El Instituto.
— Espera, podrías dejar de ir tan rápido!— dijo Steve, detrás de Anna. Estaba siguiéndole el paso a Anna desde que salieron del Dumort, pero ella iba más rápido que él, Steve se había preguntado si debía activar su runa para seguirle el paso a ella, siempre había sido más rápida que él.
Anna se detuvo abruptamente, haciendolo tropezar, chocando con la espalda de ella. Él se alejó un poco tomando equilibrio. Anna se giró hacia él, su rostro mostraba que su mente estaba divagando.
— Era una trampa.— susurro ella.
Él quedó consternado. No sabía nada de lo que le había dicho Camille. — ¿A qué te refieres?— pregunto él.
— Todo!!!— ella dijo. — Tompson, era solo un peón, el no es la cabeza de todo esto, Steve... Sea quien sea que haya iniciado esto, lo voy a encontrar. Pero.... Antes, hay que ir al Instituto!— el rostro de Anna se iluminó con la última palabra, se giró y comenzó a seguir su paso rápido.
— Espera!— Steve la tomó del brazo, el dorso de su mano sintió la suave tela del vestido celeste que llevaba ella. — ¿Que fue lo que te contó Camille Belcourt?— preguntó él.
Ella giró su rostro, por primera vez desde que había salido de la habitación de Camille, ella lo miraba a los ojos.
— Camille fue invitada a la fiesta de Tompson, pero quién la invitó mencionó que no iba ser una simple fiesta si no una ceremonia.—
— Pero no pasó nada, si la ceremonia iba a ser ahí en ese lugar, nosotros no vimos nada, tú y yo buscamos por todos los lados de ese lugar, no había nada.— dijo el.
— No, por supuesto que no... Si realizaron la ceremonia pero no ahí, en otro lugar. Esa fue una trampa, fue una para nosotros, para despistarnos. Ellos sabían que íbamos a estar ahí.—
— Pero ¿Cómo?. La única persona que nos vió ahí fue esa chica, la que nos vendió los boletos. pero ella era una mundana....—
— Si, bueno al parecer tu tonta novia mundana nos delato y adivina que... nos hizo perder el tiempo.— dijo Anna, sonaba molesta.
— ¿Mi novia?—
— Si, tal vez si no ubieses estado tan distraído coqueteandole ubieramos podido hacer algo...—
Steve solo se quedó en silencio, ¿Por qué ahora Anna estaba enojada con él?.
— Ni siquiera me gustaba y no estaba coqueteandole!— logró decir él.
Habían llegado a un espacio solitario, enfrente de ellos, tal vez a unos diez metros se alzaba una iglesia antigua. Tenía un glamour, él miró más atento y el Instituto se alzó ante sus ojos. Este era el lugar donde Anna había crecido.
— Lo lamento!— escucho decir a Anna, alejó su mirada del Instituto para mirarla.
— Se que no le estabas coqueteando. Lamento haberte gritado, es solo que estoy tan... molesta.— el tono de su voz se había ablandado. — Sabes que no me gusta que me engañen y el idiota que está detrás de todo esto, logró burlarse de mi, logró burlar mi instinto. Debí haber sabido que... era un engaño.—
Steve se acercó a ella, puso las manos sobre los hombros de ella. Sintió en cuero de su chaqueta negra bajo sus manos. Podía sentir el cuero frío contra sus palmas y también sentía la tención de Anna.
— Pobre de ese idiota quién está detrás de todo este asunto, ahora que conoces su estrategia no vas a parar hasta encontrarlo.— él sintió que ella se relajo un poco. — Lo encontraremos, los dos. Llegaremos al fondo de todo esto.— el la miró exhalar, como si hubiera estado aguantando la respiración. — Además, eres La Asombrosa Anna Herondale.— la sonrisa deslumbrante de Anna pareció iluminar todos sus sentidos. Al menos le alegro el pensamiento de que la había hecho sonreír, cuando estaba tan molesta.
Steve se alejó del agarre hacia ella, vio brillar el colgante sobre el pecho de ella. Era una pequeña llave de oro, siempre la llevaba puesta a excepción de cuando lo había cambiado por el medallón que utilizó en la fiesta de Tompson.
— Muy bien!— ella dijo, tomando aire. — No le menciones a nadie dentro del instituto sobre esto, tienen muchos asuntos propios que atender y no quiero meterlos en más líos.— Anna comenzó a caminar hacia las puertas del instituto.
— Iremos a hablar con mi abu... La Inquisidora.— dijo ella, su voz se cortó como si se le estuviera haciendo un nudo en la garganta. — Llamaremos a Magnus para que habrá un portal a Idris.—
Ella deslizó la mano sobre la bolsa de su chaqueta y saco su estela, dibujo la runa y la puerta se abrió.
