⊱T R E S⊰
Past~
Iban tomadas de la mano.
Sana creía que si no moría de un paro cardíaco, explotaría en todo su interior de la emoción que la invadía por sentir ese contacto estrecho con su unnie, uno que había sido tan inesperado como inconsciente para ella. La omega estaba segura que, aunque pasaran un millón de años, seguiría sin acostumbrarse a que la mayor se dejara tomar por ella tan fácilmente.
Normalmente, Yoo Jeongyeon no era una alfa muy demostrativa. Si bien, la pelicorta solía ser muy amable y empática, no colmaba de muchas demostraciones de afecto y era completamente reacia aún más al solo hecho de recibirlas. Por tal motivo, para Sana, todo lo que la alfa le ofreciera y le permitiera sería un tesoro más que guardar en su corazón, como la cara que puso el instante en el que recibió aquella primera nota, o la vez que la vió con aquellos almendrados ojos oscuros repletos de ilusión y la envolvió con aquel impregnante aroma al saberla dueña de las notas en sus tiempos de preparatoria.
Muy distantes, era normal que Sana se tomara confianzas con las personas con las que se sentía muy cómoda, además de que siempre había sido muy cariñosa y demostrativa. Por tal motivo, era consciente de que no estaba pensando demasiado cuando tomó a la alfa de su mano y la direccionó a su habitación sin abandonar el contacto un solo instante y hasta tirando de ella para que apresure el paso, una vez Jeongyeon le preguntó sobre sus noteros y sus lindas cintas adhesivas, dispuesta a mostrarle su colección.
Pero ahora, la omega japonesa parecía que estaba a punto de desmayarse de la emoción por lo que había logrado sin siquiera pretenderlo, al descubrir que su unnie estaba cómoda con ese agarre y ella, ella parecía explotar de emoción ante el descubrimiento, cuando normalmente la alta huía hasta de los abrazos de su mejor amiga Momo, con quien tenía tantos años de amistad.
—¡Mira, aún tienes la cinta de ositos y corazones de colores! Cute... —Se enterneció la alfa, haciendo reír a Sana quien la tomó en sus manos y se la entregó, tan desprendida como de costumbre.
—Ten, te la regalo. —La extendió hacia la alfa, quien carcajeó nerviosamente y se negó a recibir el regalo —Por favor unnie, tómala, es mi favorita.
—¿Si es tu favorita, porqué me la regalarías a mi? —Sonrió nerviosamente Jeongyeon, cuando su loba sintió esos fuertes deseos de acercarse a la linda omega y tragó, intentando disolver los deseos de su loba de acortar las distancias.
—Porque... —Dudó la japonesa, si decir lo que pensaba en su interior cuando la alfa la veía con esos lindos ojos llenos de interés y tanto más que no sabía identificar fácilmente, pero que provocaba "cositas" en su estómago. —Me recuerda a ti, unnie —Bajó la mirada, algo intimidada por esa mirada oscurecida. Sana la vio entre sus pestañas y la alfa no tardó en hundir sus pequeños y casi imperceptibles hoyuelos junto a las comisuras de sus labios tan lindos, al tomarse el inferior entre los dientes.
La japonesa la entendía muy bien, esa sensación parecía ponerse cada vez más insoportable entre ambas.
—Gracias, Sana-yah. —Musitó la alta como una respuesta, cuando tomó el pequeño rollo de cinta de la mano de la omega, pero sin apartar el contacto como ella se esperaba.
El rubor cálido y vibrante en sus mejillas hizo sonreír a la alfa en grande, quien no tardó en tomar asiento sobre el borde de su cama para admirar el tierno regalo, una vez se apartaron del contacto. Mientras Sana intentaba despojarse de los nervios que la corrompieron de pronto en el intercambio de contacto, enrollando las puntas de su pelo.
—¿Duermes con Jihyo, verdad? —Habló Jeongyeon, puesto a que era la primera vez que estaba dentro de su habitación.
—Ella es mi rommie. —Aceptó Sana, con un asentimiento y desinflándose en su tierno nerviosismo.
—Ahg esa omega es la intensidad hecha persona... —Se burló Jeongyeon, con aquella linda sonrisa de lado.
