⊱D O S⊰
Past~
La joven omega japonesa no tardó en ganar su pase a la universidad y su pequeña familia estuvo muy orgullosa de ella. En poco tiempo Minatozaki Sana era una flamante estudiante admitida en la Universidad Nacional de Seúl para estudiar Filosofía y Letras. Vaya, que orgullo ¿verdad? Con mochila en el hombro, una maleta morada que su madre le había regalado y una bolsa sin fin de gomas y dulces, la omega tocó en la puerta de la habitación que le designaron.
—¡Adelante! —Exclamó una voz desde adentro. Con el corazón bombeando de emoción y ansiedad, Sana ingresó en la habitación.
Una joven omega muy hermosa de grandes ojos castaños, largo cabello oscuro y estatura media estaba desarmando su maleta sobre una cama que daba junto a la pared. El aroma a dulces y suaves cerezas la recibieron y Sana se sintió a gusto de que la cama que estaba junto a la ventana estuviera libre. Perfecto. Al parecer nada podía salir mal en ese nuevo comienzo.
—H-hola sunbaenim, mi nombre es Minatozaki Sana y haré la carrera de Filosofía y Letras —Musitó la joven dando una reverencia demasiado larga. Cuando alzó la mirada se halló con una joven asombrada de expresión apenada.
—Tu eres mayor que yo, yo debo hacerte la reverencia. —Señaló la omega, ladeando los labios con incomodidad.
—Tu eres sunbae, ya tienes un año estudiando aquí... —Rebatió Sana y la joven sonrió remarcando las comisuras de sus labios, antes de asentir.
—¡Verdad! —Su risa alegre y ruidosa hizo sonreír a la dulce omega extranjera, quien se hizo dentro una vez su compañera le indicó que lo hiciera.
—Cierra la puerta, no quiero que nadie me vea aún. —Murmuró Jihyo con aires de celebridad.
—¿Eres muy popular? —Preguntó Sana, cerrando la puerta tras ella y haciendo carcajear a la agradable coreana.
—Oh no, nada de eso. —Meció la cabeza —Mi alfa lo es, es coordinadora de las actividades al aire libre y honestamente la chica más sexy de todo el maldito edificio. Amén. —Terminó, antes de seguir acomodando sus cosas.
Sana se ahogó con su saliva al oír "alfa” y pronto halló la marca que adornaba el cuello de la joven coreana. Una marca linda, rosada y rojiza que simbolizaba el amor y la pasión con la que se había hecho, una marca de lazo verdadero. El asombro en su nueva compañera de cuarto hizo reír a la menor.
—Ay no, no me digas que eres una de esas frikis que creen que somos muy jóvenes para tener alfa, porque... —Le señaló con su dedo. Toda su expresión se puso seria cuando la miró y Sana largó una carcajada nerviosa, sin poder evitarlo.
—¡Oh no! —Meció la cabeza de inmediato. —Por supuesto que no soy friki, ni entrometida, no te preocupes sunbae. —Carcajeó la japonesa ante lo último. Con aquello era más que obvio que estaba en ambiente universitario, era de esos temas que no sabía que tocaría con alguien más.
Aunque no tuviese un pensamiento específico en el asunto, Sana pensaba que de todos modos cada quien tenía el derecho de creer lo que le diera la gana, en realidad le había llamado la atención el modo tan sencillo en el que había aceptado su relación frente a ella pues, no colmaban los lazos verdaderos en gente de su edad.
—Vaya que alivio, sino esto no iba a funcionar, ¿sabes cariño? —Habló con una risa divertida haciendo reír a la japonesa. —Oh, por cierto, mi nombre es Park Jihyo —Sonrió alzando esas tiernas mejillas, haciendo colmar el cuerpo de Minatozaki con una sensación cálida y amigable. Sana se apresuró a tomar su mano, conocía a esa chica.
—¿P-park Jihyo? —Habló, esperando no verse tan confundida.
—La misma. —Musitó con aquella sonrisa traviesa y tomándose los labios.
—¿De la escuela, en Suwon? —Señaló Sana nerviosamente y la coreana la miró, ahora con asombro.
