𝐭𝐡𝐢𝐫𝐭𝐲 𝐬𝐢𝐱

―Lo que necesitas es un buen trago ―asegura Lana ahora tomando con firmeza a June desde la mano para así llevarla consigo y Gia al interior del alternativo pub universitario "Summer haze".

La pelirroja, aun algo lacia debido al cannabis consumido en el campus de NYU en compañía de su, ahora, gran amiga, le sigue a paso flojo, distraída con el grueso cinturón de café cuerina que Lana le había prestado para así combinar el largo vestido dorado brindado por Gia, cual iba por encima de la original blusa azul de la chica; June se sentía algo sofocada y mareada debido a la deshidratación y el hambre, aun así, comer era su último deseo, lo único que creía necesitar en ese entonces era, de alguna forma, lograr sentirse mejor consigo misma, esa siendo la razón de que buscase a Lana por consuelo.

Tres días habían pasado desde que se encontró con Fabrizio por última vez en el pequeño parque de Moon square, siendo durante la tarde del domingo cuando ella intentase justificarse con él y le pidiese disculpas por su distante comportamiento durante las últimas semanas, viendo también involuntariamente expuestas preocupaciones de las que no tenía consciente conocimiento, pero, si lo tenía Fab.

Te agrado, pero te aburro...

¡Claro que no! ―se apresuró ella en contradecir, pero, el lúgubre y resignado chico sonríe melancólico para sí mismo―. ¿Cómo podrías aburrirme? ¡eres la persona con el mejor humor que conozco!

Pero eso no es suficiente en una relación o ¿sí? ―la pregunta la tomó tan desprevenida que, a pesar de que deseaba con todas sus fuerzas reconfortarle, su instinto sólo le permite mantenerse en silencio; su mente se había vaciado de pronto―. Creo que también es mi culpa, después de todo.

¿De qué hablas?

La insistencia. Me cuesta bastante no ser pegajoso con la gente que estimo... Tiendo a encariñarme demasiado rápido y tú nunca has sido alguien de mucho tacto ―confesó cabizbajo―. Y yo lo sabía. Jules me lo advirtió y Nick me fastidiaba siempre que notaba alguna actitud fría de tu parte. Pero yo entendía que tu naturaleza era así, es por lo que en un principio quise darte todo el espacio que necesitabas en toda situación posible porque... Bueno, me enamoré demasiado rápido. Soy un idiota romántico ―la pelirroja se mantiene en silencio, contemplativa de sus oscuros zapatos bajos Oxford mientras él le observa nostálgico―. Durante estos últimos meses, debido a toda esta acumulada ansiedad de estar cursando el último año de la preparatoria y la incertidumbre de nuestro futuro, creo haberme excedido con ser tan dependiente de ti, te sofocaba y lo siento, June.

Fab... No... ―musita avergonzada. Ahora que él exponía sus razones, de pronto, aquella instintiva reluctancia de la que fue presa le parecía cruel e injustificada. Los motivos de Fabrizio al perseguir una relación amorosa con ella siempre fueron puros, sin embargo, June no sabía qué hacer con tanta sincera atención por parte de alguien, ya que, en realidad nunca la había tenido.

Te amo. Lo sabes. Lo he dicho incontables veces y no me avergüenza reconocerlo a pesar de que sé muy bien que tú no me amas tanto como yo a ti...

Te amo ―le interrumpió de manera súbita enlazando su mano con la siempre impaciente de él; ella no mentía, si le amaba, pero... Quizá la intensidad del sentir, la desigualdad era demasiado abismal como para que el chico la considerara infalible.

El rizado debió desviar su cristalina mirada, ya que, intentaba juntar el valor para continuar.

Reprimí por mucho mi explosivo cariño contigo porque temía incomodarte, pero... Creo... Creo que eso no es justo para ninguno de los dos. Soy un creyente de que, si amamos lo suficiente, obtendremos lo que deseamos y... Aunque me duela, he llegado a la conclusión que nuestra relación siempre estuvo predestinada a ser más una amistad que otra cosa, al menos desde tu parte, porque, ya me conoces y supongo que lo notaste... ―sonríe tímido y nostálgico―. Desde que Jules nos presentó en Dwight que me gustaste y no podía dejar de buscarte con la mirada durante las clases, en los pasillos, en el patio... A veces sólo un vistazo a la distancia de tu cabello me alegraba el día... ¡Soy un idiota!

