07; 𝒘𝒉𝒆𝒏 𝒕𝒉𝒆 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒚'𝒔 𝒐𝒗𝒆𝒓
Rompí mi camiseta para detener tu sangrado, pero nada impide que te vayas.
— Billie Eilish
Los días pasaban y yo seguía sin salir de su casa debido a que mi labor como enfermera aún no terminaba, aunque faltaban escasos días para comenzar por lo que realmente vine con ellos y algo muy dentro de mí lo ansiaba como a nada en este mundo.
— Ya estás mejor — sonreí al ver como Rin caminaba hacia mí arrastrando muy ligeramente su pierna, y en cuanto al brazo ya no tenía la necesidad de usar el cabestrillo.
— Todo gracias a tu ayuda — se sentó a mi lado devolviéndome la sonrisa.
— ¿Qué película veremos hoy? — pregunté tomando el control remoto para comenzar a buscar una opción.
— ¿Qué te parece si mejor me curas primero las heridas y después vemos la película? Siempre lo hacemos al revés y terminamos perdiéndonos un buen tramo de la trama.
— Tienes toda la razón, iré por el botiquín — me levanté para caminar en dirección al baño y tomar la caja blanca de metal.
Para cuando regresé a la estancia, Rin estaba únicamente en bóxers esperando por mi regreso sobre el sofá. Ya sabía la pequeña rutina que manteníamos al momento de curar sus heridas, así que, sinceramente para mí verlo semidesnudo ya no era nada raro.
Sin decir nada comencé mi trabajo del día a día el cual cada vez lo hacía con mayor velocidad, pero no sin la delicadeza y cuidados que debía tener.
Sentía su mirada como todos los días, pero con la excepción de que esta vez se sentía diferente, más penetrante, más pesada, sin escrúpulos...
— ¿Qué es lo que tanto me ves? — solté un tanto burlona levantando mi cabeza para ver esos hermosos orbes violetas.
— Nada, sólo... aprecio la vista — dijo coqueto sin quitar la vista de mis pechos.
— Eres un tonto — comencé a negar volviendo a mi trabajo.
— Podré ser un tonto, pero no hiciste nada para que me detuviera — soltó con mucha seguridad.
— Bueno — mis toques del algodón en la herida de su pierna se volvieron más lentos — Tal vez no quiero que te detengas — una risa nasal salió de él y el silencio volvió a reinar entre nosotros.
Los últimos días habíamos estado tonteando de esta manera y sinceramente no me molestaba, al contrario, yo lo veía como un pequeño juego que nos hacía reír a ambos así que jamás le había puesto un alto.
— ¿Todo lo haces con tanta delicadeza? — sentí como sus dedos comenzaron a jugar mi flequillo.
— ¿A qué te refieres? — me erguí para verlo directo a los ojos.
— Todos estos días me has curado con tanto cuidado y delicadeza que podría afirmar que eres una perfeccionista.
— Bueno, mi trabajo me ha hecho ser así, no puedo dejar pasar cualquier detalle — me encogí de hombros — Aunque claro... no todo debe ser hecho con delicadeza — las caricias en mis cabellos se detuvieron y su semblante se volvió serio por un momento para volver a dibujar una ligera sonrisa.
— ¿Cómo qué?
Me levanté colocando mi rodilla en medio de sus piernas y recargando mis brazos en el respaldo del sillón para poder sostenerme, pero también lo había hecho con la intención de acorralarlo, aunque dudo que hubiera deseado huir de la situación.
Antes de acercar mi boca a su oído pude ver la confusión en su rostro, seguramente debido a mi cercanía. Su cuerpo se tensó y su pecho subía y bajaba a mayor velocidad mientras escuchaba su respiración acelerada en mi oído, pero nada de eso le impidió no posar sus manos en mis caderas.
— Con los hombres no hay que permitirnos ser delicadas, tenemos que ser duras — con mi mano libre apreté ligeramente la erección que se le había formado — Así como te la he puesto, pero un poco más.
Intenté alejarme triunfante porque esta ronda la había ganado yo, pero me jaló nuevamente hacía él y después su mano viajó a mi nuca para juntar nuestros labios con desesperación. Sin pensarlo dos veces me senté a ahorcajadas sobre él y comencé a responder el beso.
