Consejos de Magnus para el amor.

El chico de cabello rubio y pómulos altos que estaba frente a  Magnus lo desconcertó era un Nefilim, las marcas estaban en sus brazos y su cuello. Las runas trazadas sobre los músculos, se veía musculoso. Era el chico con el que Anna había cruzado el portal a Idris, no los habían presentado.

— Soy Steve Bloodwheel!— dijo el chico, había sombras debajo de sus ojos y se veían hinchados, se veía atractivo aún que realmente no era el tipo de Magnus. Pero el chico era guapo, muy apuesto.

Magnus esbozó una sonrisa. — Adelante, pasa!— dijo abriéndole camino al loft. — ¿Quieres algo de tomar?— preguntó.

— Si, tal vez...— antes de que terminara el chico Magnus chasqueo los dedos y de repente había un vaso de cristal sobre la mano de Steve.

— Es escuchado sobre ti. Alec, me contó que ya se conocieron. Eres amigo de mi Anna ¿Cierto?—
Magnus también tenía algo para beber sobre su mano.

Le pareció indiferente casi raro a Steve escuchar decir a alguien más "Mi Anna" se escuchaba impropio casi impersonal, creía que el solo podía llamarla así, entre susurros, en su cabeza y en sus sueños.

— Tal vez no te haya contado tantas cosas buenas sobre mi ese tal Alec, parecía que no le agrade. Fue un poco grosero.— contesto Steve calmando sus pensamientos.

— Si, bueno a Alec no le agrada nadie si no es Isabelle o Jace.— dijo Magnus dándole un sorbo a su trago. — Además el y Anna tienen mucha historia.—

Steve miro a Magnus consternado.

— Oh!. No esa clase de historia.— aclaro Magnus. — Alec es como un hermano para Anna, no te lo tomes personal si no le agradas, solo está siendo protector con ella.—

Anna no le había contado a Steve mucho sobre su familia en New York, solo que Magnus la había rescatado y los Lightwood la habían acogido, era por ello que no los conocía del todo, tenía que conocerlos por si mismo, pero sabía que podía confiar en ellos. Anna le había dicho que ellos eran las únicas personas a las que le confiaría su vida.

— Que te trae hasta mi? Atractivo cazador de sombras.— dijo Magnus. Se sintió culpable por un segundo ¿Decirle eso a Steve contaba como si le estuviera siendo infiel a Alec? ¡No, claro que no! Se dijo Magnus, ni siquiera sabía si lo que tenía con Alec era una relación. Alec no lo había aclarado eso.

— Anna, ella...—hablo Steve, un vacío comenzó a sentirse sobre el pecho de Magnus.

— Ella... Ella está bien?— preguntó Magnus angustiado

— Si, claro que si!— aclaro Steve y Magnus trago con alivio el nudo que se le había formado en la garganta. Magnus miró al chico, su semblante había cambiado, parecía triste. — Yo le dije... Creo que le dije que la amaba y ella solo... desapareció. Se que ella está bien pero ahora tengo miedo. Miedo de que no quiera estar cerca de mi. Creo que tal vez la asusté —

Magnus sintió compasión por el chico, no se veía como los cazadores de sombras firmes y neutrales. Se veía como un chico con el corazón roto.

— No te sientas mal, guapo. Los Herondale tiene un don para alejar y ser horribles con las personas que mas aman.— por un momento se imaginó a Anna como Will, cuando trato mal a Tessa por que quería mantenerla a salvo de su maldición, pero aún así Will escondía su amor a Tessa. Magnus tuvo esa duda en su cabeza que le preguntaba si Anna alejaba a este joven Nefilim por qué tal vez sentía algo más intenso respecto a el.

— Vine aquí contigo por que creo que eres la única persona que la conoce tan bien como para saber en dónde está o que es lo que pasa por su cabeza en este momento.

Ante sus ojos estaba la clara imagen de un corazón roto, pero no cualquier corazón roto, era el corazón roto de un cazador de sombras. — Bueno, ya sabes! nadie puede meterse en la cabeza de Anna, es más fácil que ella se meta en la tuya.— respondió Magnus.

Quería ayudar a ese joven Nefilim, pero no estaba seguro de conocer tanto a Anna como pensaba, la había conocido de niña pero tal vez ya no era la misma Anna. Ahora era una joven, una mujer y tenía otras aspiraciones, tal vez otra forma de pensar. Y eso lo asustó, tal vez ya no conocía a Anna también como antes, pero recordó las cartas, e intento decifrar a Anna a través de ella.