—En realidad Jihyo-ssi es muy agradable. La mayor parte del tiempo es muy amable...
—¡Contigo! Porque conmigo intenta hacer una versión de Momo, dominada y obediente... —Se burló, aunque sabía que a veces no exageraba del todo.
—¿Eres incapaz de dejarte controlar por una omega, unnie?
Jeongyeon la halló con su mirada de inmediato, buscando las verdaderas intenciones en su pregunta. Sabía que tan solo bastaba encontrarse con la mirada cálida y transparente de la japonesa para estar segura de los sentimientos que la invadían. Era una extraña certeza que no sabía que podía hacerle sentir alguien más, hasta que la conoció a ella.
—Siempre depende de que omega se trate, Sana-yah... —Respondió Jeongyeon, irrumpiendo en el silencio y Sana la miró con asombro.
—¿Ti-tienes omega? —Se preocupó de pronto y Jeongyeon extendió la sonrisa, antes de mecer la cabeza.
Las expresiones de esa omega iban a derretir su corazón como si este fuera un flan.
—No. Aunque ya creo que me he topado con la omega correcta. —Musitó sin perderse de una sola tierna mueca que no pudo disimular la japonesa, cuando ladeó la mirada en su decepción.
—Eso suena muy dulce, unnie... —Se desanimó Sana, corriendo la mirada inútilmente por la habitación, intentando atender cualquier cosa que no la hiciera pensar en que quizás, su amistad solo se quedase en esa instancia con su unnie, por no ser más directa con sus intenciones, quizás por no aprovechar esa nueva oportunidad y su loba aulló ante la sola idea.
¡Era absurdo! ¡La madre Luna sabía que ella quería a Yoo Jeongyeon como más que una amiga!
Sana había estado casi segura de que eran destinadas, sobretodo cuando esa línea de distancia se había roto sin que ella lo buscase o siquiera lo esperase, ¿No era acaso una señal del destino? ¿Cuánto más tenía que esperar por esa alfa? ¿Acaso habría alguien más? La japonesa no podía imaginar tal cosa, su loba no parecía esperar a nadie más.
Cuando parecía que había avanzado algunos casilleros, descubría que no había significado absolutamente nada para su unnie y su inexistente relación. Sana se detuvo cuando Jeongyeon la tomó del hombro.
—No te lo he dicho Sana-yah, pero gracias por las notas, todos esos meses...
—Oh, no debes, no... —Meció la cabeza la joven japonesa, con la voz entrecortada de la pena.
—De verdad. No te imaginas lo bien que me han hecho sentir en momentos muy duros. Creo que por tus notas he podido conservar un poco de mi autoestima. —Sonrió al admirar el intenso rubor que invadía a la omega tan seguido y que no dejaba de sentir que adoraba en ella.
—Oh bueno... —No pudo evitar la sonrisa que pintó en sus labios, esos que la alfa no dejaba de buscar con sus ojos, incontenible.
—Eres importante para mi, no solo por las notas, sino porque eres una buena amiga y porque significa mucho para mi que hayas sido honesta conmigo. Gracias Sana-yah. —Repitió la alfa y no tardó en acercarse a la menor y abrazarla con tanta naturalidad, que hizo que la loba de Sana brincara de la emoción.
Es que la japonesa también brincaría tanto como su corazón contra su esternón, pero estaba realmente congelada contra los largos y cálidos brazos de la alfa con la que había soñado desde que tenía tan solo diecisiete años.
Sana analizó durante toda esa noche en qué escribirle, había escrito tantas notas que se había acabado la mitad de un block intentando elegir las palabras correctas para reiniciar ese hábito para su unnie.
Es que no, Sana no había pensado que volvería a escribirle notas a su crush de la prepa cuando comenzó la universidad, pero estaba agradecida y segura de que no desperdiciría ni una sola oportunidad que le daba la Luna.
Con ese pensamiento y unos dias despues, se acercó al pequeño buzón de correo en la puerta de habitación de su unnie, con la idea de pegar una nota y desbloquear unos cuantos recuerdos en la alfa de sus sueños.
