ɪɪ. ᴇʟ ᴄʜɪᴄᴏ ᴀꜱɪᴀᴛɪᴄᴏ

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𝑯𝑨𝑹𝑳𝑬𝑬𝑵 𝑸𝑼𝑰𝑵𝒁𝑬𝑳
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Dicen que, si quieres contar una historia bien, tienes que empezar desde el principio...

Mi nombre es Harleen Quinzel, cuando era pequeña mi papá me cambió por un empaque de cervezas, sí algo demasiado inhumano... En fin, tal vez fui un error, además de que nunca conocí a mi madre, por lo que prácticamente me sentía vacía y sin ninguna idea de lo que era el amor...

No sabía amar hasta que llegó él.

Sólo ese vacío lo podía llenar ese alguien que compartiera lo mismo... Aquel ser humano, con quien compartiría todas mis locuras... Una unión, cual rompecabezas, que en conjunto todas las piezas forman una imagen única...

Volviendo con mi padre, aunque él intentó deshacerse de mí muchas veces, siempre volvía. Él se entregaba a su vicio, y despreciaba a su propia hija, vendiéndola prácticamente por algo material... No se dejaba querer, no me quería y yo no lo quería... Después de todo, dejé de amarlo luego de tantos rechazos.

Todos tenemos una historia triste de contar, todos tenemos nuestras propias amargas experiencias que nos define nuestro carácter... Sólo hace falta un mal día para sumir al hombre más cuerdo del mundo en la locura...

Finalmente, mi padre me encontró un nuevo hogar, una escuela de monjas demasiado anticuado, en donde su sistema educativo se basaba en demasiados golpes, así como era un lugar tan cerrado y cuadrado de diversión... No era lo mío. Lo bueno, es que yo nunca fui buena respetando a la autoridad, jajaja.

No obstante, no me fue mal, e incluso actualmente asisto a la secundaria de Gotham, un lugar donde hay de todo, desde alumnos con buenas notas hasta potenciales criminales.

El mundo no es un lugar rosa como lo pintan, y Gotham es todo lo contrario a la felicidad, es la ciudad de la oscuridad...

Todos los días que pasaban era una aventura total; asesinatos en cada esquina, ladrones que ponían los ojos en tus preciadas pertenencias, vendedores de droga en frente de las escuelas, y claro villanos psicópatas escondidos en las sombras.

Para relajar todo el estrés, tenía mis clases de gimnasia, en verdad era muy buena en ello... No sabía que esto me iba a servir en un futuro muy cercano...

Como sea, era un día cualquiera entre semana, como siempre el estudio era mi salida hacia una vida mejor... O eso creía... Ya que tenía una pequeña dimensión de lo que sería mis planes a largo plazo, en donde quería ir a la Universidad de Gotham a estudiar medicina, para posteriormente estudiar la especialidad en Psiquiatría, o incluso agregar un doctorado. Las posibilidades eran infinitas, pero el camino es uno solo. Dicho día se incorporó un nuevo chico a la clase... Sus facciones inusuales y su aura me llamaron la atención por completo... Había algo especial en él, algo que me enloquecía por completo...

Era asiático, de eso estaba muy segura...

—Hola, soy Jason. Encantado de conocerlos —Jason, un nombre tan encantador para aquellos labios tan adictivos...

Luego de presentarse, él dirigió su mirada hacia el asiento vacío de mi lado, conectamos miradas, y en ese preciso instante sentí un cosquilleo en mi pecho y estómago... ¿Qué era esa sensación?, ¿alguna vez la he sentido?

Ahora el tal Jason, se aproximaba hacia mí, unos segundos que sentí tan lentos, parecía que sólo estábamos él y yo, mirándonos y analizándolos cual animales vigilando su presa.

Si el mundo se acabara hoy, estaría segura que moriré junto a él... Aquella frase pasó rápidamente por mi mente... ¿Una premonición o el destino mismo?

Por fin, él llegó a mi lado, me sonrió... Uff, qué locura andante... Sonrisa maquiavélica, la cual definía su interior. Ante esto, claro que le devolví la sonrisa, y por supuesto me presenté, ya que no iba a dejar que una perra me quitara mi hueso.

—Hola, soy Harleen, pero todos me dicen Harley —dije con mi voz tan amable.

Qué bueno que capté su atención, ahora no lo voy a dejar ir...