—¿Nos conocemos desde allá? —Habló Jihyo, sorprendida de que supiera de su lugar natal. Sana asintió vigorosamente.
—Has sido la omega de mejor promedio durante varios años. Comentaron durante meses tu habilidad para adelantar el año y la beca que ganaste aquí en la Universidad de Seúl. —Comentó Sana con entusiasmo.
—Diablos, si soy famosa. —Se burló Jihyo de su roomie y esta rió agradablemente.
—Yo era quien le ponía la notas a Yoo Jeongyeon-ssi —Habló sin problema. También sabía que Jihyo había sido una gran amiga de aquella alfa a quien había amado como a nadie. La omega coreana se detuvo de lleno para voltearse a ver a la japonesa.
—Ah, entonces si eras tu. —Habló Jihyo, sin poder creer que hubieran pasado un largo tiempo buscando y que esta se lo dijera tranquilamente, como si no hubiera sido una incógnita entre ella y sus amigas durante años.
—Era solo una adolescente muy deslumbrada por su crush sunbae… —Musitó Sana nerviosamente. Jihyo se sentó a su lado sobre su cama.
—Ella estudia aquí, ¿lo sabes? —No se tardó en comentar.
—¿Huh? —Preguntó Sana formando un círculo con sus labios y viendo a la omega coreana con asombro.
—Ella se mudó aquí con Hirai Momo, mi alfa. Las dos tienen años estudiando en esta universidad. —Comentó con tranquilidad.
—Cre-creí que irían a estudiar al exterior. —Borboteó Sana, porque realmente lo había esperado así.
De hecho siquiera sabía a dónde se había dirigido la vida de esa alfa. Estaba enamorada de ella pero no a tal punto de perseguir a los vecinos para saber sobre su paradero. Lo único que si supo con el tiempo, fue que toda su familia se había ido con ella sin intenciones de regresar.
—Nop. Ellas están aquí. De hecho, traigo prisa porque me están esperando para ir a comer pastel a la cafetería. —Festejó Jihyo, mientras se acercaba al closet y dejaba su ropa sobre los primeros tres estantes de seis. —Tres para ti, tres para mi. Mitad de perchero para ti, mitad para mi. Es lo justo y agradece que soy buena. —Señaló la menor con aquella sonrisa agradable y Sana asintió devolviendo la sonrisa.
—Muchas gracias por ser justa, sunbae —se cuadró la japonesa y Jihyo sonrió. Rápidamente Sana recibió de su agradable aroma a cerezas.
—¿No quieres venir con nosotras a comer pastel? Iremos a merendar. —Habló Jihyo sin titubear. Sana dudó de inmediato.
—Aún tengo que deshacer mi maleta sunbae, y debo acomodar mis horario en…
—Tienes todo el fin de semana para hacer eso Sana-ssi, además debes hacer amigos, no puedes negarte —Habló la coreana, despreocupada y Sana suspiró cuando Jihyo alzó sus cejas sugestivamente.
—De acuerdo. Arreglaré mi maleta y mis horarios mañana. —Sonrió Sana con una sonrisa de lado. Jihyo Festejó con un pequeño grito de euforia que hizo reír a la nipona.
Después de todo, podría haber tenido una sunbae desagradable y altanera, que se creyera una idol y haber sido una hoobae como escoba con la cual barrieran el suelo, así que no podía pedir nada más, suspiró Sana y sonrió a su roomie.
Jeongyeon estaba ansiosa, muy ansiosa y preocupada cuando llegó a su cita con sus amigas. Por supuesto que Momo lo descubrió casi al instante, al principio pretendía esperar a que su amiga dijera lo que pensaba por si misma, pero ya cuando se cansó de esperar a Jihyo bajo la insoportable tensión de Yoo Jeongyeon, exclamó:
—¡Ya basta Yoo! —Gruñó, haciendo votar a algunos extraños en su dirección. Jeongyeon se comía las uñas.
—Lo descubrirá pronto, Momoring. Estoy en problemas... —Gimió en su dirección y Momo le miró aún más extrañada que antes.
—¿A qué te refieres? —Exigió la alfa nipona, esta vez.
—Te mentí. —Admitió Jeongyeon, de pronto.