Sana no estaba segura de que fuera a enloquecer de emoción, cuando la pelicorta recibiera una nueva nota después de tanto tiempo, pero de lo que sí estaba segura, era de que en esa oportunidad había una respuesta genuina como regreso a sus palabras tan cuidadosamente seleccionadas para la alfa que provocaba tantas sensaciones en su interior y que animaban a su loba desde que era una cachorra, tan solo esperaba que esa respuesta fuera la que ella estaba esperando desde que se ilusionó con la idea de ser parte de ella.
Present~
Cuando comenzó a escribir solo le hacía falta una idea para comenzar con lo que al final terminaba siendo todo un libro. Esas brotaban por todas partes cuando apenas y era una estudiante inexperta, o algunos años después cuando luego de mucho esfuerzo, pudo lograr su título universitario.
Pero ahora solo había un silencio y un vacío en su mente y corazón, que oscurecía su estudio con una fresca y desoladora penumbra. Simplemente no parecía haber nada que escribir.
Y la distancia con Jeongyeon no ayudaba absolutamente con eso.
Sana hizo a un lado su café, apenas había terminado de asomar el sol, pero ella tenía varias horas allí sentada cuando la encontró la mañana. Estaba preocupada. Nada parecía fluir en su mente y comenzaba a creer que algo en ella estaba fallando, que su habilidad se había oxidado, ¿Qué sucedía con ella?
Caminó en dirección de la habitación que compartía con su esposa y decidió que daría inicio a la problemática inicial, en búsqueda de una respuesta, de un reencuentro, de una salida a tanto agobio.
Habían pasado cinco largos días desde que recogieron a sus cachorras en la casa de los padres de Jeongyeon, y su alfa había estado igual o más silenciosa y distante que de costumbre, pero para la japonesa comenzaba a convertirse en algo mucho más desesperante que un desacuerdo más de los que ya habían tenido, parecía ocultar su propio iceberg.
Algo andaba mal entre ella y su maravillosa alfa y esta vez estaba dispuesta a buscar una jodida respuesta, así tuviera que exigir por una.
—¿Cuánto tiempo mas estarás ignorándome? ¿O acaso estás ignorando el elefante en la habitación? —Preguntó la nipona, intentando verse decidida en su agonía.
—No te estoy ignorando, omega. —Meció la pelicorta, acomodando su portapapeles y su laptop, preparándose para dejar la casa.
—¿Por qué me hablas de ese modo? —Musitó con la voz claramente afectada. Jeongyeon suspiró largo cuando ella se detuvo frente a ella, impidiéndole el paso.
—¿A qué modo te refieres, Sana? Estoy apurada, por favor. —Intentó advertirle, al verla interrumpir su camino.
—Tenemos que hablarlo Jeongyeon ¿O comenzarás a ocultarme lo que sientes también? —El reproche se le escapó tan de prisa, que no pudo asimilar la idea de reprimirse y comprendió de inmediato que ya estaba demasiado afectada por la distancia con su alfa.
—Sana, para ahora. —Le pidió la alfa, cuando la miró en su súplica. Aún no parecía estar lista para iniciar esa búsqueda.
—¿No has notado todo lo lejos que estás de nuestro hogar? Todo lo que sucede es porque tu te apartas de mi, Jeongyeon. —Intentó ahora con la voz un poco más rigurosa.
—Sana... —Advirtió la alfa está vez, intentando esquivarla. La omega se lo impidió.
—¿A qué estás jugando alfa? ¿Qué más me ocultas? ¿Acaso tienes a alguien más? —Lo soltó entonces, todos sus peores temores hechos una sola frase y provocando que el semblante de su alfa se ponga completamente rígido y a la defensiva al responderle.
—¿Cómo te atreves omega? —Lamentó la pelicorta, profundamente agredida por lo que, al parecer, era una estúpida deducción de parte de su omega.
—¿Cómo me atrevo yo o cómo te atreves tu? —Avanzó la omega, eufóricamente —Mírame a los ojos cuando te hablo Yoo, y respóndeme ¿Porqué ya no me has marcado en tanto tiempo? —Planteó otro de aquellos puntos que "habían dejado estar" entre ambas y que comenzaba a hacerse sentir.
—Ahg, Sana, eso no tiene nada que ver con...
