◐☾𝑫𝒆𝒎𝒐𝒏 𝑰𝒏 𝑻𝒉𝒆 𝑵𝒊𝒈𝒉𝒕☽◑ [DT. Nightmare] (2/2)

†Ambientación: Superficie, realidad alterna, Dreamtale.

†Línea de tiempo: Luego de los sucesos con Horrortale.

†Sipnosis: Aquél incidente fue el detonante para el mayor desarrollo de tu enfermedad, entre tristezas, sentimientos amargos, y, por supuesto, nuevos motivos a los cuáles "temer" conocerás la verdadera cara de tu "País de los sueños", Dreamtale, y al príncipe de tus pesadillas que te acecha en las sombras, listo para engullirte, como demonio en cada noche interminable.

†Advertencias: Dreamtale pertenece a Joku y todos sus personajes, Shine y Lull a StoryFate, de mi pertenencia. Tema en relación a enfermedades mentales, esquizofrenia, ansiedad, leve depresión, ilusiones, posible gore, suicidio, en fin. ¿Lista para ver arder a Troya?

Continuación posterior al One-shot "Gommene", Horrortale.

Vídeo de multimedia:  Calalini.



Dedicado a~ RubiRose1987 ^^ ¡Feliz navidad mana!

Tranquila Soske, luego viene tu shot.

✨Inspirado en la canción compuesta por la DJ Stormheart, Demon In The Night y Malevolence de SharaX, que a su vez fueron inspiradas en este icónico personaje.✨


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Los sueños desde tu niñez han sido inalcanzables para ti, un mundo qué explorar en su máxima extensión, sin límites ni un paro que te restringa de disfrutar esas noches de dormir sobre una cama que más parecía una nube de algodón de azúcar, u orbes de luz llenas de mágia que simulaban la luna que entraba impertinente a tu habitación oscurecida, algún ser amado invisible que desconocías te tomaba de la mano, pero por alguna razón confiabas ciegamente en él, ¿quién era esa silueta oscura que hacía de tu descanso nocturno algo tan... mágico? Esas simples visiones lejos de la realidad, te hacían feliz. En tu mundo incosciente, pero te hacía feliz.

Nunca imaginaste que esa felicidad de a poco empezara a marchitarse como una rosa delicada al tacto, que se repente tu alrededor se oscurecia para no volver a mostrar esa luz que tan bien te hacía... los murmuros empezaron, las sombras te engullian y tus párpados temblaban, deseando despertar, sintiendo esa sensación que desde hace mucho habías perdido ahora.

¿Por qué desde la pequeña niña que eras, tan alegre y contenta, tuviste que sufrir esos cambios que te llevaron a la carga que ahora llevabas contigo?

Las sensaciones no paraba, sintiendo frío, una horrible brisa helada recorría tu cuerpo, y al fin, tus ojos pudieron abrirse inmutables.

El caos a tu alrededor afloraba, gritos de agonía invadían tus oídos y no hacías más que ver los campos arder y las personas desfallecer en ellos, algunos gritando hasta morir y otros desangrándose en el pasto. Te sentías alejada de todo, ya que de repente, sólo tu propia respiración agitada podías escuchar, y el temor, que de repente sentiste caer encima de ti como agua fría en balde se hizo presente en lágrimas, ¡demasiado miedo sentías, como si toda esa negatividad se posara a tu alrededor! Efectivamente lo era así.

El temor no se debía al caos, no no. A eso no...

Tu consciencia por fin tomó control sobre tu cuerpo dormido, y todo fue oscuridad al volver a la realidad. Realidad... ¿que tipo de sentido esa palabra tenía para ti?

Y recordaste... oh, cuánta agonía llevabas en tu alma al recordar...

Tus ojos se movieron alrededor de la habitación blanca, y el sonido monótono de la maquinaria conectada a tu muñeca te hizo saber exactamente dónde te encontrabas, y las últimas palabras del hombre resonaron en tus oídos.

Equizofrenia Paranoide.