—¿Con qué? —Exclamó Momo, mitad en reproche, mitad con asombro.
—Me escapé Momo. Mi madre no entendería jamás que decidiera dejar la casa. La única que cree que esa mujer podría entrar en razón alguna vez, eres tú. —Reprochó la pelicorta, inevitablemente.
—¿Y? —Momo veía en dirección de donde llegaría su omega, despreocupada.
—¿Y? ¿Cómo que “y”, Hirai? Estoy en problemas. —Insistió Jeongyeon, evidentemente preocupada.
—¿Yyyy? ¿Qué hará? ¿Vendrá y te golpeara en la universidad? ¿O qué? Deja de preocuparte por tu madre Jeongyeon, ella ya vivió su vida. —Desestimó la nipona.
—¿Cómo saberlo Hirai, cómo saber que no vendrá a buscarme y a hacer un escándalo? Esa señora no entiende.
—¿Cómo que no lo sabes? ¡Es tu madre Jeongyeon!
—¡No lo sé Momo! —Se acercó a la japonesa comicamente para hablarle por lo bajo —Nunca llegué tan lejos en mi desobediencia. —Musitó y se comió las uñas. Momo carcajeó.
—¿Cómo puedes tenerle tanto miedo a tu madre Yoo?
—¡Tu no sabes como es ella! Es impaciente, malhumorada e hiriente con sus palabras. Lo que pasa es que a ti ella te agrada desde que comenzó a alimentarte los días de universidad… —Reprochó ahora, tomándose los brazos contra el estómago.
—La señora Yoo como madre es una excelente cocinera, y tu sabes que no me puedo resistir a un buen plato recién hecho en casa, lo siento cariño. ¡Auch! —Se quejó Momo cuando Jeongyeon le dio en el brazo con un puño, y rió ante la antipatía de su amiga.
—Eres una traidora de lo peor Hirai, no entiendo como puedo ser tu amiga si a la primera de cambio me traicionas por una porción de kimchi. —Gruñó la coreana y Momo rió negándose a su falsa acusación.
Cuando Momo pensaba que nada podría detener la mala onda de Yoo Jeongyeon, vio llegar a su alegre omega y exclamó con emoción para recibirla entre sus brazos. Sus suaves y ligeros labios no tardaron en besarla con emoción y la alfa japonesa no tardó en rodear los brazos en la cintura de su omega. Fuerte e impregnante aroma a eucalipto destacó en el lugar, y abrazó unas dulces cerezas frescas de temporada.
—¿A dónde estabas, omega? Jeongyeon casi me asesina porque tu no estabas para defenderme aquí —Puchereó la mayor matando de ternura a su omega quien no tardó en abrazarla con más fuerza.
—¿Qué le has hecho a mi alfa mapache, Yoo Jeongyeon? —Musitó la omega menor sin amabilidad y Jeongyeon hizo expresión de incredulidad.
—¿Qué le hice yo? Es ella que...
—Hola sunbaenim, mi nombres es Minatozaki Sana y comenzaré a estudiar Filosofía y Letras este año. —Musitó Sana irrumpiendo en la conversación de aquel trío, para asombro de las tres.
—Oh Sana-ssi, no debes hacer eso cariño aquí no somos tan estrictos. —Meció Jihyo, arrugando la nariz en desacuerdo con sus honoríficos.
Sana estaba muy nerviosa. Había decido que era mejor aceptar el puesto que tenía como hoobae como naturalidad, pero ver a su primer y único crush en persona después de haberla admirado en la distancia durante tantos meses, la hizo tomar una reacción impulsiva y torpe.
—¿Te conozco, verdad? —Habló Jeongyeon, asombrada con la presencia no del todo desconocida.
—Oh, claro que sí. —Musitó Jihyo de inmediato y pronto obtuvo la mirada suplicante de Sana sobre ella. —Estudiaba en la preparatoria de Suwon. —Agregó de inmediato. Momo fue la primera en reconocerla.
—¡Claro que sí, eres la chica nueva! Vuelves a ser la chica nueva, hola ¿Eres japonesa? —Preguntó con emoción, al reconocer que ese apellido no era muy coreano que digamos. Sana no tardó en asentir y Momo se interesó de inmediato. —Uyy ¿de que parte?
