Antiguo Establecimiento.

Las botas de Anna repiqueteaban sobre el piso de madera. Steve estaba iluminado con su luz angelical a Violette. Anna rodo los ojos irritada sacando su propia luz angelical, ahora tenía que alumbrarse el camino sóla.

El lugar olía a Magia negra, hizo a Anna marearse. Tenía la mano en su empuñadura de su espada de hierro.

Velas rojas estaban formadas formado un pentagrama, había sangre alrededor. Anna se agachó para mirar de cerca.

— Un sacrificio!— dijo Steve, se acerco con Anna.
Ella asintió con la cabeza.

— Miren esto!— anuncio Violette. 
Parecía una tela oscura sobre sus manos. Ambos se acercaron para mirarla.

— Es anaranjada?— pregunto Steve.

— Creo que es como café!— añadió Violette.

Anna la tomó, era una túnica.
— Es bronce!— respondió ella.

Ambos la estaban mirando esperando que dijera algo más.

— Negro para cazar en la noche. Para las muertes y el luto, el color es blanco....— comenzó a recitar.

— Dorado para la novia en su traje de casamiento. Y rojo para llamar los encantamientos.— era Steve.

— Seda blanca cuando nuestro cuerpo arden. Banderas azules cuando el perdido regresa. Llamas por el cumpleaños de un Nefilim Y para quitar nuestros pecados.— Violette sintonizo.

— Gris para los conocimientos incalculables. Hueso para aquellos que nunca crecen. Luces de azafrán en la marcha  triunfal.— siguió Steve.

— Verde para reparar nuestros corazones rotos. Plata para las torres de demonio. Y bronce para invocar poderes malignos.— termino Anna.

Violette la miraba asombrada.

— La antigua rima de niños Nefilim.— dijo Steve. Estaba mirando a Anna.

Violette vio los ojos de Anna y de Steve conectarse como si se pudieran comunicar telepaticamente.

— Eso que significa!?— pregunto Violette, desesperada.

— Es un Nefilim!— siseo Anna, se veía pensativa.

— Si, genial.— dijo Violette. — Respetan el código de vestimenta pero no las leyes que implican no sacrificar bebés mundanos y no conjurar magia negra.—

—Es por qué es una chica!— dijo Anna. Su rostro pareció iluminarse. — Las mujeres no rompen su código de vestimenta!— explicó.

— Pero esto no lo puede hacer un Nefilim. Se requiere de un brujo.— dijo Steve señalando el pentagrama con sangre.

— Por su puesto que tienen a un brujo o bruja.— su mirada de Anna era incrédula.

— Y ahora que?— pregunto Violette.

— Debemos irnos de aquí!— dijo Anna apresuradamente y se abrió paso hacía la salida.

El aire frío de Londres los hizo aclarar sus emociones y pensamientos. Las noches en Londres siempre llevaban la fría y acogedora brisa.

Comenzaron su camino al instituto. Anna iba adelantada tal vez un metro o dos más que ellos.

— Así que siempre hacen eso?— preguntó Violette a Steve — El comunicarse mental mente.—

Steve le sonrió. Era una sonrisa muy bonita de esas que podían derretirte.

— Es difícil de explicar...—
Respondió él.

— Es muy lista! Ahora veo por qué es "La Asombrosa Anna Herondale"—

— Odia ese apodo!— Steve aún mantenía su sonrisa.

Violette no estaba mirando a su alrededor, tropezó casi callendose, Steve la sostuvo.
Había algo tan personal e íntimo en su toqué. Se miraron a los ojos mientras él la ayudaba a mantenerse de pie.
Anna se giró hacía ellos y fue como si Steve la mirara que aparto tan rápidamente de el a Violette, se sintió aturdida.

— Quieren apurarse chicos! Bridget ya debería estar preparando la cena.— dijo Anna.

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Después de la cena Anna había estado en la biblioteca, mantenía la música a bajo volumen. Estaba leyendo sobre el sofá cerca de un estante de libros.. Su lectura fue interrumpida cuando Violette entró a la biblioteca.
Traía una bata de color lila, tal vez de seda. Le llegaba hasta los tobillos. Su cabello verde callendo sobre sus hombros.

— Que estas leyendo?— le pregunto Violette. Sentándose a un lado de Anna. Cuando se sentó, la tela de la bata no estaba cubriendo la piel de su pierna. Era pálida.

— La terrible historia del sanguinario Macbeth!— dijo Anna dejando el libro sobre su regazo.

— Steve está durmiendo.— le dijo a Anna. No sabía por qué le había dicho eso.

— ¿Y has estado deambulando por todo el instituto con solo esa bata puesta?— le dijo Anna.

— Ustedes dos ¿No están juntos? ¿Verdad?— preguntó tan directamente Violette.

