𝐭𝐡𝐢𝐫𝐭𝐲 𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭

―¡No hablas en serio! ―le reclama June a su amigo cuando ambos caminaban por la vereda, de vuelta al Upper west side―. Pensé que celebrar a muerte el día de San Patricio era una segunda naturaleza para ti.

―Oh, si lo es, pero tengo que terminar un proyecto para la única clase que vale la pena en Five towns.

―¿Y qué es precisamente? ―consulta indicando con un ademán el caro teclado Yamaha que recientemente había comprado en una tienda cercana, en donde había una promoción de "Devolución en caso de inconformidad con el producto".

―Compondré una pieza de música clásica y ganaré sea cual sea la recompensa en la clase. Luego devolveré el teclado y juro que con ese dinero nos iremos de juerga, tú y yo.

―Y Lana ―agrega ella de inmediato, entusiasta―. De hecho, me dijo que nos encontráramos a las seis en el campus de NYU. Ya debería...

―June ―le frena su amigo de pronto, en medio de la poco concurrida acera, ya a un par de edificios desde el hogar de él―. No deberías pasar tanto tiempo fuera con Lana y Gia.

―¿Qué?

―Llevas mucho tiempo con esta falsa licencia médica, sin volver a la preparatoria o a tu empleo...

―¿Quién eres? ―reclama irónica y Julian suspira profundo, sorprendido de él mismo.

―Es cierto... No tengo la menor idea.

June sonríe ladina y algo encantada con esta nueva faceta de su anteriormente disparatado amigo, así que sólo atina a alzarse de puntillas para depositarle un beso sobre su mejilla izquierda como despedida, para pronto caminar en sentido contrario al hogar de él. Julian, conflictuado, le observa atento; June había cortado su cabello hacía algunos días y eso aún le inquietaba de alguna manera. No se trataba de que no le gustase o que ella no luciera increíblemente bien con aquellas cortas capas hechas por Lana, cuales enmarcaban a la perfección los pómulos, quijada y clavícula de su amiga, sino que le inquietaba lo diferente, lo mayor que ella ahora lucía. Era como si la chiquilla que había conocido durante toda su vida se hubiese transformado en una mujer de un día para otro frente a sus ojos, lo cual era irónico, sobre todo cuando él la había fastidiado desde la pubertad a causa de su notable busto. De igual forma, ahora se sentía diferente a causa de que su cambio de apariencia se veía elevado más que por lo artificial y estético, sino que con su forma de actuar.

De pronto, luego de su ruptura con Fab y en vista de su nuevo círculo de mayores amistades, las siempre sensatas prioridades de ella habían cambiado abruptamente. Lo que en un principio hubiese parecido sólo la merecida necesidad de un descanso, a esas alturas lucía como un descarrile, similar a los que él mismo tenía de vez en cuando y de los que ella o Sam usualmente le rescataban. Por lo mismo, estaba preocupado. Su amiga se negaba a volver a la preparatoria o a su empleo y su padre, debido a que confiaba ciegamente en ella, no tenía la menor idea de las artimañas de su hija. Julian no quería velar por el debido cumplimiento de la era académica de June porque no tenía piso moral para aquello, pero, si deseaba evitar que se metiera en innecesarios problemas. Tarde o temprano tendría que interferir.

Por el momento, el moreno debía cumplir con un proyecto que ansiaba desde que su profesor lo había predispuesto durante enero: La independiente composición de una pieza musical clásica. Sin importar duración, influencia o tono, los alumnos eran libres de experimentar dentro de los parámetros debidamente establecidos en el currículo, claro, y Jules estaba realmente entusiasmado con la idea de al fin poner sus sentidos a la obra. Así, con la ayuda de Sung, un coreano y simpático compañero de clase quien era prolífico con el violín, pudo hacer un breve demo de aquel instrumento tocado por el chico quien fue guiado de manera dedicada por el conjunto de notas compuestas por el mismo Julian. Asimismo, para continuar como era debido con el proyecto, él debía descifrar la siguiente parte de su composición con la ayuda de su nuevo y temporal teclado, para luego ordenarle, casi como un bendito puzle; su clase favorita de rompecabezas.

