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Endrike

Una semana después de nuestro último encuentro, me encontraba sentado en el aula de clases, pero mi mente estaba en todas partes menos en el material que el profesor estaba tratando de impartir. Cada palabra que decía se desvanecía en el aire, ahogada por el eco de mis propios pensamientos tumultuosos.

Las últimas palabras que le había dicho a Saeed seguían resonando en mi cabeza como un mantra incesante. "Lo siento", había dicho, tratando de sonar firme y seguro de mi decisión. Pero mientras repetía esas palabras en mi mente, no podía evitar sentir una punzada de duda y arrepentimiento.

¿Había sido realmente lo mejor para ambos, o simplemente estaba tratando de justificar mis propias acciones egoístas? La verdad era que no estaba seguro. Había actuado impulsivamente, dejando que el miedo y la indecisión dictaran mis acciones en lugar de enfrentar la situación con valentía y honestidad.

Al salir del salón, una sensación de inquietud se apoderó de mí. Sabía que Saeed probablemente querría hablar, resolver las cosas, como siempre lo hacía. Pero esta vez, algo en mí se resistía a enfrentar la verdad que estaba a punto de salir a la luz.

Caminé por los pasillos con paso vacilante, sintiendo la mirada de mis compañeros que parecían juzgarme con sus ojos. ¿Qué pensarían de mí ahora? ¿Me verían como un cobarde, como alguien que no tuvo los suficientes pantalones para enfrentar la situación de frente y honestamente?

Mis amigos se acercaron a saludarme, pero noté la mirada de reproche en sus rostros. Sabía lo que estaban pensando, y no podía culparlos. Había decepcionado a Saeed, a ellos, y a mí mismo.

Decidí alejarme un poco de ellos, necesitaba espacio para procesar mis propios pensamientos y emociones. No podía soportar la idea de enfrentar sus juicios y críticas, no cuando ya me sentía tan perdido y confundido.

Mientras me alejaba, una voz en mi interior susurraba que tal vez era hora de enfrentar la verdad, de confrontar mis propias acciones y sus consecuencias. Pero el miedo y la incertidumbre me mantenían atrapado en un ciclo interminable de autoengaño y evasión.

El pasado había vuelto para atormentarme, y no podía escapar de su sombra.