23 de octubre 2021

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Endrike me había invitado a salir, algo que no era común en él. Acepté sin pensarlo dos veces, emocionado por pasar tiempo juntos fuera de la monotonía diaria. Nos dirigimos al centro comercial, con Endrike liderando el camino con una sonrisa en su rostro que me hacía preguntarme qué había planeado.

Al entrar al centro comercial, me tomó de la mano y me llevó directamente a un mini supermercado que parecía sacado de una película asiática. Mis ojos se iluminaron al ver los estantes repletos de productos exóticos y coloridos, muchos de los cuales nunca había visto antes.

—¡Wow, esto es increíble! —exclamé, maravillado por la variedad de alimentos y bebidas que se extendían frente a nosotros.

Endrike rió suavemente y me guió hacia la sección de bebidas. —Sabía que te encantarían estos lugares. ¡Mira todas estas bebidas exóticas!

Recorrí los pasillos, observando con curiosidad las botellas y latas con etiquetas en caracteres que no podía entender. Endrike me señaló una sección especial donde vendían bebidas asiáticas raras.

—Creo que te gustaría esto —dijo, sacando una lata de té de burbujas de un color rosa brillante y mostrándomela con una sonrisa.

—¡Oh, sí! ¡Me encanta el té de burbujas! —exclamé emocionado, aceptando la lata con gratitud.

Continuamos explorando el supermercado, probando muestras de dulces y bocadillos mientras charlábamos y nos reíamos juntos. Era uno de esos raros momentos en los que parecía que no había problemas en el mundo y que podíamos simplemente disfrutar el uno del otro.

Después de recorrer todo el supermercado y llenar nuestras bolsas con nuestras delicias favoritas, nos dirigimos a la caja para pagar. Mientras esperábamos en la fila, me tomó de la mano y me miró a los ojos.

—Gracias por venir conmigo hoy. Quería hacer algo especial contigo —dijo con sinceridad.

Sonreí, sintiendo un cálido hormigueo en el pecho. —Gracias a ti por invitarme. Me encantó cada momento —respondí, apretando su mano con la mía.

Cuando salimos del supermercado, llevando nuestras bolsas llenas de tesoros asiáticos, me di cuenta de cuánto significaba para mí tener a Endrike a mi lado, compartiendo momentos simples pero preciosos como este. Era un recordatorio de que, a pesar de los altibajos, nuestra conexión seguía siendo especial y valiosa. Y eso era algo que no podía darme el lujo de perder.

Después de terminar nuestras compras, nos dirigimos hacia el estacionamiento del centro comercial para guardar nuestras compras en el auto de Endrike. Mientras nos acercábamos el sonido del teléfono de Endrike conectándose al Bluetooth del auto captó mi atención, y me quedé momentáneamente perplejo, preguntándome qué tenía planeado.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté con curiosidad, mientras observaba cómo Endrike manejaba con destreza la interfaz del sistema de audio del automóvil.

Endrike simplemente respondió con una sonrisa misteriosa: — Quiero bailar contigo ahora mismo —

Al principio, pensé que estaba bromeando, pero al ver la seriedad en su mirada, supe que no estaba jugando. Sentí un cosquilleo de emoción recorrer mi cuerpo mientras anticipaba lo que vendría a continuación.

Sin decir una palabra más, Endrike seleccionó una canción y dejó que la melodía suave y envolvente llenará el auto. La música empezó a resonar con fuerza, envolviéndonos en una atmósfera íntima y emotiva.

Endrike colocó su mano en mi cintura con delicadeza, mientras la otra encontraba su lugar en mi hombro. Nos movimos al ritmo de la música, nuestros cuerpos deslizándose uno contra el otro en una danza suave y armoniosa.

A pesar de la diferencia de alturas entre nosotros, Endrike me guiaba con destreza, haciendo que cada movimiento se sintiera natural y fluido. La música parecía envolvernos en una burbuja de amor y complicidad, haciéndonos olvidar el mundo exterior por un momento.

Justo cuando llegamos al estribillo de la canción, Endrike susurró las letras en mi oído con una dulzura que hizo que mi corazón latiera con fuerza. Sus palabras resonaron en lo más profundo de mi ser, llenándome de una sensación de calidez y afecto.

Pero no hay hombre más aterrorizado, como el hombre que corre el riesgo de perderte —murmuró Endrike, su voz cargada de emoción y ternura. Me estremecí ante sus palabras, sintiendo cómo mi amor por él se intensificaba con cada latido de mi corazón. — Oh, espero no perderte, por favor, quédate— Simplemente era lindo estar así —Esta canción es "Beautiful Things" de Benson Boone —explicó con una sonrisa—. Es el número seis en mi lista de reproducción. Prometí que solo la pondría y bailaría con aquella persona que conquistara mi corazón.

Me quedé sorprendido ante sus palabras, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza en mi pecho. La idea de haber conquistado su corazón me llenó de una felicidad indescriptible.

Antes de que pudiera decir algo, Endrike me miró con ternura y agregó: "Me gusta bailar contigo, Saeed".

En ese momento, nuestras miradas se encontraron y supe que lo que sentíamos el uno por el otro era mutuo. Sin pensarlo dos veces, me acerqué a él y nuestros labios se encontraron en un dulce y tierno beso. 

—Lee mis versos y seré tu estrofa —dijo con suavidad, mirándome fijamente. 

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