Este maldito juego que empezamos pudo con nosotros, fuimos débiles y no era algo bueno, en lo absoluto, pero a la mierda, ¿Qué importa justo ahora?
— ¿No te lastimo? — pregunté entre él beso refiriéndome a su pierna y él solo negó ligeramente.
La manera en cómo sus labios jugueteaban con los míos hacían que mi mente y mi intimidad desearan una única cosa, y estaba segura de que por su mente cruzaba el mismo pensamiento.
Sus manos recorrían todo mi cuerpo, pero hacía un especial énfasis en mis muslos y trasero que apretaba efusivamente haciendo que mi piel se enrojeciera y doliera ligeramente. El aire estaba comenzando a acabarse en mis pulmones y como consecuencia, mi respiración comenzaba a ser entrecortada ocasionando que, en vez de respiros, fueran jadeos los que salían de mi interior.
Separó sus labios de los míos para dirigirse a mi cuello el cual comenzó a besar y morder generando esa excitación tan característica de esa zona. Yo sólo disfrutaba de sus labios en la zona con una enorme sonrisa dibujada en el rostro y viajando mis manos por todo su pecho y espalda. Podía sentir su tan bien trabajado cuerpo y era un verdadero deleite sentirlo.
No quería detenerlo, quería que lo hiciera, pero tampoco quería pedirlo porque no sabía si él estaba dispuesto a hacerlo, aunque lo deseara, aunque a juzgar por la erección que sentía debajo de mí, podía hacerme a la idea que él tampoco quería parar.
— ¿Puedo? — su mano estaba sobre el tirante de mi blusa.
— Hazlo, no pidas permiso, sólo hazlo — nuestras voces estaban tan entrecortadas que nos costaba trabajo hablar.
Mis tirantes cayeron por sobre mis hombros, levanté mis brazos y él se deshizo de la blusa de satín para proseguir con mi falda, con la cual tuve que ayudarle recargándome sobre mis piernas para que pudiera sacarla. Ahora, en únicamente ropa íntima sobre él no había marcha atrás.
Sus labios volvieron a los míos mientras sus manos recorrían cada rincón de mi semidesnudo cuerpo. Comenzó a estimular mi clítoris por sobre la tela y automáticamente mi respiración se volvió más acelerada, por mi mente sólo cruzaba el pensamiento de él dentro de mí, estaba ansiosa y mis fluidos y respiración me delataban. Hizo de lado mis bragas dejando al aire libre mi entrada, para después sentir como introducía un dedo poco a poco, el cual comenzó a meter y sacar una vez estuvo totalmente dentro de mí.
Mis labios viajaron a su cuello el cual comencé a besar, dando como resultado, que sus jadeos se volvieran más acelerados, al igual que sus ahora dos dedos en mi interior. Sentí como comenzó a moverse con más frecuencia por lo que supuse, estaba sacándosela.
Me separó de su cuello y colocó los dedos empapados de mis fluidos frente a mí indicándome que los chupara, la sonrisa en mi rostro se dibujó y los introdujo en mi boca sin piedad. Comencé a succionarlos como si de su miembro se tratara y la sonrisa en su rostro era imborrable, el sabor y textura curiosa invadiendo mis papilas gustativas me generaron la necesidad de querer chupársela.
— Que buena niña — la media sonrisa y su mirada lujuriosa eran mi puerta al cielo en ese momento.
Me levanté del sillón para colocarme de rodillas frente a él, y tomé su miembro con una de mis manos. Estaba en su máximo punto de excitación y el líquido transparente que salía de la punta lo hacía más apetitoso, así que poco a poco comencé a bajar y subir mi mano generando esa fricción que su erección exigía.
Daba pequeños lengüetazos sobre el pedazo de carne al mismo ritmo en que mi mano hacía su trabajo, quería hacerlo sufrir un poquito al no darle la atención a la velocidad que seguro estaba deseando y la sonrisa traviesa en mi boca me delataba. Abrí mi boca lo más grande que pude y saqué mi lengua para azotar su miembro sobre ella tres veces.
— Deja de estar jugando así conmigo o lo vas a lamentar — gruñó.