No no... todo lo que sucedió con ese caníbal a quién "amabas" no debió ser una mentira, una ilusión no te hacía sentir en los brazos de la muerte, ¡joder, menos sentir esa hacha cortar tu cuello como si fuera una rodaja de mortadela! ¡claro que no! Todo lo que sentiste, respiraste, fue tan real... dudabas totalmente de ello.

Pero... ¿a qué se debían aquellos sueños en tu infancia entonces, eran simples sueños, o tu alrededor se desmoronaba ante ti con esa sensación familiar? ¿eso se debía a una señal que en verdad estabas enferma desde hace un tiempo y no lo admitías? No sólo fueron sueños... ese temor, ese algo que siempre veías acecharte, el ver aquellas figuras retorcerse como tentaculos retorcidos en tu ventana, no fueron mentira... ¿verdad? Todo fue real, lo sentías demasiado real a tu parecer...

Ja, ya ni en tu "País de los sueños" podías estar segura entre el dulce aroma a algodón de azúcar, aquello fue reemplazado por miedo a ser devorada cada noche.

Tu cuerpo dolía, ¿por qué?

—Agh... —te recompusiste sentandote contra la abundante almohada de esa cama de hospital.

La habitación era blanca, completamente. Con sólo un sofá marrón frente a ti a unos metros, una ventana oculta tras una cortina clara, casi transparente, y la cama. La única decoración que sostenía ese aburrido cuarto era un cuadro grande con un paisaje nocturno de una casa y sus alrededores, de esos que siempre en cualquier casa coloquial te conseguías apenas entrar a la sala. La gran ventana a un lado de tu cama dejaba ver aquél manto oscuro, capas y capas de luces que marcaban el firmamento.

Unos pasos se hicieron presentes detrás de la puerta, llamando tu atención y esperando el visitante con paciencia, aunque aún tu mente permanecía máquinando lo que estaba sucediendo contigo.

Quién entró fue tu madre, Aliza, con lágrimas desbordantes acunando tu rostro despierto como si no te hubiera visto en días... ¡pero fue así! Pensaste.

Tu confusión se transformó en felicidad al abrazar con verdadero amor a tu progenitora, hundiendote en el olor de su perfume que tanto habías extrañado.

— ¿Estás bien mi amor? —besó tu rostro separandose para mirarte a los ojos, a lo que asentiste sin dudar y empapada en tus propias lágrimas. Para ti aquél encuentro tenía mayor significado, no la habías visto en semanas... la presencia de tu madre hizo tanta falta en ti...

Con sólo pensar en aquellos momentos de terror, dónde en todo momento pudiste sentir el calor maternal, era intercambiado por el frío de las cadenas que te tuvieron apresada por horas.

Todo fue estúpidamente real.

Los abrazos se hicieron de lado, pero tu madre mantuvo su mano entre las suyas sentada en el borde de la cama.

— Mamá... ¿Cómo me encontraron?— preguntaste con verdadera duda, la que aumentó al ver la expresión curiosa que tu madre había puesto, aunque su respuesta, definitivamente no era la que esperabas, te referías a otra cosa; el cómo te encontraron sin tener la cabeza separada del cuerpo y no estabas hecha mierda por lo mismo.

— Tenías la puerta entreabierta de tu cuarto, a lo que entré para llamarte a cenar, estabas... —sus ojos se cristalizaron a la nada por un breve momento, tal vez recordando con melancolía lo que hace unas horas había pasado.— en una esquina temblando y murmurando palabras inentendibles, de repente empezaste a gritar y tomar tu cuello de forma agresiva—su voz se iba apagando deseando no continuar. El resto ya lo sabías.

¿Qué...? Parpadeaste muy lentamente, asimilando la información que Aliza te estaba dando, tu alma dió un vuelco acurrucándose en tu interior, sin entender o recordar algún pedazo de ello, diste un jadeo mirando a la nada sin entender el por qué.

No, ¿Qué estaba diciendo? No... todo fué malditamente real, no pudiste haber pasado por toda esa mierda siendo algo falso... ¡Todo fue real, Sans, Papyrus, los monstruos, la hambruna...!

