𝐭𝐡𝐢𝐫𝐭𝐞𝐞𝐧

―¿Qué de... QUÉ? ―pregunta un impactado Nick luego de que Jules le contextualizara a él, Fab y Nikolai sobre la decisión que había tomado hace ya un mes―. Obviamente notamos que ya no ibas a Dwight y que te habías vuelto una leyenda después de cabronear a Phillips en su clase, pero... ¿Dejar la prepa?

―¿Cómo se lo tomaron tus padres? ―interviene Nikolai, inclinándose sobre su puesto en el garaje de la familia de Nick, sereno como era de costumbre, pero, ligeramente consternado esta vez. El aludido suspira profundo, realmente agotado de toda la situación.

―John finalmente volvió a casa ―comenta irónico y sus amigos, en silencio, comparten fugaces miradas de incomodidad―. Cuando llegué el viernes al apartamento, él y mamá me esperaban en la sala. Ahí John me dirigió la mayor cantidad de palabras desde que nací, sólo con el objetivo de hacerme saber que soy un idiota bueno para nada que no merece un solo puto centavo de él y que, desde ya, sería el fin de su aporte monetario para mi vida. Ya que, sólo me apoyaría en caso de continuar estudiando para una carrera convencional, lo cual yo no deseo en absoluto y menos bajo sus términos.

―¿Y tu mamá? ―consulta Fab esta vez, sentado en posición de loto frente a su set de batería―. Jeannette siempre ha parecido ser razonable y amable.

―Ella, o no sabe que sentir al respecto o no le importa en realidad, ya que, no fue mucho lo que aportó. Después de que John abandonara el lugar, ella se encerró en su estudio y no hemos cruzado camino en casa desde entonces ―bufa resignado―. Aun así, lo agradezco. Un poco de indiferencia fue buena para calibrar todo. De lo contrario, no hubiese podido evitar destrozar mi puto cuarto.

―Así que te desquitaste contigo mismo ―Nikolai, serio, observa fijamente el colorado y ya algo púrpura antebrazo de su amigo quien sostenía su guitarra sobre sus piernas y este, al notarlo, cubre su piel con su remangada camisa, no pudiendo evitar que Nick y Fab también lo notaran.

―¡Eso no está bien, hombre!

―¡¿Por qué no nos contaste nada sobre esto?! ―reclama Fabrizio, genuinamente preocupado―. Podríamos haberte acompañado ayer... Sabes que le agradas a mis padres y podrías haber ido a mi casa.

―También a la mía.

―O a la mía ―coincide Nick alzando ambos brazos en el aire, como intentando señalar la obviedad del gran espacio en su hogar―. Mis hermanas podrán ser insufribles a ratos, pero sólo les rocías un poco de agua y ya salen despavoridas como gatos.

Jules, como no lo había hecho hace días, sonríe leve y niega lento.

―Estaba bien en casa. De igual manera, Sara siempre es de ayuda, sin mencionar que ahora también está Sam ―dice conforme y cabizbajo―. Él escuchó mis razones y dijo que haría lo posible para intentar calmar los ánimos de mamá y ayudarme a mediar las cosas con ella. Todo con el objetivo de encontrar una opción para mí que les deje satisfecho a todos, pero, sobre todo a mí mismo.

El moreno, para así cerrar el tema, pronto decide comenzar a tocar y le introduce a Nick y Fab la nueva melodía en la que trabajaba, ello mientras Nikolai se distrae leyendo en calma y por sí mismo, algo alejado desde el ruido. De esa manera, no mucho rato transcurre hasta que decidan dejar el lugar aquel jueves por la tarde, ello con el objetivo de irse de temprana fiesta. Los amigos pretendían asistir a la celebración de cumpleaños de una de sus compañeras de escuela y llevarían a Nikolai con ellos, aunque, había alguien más quien se uniría para la sorpresa de todos.