—¿Como que no tiene nada que ver? —Agudizó la japonesa, claramente indignada —¿Sabes cuánto llevas sin marcarme, Jeongyeon? ¿O que no te preocupas por tomarte unos días para alinear nuestro celo? ¿Qué esperas que piense o como esperas que reaccione al respecto? —A Sana le irritó inmensamente aquella expresión de agobio y agotamiento que se enmarcó en el rostro de su esposa.
¿Cómo se atrevía a sentirse agobiada cuando era ella misma quien la alejaba de su lado?
—Duermo contigo cada noche, omega... —Reprochó la alfa, respondiéndole con aquella agotada expresión de fastidio.
—¿Cómo puedes estar tan tranquila, Yoo? ¿Cómo puedes? —Insistió Sana, siguiéndola por la habitación.
La alfa se detuvo un instante, dispuesta a ponerle su atención al oír su angustia. Aunque era una verdad que tenía largo rato sin morderla, la alfa sabía que ella podía sentir perfectamente cada sentir que abrigaba en su interior, y eso la enfadaba aún más, porque Jeongyeon conocía cada detalle de su unión, y tenía la certeza de que sobrepasaba cualquier lazo, era mucho más, lo era todo.
Su omega subestimaba la fuerza de ese lazo.
—Estoy bajo presión omega, dame unos días más en lo que me acomodo con...
—Tus estúpidas excusas de siempre... —Irrumpió Sana, aún disconforme con esa respuesta. Ella no quería promesas, ella quería a su alfa, quería su atención, su interés y su calor, la quería ella.
—Me siento un poco estresada por lo del ascenso Sana, es una oportunidad que no se presenta dos veces facilmente ¿Puedes comprender?
—¡Yo también tengo problemas Jeongyeon y aun así estoy aquí intentando solucionar este asunto! ¡Pero tu solo me das tus excusas tontas! —Lloriqueó Sana en su respuesta, realmente alterada con las mismas estúpidas respuestas de su alfa.
—¡Ya detente! —Exclamó con su voz de mando y la omega se inhibió frente a ella en su repuesta.
Sana quedó boquiabierta ante la reacción de parte de su alfa. No esperaba que fuera a responder con impaciencia, esperaba lo que siempre obtenía, su comprensión, su compañía, su interés, más no una respuesta agresiva como si ella fuera un fastidio, como si en ese preciso momento ella fuera quien realmente sobraba en su vida.
—¿A causa de qué, omega? ¿Porqué motivo te inventaría excusas? ¿Cómo diablos se te ocurren tantas estupideces, Sana? —Insistió la alfa, incomodamente nerviosa.
—¿Cómo te atreves a gritarme alfa tonta? —Respondió la omega avanzando en su contra. Jeongyeon presionó los parpados, pues sabía que lo había hecho muy mal y solo cabía hacerse cargo de su mala respuesta —¿Cómo te atreves a usar tu voz de mando en mi? ¡Te estás comportando como toda una imbécil ahora mismo, Yoo Jeongyeon! —Estalló la omega, con rencor latente y lacerante —¡Usa esa jodida convicción para ponerle límites a tu madre y compórtate como una maldita adulta una sola vez en tu vida!
—¿Quieres que sea una adulta omega? —Ladró la alfa, acechándola tan de prisa, que los sentidos de la omega se reducieron a ella y a su cálido acercamiento, que no sabía todo lo que la anhelaba —¿Quieres que haga lo que realmente quiero hacer ahora mismo? No podrías soportar lo que deseo hacer contigo... —Gruñó con esa atractiva mandíbula en tensión.
—Entonces ponte los jodidos pantalones y hazlo de una vez. —Atacó Sana de ese modo tan insolente y provocando que el aroma de su alfa tomará toda la habitación.
La alfa gruñó en su contra antes de lanzarse ante ella con los ojos muy extendidos, Sana tembló cuando ella la buscó con esos ojos oscuros y supo que lo había provocado con su gran boca. Entonces las acciones de la pelicorta la arrollaron con un hambre voraz.
La caliente búsqueda de su boca y el déspota cometido en sus sucias intenciones hicieron ruborizar a Sana, a quien se le escapó un jadeó cuando la alfa estaba siendo relativamente brusca en el agarre contra su trasero, en sus caricias, en los duros mordicos que le dedicaba a las suaves comisuras de su boca y el sollozo brotó de sus labios.