¿Tu madre te mentiría? ¿Para protegerte tal vez de la verdad?  No, pero... ¡Recordabas todo, cada una de aquellas escenas escarlata, la nieve bañada de tu sangre, la sensación al abrazar a la muerte...!

Pero recordaste las palabras del doctor antes de caer incosciente...

— ¿En... el cuarto? —tus ojos miraban a lo lejanía, con una expresión intranquila.

— Si mi niña... yo... pensaba que tenías pesadillas, de muy niña siempre tuvimos que mantener ciertas medidas contigo, pero no creí que fuera tan grave para hacerte alusinar de esa... forma, porque parecías no reconocerme cuando me mirabas cariño, sólo podía percibir temor en tus ojos inquietos —con suavidad paseo su pulgar por tu mejilla.

El cerebro humano tiene un límite de dolor, que al sobrepasarlo éste se desconecta con un clic y la consciencia cae rendida. Recordabas pocos fragmentos, y tocaste como por reflejo la venda en tu cabeza que anteriormente no habías notado, y sólo escuchabas en tus oídos los golpes que tú misma te causabas al arremeter tu cabeza contra la pared... en un estado de locura y desear detener el sufrimiento interno implacable.

Tus ojos se andaban perdidos, te dejaste caer en la gran almohada, pero no te habías dado cuando Aliza abandonó la estancia dejándote sola una vez más...

Pero sabías que eso era imposible, por mucho que la compañía humana te falte a tu alrededor nunca estarías sóla, siempre existirá esa sombra de tus sueños amenazandote y acechando para devorarte.

Oh, ¿Por qué? ¿Acaso algo malo cometiste en alguna vida pasada? ¿Qué hiciste para merecer esto?

La vida humana estaba llena de engaños e injusticias.

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Llovía, las pequeñas motas cristalinas se deslizaban con suavidad por la ventana dejando un rastro húmedo y empañado, se sentía frío al tacto. Te aturdía el sonido del torrente arremeter contra el pavimento, como si éste se llevase a arrastras tus pensamientos sólo embelesandote en la tormenta.

Un relámpago se vió entre las nubes cargadas de agua que descargaban todo su contenido, luego el sonido del trueno haciéndote sobresaltar. Parpadeaste, te sentías distraída. Los tonos grises rodeaban el ambiente afuera y parecía que tu habitación también, más oscura de lo normal. Apoyaste la barbilla en tu brazo en la ventana con aburrimiento, ningúna emoción mostrabas, ¿que había que mostrar siquiera? Cada día te parecía más monótono, como si de repente te arrancasen de un sueño regresando a la realidad, cruda realidad.

Tu cabello había perdido brillo, y tu sonrisa también. Nunca habías sido una joven llena de amistades, por ello recibías pocas visitas, en estás circunstancias tal vez hubieras deseado al menos alguien a quién confiarle tus males y pensamientos, pero sólo estaban las almohadas y tus peluches, de igual forma, ya no le veías sentido el hablar de más.

El silencio muchas veces puede ser agobiante, como el recuerdo vivo de la soledad que casi toda tu vida te ha estado persiguiendo. Ya tenías claro porqué eras diferente, porqué de niña cuando te quedabas sóla en el salón culminando con el mantenimiento la sensación de ser observada no se iba; el porqué Aliza te ha cambiado de una escuela a otra y requeriste de "tratos especiales".

El porqué tu mente divagaba inmersa en tu propio estado de letargo como para salir de ella por el estremecimiento de un trueno y la lluvia, y los sueños seguían sin ser sueños, sino un transporte a tu infierno muy real para tí.

¿Veías todo con verdad, o la gente estaba equivocada?

Knock knock, who's there?

Los monstruos tocaban tu alma, como demonios deslizándose por la oscuridad esperando a que pisaras las sombras, empezaste a sentirte observada, ojos rojos llenos de sangre te observaban tras tu espalda, tu respiración se agitó, ya no veías aquél tranquilo paisaje a través de la ventana, sino un mundo grotesco del cuál conocías bastante bien.