―¿June? ―consulta Julian, extrañado―. June no es amiga de Lauren ¿por qué le interesaría ir a su cumpleaños cuando nunca ha sido del tipo sociable?

―Ella se nos unirá porque yo se lo pedí ―comenta Fab intentando ocultar una naciente sonrisa, ello mientras continúa su relajada caminata por la avenida―. Ella es mi novia ahora.

―¿¡QUÉ!? ―exclama Nick, realmente el shock―. ¡PERO MIRA QUE COJONES! ¡AL FIN REUNISTE EL CORAJE!

―Bien por ti, Fab ―le felicita Nikolai, no pudiendo evitar verse contagiado por la alegría de sus amigos.

Julian, en tanto, se mantiene observante y en silencio, ya que, todo le parecía desconcertante y repentino, sobre todo viniendo de alguien tan reservada como June, cuyo historial amoroso, según lo que él sabía, era inexistente a voluntad de ella misma. Fabrizio en tanto, motivado por las insistentes preguntas de Nick, quien le abrazaba por sobre los hombros cuando continuaban su ruta, responde con un dejo de timidez.

―... Sé que es cliché y eso ―se justifica―. Pero me pareció perfecto hacer la pregunta durante San Valentín. Yo nunca he tenido una real novia, así que supuse que habría menos posibilidades de que me lanzara por la cabeza las flores y el dibujo que hice para ella ―sonríe acongojado―. Pero dijo que sí y yo soy feliz.

Los amigos continúan platicando animados, sólo Nikolai notando el ausente semblante de Jules, así decidiendo desacelerar su caminata y acompañarle en silencio a un par de pasos de distancia desde sus alegres amigos. El moreno, pensativo, ahora ponía todas las piezas del rompecabezas en su lugar: Fab con aquella repentina explosión de energía últimamente y June, por su lado, ahora más preocupada de su apariencia, usando lápiz labial, desordenando su cabello, rociándose intoxicante perfume y no habiendo arribado a casa durante la tarde del catorce de febrero. Y, aunque lo pareciera, él no estaba celoso, no podía estarlo, no cuando las relaciones amorosas no le interesaban, ya que, podía obtener tan solo en una noche lo que deseaba de una chica, sino que le impactaba. Él había estado un mes fuera de la escuela y la había visto un par de horas casi a diario durante ese tiempo, aun así, ella no le había comentado nada al respecto. De pronto, Julian realiza una algo dolorosa arista de esa relación: June nunca solía compartir sobre su vida personal a menos que él la interrogara directamente, mientras que él era vulnerable hasta el punto de enseñarle sus canciones a voluntad. Toda esa dinámica que había resurgido entre ellos, y en la cual él parecía erguirse ahora, era impar. Al parecer él confiaba más en ella que ella en él.

―¿Todo bien? ―aprovecha de consultar Nikolai cuando el rojo del semáforo permite una mayor distancia entre el cuarteto. Jules, quien es sacado de súbito desde sus cavilaciones, asiente con ligereza―. ¿Seguro?

―Si... Es solo que... Todo esto de mis padres y la prepa tortura mi subconsciente.

―Oh, bien. Pensaba que, después de todo el tiempo que habías pasado con June en su apartamento, el que ella no te haya comentado nada sobre su química con Fab te había ofendido de alguna forma, ya que, se supone que eres su mejor amigo.

―¿Cómo sabes eso? ―le interroga ceñudo cuando retoman la caminata. Seguro de que él y ella habían acordado previamente no contarle a nadie sobre su secreto plan de estudios para el GED.

―Ella me contó sobre sus tutelajes ―confiesa encogiéndose de hombros―. A veces hablamos por teléfono, sobre todo para coordinar intercambiar libros ―el moreno continúa observándole extrañado―. ¿Qué? Le conozco casi la misma cantidad de años que tú. Nos presentaste en primaria y tenemos gustos literarios en común.