No, eso no era lo que buscaba de ella.
—Para, déjame, no quiero, no... —Jadeó la omega cuando se apartó de su duro agarre.
—¿No es esto lo que querías? —Correspondió la jadeante alfa, negada a soltarla de su agarre.
—No así, no de este modo Jeongyeon. —Murmuró Sana, incapaz de verse en los ojos en los que adoraba encontrarse —Quiero a la alfa de la que me enamoré, con quien me casé, quien juraba que daba cada centímetro de sí misma por hacerme feliz, porque yo daba todo porque tu lo fueras amor... —Sollozó la omega, evitando hallarse en sus fríos ojos oscuros y apartarse de su agarre que no tardó absolutamente nada en soltarla esta vez, y huyendo de su lado.
Eso no era lo que Sana tanto estaba buscando de Jeongyeon, porque quien la había acorralado no era su dulce y amorosa esposa, ni la tierna y tímida alfa que parecía consultar cada una de sus acciones cuando se encontraba con sus ojos, cuando la tocaba y cuando la besaba desde que comenzaron su linda relación.
Sana dejó la habitación sin animarse a encontrarse en sus lindos ojos rasgados, porque sabía que si dejaba de hallar lo que adoraba en ellos se le rompería el corazón en trozos irreparables.
Y entonces quiso saber en donde se hallaba, ¿En qué parte del camino la había perdido? ¿A dónde se había ido su dulce y tímida Jeongyeon unnie? Esperaba que esa amargada mujer se lo dijera pronto, para que pudiera ir ansiosa en su búsqueda, porque la extrañaba con todo su corazón, su espíritu y su piel.
Past~
Hirai Momo regresaba a su habitación despues de haberse escapado durante el fin de semana con su omega, en su visita a su familia en Suwon. Aquello se había vuelto una normalidad desde que había marcado a su amada Jihyo, que desde entonces no podía resistirse ante la idea de acompañarla hasta el final del mundo, si con eso conseguía estar a su lado permanentemente.
Con cuidado de no despertar a su amiga encapuchada, dejó la maleta a un lado y caminó sigilosamente con la idea de saltar sobre ella.
—¡No, no! —Se resistió Jeongyeon escandalosamente cuando vio a la nipona tomar carrera y caer sobre ella para besarla apretadamente contra la mejilla.
—Oh no, tan solo me voy unos días ¿Y ya has estado jugando con los tintes otra vez, Jeongyeon-ah? —Le regañó Momo cuando se puso sobre sus pies, una vez la otra la apartó de inmediato.
—Déjame tranquila. —Se quejó la coreana, evitando mirarla.
—¿Es la señora Yoo otra vez? —El silencio de parte de su amiga le dio la razón. —Mierda, esa señora solo sabe aparecer en tu vida para hacerte daño Jeongyeon, debes poder ponerle un límite, ya no eres una cachorra... —Repitió la nipona como tantas otras veces.
—¿Cómo diablos le pongo límites a mi propia madre, Momo? —Murmuró Jeongyeon sintiéndose débil e inútil ante la sola idea. Eso se oía tan imposible como que el día fuera la noche y viceversa.
—Aprendiendo a decir que no, y dejar que se joda si no acepta tus decisiones. A ver, déjame ver lo que te hiciste esta vez... —Lamentó Momo, intentando quitarle la capucha de su sudadera.
—No, déjame. No necesito tu aprobación. —Gruñó la joven y pronto se pudo percibir la amargura en su aroma. Momo presionó los labios.
—Solo quiero ver... —Carcajeó ante el intento de su amiga de disimular que no le afectaba —Diablos, te quedarás calva si sigues haciendo estas cosas. —Se burló cómicamente, haciendo reír a la mayor como una pequeña.
—Ya sé, se me pasó la mano esta vez, lo admito... —Sonrió al ver a Momo acomodándose el fleco.
—Te queda cool, pero será mejor que dejes de aclararlo si quieres que crezca alguna vez... —Sonrió amablemente y la ahora rubia sabía que su amiga no mentía.
Jeongyeon se puso de pie, aún con las palabras de su madre en su mente. Ahora si que estaba completamente sola en la vida.
