1 de abril del 2024
☾︎⏱
Al llegar rápidamente comencé a evitar a Skandar, Daniela y Saeed, pero mis intentos fueron en vano. Skandar, como siempre, fue el primero en encontrarme.
—¡Endrike! —exclamó Skandar con voz exasperada, interceptándome en el pasillo—. ¡He estado tratando de comunicarme contigo durante días! ¿Dónde has estado?
Fruncí el ceño, molesto por su tono acusador. —No es asunto tuyo, Skandar —respondí con frialdad, sin detenerme a mirarlo.
Skandar se paró frente a mí, claramente enfadado. —¡No, Endrike, es mi asunto! Eres mi amigo y estás actuando como un idiota. ¿Qué te pasa?
—¡No me pasa nada, Skandar! Déjame en paz —espeté, sintiendo cómo la ira burbujeaba en mi interior. No quería que Skandar me juzgara, no cuando yo mismo estaba lidiando con mis propios demonios.
—¿Y qué pasa con Saeed? ¿Por qué no me dijiste que te mudabas? Está realmente lastimado, Endrike. Por favor, necesitas hablar con él —continuó Skandar, sin inmutarse por mi actitud defensiva.
Mi paciencia se agotó de golpe. —¡No me digas qué hacer, Skandar! No eres mi madre. Y respecto a Saeed, eso no es asunto tuyo. Déjame en paz —espeté, sintiendo cómo la rabia nublaba mi juicio.
Skandar me miró con incredulidad, claramente herido por mis palabras. —No puedo creer que estés actuando así, Endrike. Pensé que éramos amigos.
Sin decir una palabra más, me alejé de Skandar, dejando atrás su mirada decepcionada. Sabía que había sido cruel con él, pero en ese momento, mi orgullo y mi ira no me permitían ver más allá de mi propia indignación. No podía disculparme, no aún.
━━━━━━✧☾︎⏱✧━━━━━━
En la hora del almuerzo puedo notar como es que Saeed se acerca hasta mí, con paso decidido.
—¿Podemos hablar? —me dice, tratando de mantener la calma a pesar de la tormenta de emociones que me consume por dentro.
Me sorprende verlo abordándome en la escuela. Al principio me resisto, pero finalmente accedo a hablar con él.
Nos dirigimos hacia uno de los patios más apartados, donde nos encontramos solos. El silencio entre nosotros es incómodo, tenso. Una mezcla de enojo y tristeza se refleja en su mirada mientras me observa en silencio.
—Necesito que me expliques —me dice finalmente, luchando por mantener la compostura. — No puedo seguir así, necesito entender por qué estás actuando de esta manera —me dice, esperando desesperadamente una respuesta que nunca llega.
Permanezco en silencio durante un momento, evitando encontrarme con sus ojos. Puedo sentir la tensión en el aire mientras él espera ansiosamente mi respuesta.
Finalmente, suspiro y levanto la mirada, aunque aún evito encontrarme con sus ojos.
—Lo siento, Saeed —digo en voz baja, pero mi tono está lleno de indiferencia. —No quería lastimarte, pero tampoco puedo seguir fingiendo algo que ya no siento.
Mis palabras lo golpean como un puñetazo en el estómago. La frialdad en mi voz lo deja sin aliento. ¿Cómo puedo hablar así?
—No se trata de cómo manejarlo, Endrike —responde, luchando por contener su ira. —Se trata de respeto y honestidad. No puedes simplemente romper las cosas y esperar que desaparezcan.
Bajo la mirada, pero esta vez no muestro ningún signo de arrepentimiento. Suspiró con impaciencia, como si estuviera cansado de esta conversación.
—Lo siento si te duele, Saeed —digo con desdén, mi voz es cortante. —Pero no puedo seguir fingiendo algo que ya no existe. Es hora de que sigamos adelante.
La tristeza se apodera de él al ver lo despectivo que puedo ser. Sé que no puedo forzarlo a sentir algo que no siente, pero tampoco puedo soportar su actitud insensible.
—¿Cómo puedes hablar así? —explota de repente, la ira burbujeando dentro de él. —¿Cómo puedes terminarlo por teléfono y luego simplemente desaparecer? ¿No te importa lo que siento?
Me mira con indiferencia, como si su dolor no significara nada para mí.
—No pensé que te afectara tanto —digo simplemente, como si eso lo justificara todo.
La rabia hierve dentro de él mientras me mira fijamente.
—¡No puedes simplemente esperar que todo esté bien! —grita, la frustración inundando cada fibra de su ser. —¡Te amaba, Endrike! ¿No significa nada para ti?
No respondo, mi silencio dice más que cualquier palabra podría expresar. Pero él no puede dejarme así. Necesita respuestas, necesita entender por qué actué de esta manera.
—¡Háblame, maldita sea! —exige, sin importarle quién pueda escucharnos. —¿Por qué hiciste esto? ¡Explícame!
Me encontré frente a él, con el peso de sus preguntas agobiando mi conciencia. Él quería respuestas, clamaba por comprensión, pero me vi incapaz de satisfacer su demanda. No pude ofrecerle las explicaciones que buscaba, pues las palabras se convertían en mentiras en mi boca, incapaces de revelar la verdad que me atormentaba.
En lugar de la honestidad, tejí un velo de engaños, una red de falsedades destinada a ocultar la realidad que me consumía por dentro. Me perdí en un laberinto de engaños, incapaz de encontrar el camino hacia la sinceridad que tanto anhelaba.
No pude contarle por qué me alejé, ni tampoco expresarle el torbellino de emociones que me embargaban en esos momentos. Solo fui capaz de distanciarme, dejando un abismo entre nosotros que se ensanchaba con cada silencio incómodo y cada mirada esquiva.
Lo dejo parado en medio del bullicioso patio de la escuela, sintiendo cómo el sol de la mañana calienta mi piel, pero no logra disipar la fría sensación que me invade por dentro. Observó cómo se queda allí, luchando con sus propios demonios mientras la multitud de estudiantes se dirige apresuradamente a sus clases.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top