A Anna le sorprendió, no estaba esperando hablar sobre esto.

— No...— su corazón comenzó a dolerle. — No, no estamos juntos de esa forma.—

La canción de Anna había terminado. Violette la había reconocido.

— Una vez fui a un concierto mundano, era una banda de punk.— le contó Violette

— Bueno, una vez fuí a un concierto de Rock, él cantante tenía la visión, él me vió apesar de llevar un glamour, después del concierto me invitó a salír. Y después de una noche alocada con tragos y música me pidió que lo acompañará a su gira por todo el mundo. Dijo que estaba tan encantado por mi belleza, fue lindo conmigo y era tan extravagante.— contó Anna. — Una de mis mejores aventuras, por desgracia no duró mucho.—

— Por que?— preguntó Violette interesada.

— Bueno, después de unos días de viajar con él lo dejé, los demonios nos perseguían y era fastidioso, por su puesto que estaba consciente de que lo ponía en peligro, pero lo dejé por qué no podíamos estar juntos. Además, no lo amaba. Si lo quería pero no planeaba nada serió con él.—

— ¿Así que eres la chica que rompe los corazones?— la cuestión Violette.

— Una vez también me rompieron el corazón a mi.— Anna no había sido consiente de sus palabras hasta después de haberlas dicho. Se arrepintió profundamente.

Violette se sorprendió, Anna siempre era tan firme y fuerte. Parecía inquebrantable.

— Yo creó que ya debería dormir!— le respondió Violette.

Anna se sintió aliviada y solo asintió.

Violette se fue, sin decir nada más.

Algunos pasillos eran oscuros y otros no, su habitación quedaba a unas cuantas puertas alejadas de las de Steve, sin pensarlo se acercó a llamar a su puerta.

Steve salió, sorprendió de que Violette llamara a su puerta. Se veía que llevaba despierto algún tiempo.

— Necesitas algo?— le pregunto a ella amablemente.

— Puedo pasar!— pidió ella y el asintió.

La habitación de él olía a Fresno y a lavanda. Había algunos libros sobre un escritorio de madera, también habían hojas de papel tiradas sobre el, también más hojas sueltas estaban sobre su mesita de noche. Se acercó hasta sentarse sobre la cama. Tomó una hoja de la mesita de noche. Lo comenzó a leer.

" Y dentro de mis sueños, tu siempre estás presente. Tus ojos como ríos de chocolate siempre me perseguirán, incluso cuando cambien al púrpura, destellando como magía y furia."

— Es muy bonito!— dijo ella, le estiró la hoja de papel a él.
— Casi no se nota que habla sobre ella...— a Violette le sorprendió haber dicho eso.

Él se sentó a su lado.

— Son de hace tiempo!— le dijo Steve.

Él sabía que le estaba mintiendo a ella. Incluso se mentía él a sí mismo.

— Por que estás tan enamorado de ella?— le pregunto.
Steve se quedó atónito.
— Tu eres muy gentil y aveces ella es... tan grocera e insensible. No deberías enamórarte de alguien así.—

— Ella no es así, eh visto que es dura contigo pero es por qué apenas te conoce. —
Le respondió él.

— Mereces a alguien que te amé tan intensamente como tú amas!— le dijo.

Él la miró a los ojos. Ella se estaba mordiendo el labio. Acercó su mano con la de él.

— Mereces más!...— siseo ella.

Él estaba apunto de responder pero fue interrumpido por los labios de ella, estrellandoce con los de él.

Era un beso distinto, pensó el. La boca de Violette sabía a ciruelas. Él la tomó del rostro y ella lo beso con más intensidad empujandose contra él.

"Anna" sus pensamientos le gritaban.

"No, no. No es ella" le decía su cabeza. Se separó del beso lentamente. Abrió los ojos.

Los ojos zafiro de Violette brillaban.

— Déjame quererte!— le dijo ella. Lo empujó contra la cama, sus piernas estaban a los costados de él. Y ella comenzó a pasar sus manos por la tela de su bata de seda lila.

La tela de la bata fue cayéndose de sus hombros hasta dejar la piel al descubierto de ella, tan pálida. Era más pálida que la de Anna, que la de su Anna.

Volvió a besar a Violette con desesperación. La acercó a él como si no quisiera soltarla. Pero sus pensamientos seguían en otra parte.

Su mente repasaba palabras clave. Durante su beso, escabulló su mano sobre el cabello de ella, imaginando un suave y sedoso cabello chocolate. Y cuando vio los ojos zafiro de ella, deseó que en su lugar hubieran unos marrones, tan intensos como el chocolate. Pero eso no lo detuvo. Sus manos siguieron recorriendo la piel más pálida pensando en la que él realmente deseaba.

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