—Ella dijo que ya no ayudarían con la universidad, que si lo que quería era emanciparme de mi familia, que debería ir buscando un empleo. —Pronunció la amenaza de su progenitora y Momo sonrió de lado. La nipona sabía que la madre de Jeongyeon no la dejaría así como así.
—Eso si ella se atreve a soltarte de una vez. De todos modos deberías, ya sabes, pensarte lo de un empleo a medio tiempo...
—No me da miedo conseguir un empleo... —Correspondió ahora, una rubia Jeongyeon.
—Se que no es la madre omega más convencional del planeta tierra, pero es tu madre. Mi mamá sigue enloqueciendo si no la llamo una vez a la semana para decirle que he estado alimentándome bien. —Comentó como si con aquello explicara todas las malas actitudes de la señora Yoo.
—A veces creo que ella me odia Momo. —Murmuró, quitándose bruscamente las lágrimas que se le escaparon sin su permiso. —Y creo que ya no me sienta tan bien el cabello rubio, como antes. —Se quejó en medio de un mohín y Momo supo que era su modo de cerrar "aquel" tema de conversación.
—No te desanimes Jeongyeon-ah, crecerá pronto, siempre lo hace... —Intentó seguir con la broma y recuperar el buen ánimo.
Jeongyeon no puedo evitar corresponder a su intento de animarla con una sonrisa, pero esta fue demasiado pequeña esta vez.
—Anda, alístate para que alcancemos la próxima clase. —Le animo con un guiño simpático y la ahora rubia coreana le empujó, antes de agradecer sus apoyo.
Había sido un largo día de presencialidad. Jeongyeon seguía trabajando en algunos informes cuando evitó el horario del almuerzo y caminó directamente a su habitación, buscando un poco de tranquilidad cuando lo identificó a lo lejos.
El pequeño papel esperaba contra el buzón que colgaba en la puerta de su habitación y ella apresuró el paso para alcanzarlo con un entusiasmo desesperado. Las manos le temblaron de una tierna euforia cuando reconoció la inigualable caligrafía en ella, los dibujos, los stickers y el infaltable trozo de cinta adhesiva color amarillo pastel con glitters que la sostenían, y pudo comprender perfectamente lo que significaba para ella recibir nuevamente de esas notas, esperanza.
"Si en tu belleza y tu luz eres la definición del mismo Sol, ¿Me dejarías ser tu Luna para que materialicemos el romance más dulce y más antiguo de la historia? Piénsalo unnie, haríamos una increíble constelación juntas..."
La joven rubia releyó la nota tantas veces como sus ojos ilusionados se lo permitieron, mientras poco a poco asimilada las intenciones ocultas entre sus líneas.
¿Acaso esa omega se le estaba declarando?
El apresurado corazón de la alfa le indicó una sola respuesta a sus dudas: debía buscarla en ese preciso instante.
Sin siquiera conocer demasiado sobre los horarios de la omega, ni nada más que la dirección en donde se ubicaba la habitación que compartía con Jihyo, vagó por los pasillos de la universidad por unos minutos. Su pulso vibraba con una prisa asfixiante en la tensión en la que se mantenía mientras la buscaba a ciegas por la inmensa universidad de Seúl, dando zancadas en dirección de la facultad de Ciencias Sociales.
Ahí la halló.
Tan sonriente como lo era habitualmente, amable, agradable y despreocupada mientras dejaba su clase y se encaminaba en su dirección, en búsqueda de la salida, entonces lo descubrió: Esa omega sería la madre de sus cachorros, la dueña de todos sus sentimientos más profundos y guardiana de todos sus secretos más ocultos.
Sana se iluminó como la blanca luna por las más oscuras noches en las que bailaba su vida, una vida que no sería lo mismo si ella no estuviera allí. Y con ese mismo entusiasmo se acercó a ella, la firmeza detonado en cada uno de sus pasos, acortando la ridícula distancia con la que aún se trataban, para acabarla definitivamente.
La nipona se asombró de verla acercarse a ella con tanta determinación y cerró los ojos como una pequeña cobarde, al percibir la tensión de su loba en su brusco acercamiento. Por supuesto que esperaba lo peor, pero jamás lo que la recibiría cuando ella estuviera tan cerca, que podía sentir su apresurada respiración.