— No creo que puedas hacer mucho con esa pierna mala — hablé antes de finalmente introducirlo y masturbarlo a la velocidad deseada por él.
Echó su cabeza hacía tras dejándome apreciar sus clavículas y como el tatuaje que cubría su manzana de adán se movía con cada gruñido y jadeo que emitía, esa ronca y gruesa voz era música para mis oídos y verlo así era un verdadero placer visual. Cuando lo introducía en su totalidad apretaba la garganta para que pudiera sentirlo en la punta de su miembro y gracias a eso, los gemidos comenzaron a salir sin cuidado mientras su mano reposaba sobre mi cabeza apretando mis cabellos.
Los sonidos de mi boca succionando, mi garganta repelando cada que llegaba hasta el fondo, mi nariz intentando mantener una respiración moderada para poder continuar chupándosela a pesar de eso y sus gemidos, eran lo único que podía escucharse en la habitación. Mi mano ayudaba con la labor que mi boca realizaba y en cuestión de minutos terminó dentro de mi boca llenándola de ese líquido blanquecino, el cual, afortunadamente no tenía un mal sabor, sólo un ligero amargo que invadió mi boca y después de unos segundos saboreándolo, lo tragué en su totalidad.
— Buen trabajo — me felicitó sonriente antes de limpiar las lágrimas que habían escapado de mis ojos debido a mi arduo trabajo — Ven aquí, bonita — me tomó por el brazo y me recostó sobre el sofá.
Con fuerza me jaló por la cintura hacía él y mis piernas se posaron sobre sus hombros. Sus manos viajaron al inició de la costura de mis bragas y lentamente fue deslizándolas por mis piernas liberando de una vez por todas mi intimidad y para cuando llegaron a final de mis piernas las quitó lanzándolas al suelo.
Me admiró unos segundos con un enorme brillo en sus ojos, relamiendo sus labios y acariciando cada centímetro de mis pálidas piernas.
— Levanta ese culito para mí — pidió levantando más mis caderas con fuerza.
— Veo que ya te sientes mejor de esas heridas — solté un tanto burlona, pero su mano estrellándose en mi mejilla me impidió seguir burlándome.
— ¿Y no te gusta? — preguntó cerca de mi oído antes de pasar su lengua desde mi cuello hasta mi oído, haciendo que una pequeña corriente de electricidad recorriera todo mi cuerpo.
Afirme emitiendo un sonido desde mi garganta y él imitó ese sonido en mi oído de manera provocativa ocasionando otra corriente que me estaba volviendo loca. Se irguió y me ayudó a conservar mis caderas en el aire manteniéndolas cerca de su cara y fue cuestión de segundos para que comenzará a lengüetear mi humedad.
El tibio músculo repartía mis fluidos por toda mi intimidad incluyendo hasta los puntos más escondidos de ésta, pero lo mejor venía cuando la introducía imitando la labor que su miembro haría en esa zona y cuando le daba la atención a mi pequeño botoncito, el cual, le agradecía con gemidos más fuertes que el anterior.
Sentía como mi intimidad expulsaba cada vez más y más fluidos e incluso, debido al placer, dejé de hacer el esfuerzo de mantener mis caderas en el aire por lo que todo el trabajo lo estaba haciendo él. Con mi boca entreabierta, mi respiración acelerada y mi mirada fija en la suya, estaba llegando a la puerta del cielo gracias a su lengua y dedos que no hacían más que empujarme más y más a mi orgasmo.
Mi intimidad comenzó a volverse cada vez más sensible y eso sólo significaba una sola cosa, aquel pensamiento me arrebató una sonrisa de los labios y relaje todo mi cuerpo para darle la bienvenida de una vez por todas a mi orgasmo. Mis caderas descansaron de una vez por todas en el sofá, pero yo no dejaba de acariciar mis piernas la una con la otra.
— ¿Te la meto? ¿Quieres qué te la meta? — escuché la voz agitada de Rin muy cerca de mí oído, pero ante el gran placer que seguía sintiendo sólo pude asentir — No te escuchó — lamió mis labios mientras con fuerza apretaba uno de mis pechos.
— Métemela — y ante mis palabras lo vi sonreír enormemente.
