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Cada día que pasa, me sumerjo más en un mar de emociones encontradas mientras observo la lenta pero constante mejoría de Saeed. El 23 de abril del 2024 quedará grabado en mi memoria como el inicio de un período de esperanza y temor entrelazados, como hilos de un tejido complejo que define mi existencia en este momento.

Su sonrisa, oh, su sonrisa. Es un faro de luz en medio de la oscuridad que ha nublado nuestras vidas desde ese fatídico día. La misma sonrisa que me enamoró desde el primer momento en que la vi, ahora se erige como un símbolo de fortaleza y resistencia ante la adversidad. A veces me pregunto cómo es posible que algo tan simple como una sonrisa pueda tener tanto poder, pero al verla en el rostro de Saeed, entiendo que es mucho más que una expresión facial; es un rayo de esperanza que ilumina incluso los momentos más oscuros.

Sin embargo, en medio de mi alegría por su progreso, también comienzo a notar la presencia cada vez más frecuente de un chico de la facultad de medicina que parece haberse interesado en Saeed. No puedo evitar sentir una punzada de celos ante sus constantes visitas y su actitud atenta hacia él. Una parte de mí, la parte egoísta y posesiva, ruega en silencio que Saeed no se deje seducir por las atenciones de este chico.

Cada vez que lo veo hablar con Saeed, una sensación de ansiedad se apodera de mí, como si estuviera perdiendo algo valioso que no puedo permitirme dejar ir. Me encuentro observando cada interacción entre ellos con una atención casi obsesiva, buscando cualquier señal de que las atenciones del otro chico están comenzando a afectar a Saeed de alguna manera.

Pero sé que no puedo controlar los sentimientos de Saeed, ni tampoco tengo derecho a hacerlo. Él es libre de elegir a quién permite entrar en su corazón, así como yo fui afortunado al recibir su amor en primer lugar. Sin embargo, el miedo a perderlo, a ser reemplazado por alguien más, sigue latente en lo más profundo de mi ser.

Mis días transcurren entre momentos de felicidad por ver a Saeed recuperándose y tormentos de incertidumbre sobre lo que el futuro nos depara. Me encuentro constantemente en una encrucijada emocional, tratando de equilibrar el deseo de volver con Saeed y con la necesidad de darle espacio para que tome sus propias decisiones.

Soy consciente de que el amor no siempre es suficiente. Hay fuerzas externas que escapan a nuestro control, fuerzas que pueden desgarrar incluso los lazos más profundos. Y es en esos momentos de vulnerabilidad cuando más me aferro al recuerdo de Saeed.

Quizás el chico de medicina sea solo una distracción pasajera, una figura efímera que desaparecerá tan rápido como llegó. O tal vez sea el inicio de algo más complicado, tal vez sea el inicio de una nueva relación y de nuevos sentimientos. Así que el 23 de abril me hace darme cuenta que todo continúa, que mientras tú tienes un corazón roto el mundo sigue girando y no se detiene para pensar en ti.