Steve sentía una sensación extraña, estaba ahora en el lugar donde Anna se había entrenado, este era el hogar de Anna, su Anna, tal vez esto le permitirá entenderla más, pensó él. Un gato persa y con pelaje gris, se deslizó sobre el pasillo, camino sigilosamente hasta ellos. El gato se deslizó sobre las botas de Anna, formando ochos entre sus pies. Anna se agachó y lo cargo, el gato se dejó cargar por ella y comenzó a acariciarlo. El animal saco un ronroneo lo que hizo que Steve se acercara para acariciarlo.
— Su nombre es Iglesia.— dijo Anna sonriendo, aún seguía acariciando al gato. El gato se dejó tocar por Steve pero no ronroneo. Se safo de agarre de Anna, lanzandoce al piso, callendo con presión.
— No te lo tomes personal, A Iglesia no le agradan todos.— Y después de eso Anna estaba caminando entre el pasillo. Se detuvo sobre una puerta y la abrió, era la biblioteca.
Steve miro hacia dentro, un chico de cabello rubio estaba recargado sobre un estante se veía más joven, tal vez de unos dieciséis. Sobre una mesa de madera estaba una mujer, con cabello de un negro intenso, los ojos azules de la mujer estaban mirando hacia un lado de él.
— Anna!— dijo la mujer tocándose el pecho. Un hombre al lado de ella se encontraba, era como si todos sus rasgos fueran angulosos. Él hombre pareció esbozar una sonrisa. — Anna Herondale!— dijo el hombre, en tono alto.
— Maryse, Robert!— escucho a Anna decir.
Los Lightwood, pensó Steve, Anna le había contado de los padres de los niños Lightwood, aquellos que la habían tratado como si fuera una hija. Ellos debían ser los padres ya que se veían mayores, tal vez de unos treinta y algo. Ambos se acercaron para darle un abrazo a Anna. Vio a la mujer Maryse, acariciar la mejilla de Anna.
— Yo también estoy aquí! Y no me invitaron a su abrazo grupal!— dijo el chico, su cabello parecía casi como el oro, Su cabello no se veía rubio como el de él, pensó Steve sino un rubio dorado.
Sus ojos tenian un color ámbar. En un sofá al lado del chico había una silueta, era una chica, no la había notado hasta apenas, su cabellera larga estaba en rizos, tenía un color rojizo brillante, como en fuego, parecía pequeña.
La puerta detrás de ellos rechino y él se giró para mirar quien había entrado. Un chico alto con cabello azabache y ojos celestes apareció, a su lado una chica, su cabello caía como una larga cortina negra. Su piel era clara, tenía los mismos ojos azules que los del chico de a su lado. Los rasgos de la chica eran delicados, era muy bonita, se veía como de unos quince.
Anna depronto pareció despertar del sueño en el que estaba.
Miró hacia Steve quién estaba mirando hacia atrás, estaba callado pero su expresión era rara, parecía asombrado. Se giró para mirar lo que Steve estaba viendo. Alec e Isabelle habían entrado.
— Maryse, Robert!— dijo ella. — Me alegro de verlos!—
— Que estas haciendo por aquí, linda!? Creí que estabas en Idris. Mírate, como haz crecido, estás tan hermosa, pareces toda una mujer.— dijo Maryse con cariño.
Antes de que contestará Anna, Isabelle habló. —¿Donde te has metido? Estábamos preocupados por ti.¿Te que darás?—
—Estoy muy feliz de verlos a todos!.— dijo Anna.
— Este es Steve Bloodwheel, mi amigo.— todos giraron sus ojos a Steve, parecía como si apenas se hubiesen percatado de su presencia.
— Que no esos estaban extintos?— dijo Jace sarcásticamente.
Anna sonrió, extrañaba el sarcasmo de Jace.
—Steve, ellos son los directores del instituto de New York, Maryse y Robert Lightwood.—ella señaló a los únicos adultos de la habitación.
— Encantador jovencito!— dijo Maryse.
— Encantado de conocerles, Señor y Señora Lightwood.—
Respondió Steve gentilmente. No quería ser grosero ante la familia de Anna.
— Ellos son Isabelle y Alec, también Lightwood's— Isabelle le sonrió a Steve y luego le lanzó un guiño. Pero Alec solo lo miro serio. — Y este es Jace y....—
— Clary Fray!— se presentó la chica de risos rojizos, sus ojos eran de un verde brillante. Le estiró la mano él respondió el saludo.
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