—N-nací en Osaka, pero mi mamá es coreana.
—Ahhh, que curioso, por eso pronuncias tan genial. —Señaló Jihyo, encantada con la pronunciación de aquella omega extranjera.
—Oh sí, en casa hablábamos ambos idiomas —Habló nerviosamente ante el asombro y el silencio de la alfa coreana.
—Preséntate Yoo, no seas grosera con la hoobae. —Le regañó Park y la misma se vio con la omega menor y luego con ambas japonesas.
—Oh, sí-sí. Lo siento, solo me llegaron recuerdos de la escuela. —Sonrió apenada al hacer una reverencia de disculpas —Mi nombre es Yoo Jeongyeon. Ibas un años antes ¿verdad?
—Si, con Jihyo compartíamos algunas clases. —No tardó Sana en responder, aunque con la tensión y el rubor extenso sobre sus mejillas.
Sentía que el corazón le bombeaba duro y con fuerza. Su crush le estaba hablando por primera vez. Siquiera en sus jodidas fantasías Yoo Jeongyeon olía tan bien. Era café, un fuerte, impregnante y posesivo café cálido y aromático que la embriaga de inmediato. Sin duda era un aroma común en un alfa, pero el de Jeongyeon, ese parecía tener una característica que parecía especialmente satisfactoria para su loba, ¿que era?
—Claro que lo recuerdo muy bien. —Señaló la omega coreana con toda intención.
Jihyo y Jeongyeon se vieron un momento y la alfa se incomodó, poniendo las manos dentro de las bolsas de sus jeans negros.
—A-a veces, extraño Suwon —Comentó Jeongyeon con torpeza y Sana sonrió en su dirección.
—Es un bonito lugar para vivir. —Respondió la nipona agregando su acuerdo, y ambas sonrieron con timidez mientras se hallaron en el mismo espacio.
En silencio se vieron por primera vez.
El silencio fue dulce y para nada incómodo mientras se acostumbraban a tenerse frente a la otra, compartir el oxígeno, la presencia mutua.
Sana dejó que su empalagoso aroma a miel destaque su dulzura y Jeongyeon inhaló sin pena, haciendo sonreír a la omega japonesa y contagiando la sonrisa en su rostro. Un toque sensible de timidez e inocencia hacia de ese primer encuentro, un instante inolvidable, o por lo menos lo fue para Sana y su loba.
La japonesa entendió que si antes se desvanecía por las tiernas expresiones que ponía esa alfa al recibir sus notas anónimas, jamás podría resistirse ante esa amable y genuina sonrisa tímida que le estaba dedicando en ese preciso instante. Una sonrisa que jamás olvidaría y que siempre llevaría en su memoria.
Momo miró a Jihyo, quien le respondió la mirada con la misma complicidad.
Esas se traían algo entre manos.
Present~
Sana sentía la tensión en el agarre que su alfa tenía en su mano. Deseaba huír de su agarre como nunca antes, la energía que compartían había cambiado rotundamente, algo en la coreana era diferente desde que le dijo que deberían ir de visita a casa de sus padres en búsqueda de sus cachorras. Pero Sana mentiría si dijera que no sabía el motivo por el cual su alfa estaba tan tensa, porque por supuesto que lo sabía.
Yoo Jeongyeon estaba negada a hacer esa visita.
—Jeongyeon, por favor cariño. —Suspiró Sana cuando la alfa meció la cabeza con fastidio.
—No quiero estar aquí, eso es todo. —Musitó entre dientes y presión en la mandíbula, mientras veía en direccion de la puerta, mientras esperaban al llamado.
—¿Porqué sigues estando tan molesta por esto? Solo serán un momento, alfa. —Insistió Sana, para desencanto de la pelicorta quien meció la cabeza reiteradas veces más.
—Sana, ya déjalo así, por favor. —Canceló.
—¿Porqué estás tan molesta conmigo? —Masculló, presionando el agarre contra su mano cuando la alfa la quiso soltar.
