarse todo a la ligera?, ¿en verdad nada de lo que sucedió aquí valió la pena para él?
Abrí mi boca para hablar vacilante, pero recordé que sería en vano por obvias razones. Aún así desearía escucharlo de su propia voz aunque sea una vez, y verlo directamente para intentar leer su alma indescifrable.
—¿Desearías revivir esos recuerdos, Sans?
—por primera vez ese día lo miré a esos ojos rojizos inyectados en sangre y determinación gracias a que me devolvió la mirada tal vez pillado por la pregunta inesperada.
No contestó enseguida, y yo tampoco insistí en que lo hiciese. Pero breves momentos en los que parecieron una eternidad, lo escuché responderme con su voz arrastrando la sombra de sus secas e indiferentes palabras.
—no los necesito.—dijo cortante.
Intenté fijarme en alguna reacción, en su tono, o cualquier cosa que me dijera que tras sus palabras ocultaba todo lo contrario. Pero lo único que pude notar es un enorme vacío incomprensible... hasta para mí misma.
—Si no los necesitas...—comenté tajante inclinandome a buscar sus ojos que parecían huir de mi mirada, con un poco de timidez, pero firme.— ¿Por qué percibo en tí tanto gris?
—mi vida no es un arcoiris como la tuya, humana idiota.
Respondió sin vacilar ya intranquilo, suspirando, aún con sus pupilas carmesí fijas en un punto específico del estanque cian, y yo buscando sus ojos al igual que él desesperandome por sus respuestas bordes y limitada. Decidí continuar y buscar lo poco de sentido que aspiro a encontrar en él. O tal vez me estoy confiando demasiado por no haberme matado a la primera. Ya ni sé que pensar, pero una parte de mí cansada de todo, de morir, de vivir, de continuar, de sufrir, de ser un juguete, de ser solo un recuerdo lejano, que me empuja más a continuar, ya no importandome si me mataba ahí mismo o alzar mucho la voz.
—Pero antes lo era, ¿Verdad?
Siguió ignorandome con sus cuencas entrecerradas y sus pupilas tenues que pude ver con claridad al colocarme en su campo de visión, inseguras y vacilantes, su sonrisa estática ya casi pareciendo una mueca forzosa. Me mordí el labio y apreté mis puños pulverizando la tierra en su interior sobre el suelo.
—¿Por qué... tuvo que acabar así, Sans?
Mi voz la escuché quebrada aunque no quisiese que sonara así, e intenté reprimir un leve dollozo que amenazaba con ascender desde mi garganta. Quisee impedir que mis ojos se cristalizaran y mirar su mano en un puño sobre la tela de su short que parecía cerrar con fuerza, para tocarlo y darle un leve empujón, aunque parecía totalmente inmóvil e incapáz de siquiera querer escucharme, como si no existiera para él. Irónico, ya que hace nada me buscaba insaciablemente para asesinarme.
— ¡¿Me escuchas?!, Snif...
Me lanzó una mirada cortante, y estaba segura que se estaría limitando él mismo para no acabarme de ocho maneras distintas al dirigirme a él de esa forma y elevar la voz más de lo que hubiese querido. Me levanté como pude de su lado, y Sans siguió con la mirada distante perdido en mi dirección, pero sin encontrar sus ojos aún en medio de la semi oscuridad de nuestro rededor. Disponía a irme, a esconderme, a correr lejos a donde fuera aún si no tengo ninguna idea, lo que sea con tal de no seguir junto a él. Me hiere, y duele.
Él seguía ahí, inmóvil, pero yo no me quedaré a esperar a que se moviese para obligarme a volver a jugar este estúpido juego mortal. Hasta que me detuvo escuchando su voz dirigirse a mí aún sin mirarme a los ojos, apenas un murmuro.
—no puedo matarte, frisk.
No reaccioné enseguida ante sus palabras, pero no me movía de donde estaba para siquiera dirigirle la mirada. Quería echar a patadas cualquier insinuación falsa que creará mi mente. Se cubrió la mitad del rostro con su mano y su codo apoyado en su pierna y suspiró, sonriendo como si verdaderamente fuera un chiste mi reacción.
—no puedo hacerlo una vez más... no puedo.
¿Él no me hizo ser partícipe de lo que es la pesadilla en mi vida? ¿Ahora luego de asesinarme brutalmente más de una centena de veces me viene con actuación de perrito arrepentido? Me parecía muy descarado de su parte. Me gire a verlo, y sorprendente él había levantado la mirada para que nuestras miradas se entrecruzaran por breves momentos. Mordí mi labio con cierto disgusto y bastante entristecida por lo que acababa de escuchar.
—Sans...¿Qué...? ¿Por qué? ¿Por qué ahora?...—Junté mis manos sobre mi pecho resentida, e inconscientemente dejé que las yemas de mis dedos se dejarán acariciar por el duro y frío metal del Medallón de corazón, al que le daba vueltas sin percatarme de lo que hacía.
Me vió por un momento al llamar su atención, apartó un poco su mano viendo su pupila observarme a través de sus dedos.
