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Me encuentro sentado en una pequeña cafetería, con una taza de café entre mis manos temblorosas. Skandar, está frente a mí, con una mirada expectante que me dice que no está dispuesto a tolerar rodeos.

—Endrike, ¿qué demonios te pasó por la cabeza? —me suelta sin rodeos, su tono de voz brusco y directo. —Terminar con Saeed de la forma en que lo hiciste fue una estupidez total.

Me encojo ligeramente ante su franqueza, pero sé que Skandar tiene razón. Necesito enfrentar las consecuencias de mis acciones.

—Lo sé, Skand —admito, sintiendo el peso de mi culpa aplastandome. —Fue un error, lo sé. Estaba estresado, abrumado por todo lo que estaba pasando en mi vida, y pensé que terminar con Saeed era lo mejor para él.

Skandar me mira con incredulidad, como si no pudiera creer lo que está escuchando.

—¿Lo mejor para él? —repite con desdén. —¿Crees que terminar abruptamente una relación sin explicación ni consideración es lo mejor para alguien? ¡Es egoísta y cobarde, Endrike!

Me siento avergonzado por sus palabras, pero sé que debo enfrentar la realidad de lo que he hecho.

—Sé que actué impulsivamente —digo, tratando de contener el nudo en mi garganta. —Pero aún lo amo, Skandar. He intentado olvidarlo, pero simplemente no puedo.

Skandar suspira, su expresión se suaviza ligeramente.

—Entiendo que aún lo ames, pero eso no justifica tu comportamiento —dice con firmeza. —Tienes que enfrentar las consecuencias de tus acciones, Endrike, y eso incluye la posibilidad de que Saeed no quiera volver contigo después de lo que has hecho.

Asiento lentamente, sintiendo el peso de sus palabras golpearme con fuerza. Sé que tengo mucho que reflexionar y que necesito aceptar las consecuencias de mis acciones, incluso si eso significa perder a la persona que amo.

—Lo sé, Skandar —murmuro, agradecido por su honestidad brutal. —Gracias por ser sincero conmigo.

Nos quedamos en silencio por un momento, dejando que mis palabras se asienten entre nosotros.

Antes de que Skandar pueda responder, decido agregar algo más.

—Y sabes, incluso si Saeed quisiera volver, no estoy seguro de que esté dispuesto a intentarlo de nuevo —confieso con sinceridad. —Tengo miedo de hacerle más daño, de volver a sumergirlo en el caos que es mi vida en este momento. Tal vez sea mejor dejar las cosas como están y seguir adelante por separado.

Skandar suelta un suspiro exasperado, pero luego su rostro se ilumina con una sonrisa traviesa.

—Endrike, hermano, eres un completo desastre —declara con su característico humor. —Pero sabes qué, incluso los desastres necesitan a alguien que los respalde. Y ese soy yo, tu fiel compañero de desventuras, listo para ayudarte en cualquier locura que se te ocurra.

Su comentario me arranca una sonrisa, recordándome por qué valoro tanto nuestra amistad.

—Gracias —digo con gratitud. —Significa mucho para mí saber que estás ahí, incluso cuando hago cosas estúpidas como esta.

Él me da un golpecito en el hombro, con una expresión bromista en su rostro.

—Hey, nadie dijo que ser amigo tuyo sería fácil —bromea. —Pero en serio, hermano, siempre puedes contar conmigo. Estoy aquí para ti, pase lo que pase, incluso si eres un imbécil de vez en cuando.

Nos quedamos en silencio por un momento, dejando que nuestras risas llenen el aire de la cafetería. A pesar de mis errores y flaquezas, sé que tengo a un amigo incondicional a mi lado, dispuesto a apoyarme en los momentos difíciles y a celebrar conmigo en los buenos.