—Unnie... —Jadeo la omega, alerta por el alterado semblante de la alfa a simple vista, sintiéndose intimidada por su loba.
—Recibí tu nota, Sana-yah... —Musitó Jeongyeon en su trémula emoción.
—¿Te molestaste? Pue-puedo dejar de hacerlo si lo quieres... —Musitó la intimidada omega, quien se negaba cobardemente a encontrarse con la alfa.
—Veme por favor. —Murmuró apoyando su tierna nariz contra su mejilla, y la nipona se obligó a encontrarse con esos lindos ojos y su estómago volvió a sentir de esas "cositas" que cosquilleaban en su vientre cada vez que la veía. —Me encanta esa idea.
—¿De verdad? —Preguntó esa linda omega con esas de tiernas mejillas esponjosas y mirada dulce, como la miel de su aroma, tan dulce que la llenaban de esa deliciosa sensación que no sabía describir y que solo la hacía desear una sola cosa cada vez que la tenia así de cerca.
Y no lo dijo, solo permitió que por primera vez todo eso que hallaban en sus miradas se viera reflejado en algo más que sus torpes acciones. Jeongyeon acarició sus tiernas mejillas con sus pulgares, cuando su mirada abandonó esos lindos ojos para recorrer esos suaves y jugosos labios rojos. Su linda boca era mucho más de lo que habría podido codiciar en su corta vida, entonces regresó a esos atónitos e ilusionados ojos oscuros para hacer una silenciosa pregunta que necesitaba una respuesta urgente.
Sana parpadeó adorablemente, incapaz de apartarse de ese dulce agarre, de esa mirada de fuego, de ese tierno e íntimo pedido, y como percibió que las palabras no eran parte de su maravilloso idioma, se acercó para rosar la punta de su pequeña nariz para que ella pudiera obtener su respuesta.
Y Jeongyeon la comprendió de inmediato, por eso Sana no se sorprendió cuando la rubia tiró suavemente de sus mejillas para unirla contra sus labios.
Aunque las sensaciones eran monumentales como el edificio más alto de la ciudad, el beso no fue más que una caricia arrimada y casta, tan pulcra como la de un drama. Sana tragó al sentir que ella se apartaba de su acercamiento, después de que no obtuvo más respuesta de su parte y se abstuvo de gruñir ante su huida.
—No unnie, aún no es suficiente —Murmuró la omega con la voz queda, al hallarse en esos ojos embriagados y fue ella quien la tomó de las mejillas para unir sus labios, esta vez.
—Sana, yo no... —Se intentó excusar la rubia, pero la nipona no le permitió el tiempo para meterse entre sus labios y absorver los suyos de ese modo que parecía que le haría flaquear las rodillas.
Cuando los labios de la alfa cooperaron, la omega suspiró sonoramente haciendo a la alfa sonreír y abrazarse a su estrecha cintura, como si no tuviera la intención de soltarla jamás. Sana aprovechó aquella respuesta de inmediato y pronto eran dos cuerpos unidos en algo más que un abrazo conjunto, se habían descubierto cómo un mismo puerto seguro, un solo refugio, un nuevo amor.
—¿Me-me dejas cortejarte? —Musitó junto a su oído y la omega suspiró nuevamente dejándose abrazar por esos largos brazos delgados, que no parecían capaz de soltarla y ella escudriñó su respuesta con esos brillantes ojos ilusionados que hicieron a la nipona emocionarse profundamente.
—Soy solo tuya, Yoo Jeongyeon. —Murmuró Sana con aquella descarada sonrisa traviesa y la alfa sonrió antes de regresar al torpe y trémulo beso con el que le dedicó su agradecimiento y que la omega disfrutó profundamente.
Present~
Sabía que lo había jodido más de la cuenta esta vez, por eso no le sorprendió que tuviera que asomarse por la puerta y oír los planes de su esposa en medio de una de sus conversaciones telefónicas, en vez de oírlo de su propia boca. La distancia entre ambas se había vuelto su único escenario compartido.