Se levantó para caminar hasta la orilla del sofá, en donde una vez ahí me jaló con ambos brazos hasta dejar mis caderas en la orilla de este. Él se colocó de rodillas y sentí como el glande de su miembro comenzó a rozarse con mi humedad en un intento de humedecerlo para que de esta manera se más sencillo introducirlo.
Rozaba el trozo de carne con mi clítoris haciendo que me retorciera ligeramente y cuando eso sucedía lo azotaba contra mi intimidad generando que mi deseo por sentirlo dentro de mí aumentara.
— Por favor, hazlo ya — pedí volviendo mi vista a nuestros sexos.
— Va a ser cuando yo quiera, no cuando tú me lo pidas — su mano viajo a mi cuello el cual apretó ligeramente y comenzó a besarme efusivamente.
Nuestras lenguas comenzaron a pelear y su mano libre comenzó a recorrer mi desnudo cuerpo, su tacto era agresivo y eso ocasionaba que mis pezones se endurecieran más y más al sentir la textura de sus manos tibias sobre mi piel.
Dejó de acariciar mi cuerpo para volver a prestarle atención a mi clítoris mientras mordía mis labios de manera agresiva haciéndome gemir debido a lo fuerte que lo hacía, pero no me dolía, al contrario, estaba llevándome a mis mayores niveles de excitación y si seguía así le bastaría con un minuto dentro de mí para hacerme tener otro orgasmo.
Su boca bajó a mi cuello para dejar unos cuantos mordiscos que seguramente no dejarían marca y los cuales se sintieron terriblemente deliciosos. Prosiguió bajando por mi pecho y fue dejando besos en mi busto por sobre el sostén y así hasta llegar nuevamente a mi intimidad en donde dejó un pequeño beso sobre mi clítoris y sonrió enormemente.
— Pero claro que mi intención tampoco es hacerla sufrir, señorita — sacó la lengua y comenzó a moverla muy lento sobre mi botoncito generando esa sensación, pero de manera martirica.
— Hazlo o te juro que no vas a amanecer vivo — enredé sus curiosos cabellos entre mis dedos para obligarlo a no despegarse de mí.
Su mano viajó hasta mi cuello obligándome a soltarlo debido a la fuerza que utilizó sobre mí y la sonrisa de su rostro era casi tan enorme como mi deseo.
— No serías capaz — disminuyó la fuerza de su agarre y con ambas manos tomó cada una de mis piernas para colocarlas sobre sus hombros.
— No me pongas a prueba — sonreí del mismo modo que él quien soltó una risita burlona mientras posicionaba su miembro en mi entrada.
Por fin.
Empujó sus caderas poco a poco para permitirle al grueso miembro de carne entrar dentro de mí, y al cual, no le fue difícil gracias a mi exceso de humedad en la zona. Cuando seguramente iba por la mitad dio el último empujón de manera brusca obligándome a soltar un gran gemido debido a la sensación que se apoderó de mi zona
Sostenía mis piernas con fuerza para darse el impulso que necesitaba para comenzar con el vaivén que tanto estábamos esperando, y la fuerza con la que los sonidos obscenos se escuchaban en la habitación demostraba las ganas que tenía de hacerlo.
La fuerza que hacía podía verla marcada en los músculos de sus brazos y en como las venas se marcaban en la zona de los oblicuos haciendo que esa V, se viera jodidamente excitante.
Con mis manos jugaba mis pechos y acariciaba mi cuerpo, aunque de manera torpe ya que el placer no me hacía pensar con claridad. Sentía como mi cuerpo estaba comenzado a desconectarse de la realidad e incluso unas pequeñas lágrimas de placer rodaron por mi acalorada mejilla.
Mis gemidos ahogados se intensificaron gracias a que la fuerza de su pelvis chocando contra mí se intensificó, aunque podía jurar que la pierna estaba comenzando a molestarle debido al esfuerzo que estaba realizando.
— Siéntate y déjame terminar el trabajo — pedí con mi agitada voz mientras me reincorporaba.
— En el sexo, sólo ordeno yo — me tomó con fuerza de los cabellos y estampó sus labios contra los míos.