—¡No lo estoy! —Exclamó en un murmullo. —Vaya, no lo estoy, solo... —Se detuvo cuando el hombre mayor abrió la puerta en dirección de ambas. —Hablaremos de esto en casa. —Determinó la alfa, antes de recibir el saludo de su padre, quien dejó un suave palmeteo en la espalda de su hija mayor.
Su hermosa, alegre y tierna Jeongyeon unnie, ¿qué estaba mal con ella?, quiso saber la omega cuando observaba la expresión forzada y casi reacia de su esposa para con sus padres.
Lamentablemente Jeongyeon no era capaz de decir "No" a sus padres, ni cuando le invitaron a pasar a beber un té para que no se fuera tan pronto y mucho menos cuando las invitaron a cenar un rato después, y lo hicieron con un comentario inocente como "¿Qué pueden perder, si ya están aquí?" Comentario que no tardó en convencer a la oficinista, quien sonrió forzado y aceptó sin más remedio.
Al menos Hanni se veía igual de rebelde que siempre para su adolescente etapa y no había quitado los ojos de su smartphone, y la pequeña Minji solo seguía siendo igual de tierna y simpática que podía ser a sus cortos tres años de edad.
Su amada alfa estaba diferente. Sana entendía que Jeongyeon no quisiera estar allí, pero pudo ver el esfuerzo atroz de su madre por acercarse a ella y el modo tan despectivo con el que su alfa cortaba todas las muestras de interés de su madre.
Sana no podía creer que su dulce alfa fuera tan cruda con aquella mujer mayor, pero también entendía que la señora Yoo había lastimado a su esposa durante varios años en los que la señaló como una "decepción" y la rechazó por sus “malas” decisiones. La señora Yoo se tomó varios años en aceptar que Sana era la omega de su amada hija mayor y, aunque eso no hubiera supuesto un problema para su alfa, sabía que los rechazos de su madre omega solo le provocaban la tristeza y el desamparo que sintió cuando su familia faltó al día de su boda.
Si, Yoo Hanni tenía de donde salir, porque Yoo Jeongyeon tenía de donde hacerlo.
Past~
Ya habían pasado varios meses desde que comenzó la actividad universitaria y esta era la primeras vez que salían solas como amigas. Aunque no colmaban de demasiados ratos libres, hallaron el modo de encontrarse un día, después de que Momo y Jihyo se fueran al cine para festejar su aniversario número dos de relación.
Ambas se juntaron a pasar el rato como dos buenas amigas que solían compartir cierta complicidad, pero Sana ya no lo podía ocultar, iba a decidida a decirle la verdad a esa alfa que le había brindado una amistad tan genuina y agradable. Pero ,y curiosamente, Jeongyeon también iba lista para hacer preguntas al respecto.
—¿Tu madre sigue molesta contigo? —Preguntó Sana llevándose una galleta a la boca.
La alfa asintió, largando un suspiro de pesar mientras bebía del americano frío que se había comprado antes de llegar a su encuentro.
—Dijo que estaba decepcionada de mi. —Corrió la mirada, avergonzada —De que me halla ido de casa como una delincuente, en silencio y sin que nadie me viera salir.
Hubo un instante de silencio en el que Sana acariciaba un brazo de la alfa y esta se negaba a mirarla. La omega pensó muy bien que diría, antes de responderle.
—Los padres nunca se dan cuenta del daño que pueden hacer con sus palabras. —Musitó la omega nipona, tomando su mano. Por la sonrisa que Jeongyeon le devolvió, supo que había sido reconfortante algo de comprensión, pero fue aún mejor de lo que esperaba cuando la alfa presionó el agarre de sus manos.
—Gracias por escucharme Sana-ssi.
—Literalmente solo me has dicho unas cuantas oraciones, unnie. —Se burló Sana por la poca conversación que había hecho la pelicorta y supo que era natural en ella oír en silencio.
—Es que no me has dado oportunidad. —Rebatió la alfa y Sana le devolvió un empujón, haciéndola reír. —Me agrada oírte hablar... —Respondió de pronto.
El corazón de Sana bombeando a toda prisa cuando se apartó de su agarre para jugar acomodarse el cabello tras la oreja y jugar con las puntas de un bucle. Jeongyeon sonrió ante su timidez.