Había estado tan metida en su cometido que no había dejado un solo instante para su omega y eso había contribuido en su distancia, pero no lo había visto hasta que algo entre ellas puso un límite esa misma mañana, entonces estaban allí, en lo que parecía ser una muy lejos de la otra y esa alfa no lo pudo soportar.
—Lo intenté todo Jihyo, di un paseo por el río, salí a correr, me encerré durante dos días, medité y repasé mis viejas notas, pero nada ha funcionado. Creo que perdí la chispa o no lo sé... —Bufó Sana, descargando un manotón sobre el brazo de su silla.
—¡Por supuesto que no Sana-yah! Eres una increíble escritora, no es tu culpa que la idea esté bloqueada en alguna parte de tu cabeza, debe haber algo más. ¿Todo bien con Jeongyeon?
—Oh eso... —Desestimó Sana de un modo tan natural que, estaba segura que había dejado a Jihyo boquiabierta.
—¿Y eso? Hace unas pocas semanas te llenabas la boca de palabras neutras y significativas respecto a tu relación ¿y ahora te refieres a ella como "eso"?
—Quizás no estamos tan bien como siempre lo hemos estado... —Admitió con tanto pesar, que Jeongyeon pudo sentirla.
—¿Que fue lo que hizo esa alfa tonta? Le voy a cortar las manos y le voy a coser la boca. —Masacró la omega unos meses menor, haciendo reír a la japonesa.
—¿Porqué solo asumes que es su total responsabilidad? —Rió Sana, no pudiendo con el genio de Park Jihyo.
—Porque eres el sinónimo viviente de paciencia Sana, ¿Porqué más sería? Ya suéltalo.
—De acuerdo... Me ha estado ocultado cosas y creo que no me lo he tomado demasiado bien.
—¿Qué clase de cosas?
—No lo sé Jihyo, ha estado muy extraña, distante, ausente, despistada, como si en un pequeño descuido le hubiera perdido el rumbo y temo que pueda...
—Ni que lo digas. —Le detuvo la coreana al oír el quiebre de su voz.
—Lo sé. Sé que no debo asimilar las cosas fácilmente, pero la sola idea de perderla me bloquea Jihyo y no sé que hacer para detenerlo, estoy perdiendo a mi alfa. —Lanzó con la voz tan pequeña, que Jeongyeon quiso interrumpir en su conversación para decirle que no era así, para aclararle que nada de eso tenía sentido porque lo único que le daba un sentido a su vida era ella y la familia que habían hecho juntas.
—¿Tan grave lo encuentras? —Se preocupó Park, al oír sus lágrimas silenciosas.
—No lo sé, siempre cabe la posibilidad de que esté exagerando, pero...
—Cielos cariño, por supuesto que no ibas a encontrar inspiración en nada si tu relación está tan descarriada. Tranquila, no creo que Jeongyeon sea capaz de hacerte algo así, ella es algo tosca, pero es muy comprometida.
—No puedo imaginarme la idea de perderla, de que ella pierda la confianza de nuestra hija, de que se pierda los pocos instantes en el crecimiento de Minji. —Lamentó Sana —Ella ha vuelto a ser esa chica que pretende salvarse el mundo por sí sola y ya no puedo ayudarla con eso Jihyo, no esta vez...
Jeongyeon apoyó la espalda contra la pared junto a la puerta del estudio de su esposa y respiró con pesar. Su omega tenía razón, había retrocedido hasta la adolescencia con esa actitud egoísta y acorazada, y lo único que había conseguido era aislarse de las personas que amaba y afectar en sus relaciones con su ridícula actitud.
Tenía que dejar de verse a sí misma y poder ponerse en el lugar de su familia, porque Yoo Jeongyeon ya no estaba sola como antes, no desde que decidió unir su vida y hacer su lazo con la mujer que había llenado su vida de poemas en notas, stickers adhesivos y dibujos en colores.
Hola, me llamo Jazu Ü
Llegué al fin para darles un capítulo más de esta historia, creo que será un poquito más larga de lo que lo esperaba, pero nada que supere los cinco o seis capítulos.
Espero que te guste mucho como va encarando, es una historia bastante realista y personal, por lo que me gustaría que disfrutes mucho de su desarrollo por favor.
Tqm tu, estaré actualizando las adaptaciones luego, ten bonito viernes♡
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