Nuestras lenguas se buscaron inmediatamente mientras él se sentaba para después colocarme sobre él. Comencé a mover mis caderas en círculos y de esta manera humedecer su miembro con mis fluidos sin dejar de besarlo, una de sus manos abandonó mi trasero para dirigirla a nuestros sexos y ubicar el suyo en mi entrada para así proseguir con lo que habíamos comenzado hacía ya seguramente media hora.
En cuanto lo sentí completamente en mi interior comencé a brincar sobre él con fuerza mientras sus manos en mi cintura me ayudaban a impulsarme.
— Que rico — gimió en mi oído arrebatándome una sonrisa.
Por nuestros poros comenzaban a brotar las gotas de sudor que indicaban el esfuerzo que realizábamos durante el sexo, cada gota que deslizaba desde su frente hasta perderse al final de su barbilla, y las que recorrían su pecho desnudo como si intentaran delinear aquel enorme tatuaje que abarcaba exactamente todo su lado derecho lo hacían lucir más caliente de lo que ya lucía con los cabellos despeinados y esa cara de placer que le provocaba. Este hombre podría ser modelo si se lo propusiera.
— Déjame verte, quiero verte completamente desnuda ante mí — murmuró y con una de sus manos liberó a mis pechos del sostén de encaje que salió volando a algún punto de la habitación.
Los tomó entre sus manos y llevó uno de ellos a su boca, en donde comenzó a chupar y morderlo provocando que mi pezón se endureciera aún más de lo que ya estaba. Con su lengua recorría desde mi oído, bajando por mi cuello y así hasta llegar a mis pechos, de los cuales no dejó ni un milímetro de ellos sin morder, chupar o succionar.
Cuando se dio por bien servido con mis pechos llevó, su mano viajo hacía mi cabello suelto, el cual estaba más largo que cuando los conocí, en donde comenzó una fiesta, mientras su otra mano se dirigió a mi cuello haciendo que mis gemidos se ahogaran antes de salir de mi garganta.
Mis manos sobre sus hombros y mis piernas hacían el esfuerzo que mi cadera necesitaba para poder moverse sobre él de manera ágil y provocar lo que ambos estábamos buscando y el cual no estaba muy lejano de suceder, ya que, mis piernas comenzaron a temblar y no era por el cansancio, en lo absoluto.
El calor en mi cuerpo estaba en su punto máximo y mi rostro, en especial mis mejillas y orejas, eran las que más sufrían, pues seguramente ahora mismo parecía un jitomate andante. Sus manos abandonaron mi cuello y cabellos, y viajaron hasta mi cintura en donde me ayudó a aumentar el ritmo de mis caderas.
— Me voy a venir — informó con la voz agitada.
— Estoy a nada — solté entre gemidos.
El agarré de él en mi cintura se volvió más fuerte al igual que mis impulsos, y aquella sensación que necesitaba liberarme se hizo presente, así que no dudé ni un segundo en dejar salir mis fluidos, aunque eso hizo mis movimientos más torpes para Rin, quien pareció no afectarle y me cargaba por la cintura para obligarme a seguir brincando sobre él, hasta que un gruñido salió de él anunciando su clímax.
Dejé caer mi cabeza sobre su hombro mientras escuchaba nuestras respiraciones agitadas intentar recuperarse. Se sentía tan bien volver a tener un orgasmo de ese calibre después de meses, y si era sincera, no me sentía en lo absoluto mal por Enzo, eso sólo podía significar que las cosas iban de mal en peor.
— ¿Estás bien? — pregunté elevando la vista para ver el perfil del mayor.
— ¿Bien? Joder, estoy de maravilla — soltó con trabajos y una enorme sonrisa en el rostro.
Sus manos me abrazaron por la cintura pegando más nuestros cuerpos, sentía como mi cuerpo se elevaba y bajaba al mismo ritmo que su pecho, y mis ojos comenzaron a pesar al sentirme en ese nivel de relajación.
— Ven bonita, acuéstate aquí — colocó su camisa blanca sobre mis hombros para cubrirme y nos levantamos.
Él se colocó el bóxer mientras yo abotonaba su camisa, la cual, cubría justo lo necesario. Se acostó sobre él sofá y estiró los brazos para que me recostara a su lado, y claro que lo hice. La relación con Rin no se sentía en absoluto romántica, era más como una relación de amistad, en donde sin duda alguna, podríamos follar cada que se nos diera la gana sin sentimientos amorosos de por medio.
