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El peso de la desolación se ha vuelto insoportable, como un manto de plomo que pesa sobre mis hombros y amenaza con aplastarme bajo su peso abrumador. Cada respiración es un esfuerzo, cada pensamiento una lucha interminable contra las sombras que acechan en los rincones más oscuros de mi mente. Soy un prisionero de mis propios demonios, atrapado en un laberinto de emociones turbulentas y pensamientos destructivos que me arrastran cada vez más hacia la oscuridad. El refugio que he construido para mí mismo se desmorona a mi alrededor, dejándome expuesto y vulnerable ante la tormenta que se avecina.

Cada vez que Saeed intenta acercarse, siento un muro invisible levantándose entre nosotros, una barrera infranqueable que me separa de aquel que más amo en este mundo. Me siento como un extraño en mi propia piel, incapaz de reconocer al hombre que veo reflejado en el espejo.

La culpa me consume, devorando mi alma desde adentro como un fuego voraz que no conoce límites. Me pregunto una y otra vez qué he hecho para merecer este castigo, por qué he fallado tan miserablemente en proteger a aquellos que más me importan en este mundo.

Los pensamientos intrusivos me atacan sin piedad, arrastrándome aún más hacia la oscuridad que amenaza con consumirme por completo. Me siento atrapado en un remolino de autodestrucción, incapaz de encontrar una salida de este abismo emocional en el que estoy atrapado.

Estoy cansado, exhausto de luchar contra esta batalla interminable. Mis fuerzas flaquean, mis esperanzas se desvanecen como el humo en el viento. No puedo soportarlo más, no puedo tolerar este dolor y esta desesperación por un momento más.

El amor y el apoyo de Saeed parecen estar fuera de mi alcance, una luz lejana en el horizonte que nunca alcanzaré. Me siento como un espectador de mi propia vida, observando impotente mientras todo lo que valoro se desvanece ante mis ojos.