En tanto, ya en el edificio de estudiantes de NYU, June se integraba a Lana y Gia entre un grupo de entusiasmados amigos quienes decoraban los alrededores con todo lo verde que encontrasen, ello, aunque no fueran objetos que aludían directamente a Irlanda. La chica sonríe para sí misma y, de pronto algo insegura debido a que atraía la atención de un par de personas alrededor, tironea de su blusa verde pálido, cuyo tono hacía perfecta combinación con sus ojos, ello con la intención de alisarla ansiosamente.

―¡Tengo una falda perfecta para ti, pequeña! ―exclama una ya algo ebria Lana al ver a su amiga arribar, así que la lleva consigo de la mano hasta su cuarto―. Ya no me entra. Demasiados hot dogs ―se lamenta, aunque, para la vista de June, la rubia lucía igual de delgada como cuando la conoció―. Aquí está ―anuncia alzando la corta falda de látex oscuro―. Lucirá perfecta con esa blusa y tus Converse rojas... Quizá necesites unas medias de red. Veré qué tiene Gia.

Así, después de un rato, luego de que June vistiese lo entregado por su amiga, esta se sienta sobre la cama de ella para ser maquillada con aquella clásica y gruesa línea sobre el párpado que tanto le agradaba ahora, pero, que aún no podía hacer por sí misma. Lana, como siempre, habla sin parar sobre cualquiera fuese el tema que se le viniese a la mente; sus nervios de escenario, su banda, su creciente resiliencia al alcohol y otras substancias, sus clases musicales en NYU y como estaba cerca de reprobar una clase tempranamente por inasistencia, sus artimañas para salvar aquello y su desinteresada vida amorosa, en donde a veces figuraba Julian, pero ya no tanto como solía hacerlo.

―Él está enfocado en sus clases. Su música.

―Bien por él ―se encoge de hombros con ligereza―. No me malinterpretes. Me agrada, es un muy buen revolcón, pero, muchas veces suele ser un maldito dolor de cabeza.

―¿Por qué?

―¿Qué no lo has notado? ―le interpela ceñuda, ello mientras agrega un toque de verde sombra sobre los párpados de June―. El tipo es demasiado intenso cuando trata de exponer sus ideas y a veces mata sea cual sea el humor de la noche, y no solo el mío.

―Yo creo que eso es precisamente lo que le hace tan entretenido. Su fijación por el trasfondo de las cosas con seco humor.

―Oh, amiga mía ¡gracias al cielo que eres salvada! Pasar tanto tiempo rodeada de pseudo intelectuales niños ricos estaba consumiendo cada gota de tu libre y femenina esencia ―espeta irónica―. ¿Acaso él te escucha tanto como yo o Gia?

―Es diferente. Él es un chico y uno de los mejores amigos de mi ex. Hay ciertas cosas de las que no podemos hablar.

―Es por lo que tú simplemente escuchas ―agrega―. Aquí, con nosotras, quiero que encuentres tu propia voz y pases un buen rato ―Lana toma la cara de ella entre sus manos y le deposita un fraternal y efusivo beso sobre la frente. June sonríe tierna―. Ahora saca esa cámara mientras yo enrolo ¡nos vemos de puta madre!

De esa forma, la pelirroja luciendo su estilo inspirado en la moda de los setenta, permite que Lana tome su foto en las poses dictadas por la misma, ya que, a diferencia de June, la rubia no era muy fan de la improvisada magia de un retrato. Así, la noche arriba y ya para las dos no cabía otra alma en los corredores o salones del edificio de estudiantes. June jamás había estado en una fiesta con semejante cantidad de ebrias personas, menos estando tan tempranamente acabada ella misma, al punto de desvanecerse sobre la cama de Lana cual encuentra a duras penas luego de arrancar de un chico con el cual pasó la gran mayoría de la noche bebiendo, bailando y besándose. La pelirroja, agotada, drogada e innegablemente mareada, cae a peso muerto sobre el colchón y pierde la conciencia hasta el mediodía siguiente, cuando ya era demasiado tarde recordar su cita para exámenes en la universidad de Columbia; June había perdido aquella única oportunidad de probar suerte para una beca en alguna de las instituciones de la Ivy Leage no sólo por haberse ido de intensa y eterna parranda, sino que por haber deseado cambiar a consciencia el orden de sus prioridades.

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