El campo abierto y herido te rodeaba pidiendo ayuda desde la tierra, lo que suponían aldeanos se retorcían dentro de sus propios males y hemorragias mortales hasta morir y desfallecer sobre la hierba a unos metros de tí.

Incendios, asesinatos ciegos, desmembramientos, ruidos infernales, el olor a carne quemada para crear en ti esa sensación bien conocida: miedo, temor, pánico, sentimientos negativos. Un gran y majestuoso Árbol con dos tipos de atrayentes frutos, dorado como la pureza reflejada en los corazones nobles y negro como la oscuridad.

Los murmuros no paraban hasta convertirse en risas histéricas.

—¡Paren, detenganse!

Abriste los ojos nuevamente, de pronto la calidez del ambiente conocido vino a ti, estabas en tu cuarto, sobre tu cama, con lágrimas que se deslizaban por sí solas y el corazón a mil por minuto. Paseaste tu mirada sobre cada objeto del cuarto silencioso, la tormenta ya no resonaba afuera y en su lugar dejó una suave  y ligera llovizna.

La ventana estaba cerrada, pero alcanzaste a ver una masa oscura entre las sombras de la noche arrastrarse rápidamente, como si deseara no ser visto por tí.

Esa noche lloraste silenciosamente, dejando que tu almohada absorbiera cada sentimiento de tristeza en tu alma, negandote al sueño y haciendo paso al insomnio.

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— Te trajimos algo de helado de vainilla, pude salvarlo de las manos de Lull.

— ¡Oye, admite que tú también querías, antojosa!

Admiraste la pequeña discusión entre ambos hermanos en la puerta de tu cuarto, te sentías distante de la conversación de la cuál ya no participabas, con el pote de helado Efe entre tus manos mirándolo distante. Tu sentido del apetito había tomado una gran desviación las últimas horas, con sólo pensar en el sabor de dicho postre frío te causó una leve repulsión desde la garganta.

— Chicos... —llamaste la atención de ambos y giraron inmediatamente hacia tí callandose, los miraste con una pequeña pero leve sonrisa. Parecía más una mueca, pero agradecida.— agradezco el gesto, muchas gracias. Pueden decirle a mamá que lo guarde en la nevera más tarde.

Shine asintió con brillos en los ojos, la albina se sentó en la cama tomándote de ambas manos y comenzó a hablar jovialmente contigo, más específicamente narrarte todo lo que aconteció en la universidad mientras habías estado incosciente y no apta para asistir a los eventos educativos, Lull y su extraño enamoramiento por una tal Nathalie y lo mucho que se aburrieron sin tin. Su alegría te ánimo un poco, tus ojos ojerosos y algo hundidos por el cansancio brillaron sutilmente escuchándola. Ella de alguna forma siempre irradiaba un aura de alegría y sentimientos positivos a su alrededor que contagiaba a cualquiera con aquellas emociones en ráfagas.

Te sentiste mejor como si aquella molestia se alejara de tí por la presencia de dicha alegría, era tan reconfortante pero a la vez muy extraño, como si nunca hubiese estado ese mal tras tu sombra.

Lull se mantuvo al margen al otro lado de la cama y mirando hacia la ventana, parecía distraído. Sus ropas de invierno oscuras y su cabello blanco desordenado por el viento lo hacían ver incluso más lindo de lo que alguna vez lo viste. No de la manera equivocada, querías a ese par como tus hermanos. Eran tus únicos amigos, al conocerlos descubriste que la universidad sí traía sus cosas buenas, ¿qué vieron en ti para que se interesaran tanto en tu vida? ¿Cómo podías haberte olvidado de ellos y desear encerrarte en tu propia fantasía junto a un caníbal?

Espera... eso no fue una fantasía.

— ¿Qué pasa, onii-chan? —preguntó la albina de repente, mirando a Lull, hiciste lo mismo.

