Una amiga confiable.

Cómo siempre no le resultaba difícil entrar al Instituto. Cómo siempre parecía estar vacío.

Sabía dónde estaba la habitación de Alec pero no tenía tantos ánimos para ver a Alec, no quería que la viera apagada y algo molesta. Fue a la habitación de Isabelle y llamó la puerta.

Claramente no esperaba que nadie apareciera pero Isabelle se deslizó por el umbral de la puerta.

Su cabello caía como seda negra sobre sus hombros, sus ojos la miraban expectante.
— Anna!— dijo con emoción.

— Iz!— musitó Anna y se lanzó abrazandola.

Isabelle era alta pero Anna tal vez le ganaría por unos sentimientos.
Isabelle guío a Anna dentro de su habitación. Olía a rosas. Anna pensó "Isabelle siempre ha olido a rocio de flores".

— Me alegra verte mucho!— le sonrió Izzy. — Tenemos que ponernos al tanto sobre asuntos de chicas.— Iz le dió un guiño.

Anna comenzó a reír.
Pensó que sería entretenido hablar sobre "asuntos de chicas" con Isabelle. No había tenido una amiga en mucho tiempo, siempre había sido Steve durante los últimos años. Y le encantaba la idea de tener una amiga que fuese una chica por qué desde que recordaba, Izzy siempre había sido su única amiga en el mundo desde pequeña, su única amiga chica.

— Me alegra hablar contigo, creo que no había tenido una amiga en toda mi vida.— dijo Anna. Se había recostado sobre las sábanas blancas de Isabelle. Iz estaba a su lado recostada.

— Mamá nos contó una vez que la inquisidora se había enterado que tenías una amiga cercana en la Academia. Que tal vez terminarían siendo parabatai.—
Dijo Isabelle, sonaba tranquila, estaba mirando a Anna a los ojos.

El recuerdo de Lauren hizo a Anna estremecerse, siempre había intentado bloquear esas memorias.

— Eso me asusto al principio, creí que me cambiarías por esa chica o algo así.— aclaro Izzy.

Isabelle estaba mirando a Anna. Por supuesto que había cambiado completamente, si seguía siendo la niña con cara de ángel que había llegado al Instituto con un rostro que no mostraba ninguna emoción, pero ahora Anna mantenía ese rostro angelical, cuando Isabelle la vió por primera vez en la sala de armas había tardado un poco en reconocerla, por qué sus ojos ya no eran dorados, eran marrones, ella se preguntó por qué se habían oscurecido, eran de un tono como si se hubiese mezclado chocolate y miel, su cabello era del mismo tono. Cuando la vió llegar se sintió impactada por su belleza, por qué recordaba que cuando era niña había sido hermosa, pero ahora se veía más hermosa.

— Bueno, no tienes que preocuparte por ello, siempre has sido mi única y mejor amiga chica en toda mi vida!— respondió Anna.

Isabelle la miró exuberante.

— Que hay de la chica de la academia? Si era tu amiga, ¿Por que no apareció contigo y con ese bombón de tu amigo?— cuestionó Izzy.

Anna recordó que jamás se había desahogado con nadie desde que se había ido a la academia. Solo con Steve sobre la muerte de sus padres y de su partida del Instituto a la Academia.
No se había desahogado con nadie sobre Lauren o con ninguno de sus compañeros. Tampoco se desahogo con nadie cuando Lauren le rompió el corazón pero ahora estaba aquí Isabelle.

— Puedes contarme lo que sea!— le dijo Izzy casi como si pudiera leer su mente.

— Bueno, ella se llama Lauren!— comenzó Anna. — No creo que durante el tiempo que nos conocimos ella fuese mi amiga.—

— Por qué no? ¿Ella te traicionó o algo así?— Isabelle quería saber más, tenía tanta curiosidad de saber sobre lo que Anna había vivido, por qué le había fascinado las historias que había escuchado de ella.

— Creo que estábamos enamoradas pero, después de tiempo comprendí que solo era yo.—
Izzy no tenía idea de que a Anna le gustarán las chicas así como a Alec le gustaban los chicos.

— Sea como sea, se acabó. Entre en razón y me di cuenta que merecía algo mejor.— aclaro Anna.

— ¿Es verdad que te metiste con un Príncipe Hada?— preguntó Isabelle, atrevidamente.

Anna solo sonrió, una sonrisa brillante.

— Era hijo del Rey Noseelie.— le quería contar a Isabelle sobre Adaon, por qué siempre había sido gentil con ella.
Isabelle puso toda su atención a Anna.
— Como era él!?— le pregunto.