La chica no pudo evitar buscar un abrazo y el rizado, por supuesto, correspondió con el siempre sincero cariño que le caracterizaba, pero, esa vez se sintió diferente; al cabo de unos segundos el cuerpo de él comenzó a tensarse y se obligó a sí mismo a separarse con delicadeza desde ella. June, conflictuada, intentó mantener su progresivamente más agitada respiración a raya, sobre todo después de notar que él limpiaba con disimulo un par de lágrimas que bajaban por sus definidos pómulos.

No quiero que termine de esta forma... No sé qué decir... ―musitó ella con voz temblorosa, aferrándose nuevamente de la zurda de él, ello como un figurativo y desesperado intento de no dejarle ir―. Fab... Fabrizio, no quiero perderte...

Tampoco quiero perderte yo a ti, June... Pero, no nos podemos seguir engañando a nosotros mismos. Quizá sólo sea cuestión de tiempo para que, sobre todo tú, descubras lo que de verdad quieres y si, tal vez, yo estoy en ese escenario futuro...

Lana le entrega un largo vaso de gin and tonic a su pelirroja y algo ausente amiga, pronto llevándola consigo hasta la arrinconada mesa en donde Gia se encontraba con una bella asiática chica.

―¡Relacionarse con hombres es una pérdida de tiempo! ―exclama la morena Gia mientras desordena su corto cabello, mirando con algo de lástima el drenado semblante de June―. Tú, niña, mereces liberarte de todo ¡te exorciso!

―Lo veré de igual manera cuando vuelva a la escuela...

―Conozco a alguien quien podría darte un reposo médico válido por dos semanas ―añade Lana con picardía―. Gia tiene razón. Necesitas tiempo para ti misma ¡olvídate de todo ese drama! ¡libérate! ―insiste sacudiéndole al tenerle abrazada por sobre los hombros, ello mientras enciende un cigarrillo con su mano libre―. Un cambio de look, pasarla bien con nosotras... ¡DEBES VIVIR!

―Es el último año y no debería perder clases... Estos tres días ya me han atrasado y...

―¿No que fuiste admitida en el concurso de becas de la Ivy Leage? ―interrumpe una ceñuda Gia luego de beber y la insegura chica asiente titubeante―. Entonces eso significa que eres ya lo suficientemente buena como para tener que desperdiciar tu tiempo con cátedras estandarizadas. Estudia por ti misma, pero, en tanto, también disfruta la vida.

―No tendrás diecisiete para siempre, June.

―Y supongo que sus amigos, los de tu ex, ya deben estar celebrándolo para encontrar alguna nueva chica con baja autoestima para pasar el rato ―agrega la morena y, la pendiente chica asiática en junto que le acompañaba asiente.

―A los hombres les fascina ganar las rupturas. Ser los primeros en superarnos.

June, a pesar de que su lado lógico sabía que lo planteado por Gia no era el caso en el grupo de amigos de Fab, aun así, su profunda inseguridad no puede hacer más que instigarla a beber con rapidez lo restante del contenido de su vaso y sus acompañantes celebran victoriosas, pronto llenando la mesa con más licor y cigarrillos para compartir.

La pelirroja, a pesar de nunca haber experimentado de manera explícita los celos, tan solo al escuchar ese hipotético escenario podía sentir como se le apretaba el estómago. Fabrizio era la persona más dulce que alguna vez había conocido; optimista, carismático, emocionalmente dispuesto y tierno en cada faceta, aun así, ella nunca pudo entender si lo positivo de él le asustaba o le repelía, tal vez si la sofocaba o simplemente no se sentía merecedora de su sincera atención porque ¿a quién podría engañar? Ella nunca se consideró una persona atractiva, porque, para los estándares establecidos de belleza no lo era y lo tenía muy claro. Desde pequeña, cuando veía a su rubia madre maquillarse, a pesar de desear imitarla para lucir como ella, la mujer siempre había bromeado con el hecho de que su hija lucía casi idéntica a su padre, que parecía un adorable enclenque chiquillo pecoso de dientes grandes; así fue como esta, motivada por su tóxica versión de cariño maternal, le llamaba little rabbit cada vez que tenía la oportunidad. Por lo mismo, la niña creció prácticamente resignada en su piel y pocas veces hacía el esfuerzo de potenciar su apariencia, no porque no le importara claramente, sino porque no le veía remedio alguno; ella nunca sería tan hermosa como lo fue y era su joven mamá.