—Un nombre tan inusual y tan único —él me dijo un sincero cumplido.

Estoy segura que ambos conectamos en ese preciso momento.

— ¿Por qué lo dices? —sonreí de lado, mientras que en mi estómago se formaban miles de mariposas.

—Porque solo me dio curiosidad... —Jason me miró fijamente con sus ojos tan únicos.

—Nos llevaremos muy bien, chico asiático —ante aquel apodo, él no pudo evitar soltar una pequeña risa, que con solo presenciarla me hizo temblar de fascinación.

—Sólo tú puedes llamarme así, Harley —esa respuesta no me la esperaba para nada.

¿Qué acabamos de hacer?... Iniciamos algo sumamente loco...

— ¡Chicos! —la maestra nos llamó la atención a ambos—. Continuemos con la clase.

En todo ese rato en donde la profesora solo enseñaba un sinfín de fórmulas químicas, no pude evitar ver de reojo al manjar oriental al lado mío.

Anteriormente, había tenido algunos noviecitos, y tal vez éste no sería la excepción... Pero al adentrarme en su vida, todo cambió radicalmente... Me metí en a boca del lobo, la cual la sentí tan acogedora y tan cálida, sobretodo.

Llegó la hora del almuerzo, todos los presentes en el salón nos levantamos de nuestros asientos para irnos a la cafetería, y como supuse Jason se pegó a mi lado.

—Cómo eres la única que conozco, entonces tú me acompañaras a almorzar —chocó su hombro con el mío, y el conjunto de nuestro tacto nos provocó una fiebre interior.

—Eres interesante, Jason.

—No tienes idea.

—Muéstrame —lo incité.

— ¿Te gustan las locuras? —sus palabras directas me dieron justo en la boca del estómago, realizando una mezcla especial de emociones entre excitación, temor, alegría y supervivencia.

— ¿Por qué lo mencionas? —me di la vuelta, empezando a caminar, con el propósito de que él me siguiera, y justo así Jason respondió ante mi estímulo.

—He visto tus ojos, tu forma de caminar y la sonrisa que haces mientras me hablas —mierda, él es bueno observando.

Me quedé unos minutos procesando todo lo que él decía... Este chico, absolutamente, me encendió algo en mi interior. Mi primer acercamiento hacia las llamas del desorden.

— ¡Qué bien que te encontramos, chico asiático! —un tipo de cabello rubio y ojos azules, el cual parecía ser del equipo de fútbol americano, exclamó con cierto fastidio y burla en sus palabras—. Dejamos pendiente el asunto de la entrada de la escuela —éste comenzó a caminar hasta Jason junto a sus tres perros oliéndole el culo detrás, sin embargo, Jason permanecía detrás de mí, mirando fríamente al tipo ojiazul.

Al acercarse cada vez más, el bravucón me quitó bruscamente, haciéndome a un lado con suma fuerza, lastimándome de paso con el extintor pegado en la pared.

Este hecho hizo que Jason tornara una mirada furiosa, sus puños y mandíbula se apretaron duramente.

Y por supuesto no me iba a quedar de brazos cruzados, iba a golpear a ese tipo que se sobrepasó conmigo.

Como un acto sincronizado, Jason y yo le propiciamos dos fuertes puñetazos al tipo justo en sus mejillas. El tipo, tambaleó por nuestras fuerzas conjuntas, cayendo al suelo de un solo sentón.

—Eres atrevida, Harley —Jason me dijo—. ¿Estás bien? —me observó de reojo.

—Sí, estoy bien —respondí, en eso él asintió y se volvió a mirar al tipo rubio.

Los seguidores del chico iban a golpearnos, pero en eso, Jason hizo una buena jugada, él se quitó el corbatín de su uniforme y con éste rodeó el cuello del rubio, asfixiándolo lentamente.

—Un paso más tipos, y verán de lo que soy capaz de hacerle a su líder —ante la acción, ellos retrocedieron... aterrorizados y atónitos.

Él era un fuego exquisito que me hacía acercarme lentamente y sucumbir ante su calor.

— ¡HIJO DE LA CHINGADA! —el asfixiado murmuraba con dificultad.