— ¿Uhm? —se volteó al verla, sonrió — estamos a finales de Noviembre, pronto llegará el invierno.

Shine asintió, y si fuera posible, con una energía aún mayor. Tus ojos se dirigieron a la ventana, esa mañana, y quizás en un buen tiempo, no habías estado al tanto de los cambios climáticos ni las estaciones tan cambiantes como tu estado de ánimo. El invierno se acercaba y las hojas caían, trayendo tras de sí las tormentosas ráfagas frías de hielo y nieve calandose en los corazones de las personas, dejandoles una mancha de escarcha llenandolos de ese espíritu navideño para ir y llenar de calor a las familias; esa emoción que de ninguna manera estabas sintiendo en estos momentos. Pero te aferraste a que al menos, tendrías una linda vista desde el interior de tu habitación.

Te habías dado cuenta que compraron helado al empezar el invierno, ¿quién en su sano juicio hacía eso? Sin embargo, no te sorprendía que viniera de ese dúo, ni tampoco eras nadie para pensar algo así cuando tu cordura te había abandonado desde hace tanto.

Cuando Shine y Lull se fueran, tal vez dormirías, volverías a la monotonía de la medicación y a encerrarte en tu propio mundo, la lectura estaba empezando a tomar más interés en ti, tal vez leerías algo hasta la hora de cenar. Por ahora, disfrutarías toda esa tarde la estancia de ambos, el calor fraternal que irradiaban bajo el frío ambiente de afuera y el pote de helado que empezaba a tener un mayor atractivo a tus ojos.

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Aliza guardó el envase con el postre frío que tus amigos habían traído para tí en la nevera, después de que ellos se retiraran te quedaste en cama diciéndole a tu madre que dormirías un buen rato ya que la visita te había dejado exhausta, ella no dijo nada al ver que parecía ser parte de uno de los efectos secundarios de los medicamentos que durmieras de más, sin embargo, ella no sabía cómo dejar de sentirse exasperada ante eso, y más, al cada día ver en sus estantes cada etiqueta de las drogas que te suministraba, algunos envases contenían calmantes. El sólo verlos todas las tardes su alma se estrujaba, como si temiera que alguna vez tú necesitarías de ellos, ¿sería verdad? ¿qué tanto puede empeorar la situación?

Descansó delicadamente el plato recién lavado a un lado, en una pila, y sus cansados ojos recorrieron el cielo enegrecido con un brillo triste, esperando tal vez que esa otra persona estuviera observando al mismo tiempo el cielo y pensar que era lo único que los unía; Aliza sabía que eso no era posible, nunca lo será, ya que esa otra persona nunca tuvo ese privilegio tan anhelado, la única cosa que aún su mente encerraba con cadenas a ese ser son sus recuerdos de un pasado oscuro, retorcido y roto.

Tragó por un momento, pasando las palmas de sus manos por los ojos humedecidos repentinamente por recordar lo que no había sacado de su mente desde que se te fué diagnosticada oficialmente ese trastorno, odiaba que todos los problemas se acumularán sobre ella hasta el punto de llegar a aplastarla, ¿pero por qué ahora es que viene con resentimientos por él? ¿acaso no se libró de algo grande? Si, lo hizo, y está viva y perseverante hasta el fin, porque Aliza poseía el alma de la Perseverancia, y su pasado explico muchas cosas que tal vez nunca te lo llegaría a contar, pero tampoco se sentía orgullosa de hacerlo.

Con esos pensamientos arremolinados en su mente, siguió haciendo el mantenimiento en la cocina hasta que llegó la hora de descansar de sus labores, echó una última mirada a tu habitación, permanecías tapada hasta el cuello con la gran cobija como un tequeño; frunció el ceño al ver que habías dejado apagada la lámpara, la encendió con cautela y desde la puerta snrió dulcemente, dejándote a solas una vez que se aseguró que tu sueño siguiera su curso.