Un par de animadas horas transcurren borrosas y, como usualmente sucedía cada vez que pasaba tiempo con Lana, gracias a las siempre reconfortantes palabras de la rubia y sus amigas, además de la química y abundante magia, la autoestima de June se eleva por los cielos. Lana se había encargado de delinear con precisión sus ojos con una gruesa línea negra sobre el párpado, realzando así sus naturalmente verdes ojos, también tiñendo con máscara las rubias pestañas, sin mencionar que había sido vestida tal como una muñeca por sus nuevas amigas, las cuales le obligaron a salir de su zona de confort, no al sobre exponer su figura o abultado pecho, sino que con el simple hecho de usar tacones para lucir su delgada silueta.

Gia, como buena distribuidora, es quien reparte lo pedido por Lana; unas amarillas píldoras con caritas felices en ellas, además de otras blancas con tres unos grabados en su superficie.

―Éxtasis y ¿Soma?

―Si. Así les llaman las blancas. Creo que es por una historia o algo. Para un mejor resultado la dosis es combinada ―aclara la morena y Lana, con delicadeza, toma la cara de June entre sus manos para así depositar las píldoras sobre su lengua.

―Felicidad instantánea, querida.

Ella asiente y bebe de su vaso para tragar las píldoras sin más preámbulo. De esa manera, pronto las chicas se unen a la animada pista de baile cual comenzaba a repletarse más y más con el pasar de los minutos. La pelirroja no tenía la menor idea de qué hora era, ya que, al estar tres días encerrada en casa en su pozo depresivo de dolorosa hambre, insomnio e inexistentes lágrimas, no había tenido la necesidad de llevar su reloj de muñeca y ese día, al salir casi por arrebato del hogar luego de que Lana le invitaste a través de AOL, una vez más, al complejo de estudiantes de NYU para pasar un rato, la chica simplemente había llevado consigo sus llaves, chaqueta trench y algo de dinero, nada más.

―¿Estoy alucinando o ese maldito pie grande es Julian? ―grita Lana, deteniendo sus saltos y baile, así obligando a la igualmente entusiasta June a observar con ella a la distancia notando, para la desgracia de la pelirroja, que no solo se trataba de Jules, sino que también de Nick, Nikolai y Fab.

Ay no...

June, debido a las drogas y alcohol, no puede evitar comenzar a reír de manera frenética y Lana, al realizarlo, se ve de inmediato contagiada, pronto abrazándola acaparadoramente para así seguir bailando motivadas por una nueva sustancia de dudosa procedencia brindada directamente a la nariz por Gia. Y así, de alguna increíble manera, la pelirroja olvida el hecho de que su ex estaba también en la animada fiesta. Tal como Julian lo había descrito en su canción: «Soma es lo que ellos tomarían cuando los tiempos difíciles abrieron sus ojos. Ver el dolor de una nueva manera». La angustia de sus abandonadas responsabilidades e incierto futuro ya no era relevante, su corazón roto y mala percepción de sí misma no importaban, no cuando su química cerebral al fin le permitía sentir como era debido; sin limitaciones, miedo o vergüenza.

June, después de un rato, pierde a Lana de vista y la olvida tan pronto como Gia le regala más píldoras, cual pequeña bolsa le guarda dentro de su, ahora, algo desabotonado escote debido al calor. Así, gracias a que había pasado la tarde completa rodeada de un seguro círculo de chicas, en su mayoría homosexuales, se sentía libre del acoso masculino, pero, cuando tiene que verse en la necesidad de sola ir al baño, no tarda con encontrarse con un par de obstáculos en el camino; uno de esos chicos siendo bastante insistente, sobre todo al notar la poco defensiva silueta de la drogada pelirroja.