—Extrañaba estar unas horas lejos de Momoring. Ella es una jodida invasiva, es como un mapache, se mete en tu casa y busca comida sin tu consentimiento. Desde que me aleje de mi mamá esta más despegada… —Ironizó en en broma. Sana rió bajito y nasal.
—Has sido su fuente de buena comida durante varios años. —Supo Sana, que le comentó Jihyo una vez que la oyó quejarse de que extrañaba la comida de la mamá de Jeongyeon.
—Intenté con todas mis fuerzas evitar esa relación, pero fallé. —Bromeó la alfa coreana haciendo reír a la omega japonesa, quien meció la cabeza.
—¿Porqué lo dices unnie? Si ellas son muy lindas juntas.
—Son unas intensas juntas, dirás. —Señaló la alfa, ahora castaña aunque con el cabello igual de corto que cuando era una adolescente a quien Sana admiraba a la distancia con sus ojos de amor.
Ese pensamiento le comprimió el estómago. Era amiga de su crush de adolescencia, debía ser un regalo de la vida, de la madre Luna, del destino, quizás.
—Son un poquito intensas —Susurró Sana haciendo reír a la mayor quien aceptó de inmediato su comentario.
Hubo un silencio cómodo y calmo cuando Jeongyeon se acomodó en su lugar, apoyando la espalda más firmemente.
Ambas estaban sentadas contra un alto muro de la universidad, bebiendo café americano y comiendo galletas con chocolate. Era sábado por la tarde, no había mucho que hacer pero disfrutaban de pasar el tiempo a solas. La japonesa se removió igual de inquieta y sus hombros chocaron desprevenidamente.
—Lo siento unnie, no quise... —Tartamudeó una nerviosa Sana e inclinó la cabeza suavemente. Jeongyeon mecio la cabeza.
Un nuevo silencio trémulo e incómodo esta vez se hizo, ambas deseaban decir muchas cosas y preguntar muchas otras, pero nadie parecía ser lo suficientemente valiente de dar el primer paso.
—Quería…
Jeongyeon la buscó con sus lindos ojos almendrados de ese color oscuro como su aroma y Sana tragó al apartar la mirada de su deliciosa hipnosis.
—Hace mucho quieres hablar Sana-ssi… —Consintió la alfa con una risilla nerviosa.
—E-estoy… —Sana suspiró y se tensó un poco cuando sintió el apretón en su agarre. La japonesa alzó la mirada y se encontró con esos lindos ojos. ¿Cómo podía verla de ese modo sin sentir remordimiento? —Unnie…
—Lo siento. —Sonrió la alfa, bajando la mirada para dejar de incomodarla. Sana no soltó el agarre que había rehecho la alfa.
—En Suwon… —Dijo la omega japonesa, ganando la atención de la alfa nuevamente —Y-yo… bueno —Acomodó la voz, claramente nerviosa. Jeongyeon acarició el dorso de sí mano con su pulgar, intentando darle calma —Era yo.
—¿Eras tu? —Preguntó con humor, distraída de la seriedad en la voz de esa linda omega.
—Si. —Sana asintió reiteradas veces, intentando acomodar sus ideas —Qui-quien dejaba las notas en tu casillero… era yo, unnie. —Musitó nerviosamente, esta vez negándose a verla.
Jeongyeon la buscó de inmediato con su mirada muy abierta y Sana se apartó de su agarre y mirada de asombro, para comenzar a dar justificativos y explicaciones sin sentido. Jeongyeon no lo podía creer, una vez más.
—... no podía decírtelo así como así, aunque intente hacerlo varias veces, me ganaba la cobardía unnie, era solo una niña extranjera en una escuela nueva, enamorada de mi compañera mayor, que no conocía para nada. No…
Con prisa y tremulidad, la alfa comenzó a buscar dentro de su mochila y cuando halló lo que buscaba, tomó el sobre de tamaño de una tarjeta de regalo y lo entregó a la omega.
—... entonces me decidí, pero tu.. ¿qué es esto? —Consultó Sana, sorprendida por su reacción. Por supuesto que Sana esperaba lo peor, pero no una reacción tal.