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Abriste tus ojos jadeantes, tu pecho se movía en tu respiración frenética y los latidos de corazón tronaban como tambores en tus oídos, tus pupilas se tuvieron que adaptar a la oscuridad rápidamente, veías tu cuarto, tu cama, tu clóset, la ventana y la leve nevada que empezaba a caer con suavidad sobre el asfalto mojado en el exterior. No tardaste en llevar una mano a tu frente y recomponerte en tu cama para aligerar las leves náuseas que de pronto cargabas, y aunque fué en vano, esos dolores no fueron nada comparado a lo que viste e hizo que tus ojos se abrieran y tu boca también, deseando gritar y cubrir tu cuerpo con la cojiba para sentirte segura.

Una masa oscura fué arrastrándose hacia ti desde las sombras, por los pies del clóset de madera hasta darse a ver a la luz de la Luna que se filtraba por la ventana, sus movimientos eran lentos y al arrastrarse se escuchaba como algo... baboso, lo que hizo espantarte más.

Fué rápida la forma que tomó, hizo que te encogieras aún más en la esquina de tu cama, no podías tomae el extremo de la cobija para siquiera encerrarte y cerrar los ojos porque esta se hallaba lejos y con la mitad tocando el suelo. Cuando abriste la boca para gritar, esa cosa cubrió tu boca con esa masa oscura y horrible, olía horrible, se sentía horrible. Unas ganas de llorar repentinas acudieron a ti.

—shh shh, no querrás despertar a mamá, ¿no? —habló, su voz era profunda y algo ronca, pero para nada parecida a una voz normal a lo que te imaginabas, esta estaba caracterizada por ser, simplemente, la que una pesadilla como él tendría. Con una sonrisa amplia y brillante, para su forma grotesca imaginabas que al verla contendría colmillos, pero eso no le quita lo tétrico.

Su forma era amorfa, pero con lo que podías compararle sería con un esqueleto lleno de esa más oscura y pútrida que dejaba a su paso, lo que parecía haberte callado la boca era un tentáculo, y su ojo, era atrayente, brillante como una esmeralda tan cerca de tu rostro, te miraba con burlesca diversión; irradiaba de toda su aura una triste sombra de negatividad que te envolvía, haciendo que sólo tu mirada se posara en su único ojo y el alrededor era sólo oscuridad. Tus ojos se cristalizaron en terror, inevitablemente lloraste en silencio, ¿por el olor tan cercano, por su simple presencia y el tenerte acorralada, o sólo era por su negatividad? El príncipe de tus pesadillas estaba frente a ti, pero no como te lo imaginaste.

Era mucho peor.

—ah, querida ****, debes sentirte agraciada por este hilo tan fino y fuerte que nos une, yo no elijo a cualquiera de mis víctimas al azar, ya que, escúchame bien...—cada palabra de él penetraban tu alma como una estaca de madera, más bien, la rozaba, como esperando el momento ideal para clavarla.su rostro podía estar tan cerca del tuyo que cerraste los párpados y gritaste con la boca sellada, siendo ahogado, por supuesto, por el tentaculo.— eres tú a quién quiero, ****.

Tus ojos se abrieron de golpe al escuchar esa última frase que te hundió aún más en ese espeso y asqueroso líquido como la brea, hacías ruidos para negarlo y gritaste la cabeza en descontento y terror ante su sarcástica y burlona risa.

—¡Mmh!

Tu reacción fue para nada innecesaria porque por supuesto, sólo te hacías ver aún más débil. Ah, cuánto quisieras estar durmiendo en estos momentos abrazada a tu almohada y acurrucada en tu suave edredón, o al menos sentir la seguridad que te brindaba esos pocos momentos que te ibas a la cama.