―¡Oh, vamos! ¡baila conmigo! ―continúa el ebrio castaño, acaparándole desde la cintura, casi derramando el nuevo trago de ella sobre sí. La chica niega floja y sonriente, adormilada.

―No...

―¡Ven conmigo! ―insiste e intenta besarla, pero, alarmada, ella sólo atina a vaciar su trago sobre la cara de él y cuando nota que el chico comenzaba a enfurecerse, June revienta el cristal entre ambos, asustándole de sobremanera―. ¡Estás demente, perra!

Ella comienza a reír como una maniaca mientras afirma su espalda en contra de la pared en el corredor hacia el baño, atrayendo así la mirada de varias personas en la pista de baile, uno de ellos siendo Julian.

―¿June? ―musita extrañado, pero, ella pronto desaparece de vista y se adentra en el baño―. ¿June está acá? ―le consulta a Lana y esta suspira profundo, sólo regalándole una cómplice sonrisa en respuesta.

Jules, alarmado, a pesar de que ya se había bajado una completa botella de vodka con sus amigos, aún era seguro conductor de sus facultades, por lo mismo, se apresura hasta el mal iluminado baño de chicas, en donde ninguna parece realmente preocupada por la presencia de él en el lugar, ya que, eran casi las cuatro de la madrugada y la mayoría de ellas estaban en el limbo entre la realidad y otra dimensión. De pronto, la desorientada pelirroja abre el cubículo en donde se encontraba e intenta abandonarlo, pero, en vez de poder dar dos pasos en frente, termina dando dos en contra y la puerta vuelve a cerrarse en su cara. Jules se apresura hacia ella.

―¿Qué haces aquí? ¡eres un desvergonzado! ¡este es el baño de chicas! ―ríe ella cuando su amigo se integra dentro del cubículo.

―¿Qué rayos...? ―refuta él de manera instintiva, aunque, pronto se ve distraído con la visión que era su amiga a pesar de su estado etílico y sudor. A sus ojos ese vestido y maquillaje le hacían lucir realmente atractiva―. ¡He intentado contactarte hace días, pero no he obtenido respuesta! ―se queja y ella continúa riendo lacia, sentándose sobre el cerrado retrete a causa de la incomodidad que comenzaban a causarle esos altos tacones―. A todos quienes les he consultado me han dicho que estás enferma, resfriada... Incluso Fab y...

Julian se calla a sí mismo de manera súbita, ya que, ella escarbaba dentro de su escote, casi dejando a la vista gran parte de este; así que, sin voltearse, cierra la puerta del cubículo tras él.

―¿Quieres? ¡SON FANTÁSTICAS!

―Sí, lo son... ―murmura algo embobado aún observándola con casi depredadora atención, tardando en caer en cuenta que ella sostenía una pequeña bolsa con al menos seis píldoras de tres patrones de colores diferentes―. Oh... ¿Dónde las conseguiste...?

Él no alcanza a decir más porque su amiga se alza y lo acorrala en contra de la puerta del baño, pronto tomando su cara con delicadeza entre sus manos, tal como Lana solía hacerlo, depositando así una amarilla píldora y otra blanca sobre su dispuesta lengua. Julian traga acompañado de un sorbo de la cerveza que aun sostenía y observa curioso como June posaba su cabeza sobre el pecho de él, acariciándole casi como un cariñoso gato.

―Fuguémonos juntos...

―¿Por qué? De seguro Fab querría...

―Él no quiere verme ―reclama amarga mientras le abraza con fuerza desde la cintura―. Él no quiere verme más y yo no puedo verlo...

Julian, confundido, toma a su amiga desde los hombros y la aparta ligeramente de sí para mirarle directo a los ojos.

―¿Qué sucedió entre ustedes?

―¿No les dijo?

―¿Qué cosa? ―insiste ya sintiendo los primeros y placenteros efectos de aquella bendita combinación de píldoras, los colores a su alrededor se veían potenciados, ello a pesar de la oscuridad en el baño; el largo cabello de su amiga luciendo como el fuego. June, errática, ríe desesperada, como si hubiese escuchado la mejor broma de su vida, tardándose bastante en recuperar su compostura.

―Él rompió conmigo.

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