Comenzó a decir Anna. — Era muy hermoso, demasiado gentil para ser el hijo de rey Noseelie. Solo fue un amorío de unos meses. Fue algo muy bonito a decir verdad.—

Isabelle comenzó a contarle sobre Meliorn. Le encantaba hablar con una chica, aún que Clary tenía siempre mil cosas que pensar y siempre estaba con Jace o Simon. Pero ahora tenía a su vieja amiga y eso la emocionaba.

Después de un rato hablando, Anna se acercó al la ventana enfrente de la cama de Iz.
En la vista hacia afuera del instituto un chico venía caminado, su piel pálida era tan visible.
— Oye, ahí viene tu amigo vampiro!— le dijo Anna a Isabelle, cuando la vió su rostro cambió.
— Iz?— le pregunto ella acercándose.

— Simon está tan colgado de Clary y ella está tan colgada de Jace y Jace está tan colgado de ella...— dijo aburrida Izzy.
— Espero que logren controlar eso ya que son hermanos.—

— Pobre Jace!— se dijo Anna para sí misma.

— Ese chico...— comenzó Isabelle. — El guapo ¿Bloodwheel?—

Anna sintió su corazón precipitarse, no quería hablar de eso.

— Ustedes son algo?— pregunto Isabelle francamente.

Anna se quedó anonada por la pregunta.
— El es...... mi mejor amigo.
Creo que sí mi vida dependiera de él no me preocuparia.

Isabelle no esperaba una respuesta así, había visto que el chico Bloodwheel era muy apuesto, se veía como los sujetos de rostro perfecto y cuerpo perfecto como en las revistas mundanas, de vez en cuando Isabelle se encontraba con algunas y la hojeaba.
Pero mientras lo había visto, había notado que los ojos de el siempre perseguían a Anna cada movimiento que hacía, cada vez que sus labios se movían y se preguntaba si ella se daba cuenta o era tan distraída y tonta como cuando alguien miraba atractivo a Alec y él no se daba cuenta.
Se sintió mal por Steve, por qué tal vez Anna no le correspondería de la misma forma .

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Jace estaba en la sala de armas. Estaba entrenando con  dos cuchillos serafin, uno en cada mano. Anna se acercó y Jace la vió.
En Su corazón habían nervios.

Jace se giró para verla.

— Has estado cazando demonios?— señaló hacia el vestido de Anna donde había caído icor.

— Algunos viejos hábitos no te abandonan!— dijo Anna.

— Solías ser la única que podía vencerme cuando entrenabamos!— le dijo Jace.

— Bueno, tal vez lo siga haciendo!— lo desafio Anna con una sonrisa.

Jace le lanzó un cuchillo serafin y entre el aire, lo tomo justo en el mango.

— Veamos si aún puedes!— la reto Jace.

Anna estaba tranquila.
— Mejor hay que entrenar con esas!— señaló hacía unas espadas de madera.

Se comenzó a deslizar por la sala de entrenamiento para tomar las espadas de madera. Le arrojo una a Jace y este la tomó con incredulidad.

— Temes que te haga daño? ¡Herondale!— le dijo Jace

Anna solo agrando más su sonrisa. Que ironía se dijo a sí misma, el que Jace la llamara así.

— Por su puesto que no!— le dijo Anna. — Temo a que yo te haga daño.— Anna mantenia su sonrisa incrédula.

Jace solo se encogió de hombros y dejó el cuchillo serafin para ponerse en posición de combate.
Anna solo se deslizaba a su alrededor. Tan pacíficamente.
Con la espada de madera moviéndose con sutiles y relajados movimientos en la mano de Anna.

Jace espero a que Anna lo atacará primero.
— No íbamos a...?—

— Atacame tú primero!— le dijo ella.

Jace pensó que tal vez Anna no tendría tanta movilidad, por qué llevaba un vestido, pero Isabelle si podía luchar con vestidos y con gran facilidad. Así que tal vez Anna no fuera la excepción.

Anna vio a Jace moverse despreocupado. Ella también lo hacía.

Jace hizo un movimiento rápido, empujando su espada hacía Anna, ella se giró y evitó el golpe, Jace se movió más y le dio otro, Anna le esquivo.

Jace movió su espada de madera hacía sus pies de ella para derribarla, Anna se dio cuenta, el coque de la madera inundó la sala de armas. Y tan rápido con el mango de la espada le dio a Jace en el estómago. Jace se calló de rodillas.

