Verdad Incompleta
Kenma realmente había acatado a la petición por parte de Oikawa: lo había regañado por haberse enamorado de un chico muy idiota. Palabras frías, directas y concretas que congelaron al frenético corazón de Kuroo.
Oikawa solo podría dedicarse a verlo con los ojos llenos de confusión mientras el pelinegro intentaba inventar algo para aligerar el ambiente tan tenso que ahora dominaba el lugar.
─¿Qué fue eso?─ pregunta Oikawa, saliendo de a pocos de su trance─ ¿Quién es la persona que te gusta, Kuroo? Dime la verdad.
Sintiendo como el alma se le cae a los pies Kuroo se queda en blanco.
"Eres tú", piensa, "Llevo enamorado de ti mucho tiempo, maldito idiota".
Pero no suelta ni una sola palabra, ese hecho se lo atribuye al dolor que corría por todo su pecho, también a esa voz que le decía claramente que Oikawa no era gay, que nunca estaría enamorado de él. Eran solo un par de amigos, muy buenos amigos.
─Ya sabes...─ se traga el nudo que se formó en su garganta─, ese chico... le gusta molestarme.
─Kenma sonaba demasiado serio, Tetsu-chan─ Oikawa le juega con el teléfono entre las manos, de un modo u otro también parece demasiado nervioso con la situación.
Kuroo maldice por lo bajo a su mejor amigo desde la infancia, Kenma realmente lo había empujado por el camino que ya no quería tomar, no después de que Oikawa le alardeaba de un gran cita con una hermoso mujer. Una cita con eso que él nunca sería.
Suspira, más frustrado aún, toma el celular de entre las manos de Oikawa para verlo directamente a los ojos.
─No es nadie, Oikawa, creo que voy a tener que superar este enamoramiento y no tendría caso andar soltando algo que quiero olvidar ¿Cierto?─ pregunta, sintiendo como su corazón se convierte en pequeñas trizas dentro de su pecho.
Con una tranquilidad de lo más normal Kuroo se marcha de nuevo a la cocina para perder el tiempo, para no estar cerca de quien más daño le hace.
Mientras busca algo que ni él mismo sabe, se topa con las hermosas flores que descansan junto a la ventana de la cocina. Flores, una representación de amor, cualquier tipo de amor. Cuanto no daría él por permitirse crecer flores desde sus pulmones para morir ahogado de ese dulce aroma por el despecho indirecto de Oikawa.
─Es muy grave, ¿Quieres que te deje a solas? Podríamos salir a buscar unas cuantas chicas...
La mano de Kuroo se encuentra con el tallo de una de las flores y comienza a destrozarla al escuchar esas hirientes palabras. Se traga un sollozo mientras contiene las lágrimas que luchan intensamente por correr bajo sus ojos.
No ahora, Kuroo, puede escuchar el regaño de Kenma en su mente, mantente fuerte.
─Prefiero estar solo por ahora, gracias, Oikawa─ responde sin voltear a verlo, aún arrancando los pétalos de la flor mientras pide deseos a la luna.
─Entonces te veré mañana, Kuroo─ escucha que le dice, aunque a los lejos, porque se encuentra muy absorto en sus pensamientos, en sus deseos de llorar fuertemente y soltar todos los sentimientos que tiene por Oikawa allí mismo.
Cuando escucha como la puerta se cierra deja de contenerse. Todos sus sentimientos están revueltos en su interior, no es nada cómodo.
Los pétalos caen al suelo, ahora en compañía de las gruesas lágrimas que el pelinegro suelta desde le interior de su alma. Se encuentra desgarradoramente herido, ni siquiera había encontrado la oportunidad de soltar sus verdaderos sentimientos, pero sabía que ninguno de ellos sería aceptado por el chico que le había robado el corazón.
Quería dejar de llorar. Quería abandonar eso que estaba sucediendo dentro de él.
Toma un vaso de agua antes de dirigirse a su cuarto, el silencio siendo interrumpido por unos cortos sollozos.
¿Y se suponía que él era el más decidido a confesarse?
Kenma había contado con toda la suerte del mundo, Hinata le había correspondido, desechando los rumores de un amor entre él y Kageyama. Mientras tanto, Kuroo lloraba desconsolado porque el chico que amaba estaba saliendo con otras mujeres solo por el gusto de estar con ellas un tiempo. Nada más.
Se encontraba a punto de lanzarse contra el colchón para cubrirse con las mantas hasta las orejas cuando su teléfono vibró dentro del bolsillo trasero de su pantalón. Lo sacó sin muchos ánimos, a sabiendas de quién sería.
─No, Kenma, no pude hacerlo. Sí, Kenma, estoy llorando hecho una bola de decepción en mi cuarto. No, Kenma, no intentaré confesarme de nuevo. Sí, Kenma, pienso olvidarlo totalmente─ es lo único que suelta antes de que su amigo pueda expresar una sola palabra, pero resumiendo muy bien todas las preguntas que cruzaban la mente del pequeño chico.
─¿Plan B, Kuroo?─ pregunta, el tono de su voz denota toda su preocupación─. Ya sabes que esto no es tan fácil como decir "voy a olvidarle, ahora no me gusta más", será más difícil para ti, porque llevas mucho tiempo fantaseando con ese príncipe azul que se apellida Oikawa.
Kuroo rueda sobre el colchón, sus mejillas están teñidas de un rojo intenso y sus labios tiemblan por la cruda verdad.
─Me compraré un libro de superación amorosa─ suelta, solemne, lo cuál hace reír a Kenma─ ¿De qué te ríes? Es un tema muy serio.
─¿Por qué no mejor escribes un libro sobre el desamor?─ propone el chico, rodando los ojos, Kuroo sabe que lo hizo sin siquiera verle.
─¡Espero que un día de estos termines con los ojos blancos por ese mal hábito!─ lo regaña─. No suena mal lo de la historia, podría publicar mi primera historia en Wattpad y titularla "Llamada" ¿Qué te parece?
─¿Por qué "Llamada"? ¿No se supone que es de desamor?─ un curioso Kenma pregunta, dejando que Kuroo lleve sus pensamientos por otro rumbo.
─Porque el personaje principal que está locamente enamorado de un chico inalcanzable hablará siempre con su mejor amigo que vive lejos para poder despejar su mente de pensamientos dolorosos─ explica Kuroo, estirando el brazo para llegar a la mesita de noche y obligar al radio para que la música salga de él─ ¿Qué te parece?
─Haz lo que sea necesario para sanar tu corazón, Kuroo, pero tienes que decirle la verdad a Oikawa.
La conversación se convirtió en un debate que fue perdiendo intensidad hasta que ambos se quedaron dormidos por la música que sonaba desde la radio de Kuroo para ambos.
Kuroo había quedado cómodamente sobre su cama, con la cabeza bien puesta entre las dos almohadas mientras el teléfono se encontraba frente a él.
Kenma se había desplomado sobre el sillón en una posición un tanto incómoda, con los brazos caídos a los lados y el teléfono puesto sobre el respaldo del sillón.
Ambos estaban allí para el otro, en las buenas y en las malas.
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