—Que te quede claro que no soy tu presa, no seré el chico nuevo al que acosarás, y de una buena vez te advierto de que, si me molestas o tomas represalias contra ella, algo malo podría pasarte —Jason se acercó a la oreja del bully, susurrándole peligrosamente—. ¿Por qué crees que me vetaron de Corea del Sur, genio? —el tipo tembló súbitamente, luego de ello Jason lo soltó bruscamente, haciendo que los otros chicos bravucones cayeran junto con él como si se trataran de fichas de dominó.

Me reí ante la escena que estaba presenciando, lo que hizo que Jason riera a la par mía... Nuestras risas se mezclaron, provocando angustia entre la multitud observadora de los pasillos, los testigos del inicio de nuestra loca amistad...

—Serás una increíble compañera —Jason dijo.

— ¿En verdad? —respondí atónita.

—Ven, ten invito algo picante para conocernos —él propuso.

Ambos fuimos a la cafetería, las miradas de los otros alumnos se hicieron notar, había varios murmullos sobre el incidente de hacía unos minutos:

—Su risa conjunta me hizo temblar.

—Serán potenciales psicópatas.

—Qué bien que le diera su merecido a Raymond y sus perros.

—Es lindo el nuevo pero peligroso.

—Serán una pareja perfecta, eso lo sé.

—Serán una bomba de tiempo.

—No ha pasado ni un día de conocernos y ya hacemos revuelo entre la gente —Jason me comentó.

—Por algo pasan las cosas —respondí divertidamente.

—Carajo, aquí no hay nada picante —él chistó al ver el menú que ofrecía la cafetería de la escuela—. Mejor a la salida del colegio te invito algo en el barrio chino de la ciudad, porque dudo que haya un barrio coreano aquí.

Un coreano me giró mi mundo 180 grados, que hasta hizo que me resultara sorpréndete todo de él, su pasado, su presente, y posiblemente nuestro futuro. Mi lindo chico asiático.

El día de escuela pasó tan rápido al lado de mi nueva persona favorita, en clase ambos nos apoyábamos entre sí, pasándonos los apuntes de cada materia.

Llegó la hora de que Jason cumpliera su promesa, invitarme algo...

— ¿Quieres ir en mi moto? —lo seguí hasta el estacionamiento de la secundaria.

— ¿Una Harley? —sonreí inconscientemente. Esto debe de ser una bendita coincidencia.

—Tan linda —Jason acarició su motocicleta con delicadeza—, como tú —me giró a ver.

—Sí, claro, hay que dar una vuelta —dije e inmediatamente él tomó su casco y me lo puso en mi cabeza, luego se subió a la belleza motorizada, y me incitó a que subiera al asiento trasero, lo cual hice sin pensar dos veces.

—Sujétate bien —él ordeno suavemente.

Rodeé la cintura del chico con mis brazos, haciendo un perfecto agarre, el contacto nos dejó maravillados, entonces el arrancó velozmente.

La brisa fría de la ciudad me llenaba de libertad pura, me hacía sentirme bien y segura en un ambiente tan pesado y oscuro de un lugar como Gotham.

Minutos después nos detuvimos en lo que sería un restaurante chino, el cual estaba en un barrio muy desolado y a la vez peligroso, no obstante, eso no nos dio miedo, por lo que, bajamos de nuestro transporte y nos adentramos al lugar.

El olor al lugar era una mezcla de salsa de soya con un montón de verduras y una salsa agridulce que le daba un toque final.

—Huele delicioso —expresé al olfatear el recinto.

—Ahh, hace mucho que no visitaba uno de estos —Jason comentó—. Sentémonos allá —señaló un lugar pegado hacia una ventana con una vista espantosa, jajaja.

Ambos nos sentamos en el lugar acordado, admiramos el terrible paisaje mientras nos traían la carta.

—Linda vista —expresé sarcásticamente.

—Gotham no tiene tan buenas vistas.

—Sólo muerte y destrucción.

—Justo lo que me gusta —esas palabras me sonsacaron los sentidos.

Así como al él, a mi igual me gustaba el mundo arder e incuso arder con él para alguna vez sentir el calor que tanto anhelaba.

—Sí que eres tan interesante.

—Conjuntamos bien, Harley.

En eso, un mesero nos trajo la carta, a lo que Jason la miró de reojo, y pidió el plato más picante del menú, él me preguntó si quería ese plato, y le respondí afirmativamente asintiendo la cabeza. En fin, tomaron nuestra orden, y otra vuelta estábamos solo nosotros dos.

— ¿Cuéntame más de ti, Jason? —quería conocerlo más y más.