—Ábrelo, por favor. —Indicó Jeongyeon pausadamente.
La emoción latía esta vez de parte de ambas.
—¿No es una broma? —Consultó una dudosa omega japonesa y Jeongyeon rió, liberando la tensión.
—Claro que no, tonta. Ábrelo por favor. —Señaló Jeongyeon con el mentón y Sana abrió el sobre, aún en duda.
Sana despegó la pequeña cinta que sostenía el sobre bien cerrado y cuando lo inclinó para que saliera lo que ocultaba en su interior, las notas se desarmaron entre sus piernas. Sana resintió el rubor de sus mejillas reconocer su letra, sus cintas adhesivas con diseños tiernos, los detalles que dejaba en ellas, los dibujos y tembló al tomarlas una por una.
Esas eran bastantes de sus notas.
—Diablos, era una pequeña acosadora… —Habló la japonesa, incapaz de ver a su unnie a la cara.
—He pasado años leyéndolas. —Alzó los hombros —Quizas si las leía con más atención encontraría una señal o algo que me indicara de parte de quien venían. —Rió entre dientes —Al principio creí que eran una broma de Momo. Hay algunas fallas de puntuación, pero es tan comprensible ahora —Alzó viendo a la nipona, quien se negaba a mirarla.
—Lo siento. Ya mejoré. —Murmuró la menor ganando los ojos de la alfa sobre ella.
El rubor iluminaba sus tiernas mejillas blandas y esponjosas que ella moría por apachurrar, sus labios eran un mohín en flor y sus ojos vidriosos la buscaron disimuladamente, revolviendo su estómago de la emoción. Pero cuando Jeongyeon sintió el incremento de ese dulce aroma, eso fue lo que lleno de euforia a su loba, eso le indicó lo que necesitaba saber.
Ella sabía que estaba ligada de algún modo a la persona de esas notas, pero ahora estaba segura: recibiría notas de Minatozaki Sana durante toda su vida.
Present~
Al llegar a casa, Hanni se había encerrado en su habitación de inmediato sin siquiera despedirse de sus madres, en cambio Minji se había quedado dormida en el viaje de regreso a casa, mecida por el movimiento del auto al andar, lógicamente fatigada después de la cena.
Sana recostó a la más pequeña en su cama y regresó a la habitación que compartía con su alfa desde hacía tantos años. Esa habitación no era sólo una habitación, era su reposo, su remanso y su nido, el único lugar en donde, arropada con el fuerte aroma a café de su alfa, podía descansar y encontrar la calma.
¿Porqué parecía que había perdido toda la calma en su nido?
—Has sido muy grosera. No puedo creer que te hayas comportado de ese modo con tu madre, Jeongyeon, teníamos meses sin ir. —Le regañó la japonesa liberándose de su ropa de calle.
Era muy normal que Sana llevara ropa cómoda debido a que debía estar horas sentada frente a su computador en casa, por lo que su ropa de salir siempre se le hacía incomoda y tediosa, más aún cuando estaba tan molesta.
—Ay omega... —Desestimó la pelicorta, dueña de la razón —Estoy segura que si le diera una sola oportunidad, ella estaría aquí educando a mis hijas. Es una entrometida y lo sabes muy bien. A veces preferiría que no hubiera vuelto a hablarme. —Habló el rencor por Yoo Jeongyeon.
—¡Y luego esperas que Hanni te respete Jeongyeon! —Le regañó Sana, ganándose así la atención de la mayor —¿Cómo es que no lo puedes ver? Ella hace todo lo que tu haces. Me cansé de repetírtelo, como con todo, pero tu insistes en ser terca Yoo. ¡Demonios! —Descargó la japonesa sus pensamiento.
—Me estoy esforzando Sana... —Replicó la alfa, quitándose bruscamente el uniforme de trabajo. Sana creyó que si seguía tirando del nudo en su cuello se ahorcaría.
—¿Para qué? ¿Por qué estás tan irritada? ¿Qué es lo que sucede que no puedes estar aquí un par de horas sin perder fácilmente la paciencia? ¡Debes hablarme en este instante! —Exclamó la nipona con aquella expresión de reproche, ya muy agotada de esa constante mala actitud en su alfa.