— ¿Que te pasa Jace? Pareces principiante.— se burló Anna.

Jace se puso de pie comenzó a dirigir su espada hacía Anna tan rápido y preciso como podía.
Anna esquivaba su golpes con su espada, con más rapidez que la de Jace.
Quería derribar a Anna pero ella no se dejaba y lo peor era que parecía que ni siquiera se veía que se esforzará al peliar con él.

Anna estaba desvainando su espada hacía el con velocidad, le dio un golpe fuerte en el hombro pero Jace no se rindió.

Con más destresa empuñó la espada de madera como si le fuera a dar en el corazón a ella. Y Anna giró, y cuando su espada chocó con la de Jace, ambas se rompieron.
Anna pateo en estómago a Jace y este se calló de espaldas aturdido.
Él la estaba mirando sin comprender.
— Las espadas se rompieron!— dijo Jace intentando levantarse pero Anna coloco su tacón encima de su pecho.

— Eso no detendría a tu oponente si intentará matarte!— le dijo ella. — Si ubieramos usado armas de verdad, estarías desangrandote sobre el piso.— ella mantenía su pie sobre el pecho de Jace. Sus ojos dorados brillaban por la adrenalina.

Un sonido como aplausos se presencio en toda la sala.
Ambos se giraron.

Alec estaba sobre el umbral de la entrada mirando.

— Anna siempre te pateara el trasero  Jace!— dijo Alec.
— Si quieres mantener intacta tu dignidad, mejor no deberias retarla.—

Jace aún estaba debajo del tacón de Anna, se veía como si ubieramos corrido todo un maratón. Anna le sonrió a Alec y el le sonrió de vuelta. Libero a Jace de su tacón.

— Que buen parabatai!— le espetó Jace a Alec.



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Alec estaba silencioso a su lado, se sentía pensativo. Mientras recorrían en Instituto, estaba algo oscuro, la noche había caído y todos los lugares podían ser iluminados por las lámparas.

— A si que.... ¿Te ha ido bien durante éstos años?— le pregunto Anna a él.

— Si, eso creó.— respondió .

Anna evitó pensar en cuando había visto a Alec tirado sobre el piso de Magnus, besándose tan apasionadamente.

— Siempre pensé que cuando te vería de nuevo te contaría mil historias de lo que ha pasado, pero ahora que estamos aquí es como si no recordara nada, ahora que tú estás aquí, frente a mí y no eres más un recuerdo imaginable. Eres tú aquí en carne y hueso pero has cambiado.— Anna sintió las palabras de Alec rebotar en su corazón con dolor.
— No, no lo digo en el mal sentido!— aclaro él al ver la expresión de ella.
Era curioso, antes ella no era capaz de mostrar sus expresiones o lo que sentía en el momento.
De niña así era pero ahora, está Anna adulta era diferente. No parecía corrompida por la muerte de sus padres, se veía más brillante, más alegre y eso le hizo a Alec ponerse feliz. Pensó que tal vez las memorias de su pasado ya no la atormentaban.

— Soy gay Anna!...— dijo el rápidamente. Esperaba capturar en el rostro de ella sorpresa pero no la había, en su lugar Anna mostraba sus ojos dulces y una sonrisa comprensiva.

— Lo sé, lo sabía. Siempre lo supe Alec!— dijo ella, amablemente. Se acercó para abrazarlo y él la rodeó con sus brazos con fuerza.
El percibió su aroma a chocolate al abrazarla.

Una silueta pequeña apareció por el pasillo. Un niño tal vez de unos nueve, con grandes gafas que ocultaban sus ojos y una historieta en la mano.

— Padre, te busca!— le dijo a Alec.
Se separó de Anna. Ella miraba al niño con curiosidad.

— Max ¿Cierto?— le pregunto ella al niño, este se impresionó al ver que la chica bonita se dirigía a él.

Anna no había conocido al más pequeño de los Lightwood. Cuando se había ido a Idris, Maryse se encontraba embarazada, tal vez a unos pocos meses de dar a luz. Pero no conocía al pequeño Max, solo sabía de su existencia y no lo había visto hasta ahora.

— Que estas leyendo?— le pregunto Anna, señalando con su cabeza a la historieta de sus manos.

Alec les dio una sonrisa y se fue dejándolos charlar.

— Tu eres Anna Herondale?— preguntó Max.

— Lo soy!— respondió ella, agachándose para estar a la altura de Max. Le estaba sonriendo dulcemente.




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