— ¿Qué quieres saber? —él se puso cómodo en su silla, sonriendo ladinamente al ver que puse toda mi atención en sus ojos.

— ¿Por qué dejaste Corea del Sur para irte a la misteriosa Gotham? —esa duda me carcomía desde que Jason amenazó al bravucón.

—Ahh, eso —él suspiró—. Es una larga historia, pero en resumen todo fue por un castigo de mi padre por portarme mal en mi antigua escuela.

—Me imagino que hiciste demasiadas locuras —me recargué en el borde de la mesa, mirando aún más profundo a los ojos brillantes de Jason.

—Solo algunas personas saben lo que hice —él repitió a misma acción que yo.

— ¿Y puedo ser parte de esas personas?

— ¿Quieres morir?

— ¿Tan grave fue? —no evité sonreír de locura.

Tal vez él sea la calidez y la llama ardiente que tanto necesitaba para sentirme viva.

—Sí.

—Entonces dime...

—Es demasiado para que lo guardes.

—Me imagino que estrangulaste a varios allá, tu habilidad en eso salió a relucir con el rubio idiota de hace rato —deduje, lo cual impactó al chico.

—Eres experta en observar, me caes aún mejor —miraba atentamente sus labios y los veía tan jugosos y apetitosos.

— ¿Me matarás ahora que lo descubrí?

—No, para nada. Nunca fue mi intención lastimarte, Harley.

En un día todo hizo una explosión, somos una bomba de tiempo que fue creada para destruir a nuestro paso, y no podemos evitarlo, es lo que somos y siempre seremos hasta el final de nuestros días.

Permanecimos en silencio unos minutos, al parecer nos estábamos analizando mutuamente.

En eso llega el mesero con nuestra orden. Un pollo picante de Chongqing... Éste olía sumamente delicioso y el picante penetraba mis fosas nasales con intensidad haciendo que mis pulmones cosquillearan.

—Aquí tienen su orden, ¿necesitan algo más? —el camarero dijo amablemente y nosotros negamos con la cabeza—. En un rato más les traemos su agua, chicos. Esperemos y aguanten —agregó con un tono divertido, para después dirigirse a la cocina por las bebidas.

—Lo prometido es deuda. Te dije que te invitaría algo picante para conocernos. Espero y aguantes el picante —Jason comentó tomando sus palillos chinos y tomar una buena porción para llevarla a su boca, al saborearlo éste rio por lo extremadamente picante que era—. Estos tipos se lucieron con el picor.

—No le tengo miedo a una comida —dije y luego tomé una gran porción de comida, llevándola directamente a la boca.

Sentí el picante atravesar mi garganta, lo cual se mezclaba intensamente con el sabor del pollo frito y marinado. Esto sí que es picante y aditivo a la vez.

— ¿Lo están disfrutando, chicos? —el mesero comentó mientras nos servía nuestras esperadas bebidas. Ambos asentimos una vez más, luego de nuestra respuesta el señor se retiró, dejándonos enchilarnos a gusto.

—No tomemos agua hasta acabarnos el platillo —Jason propuso—. ¿O tienes miedo? —alzó una ceja al ver mi cara de sorpresa.

—Acepto el reto —expresé mientras le quitaba la porción que él tenía en sus palillos, para inmediatamente llevarla a mi boca.

Duramos muchos minutos tratando de soportar el ardor de nuestras lenguas.

Si ahora nos besáramos con nuestras picantes bocas, nos traspasaríamos fuego mutuamente y nuestros cuerpos se calentarían al instante, como una fogata en su punto máximo.

Hasta que por fin el plato principal estaba vacío y reluciente. Luego de esto, ambos tomamos como locos la gran jarra de agua que el mesero nos trajo, en sólo un minuto ya nos habíamos acabado 3 litros de agua.

—Eres fuerte, chica —Jason dijo al terminarse el agua—. Será un placer ser tu amigo.

—Lo mismo digo, chico —por fin acababa de apagar mi fuego en la lengua y garganta.

—Me gusta estar contigo —él dijo en voz baja.

—Maldición, necesito un puddin —no alcancé a escuchar lo que había dicho Jason, ya que divagaba en el mundo de las golosinas.

—Di otra vez esa palabra —Jason habló un poco más fuerte.

— ¿Puddin? —dije extrañada.

—Ahora esa será mi palabra favorita.

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