Jeongyeon bufó huyendo de su mirada curiosa, sabía que Sana se molestaría por lo que había estado evitando decirle, pero estaba tan preocupada por no decepcionarla. Por no volver a decepcionar a alguien a quien amaba y esperaba lo mejor de ella.
—Quieren darme la gerencia del banco. —Habló la alfa directamente. Sana se tensó de inmediato cuando se halló en esos ojos muy abiertos. Jeongyeon siempre la veía de ese modo cuando sabía que se había equivocado con algo.
En ese preciso momento Sana no sabía si debía abrazarla por ser tan dulce, tan tonta, tan terca y provocarle tanto orgullo y admiración, o hacer evidente esa molestia que le provocaba el hecho de que no fuera capaz de apoyarse en ella como le había dicho tantas veces que lo hiciera.
Silencio. Sólo hubo silencio durante unos minutos eternos.
—Vaya... —Quiebre. Densidad, resolución, en ese preciso instante sentía demasiadas cosas cargando el ambiente entre ambas, que no pudo pensar que era la mejor opción —Me alegro mucho por ti, ¿Desde hace cuanto lo sabes?
—Tres... tres meses. —Murmuró sintiendo lo que vendría, sobretodo cuando Sana la miró con los ojos muy abiertos de consternación. Había fallado una vez más al pensar que debía hacer las cosas por sí sola.
—Oh... —Asintió, apartando la mirada e intentando asimilar lo que su alfa le decía.
—Lo siento, no quería... incomodarlas con mi mal humor Sana, me siento un poco presionada por la situación, todos queremos ganar ese puesto, soy solo una candidata y he intentado...
—Se supone que soy tu esposa y que compartes tus proyectos conmigo Jeongyeon. Ni siquiera sabía que querías ser la gerenta general de un banco. —Murmulló la omega, haciendo a Jeongyeon presionar los párpados con desesperación.
—No estudié todos esos años de universidad para quedarme en el puesto base, cariño... —Comentó como si aquello fuera obvio. Sana la miró con incredulidad y la alfa presionó la mandíbula.
—Supongo que es mi culpa por no haber deducido eso. —Sana tomó una bocanada de aire y, como si fuera arte de magia, la tensión desapareció de inmediato, una vez Sana se rió de su torpeza. De la torpeza de ambas.
—¡Oh vamos omega! Iba a decírtelo cuando fuera seguro. Eres mi esposa Sana, en algún momento ibas a enterarte, ¿no crees? —Insistió ante su culpabilidad.
—¡Por ti! —Irrumpió en sus suaves palabras —¡Debería enterarme por ti! ¡Porque desearas compartirlo conmigo! Porque desearas… tu desearas... —Tragó el nudo que se hizo en su garganta y Jeongyeon suspiró exhasperada.
—Estás exagerando, cariño. Sana tu sabes todo sobre mi. —Intentó al acercarse a ella. Sana se apartó de su avance.
—Lo siento. —Susurró como respuesta y caminó en dirección a la puerta.
—Sana-ssi, ¿A donde vas? Ya es muy tarde, ven a descansar, por favor. —Intentó la alfa, angustiada del evidente agobio que sentía el lazo con su omega. Sana no se volteó a verla cuando se tomó del marco de la puerta, antes de salir.
—Necesito un momento a solas, Jeongyeon. Que descanses. —La detuvo cuando quiso ir detrás de ella y Jeongyeon se apoyó sobre el mueble y se rascó la frente al verla apartarse en dirección a su estudio.
Era mejor que la dejara asimilar lo que había sucedido, que las aguas calmaran un poco. Con los años, había aprendido que la distancia era mejor que insistir en medio de un conflicto, porque aquello solo podía suponer una sola cosa: caos total.
Hola buenas noches es Jazu Ü llegué con un nuevo capítulo.
Estoy tan feliz de que esta historia avance tan rapido♡
Dime aquí lo que te parece a ti esta historia, quiero saber todas tus opiniones♡
Tqm, gracias por el apoyo que le dan a este hermoso JeongSa♡
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