— Anna siempre ha sido impredecible...— suspiro Magnus.
Pero quería asegurarse si lo que decía Steve era verdad, si realmente amaba a Anna.

— Desde hace cuánto estas enamorado de ella?— preguntó Magnus curioso por escuchar la respuesta.

El chico dio su primer trago a su bebida, era coñac. Se enderezó y por un momento pareció perderse en sus memorias.

— No lo sé! Creo que tal vez sucedió la primera vez que la ví,— soltó una sonrisa.— Pero creo que en ese entonces no lo entendía.—  su sonrisa desapareció.

Magnus se sintió mas curioso, Anna no le había contado sobre el, si lo había mencionado pero no había pensado que tuvieran una historia detrás.

— Yo volvía al Instituto de Londres...— comenzó a relatar Steve, el color había regresado a su rostro. — Cuando mire sus ojos, entre las sombras creí que estaba mirando un angel. Creo que fue la primera vez que mi corazón latía tan rápido, era como si latiera hacia ella, hacía su dirección. Creo que siempre ha sido así desde entonces.—

A Magnus le encantaban las historias de amor, pero se sentía particularmente atraído hacia esta, las palabras que salía de la boca de Steve sonaban honestas, lo sabía por qué podía mirarlo en sus ojos, los ojos del chico destellaban ante los recuerdos de su mente. Así que Magnus se emocionó un poco, se atrevió a preguntar. — Por que crees que estas enamorado de Anna?— la pregunta sonaba indiferente pero Magnus no la había formulado del todo bien. — A lo que me refiero a que cuales son los detalles que te hacen pensar que la amas.—

Steve tomó una bocanada de aire. Estaba mirando sus manos. — Creo que me enamoré de la forma en la que blande su espada sin dudar, cuando examina a las personas intentando decifrarlas. Me enamoré de la forma en la que mira la luna cada noche, como si fuera la cosa más celestial que jamás haya visto. Me enamoré de la forma en la que se ríe o sonríe, no como cuando le cuentas algo gracioso si no cuando su sonrisa aparece tan espontáneamente  que ni si quiera ella se da cuenta que está sonriendo.—

Magnus estaba encantado, no había duda alguna de que el chico que tenía ante sus ojos amaba más a Anna de lo que podría amar a su propia vida, conocía ese tipo de amor, no lo había sentido personalmente y al parecer el asunto con Alec apenas estaba empezando. Pero por un momento Magnus pensó que no le molestaría ser amado de esa forma o amar de esa forma tan intensa a alguien. Las razones que le estaba contando no sonaban materiales, en absoluto, el amor del chico a Anna no era material, era desinteresado.

— Me gusta cuando usa su luz angelical e ilumina completamente toda su piel dejando ver hasta el más mínimo detalle. Amo la forma en la que cierra los ojos cuando escucha una canción intentando entender cada nota, cada melodía...—

Magnus se sintió feliz, que alguien amara a Anna con no solo su corazón completo si no también con su alma. Un fuerte ¡Click! Resonó por todo el loft,
La puerta de la entrada se abrió y de ahí emergió Anna, parecía tan imponente, tenía sus botas negras y sus jeans negros, la blusa negra que llevaba dejaba descubiertos sus hombros. Comenzó a caminar sonriendo hacía Magnus pero se detuvo en seco y dio un paso atrás cuando vio a Steve.

— Steve!— dijo ella.
Se estaban mirando a los ojos.

Magnus lo miro, se veía como si lo que estuviera viendo Steve ante sus ojos fuera la criatura más celestial del universo.

— Que estas haciendo aquí?— le pregunto ella.

— Yo... No sabía dónde estabas...— logró contestar él, se levantó de golpe y comenzó a ir hacia ella, Anna volvió a retroceder. Entonces Magnus la miró a ella parecía asustada parecía como si tuviera miedo de que Steve la tocase , pero ella sintió que Magnus la veía, así que su semblante cambió y se enderezó y se puso firme.

— Te pedí que no me buscaras!— sonaban frías las palabras de Anna. Magnus sintió un hueco en su corazón, se sintió triste por el chico.

— Estaba preocupado por ti.—
Respondió el estaba inquieto en su lugar quería estar cerca de ella. Quería lanzarse sobre ella y abrazarla y besarla, sentír su aroma a chocolate pero seguramente Anna no lo dejaría, y mucho menos aquí, enfrente de Magnus.

