11 de junio del 2022
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La llegada de mi familia para conocer el campus y la ciudad trae consigo una mezcla de emociones encontradas. Aunque estoy emocionado de poder pasar tiempo con ellos, los comentarios que hacen sobre la decoración del pueblo con símbolos del orgullo LGBT y la marcha del Pride me hacen sentir incómodo. La idea de ir a la marcha con Saeed se desvanece rápidamente en mi mente, eclipsada por la presencia de mi familia y su actitud conservadora.
Mientras recorro el campus con Valeria, trato de ocultar mi incomodidad detrás de una sonrisa forzada. Sin embargo, ella logra percibir mi falta de entusiasmo y decide abordar el tema directamente.
— ¿Estás bien, Endrike? Pareces un poco distante hoy.
— Sí, estoy bien. Solo un poco cansado, supongo.
— No lo creo. Sé cuándo algo te está molestando. ¿Qué pasa?
— Es solo... toda esta situación con mi familia y la visita. No es exactamente lo que esperaba.
— Entiendo. A veces nuestras familias pueden ser complicadas. Pero no estás solo en esto. ¿Hay algo más?
— Bueno, es... he estado actuando de manera distante últimamente. La verdad es que tengo pareja y no les he dicho a mis padres. No sé cómo lo tomarían.
— Lo siento. Eso suena difícil.
— Sí, lo es. Además, no estoy seguro de cómo lidiar con todo esto.
— No te preocupes. A veces es difícil abrirnos con nuestras familias. De hecho, yo también me siento incómoda con lo que hacen mis padres a veces. Pero estoy aquí contigo porque mi abuelita me lo pidió.
Las palabras de Valeria traen un sentido de alivio a mi corazón. Aunque nuestras situaciones son diferentes, compartimos la experiencia de luchar con las expectativas familiares y la incomodidad que pueden generar.
24 de junio del 2022
El sonido del teléfono interrumpe el silencio de mi habitación, anunciando la llegada de una llamada entrante. Al revisar la pantalla, veo el nombre de Saeed parpadeando, y un nudo se forma en mi estómago mientras respondo la llamada.
— Hola, Saeed —saludo, tratando de ocultar la ansiedad en mi voz.
— Hola, amor —responde Saeed, su voz suave y reconfortante a través del auricular—. He estado pensando... ¿te gustaría ir juntos al pride?
La pregunta de Saeed me toma por sorpresa, y un escalofrío recorre mi espalda mientras mi mente se agita con la posibilidad de asistir a la marcha con él. Sin embargo, la realidad de la presencia de mis padres en la ciudad se interpone en el camino de mis deseos.
— Lo siento, Saeed, no puedo —respondo rápidamente, mi voz tensa—. Mis padres están aquí y no puedo ir a la marcha.
— Entiendo —dice Saeed, su tono de voz ligeramente decepcionado—. ¿Qué tal si voy a verte entonces? Me encantaría conocer a tus padres.
El corazón me da un vuelco ante la sugerencia de Saeed. La idea de presentar a mi novio a mis padres, especialmente en este momento, es abrumadora. Sin embargo, sé que no puedo evitar la conversación pendiente sobre mi sexualidad por mucho más tiempo.
— No es un buen momento, Saeed —digo con pesar, mi mente dando vueltas—. Además, aún no he tenido esa conversación con mis padres.
Una sensación de incomodidad se apodera de mí mientras pronuncio esas palabras, consciente de la brecha que existe entre mi vida personal y la imagen que he proyectado ante mi familia. Aunque quiero que Saeed conozca a mis padres, sé que todavía no es el momento adecuado, y la idea de enfrentar esa conversación me llena de temor y ansiedad.
28 de junio del 2022
La sala de estar está llena de murmullos mientras la televisión emite imágenes de la marcha del Pride. Mi familia cambia constantemente de canal, optando ocasionalmente por poner alguna aplicación de streaming en su lugar. Mientras tanto, yo me encuentro absorto en mi teléfono, desplazándome por Instagram en busca de algo que capte mi atención.
Entre las fotos que aparecen en mi feed, una en particular llama mi atención. Es Saeed, con una corona de flores de arcoíris adornando su cabeza, una bandera pansexual envuelta a su alrededor como una capa y una sonrisa radiante en su rostro. La alegría y el orgullo que emana de la imagen son palpables, y un nudo se forma en mi garganta mientras lo miro con envidia.
Desearía estar allí con él, apoyándolo y celebrando su identidad sin reservas. Desearía poder compartir ese momento de libertad y autenticidad juntos, sin miedo al juicio o la desaprobación de los demás. Pero en cambio, me encuentro atrapado en este espacio de silencio incómodo, sintiéndome separado de mi pareja y de la comunidad que nos rodea.
Mientras continúo desplazándome por mi feed, una sensación de nostalgia y anhelo se apodera de mí. Aunque estoy físicamente presente en esta habitación, mi corazón y mi mente están en otro lugar, junto a Saeed y todos aquellos que marchan con orgullo en las calles. En este momento, me siento más distante que nunca de aquellos a los que amo y de la comunidad a la que pertenezco.
7 de julio del 2022
Estaba en la fiesta de cumpleaños de mi novio, pero mi mente estaba en otra parte. Problemas familiares complicados me tenían preocupado y agotado, y no podía evitar sentirme abrumado por pensamientos oscuros y poco agradables. Me sentía cansado y desconectado de la celebración a mi alrededor.
En ese estado de ánimo, me encontré con Desiree, una estudiante de psicología. Al principio, no estaba seguro de querer hablar con ella. ¿Qué podía hacer una conversación casual por mí? Pero algo en su mirada comprensiva me atrajo, y decidí darle una oportunidad.
—Hola, ¿cómo estás? —me saludó Desiree con una sonrisa cálida.
—Hola, supongo que bien —respondí con una mueca forzada.
Mientras hablábamos, me di cuenta de lo estúpido que estaba siendo. ¿Cómo podría alguien como yo, con todos mis problemas, encontrar ayuda en una conversación casual con una estudiante de psicología en una fiesta? La idea de que la terapia pudiera ayudarme parecía ridícula.
—Entonces, ¿qué te trae a la fiesta? —preguntó Desiree con interés genuino.
—Oh, solo estoy aquí por mi novio —contesté encogiéndome de hombros—. Pero honestamente, estoy más distraído por otros problemas en este momento.
—Entiendo —dijo Desiree con calma—. A veces, hablar sobre lo que nos preocupa puede ayudar.
Fruncí el ceño ante su comentario. ¿Hablar sobre mis problemas? ¿Eso realmente iba a hacer alguna diferencia?
—No sé, parece un poco simplista, ¿no crees? —respondí con escepticismo—. Dudo que una simple conversación pueda arreglar mis problemas.
Desiree me miró con comprensión y asintió.
—Entiendo que pueda sentirse así —dijo suavemente—. Pero a veces, simplemente expresar lo que nos molesta puede aliviar la carga.
Aunque mi escepticismo persistía, no podía evitar sentirme un poco más aliviado al hablar con ella. Cuando la fiesta llegó a su fin y nos despedimos, me encontré reflexionando sobre nuestra conversación. Quizás había sido estúpido dudar de la terapia y cerrarme a la posibilidad de encontrar ayuda en lugares inesperados. Tal vez, solo tal vez, había algo de verdad en lo que Desiree me había dicho
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