—es increíble la cantidad de sentimientos negativos que pudiste generar en una semana sólo por un diagnóstico, ¡haha! tu debilidad le quita fortaleza a tu cuerpo, no eres más que un esqueleto de la vida metiéndote en problemas por la adrenalina, tan patético, niña —depositó, lentamente, un suave e hipócrito beso en tu mejilla, jadeaste por la cercanía y el sentir ese asqueroso líquido negruzco en tu rostro.—no será la última vez que te haré una visita, ****~

Agobiada por la sensación de ahogo tus ojos se abrieron lagrimeando, el bombillo de la pequeña lámpara a un lado de tu mesita de noche seguía encendida sólo para dirigir tu mirada a la puerta entreabierta y suponer que Aliza encendió la lámpara, desde hace ya una semana diagnosticada te negaste a dejar tu cuarto completamente a oscuras. Vino a ti una inesperada arqueada, y de tu boca expulsaste un tu mano un poco de líquido oscuro parecido a la brea...

Tu alrededor no parecía más que una ilusión aún con el recuerdo reciente de la oscuridad y al ser que lo complementaba frente a ti. Entre la fina pared que dividía el silencio del cuarto con lo presenciado, soltaste un sollozo, dándole fin a esa delgada capa y juntando tu frente con tus rodillas, negando y con ambas manos en la cabeza en exasperación. ¿Por qué? ¿Por qué? Esa era la principal interrogante que flotaba en el mar embravecido de tus pensamientos.

Tu almohada y cobija fueron presentes de tu llanto incontrolable pero lo suficientemente silencioso como para no molestar a tu madre afuera, y tal vez, esa criatura escondida ante tus ojos se regocijaba entre las sombras.

≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪

Se acercaba fin de año, se supone que deberías estar emocionada por un año más de respirar y gozar de un espíritu libre como el tuyo, pero al contrario, te sorprendiste de al repasar todo lo que dejabas atrás esos doce meses no se encontraba nada en tu historial que fuera de verdadera importancia positiva para ti. Ni siquiera ahora podías ver a tus dos únicos amigos, estabas delicada de salud.

Oh, si, una de las cosas que pensaste que valdría la pena este año fué el sentimiento ingenuo que sentías hacia ese monstruo de aspecto terrorífico, que no resultó ser más que una "alucinación". Terminaste por aceptarlo a la fuerza con ayuda de una terapeuta psiquiátrica.

Porque bien, entonces... ¿qué influencia dejó en ti el año que lentamente moría en manos del tiempo? Ningún amor correspondido tal vez, decepciones, desilusiones que cobraron parte de tu alegría, caminos perdidos... De todo eso y más está hecha la vida para afrontar, y tú aún no tirabas la toalla para dar a demostrar debilidad. Porque la debilidad para ti se asemeja a las plantas de tu patio que se secan antes de llegar el invierno, y sus hojas se esparcen por el mundo.

Los días parecen ser esas hojas marchitas que la gente pisaba, ya es año nuevo y casi tomó un respiro.

Cerraste el libro "El Gato Negro" de Edgar Allan Poe en tu escritorio, mirando cómo esas personitas caminaban apresurados por las calles y atropellandose unos con otros, esperando llegar a sus casas antes de que el manto frío y oscuro de la noche recayera sobre ellos como cada día de trabajo para el sustento de la familia. A veces te hacías la idea de trabajar, tal vez si la medicación y la terapia te hacían una mejoría, podrías solicitar un trabajo en alguna venta de comida, oficios sencillos y que no requieran demasiado tiempo fuera del servicio laboral.

Las frías noches de invierno te cubrían con su oscuridad para finalmente cernirse sobre ti, cuando cerrabas la puerta de tu habitación y la hora de dormir llegaba, un sentimiento agridulce y de miedo te invadía haciendo que los pelos de tu nuca se erizaran. Lo primero que hacías era enrollarte en la cobija y esperar un nuevo día de medicación, un nuevo día en el que la seguridad se había ido hace mucho para ti.

No estabas segura, ¿no? La masa negra siguió visitandote cada noche para inducirte temor en escenarios diferentes, y no es muy alegre su estancia, ni tampoco fué la noticia de que tú condición había empeorado, aunque por como iban las cosas probablemente tendrías que dejar el tratamiento en casa.