— Duerme un rato, te despertaré antes de que esos imbéciles lleguen — dijo antes de dejar un pequeño besó en mi frente y yo sólo sonreí asintiendo.
Me sentía tan cansada que, su respiración y su mano masajeando mi cuero cabelludo bastaron para hacerme caer en un profundo sueño que me ayudaría a recuperar las energías que perdí durante aquel polvo con Rin.
— Miren nada más que es lo que tenemos aquí — reconocí inmediatamente esa voz que nos obligó a levantarnos de golpe.
— Mierda, me quedé dormido — escuché susurrar a Rin mientras yo lo asesinaba con la mirada.
— ¿Se divirtieron? — Mikey cuestionó muy serio.
— Yo, bueno... — solamente podía balbucear mientras el color rojo invadía mis mejillas.
Me sentía como una adolescente a la que sus padres habían descubierto teniendo relaciones con su novio, aunque las expresiones eran totalmente diferentes a las que un padre tendría, ya que, ellos no hacían más que reírse y analizarme de pies a cabeza con la mirada.
— Nos quedamos dormidos viendo una película — informó Rin tomando sus pantalones.
— Y por lo que veo la película estuvo buenísima — Sanzu se acercó al sofá y se agachó para tomar en mano mis bragas — Miren — las elevó en el aire y todos comenzaron a soltar comentarios y risas de todo tipo, todos menos Mikey.
En cuanto me percaté de que tenía en la mano mis ojos se abrieron como platos y el calor fue más fuerte en todo mi rostro, pero no me iba a quedar ahí parada a escuchar como se reían de nuestro encuentro.
— ¿Qué? — caminé hacía Sanzu — ¿Nunca habían visto las bragas de una mujer o por qué tanto alboroto?
— Cuando dimos una rápida inspección a tu ropa íntima no recuerdo haber visto ese modelo — sentí como el pelirrosa salió inmediatamente a la defensiva con otro comentario del estilo.
— Es que esas son las que traía puestas ese día — se las arrebaté y me las puse frente a todos, quienes no hicieron ni el mínimo intento por desviar la mirada — Y bueno, si no les molesta, después del gran sexo que tuve y la pequeña siesta que dormí, me gustaría darme un baño y después, si me lo permiten, bajar a preparar la cena, estoy de un humor que nada, ni nadie podría ponerme de malas — sonreí triunfante recogiendo el resto de mi ropa y comencé a subir las escaleras.
— Señorita Salvatore — el peliblanco llamó mi atención — Como veo que Rindou ya se siente de maravilla entonces empaquen sus cosas, iremos a Okinawa, para que entiendas ahora los negocios de allá, se manejan un poco diferente a la ciudad, y bueno, considérenlo unas pequeñas vacaciones de... — los rostros de los demás demostraban únicamente asombro mientras que yo no podía evitar sonreír, ya que, había escuchado maravillas sobre Okinawa — Un mes, creo que a todos nos hacen falta.
— De acuerdo, ¿Cuándo nos vamos?
— Mañana mismo, Kokonoi, encárgate de todo — Manjiro ordenó y el mencionado sólo asintió aun incrédulo.
A juzgar por los rostros de los demás esto no era algo que su líder soliera hacer, y la verdadera pregunta aquí era si estaría ocultándome algo o las verdaderas intenciones de este viaje...
¿Qué tantas diferencias pueden existir en el sistema de aquí y de allá? Tenía entendido que me llevarían a visitar las distintas ciudades del país para ver de primera mano cómo funcionaba todo, pero ¿Incluir unas vacaciones?
Eso solo retrasaría nuestro acuerdo y, ¿Con qué razones estás intentando atrasarlo Manjiro? ¿Qué plan traes entre manos?
Hola mis hermosos ❤🥰
¿Cómo están? Estuve fuera algo de tiempo, pero creo que finalmente ya puedo escribir sin problemas, aunque no lo sé... ¿Qué tal el lemon? ¿Estuvo bien? 🙊💖
Nos vemos en unos días con otro cap, tomen agüita y cuídense mucho 🥰
Los amo infinito 💐💕
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top