—¿puedes callarte de una vez y dejarme hablar, maldita sea?
Me estremecí por el sonido ronco tras sus palabras, y obedientemente asentí, más por la necesidad de escucharlo. No tiene del todo sentido... lastimarme, a mí, a todos, a él mismo, e intentar alejarme de la peor manera para luego recibir una "explicación" del por qué. Pero... mi orgullo magullado decayó como cualquier rastro de sonrisa que pudo haber tenido en el rostro.
Debió haber tomado mi silencio como una afirmación, porque tan pronto el aire se sintió pesado para permanecer en pie observandolo continúo sin más, aunque, exactamente no parecía dirigirse a mí...
—tch... lo sé... es estúpido esto, pero ¿qué quieres que haga si no puedo aguantarlo más? pensaba simplemente si nos deshicieramos de ella unas cuántas veces más lo olvidaría...—su voz se apagó un poco al terminar murmurando, no parecía hablar conmigo exactamente.
Ya estaba pronto a interrumpirlo en su "conversación" ajena hasta que se giró a mí con una mirada tensa, afilada como cuchillos.
—en fin...—soltó de golpe, sintiéndome de alguna forma pequeña por su voz ronca y extrañamente seria, extrañada y no acostumbrada aún al escucharlo de esa forma. Normalmente él se caracteriza por hablarme con burla notoria.
Un silencio momentáneo nos invadió, de a ratos cuando ya no sabíamos cómo expresarnos abiertamente a lo que realmente sentimos. O, esa es mi perspectiva. Exhaló con cansancio, observandome con sus pequeños orbes rojizos como rubíes escondidas en la oscuridad de sus cuencas.
—realmente creí que podía hacerla pagar con su sangre usandote como un medio para ello...—empezó sorprendentemente calmado, y ya yo estaba prestando suma atención a cada una de sus palabras. Me hacían vibrar por dentro, aún si fuesen negativas contra mí.— pero... sé que no eres ellas, nunca lo fuiste, y nunca lo serás.
Desvío la mirada al estanque cian, perdiendo el brillo oscurecido de sus ojos en él. Estaba confundida, porque realmente no tengo idea de quién es ella, pero por lo que dice asumo que se refiere a algún tipo de venganza...
—¿... y por qué yo?—Esas palabras susurradas escaparon de mis labios con mi mirada perdida hacia él, buscando algún tipo de explicación, más información del por qué de todo esto, qué tengo que ver yo con todo esto.
—no lo entiendes, niña. nunca lo entenderías...—suspiró apesadumbrado como si sus ganas de vivir las dejara escapar con su aliento— simplemente son recuerdos inútiles que me llevaron a causarte daño. puede que esté mal de la mente, o eso es lo que tú creas, pero las cosas son muy distintas a como antes.
—¿Por qué?—Di un paso hacia él mordiendome el labio, ya cansada de escuchar las mismas frases "no lo entenderías", "es estúpido", ugh.— Las cosas surgían de manera tan natural, Sans, hicimos una promesa, no pude sacarlos de la superficie, ¡Pero...!—Junté mi mano contra pecho aferrándome al material de ella y sintiendo el frío reconfortante del collar, y alce nla voz más de lo que hubiese querido—¡Eran felices! ¿Verdad?
—tú misma lo has dicho. "éramos".
Frunci mis labios apretandolos, reprimiendo las lágrimas y perlas acumuladas en mis ojos acuosos que empezaban a picar. Sentía mi mano temblar contra el collar aún agarrándolo en puño para que no se notara, y tuve que reprimirlo con mi otra mano agarrándola.
—simplemente todo fue una fachada para conocer la felicidad y ser arrebata de nuestras manos, así conociéramos lo que significaría la tristeza, la desesperación y finalmente el caos.
—Pero... ¿Quién...?
—por un recuerdo...—su voz sucumbió, y se apagó totalmente quebrandose.
Un recuerdo que permanecía en la mente de todas hasta la actualidad, y sólo pocas personas lograban mantener vivo. ¿Era ese recuerdo el causante? ¿Quién exactamente?
Las piezas en mi mente no encajaban, como un rompecabezas incompleto aún guardando misterios por descubrir. Sans era un verdadero enigma que si antes no lograba leerlo, ahora en sus condiciones y luego de lo acontecido menos lograría descifrar sus pensamientos.
Una chica linda, hermosa, cariñosa y amable que marcó el corazón de los monstruos y de los reyes quienes mismos la tomaron bajo sus alas y protección. Unos ojos encantadores y provocativos como dos rubíes envueltos en un mar de fuego. Lo único que puedo ver a través de ellos en el estanque es la mirada sedienta de sangre de esos mismos ojos que alguna vez fueron saltarines y felices.
De repente las piezas encajan y mi mente se aclara. Mi respiración por un momento se detiene y miro al monstruo a unos metros de mí fuera de sí y con su capucha puesta, y observo el estanque a mi lado.
En el reflejo sólo veo una sonrisa inocente, pero una mirada sanguinaria.
Un simple recuerdo al borde del olvido que ha causado tanto daño.
—... Entonces... Así debió haberse escrito...
...
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