Julian desvía la vista hacia el frente, a una distancia de media cuadra, y nota como Nick y Fab aguardan por la pelirroja a las faldas del edificio en Low Manhattan, ella pronto uniéndose a los amigos y saludando al rizado con un ligero beso sobre los labios, el cual causa que Nick comience a fastidiarlos tal como si fuese un niño.

Todo parece tan repentino... ―musita Julian con algo de molestia y el castaño le observa por sobre su hombro, contemplativo del naciente incómodo semblante de su amigo mientras June y Fab entrelazaban sus manos.

―No lo es tanto si pusiste real atención a las señales.

Jules y Nikolai finalmente se integran al grupo y así ellos caminan sin más hasta el edificio en donde se llevaría a cabo la gran fiesta de cumpleaños. Los chicos no tardan mucho en adentrarse en el lugar y, mientras los siempre sociables Nick y Fab saludan a terceros, Nikolai se ofrece a ir por bebidas, permitiéndoles así unos breves momentos a solas a Julian y June en la terraza, en donde compartían un cigarrillo cual ella pronto rechaza porque aún era una "peso liviano" de la nicotina a diferencia de su experimentado amigo.

―Mi papá me contó sobre cómo John se enteró a través de un llamado telefónico de la escuela que tú ya no asistías más ―comenta aún algo irritada con él―. Me dijiste que te encargarías de decirle a tus padres, Julian.

―No se me dio la gana hacerlo.

―¡Casi me metes en problemas también!...

―Pero no lo hice ¿o sí? ―le frena certero y ella, indecisa, termina negando lento para sí misma.

―No... Mi papá, a pesar de preocupado, no sospechó sobre tu estadía en casa y sólo pensó que tu paso por ahí ese día fue casual. De hecho, él estaba preocupado por ti y la reprimenda que te esperaba ―confiesa encogiéndose de hombros―. Mi padre estaba bastante agradecido de que le dieras de cenar a mis hermanos, él había ido a casa temprano por ese motivo, ya que, yo le había llamado y avisado que llegaría tarde... ―él suspira profundo y afirma sus antebrazos sobre el barandal de la terraza―. También te quería dar las gracias por eso, pero... ¿Por qué te quedaste ese día? Yo te había dicho que eras libre de hacer lo que quisieras.

―Bueno, quería quedarme ahí. No tenía nada más que hacer ese día, al contrario de ti ―comenta irónico, ahora volteándose hacia ella y observándole con ojos entornados cuando se afirma de costado sobre el barandal, adoptando una pose petulante. La chica, ligeramente desconcertada por la actitud, ríe extrañada.

―¿Qué?

―De pronto eres la novia del pequeño Fabrizio.

―¿Y eso qué?

―¿No pensabas contarme al respecto? ¿No se supone que somos "mejores amigos"?

―¡Oh! Yo pensaba que Nikolai era tu mejor amigo ―exclama sarcástica indicando al castaño quien se les unía con cervezas. El aludido y Jules comparten una desdeñosa mirada de complicidad.

―Tú eras mi mejor amiga, pero, ahora te degrado a sólo mi tutora para GED ―decide bromear mientras abre su botella y le da un sorbo a su cerveza.

―Fab tampoco te contó sobre nosotros durante sus salidas y ensayos en ese tiempo porque lo nuestro es personal. Y a ninguno de los dos nos pareció la idea de divulgarlo ―explica con tono casi maternal―. Sobre todo cuando no obteníamos descanso de Nick acosándonos con sus bromas pesadas en la escuela.

―Como sea ―desestima el alegato con condescendiente indiferencia y acompañado de un desdeñoso ademán de su mano debido a que la cumpleañera, una atractiva y baja castaña, le hacía energéticas señas atrayentes desde dentro del concurrido y amplio apartamento―. Hoy me mantendré ocupado. Necesito pasarla bien para compensar tener que replantearme mi maldito futuro cada vez que pongo un pie en casa.

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