Te alejaste del escritorio cuando el último rayo de luz se extinguió tras un edificio, y te cubriste por completo con las sábanas ignorando el hambre voráz que cargabas. Escuchabas tu propia respiración levantar sutil y constantemente la tela de la cobija encima de ti, querías simplemente ignorar el mundo a tu alrededor y sumergirte en un sueño que no has probado desde hace bastante tiempo, pero si lo hacías probablemente las consecuencias serían nefastas. Aún así, estabas atenta, lo que te hacía sentir más nerviosa cada vez.

La noche era la hora favorita de los entes malignos que deseaban jugar y divertirse un poco, como los hombres y seres humanos que esperamos el momento cuando las luces se apagan y llevar una vida distinta a la que mostramos cada día.

I am drowning. Falling faster.

Ah, ahí estabas otra vez. Podías oler el olor a carne quemada, polvo sucio y madera rostizada esparciendose por la ladera, gritos y fuego que se mostraba frente a ti en un paisaje de fondo no muy grato. Siempre deseabas que al verlo te causara repulsión, al sentir su olor sintieras asco y náuseas, porque tus sentidos estaban tan activados que no discernías la delgada cortina entre la realidad y la ilusión, y sí, lo hacías.

Esta vez... una mano fué tu guía, y no ladeaste la mirada para observar quién era. Sus falanges se curvearon en tus dedos y le seguiste el apresurado paso sin observarle el rostro en ningún momento, sólo con la mirada clavada en su nuca. Por un momento, mientras tu pelo se mecía con el mismo viento que traía el mismo olor a muerte que circulaba por esos lares, recordaste a Horror. Era un esqueleto como él, pero más pequeño y vestía como un príncipe con ropas moradas y doradas. Parecía querer llegar a algún lugar con urgencia con tu mano firmemente agarrada. Este era Dreamtale, pero... había algo diferente. Esta vez, no era esa masa oscura, ni el dolor a tu alrededor que llamaba tu atención, sino lo que vino a continuación.

Se detuvo súbitamente y con ello soltando tu mano y dejarte caer con un ruido sordo en el alto pasto dorado como la cebada.

—¿Qué?

No te molestaste en siquiera quejarte, no sentías ningún dolor físico, pero la imagen que tenías al frente más tus cinco sentidos activos vestían todo de forma muy realista.

Un esqueleto con ropas doradas y aguamarina con tonos pasteles mantenía la distancia entre ambos frente a ustedes... lo recordabas, era la misma persona que siempre te guío en sueños, ¿por qué ahora no estaba contigo? ¿Por qué ahora no cuidaba de tí?; su capa, como un tipo de escena épica en los mangas que leías se balanceaba con el viento. Miraste uno y después al otro, ¡se parecían tanto! Pero... Uno irradiaba temor, mientras que el otro parecía tristeza y desesperación, ¿que esconderán sus corazones?

De pronto, los dos pequeños príncipes se transformaron en una masa negruzca que conocías muy bien, tragandote sin ni siquiera dar un pensamiento más. Gritaste por propia supervivencia, pero sabías que nadie podría oírte, nadie vendría por ti y la masa empezaba a escalar por tu garganta y comenzar a ahogarte.

—¡Aahg!

Tu país de los sueños siempre fué un lobo disfrazado de cordero, llenandote de deseos y dejándote disfrutar del placer de estar entre sus dorados prados que se movían como las olas, el algodón de azúcar del cuál de pequeña desgustabas, luego llega a su fin, como todo lo inalcanzable en la vida. ¿Despertarás algún día de esta pesadilla que vivías cada noche, o acaso es la realidad?

—te tendré, ****. serás mía aunque tenga que matar a dream para tenerte.

¿Dream había estado evitando todo este tiempo que esa masa te engullera?

La risa de tu príncipe se elevó a tus oídos e invadir todo tu negro alrededor, luego, con un suspiro, dejaste de sentir tu cuerpo por completo.  ¿Acaso puede alguien morir por una ilusión, como lo has estado haciendo cada noche?

Sinceramente me hubiera gustado editar el final pero... creo que estaba muy emocionada para eso lxslxj.

No olviden, respeten para que los respeten. Cambio y fuera Ùwú.

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