— Pues estoy bien y se cuidarme sola.— las palabras de Anna parecían cortar como cuchillos, sonaban egoístas. — No tenías que venir aquí y preocupar a Magnus.—

Tal vez Magnus escucho el sonido del corazón de Steve romperse, romperse por las indiferentes palabras de Anna.

El pecho le dolía a Steve, sentía que su corazón se le estaba hundiendo, como si un agujero negro se tratara su corazón.

— Sí, lo siento!— logró decir el.
— Creo que será mejor que me vaya.— sonó melancólico.

Magnus se sintió mal por el chico.
— Si, tal vez sea mejor!— respondió Anna indiferente.

Ese era un talento de Anna, pensó Magnus, ser dura como una piedra. Siempre le había sorprendido que tan pequeña podía controlar sus emociones pero Magnus la conocía, la conocía también que se dio cuenta que Anna se estaba aferrando a lo duro de su corazón.

Steve dejo su trago sobre la mesita de enfrente y salió mirando a Anna, pero ella no lo estaba mirando, ella estaba mirando el suelo, y el la conocía tan bien como para saber que si Anna apartaba la vista de algo era por qué le hacía sentir vulnerable. Steve se fue y lo último que dejó fue el ¡Click! De la puerta cerrandose.

Anna se quedó quieta en su lugar, seguía mirando el suelo. Magnus pensó que tal vez necesitaría un minuto para recuperarse pero en vez de ese solo la miró cubrirse el rostro con las manos.

— Anna!— susurro Magnus, pero la única respuesta de Anna eran sollozós escondidos detrás de sus manos.

Estaba llorando, eso era lo que estaba escondiendo Anna. Magnus sintió que su corazón se le caía hasta piso como si le hubieran tirado un balde de agua helada. Sentía que su corazón se rompía al ver a su niña así.

— Cariño!— dijo con dulzura, tenía un nudo en  la garganta, secercó a ella.

Se sentía avergonzada, no quería que Magnus la viera de esta forma, tan débil, pero no podía contener sus lágrimas, se desbordaban por si solas.

Magnus se acercó a ella y la abrazo, ella se aferró a el y comenzó a llorar aún más sobre el pecho de Magnus, el se sentía horrible lo destrozó ver a Anna de esa forma y la abrazo con fuerza.

— Ven, cariño!— la llevo hasta el sofá de terciopelo, hacía unos cuantos pasos. No le pregunto nada en ese instante ni le dijo nada, solo la abrazo con mucha fuerza. Y se sintió peor, peor por todas aquellas veces que no pudo estar ahí para consolar a Anna. Por no estar ahí para ofrecerle su hombro para llorar cada que ella lo necesitará.














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— Tranquila Cariño!— murmuró Magnus. — Si sigues sufriendo se me va a terminar de romper el alma!— le estaba acariciando el cabello.

— Lo siento, Magnus!— dijo ella limpiando sus lágrimas.

— Oh, cariño. Está bien!— dijo dulcemente.
— Como veo tienes dos opciones, perder tal vez un amor maravilloso o perder a tu mejor amigo.— se escuchaba serió.

— No quiero perder a Steve!—

— ¿Por que no quieres estar con él?— preguntó Magnus.

— No lo sé!— limpio sus lágrimas silenciosas.

— Vamos, linda. Puedes contarme lo que sea.— la animó.

— Creó que por qué no quiero lastimarlo. Yo no creó que que yo sea una persona estable.— intentaba explicar.
Estaba mirando hacía sus manos.
— Creó que él no se merece ser lástima por mí y por alguna razón siento que terminaré lástimandolo o tal vez él termine odiandome. No soy demasiado buena para él...—

Magnus la abrazo, pero también la estaba mirando.
— Por que tengo miedo de que cuando me conozca realmente, me odié y eso me partiría más el corazón.
Por qué he hecho cosas y se cosas que son malas y no quiero que el las sepa o se vea involucrado. ¡No quiero corromper algo que es bueno!—

Está vez ella levantó su mirada a él, se veía tan hermosa aún que sus ojos estaban rojos, sus largas pestañas se alzaban, sus labios rosados parecían pétalos de rosa.
Magnus había pensado cuando ella era pequeña que de grande sería hermosa, pero ahora ella era tan hermosa y bella. Pensó que si la pondrías en un grupo de las mujeres más bellas que había visto en su vida Anna destacaría. Su rostro angelical era muy bello, parecía ser como una persona a la que pudieras describir con poesía.

— Se que tomarás la decisión correcta respecto a todo esto, Cariño!— dijo él

"Espero que así sea" pensó ella.







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