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New york durante los últimos días del calendario siempre ha sido una digna postal que apreciar; perderse entre sus luces y ferviente energía es parte de la debida experiencia de todo local. No obstante, en la ciudad que nunca duerme, para mantener girando la ruleta y viva la fiesta, muchos deben sacrificar tiempo de calidad con su familia en nombre de la economía.
A lo largo de la víspera de año nuevo, June se ofreció a tomar el puesto de camarera durante la tarde y gran parte de la noche; coincidentemente, Julian también asistiría al Catalyst, ello con la intención de esperar la medianoche escuchando a la banda de Maya, la chica universitaria con quien salía intermitentemente desde hace un par de meses. Nick, Fabrizio y Nikolai se unirían también a las afueras del repleto local, ello con altas expectativas para así entender la fascinación de Jules con esa chica y su banda de rock.
―¿No estás preocupada por la presentación? ―consulta el moreno quien, acostado sobre la cama y cubierto hasta la cintura con las sábanas de la rubia, le contempla atento mientras ella se maquilla ligera y despreocupada, sólo procurando un toque de color sobre su pálida complexión.
―No ¿por qué lo estaría?
―¿Te sabes todas las canciones de la banda?
―Por supuesto. Yo las escribí ―responde indiferente, ahora observando su cuerpo en el espejo sólo usando ropa interior, insegura de qué más vestir―. Y, si olvido algo, siempre puedo improvisar. Eso es parte de ser la mente creativa de la banda.
Jules se mantiene en silencio y pronto decide vestirse, taciturno. Él tenía una perspectiva algo diferente. Él, a pesar de no ser una persona realmente disciplinada o capaz de concentrarse mucho, se tomaba bastante en serio la música; de hecho, Julian estaba casi seguro de que no había nada más que él se tomara tan en serio como la música. Es por lo mismo que la casual actitud de Maya lo perturba por un segundo, aunque, eventualmente, ya para cuando ambos se encontraban completamente vestidos, el alcohol y la indolencia le brindan el valor de atreverse a mostrarle uno de los tantos borradores de canciones que maquineaba desde hace un tiempo. Nunca se había atrevido a permitir un vistazo a su vulnerabilidad creativa, pero, ella ya teniendo su propia banda entendería; su opinión le era valiosa de verdad.
―¿Esto es todo? ―consulta la rubia, aun sentada sobre el costado de su cama. A él se le detiene la respiración durante un segundo―. No es muy profundo ¿o sí? ―continúa ahora volviendo a leer―. Jules, debes aprender a condensar. A veces menos es mucho más. Con el rock ser pretencioso sólo te frena y terminas con nada porque tu voz se escurre en los sentidos ajenos.
―¿Qué aconsejas?
―Comienza de nuevo. Escribe sobre lo que conoces, no sobre lo que aspiras. Es la única manera en que tus letras sean realmente profundas, porque les habrías experimentado de verdad. Así serías honesto.
Él succiona el interior de sus mejillas casi imperceptiblemente, tenso, y no mucho después la pareja de casuales amantes emprende camino hasta el siempre animado y repleto bar. A las afueras, Fab y Nick esperaban, siendo Nikolai el último en integrarse; de esa manera, los cuatro ingresan al local sin necesidad de hacer fila esta vez, ya que, Maya se había encargado de agregarles a la lista en portería.
―¿Esa es June? ―consulta un impresionado Fabrizio con su cerveza a medio camino, ello mientras la chica se las arreglaba para cargar por si sola una pesada bandeja repleta de vasos hasta la barra.
―Maldición. Nadie debería estar trabajando durante la puta víspera de año nuevo... ―agrega un conflictuado Jules, pronto frunciendo sus labios al notar como su amigo se apresuraba entre un grupo de personas para ayudarla, él creyendo adivinar que a ella no le agradaría el gesto; no obstante, pronto realiza que la actitud de la pelirroja con el rizado era la más fraternal de la que le había visto interactuar con otro alguna vez.
―Lento, pero seguro ―comenta Nick con suficiencia y un dejo de orgullo en su voz luego de darle un sorbo a su botella. Jules y Nikolai le dirigen la vista―. Nuestro pequeño Fabrizio va por buen camino.
―Será mejor que nos acerquemos al escenario o luego nos será imposible.
Nikolai guía la ruta y Julian no puede evitar observar de manera intermitente por sobre su hombro; primero viendo a distancia a June sonriendo amplio mientras ordena los vasos al interior de la barra con la ayuda de Fab, luego observando con dificultad como ella parecía reír a carcajadas debido a alguna de las típicas bromas livianas por parte del siempre alegre chico. De pronto, las luces del escenario comienzan a parpadear, por lo tanto, a Jules se le hace imposible continuar vigilando a sus amigos, así es como debe resignarse a mantener su atención sobre el escenario, en donde "Skirt Riot" se presentaría en breve.
De pronto, un evidentemente alegre Fabrizio se integra y comparte con sus amigos una botella del mejor whisky que vendían en el local, siendo Julian el primero en aceptar la oferta, así bebiendo un prolongado sorbo antes de pasar la botella al lado. Estaba intranquilo, bastante para su gusto y sólo el alcohol podría nivelar su estrés de manera momentánea. Maya le había dicho que era poco profundo ¿a qué mierda se refería con eso? Él había trabajado durante meses perfeccionando aquella puta canción y la rubia le había destruido en sólo segundos. Y no se trataba de soberbia, ya que, él era un creyente ferviente de la retroalimentación, aun así, le parecía injusto que ella le juzgara tan categórica y rápidamente. De un momento a otro, él se sentía insuficiente, como si su pasión por la música fuese solo una fantasía, un pobre argumento en la historia de una vida mal vivida.
"Skirt riot" hace su entrada de manera poderosa y, sobre todo, estruendosa. El grupo conformado sólo por chicas era una letal inyección de energía para los sentidos de cualquiera y sus letras retrataban la vida de la joven independiente neoyorkina; perdida en una jungla de cemento, peleando a diestra y siniestra para hacerse camino y no verse ahogada en las injusticias. ¿Eso era todo? ¿verdad? A pesar de que la ansiedad de dejar fluir sus más abstractos pensamientos era casi insostenible ¿debía reducir su música a una autobiografía? Él le da un nuevo y gran sorbo a la botella de licor luego de que Nikolai se la devolviese después de que sus otros amigos también bebiesen. Julian no creía saber por dónde empezar cuando se trataba de él mismo, no cuando había vivido casi toda su vida intentando distraerse para no flaquear, para no romperse debido al dolor o la ira. Usualmente, el humor y los videojuegos solían ser su gran distracción, luego, al crecer, comenzaron a serlo el alcohol, las chicas y las drogas recreativas... Hoy en día podría decirse que lo era la música, pero ¿podría ser? ¿era él lo suficientemente bueno?
―¡Junita! ―exclama un adorable Fab luego de que la exitosa presentación terminase, ello debido a que la chica se les integraba en la mesa en donde ellos se mantenían a la espera de la medianoche.
―¿Eres libre? ―consulta Nikolai cuando la pelirroja toma puesto junto a él.
―Finalmente. Hasta la próxima semana lo soy.
Los chicos le sirven un vaso de whisky a la recién llegada y Jules, pensativo, parece algo distraído, aun con la ausente mirada perdida sobre el vacío escenario. Su amiga puede notarlo de inmediato, eso a pesar de que era casi imposible no verse acaparada por la animada conversación entre Fab y Nick. Ella y el igualmente observador Nikolai comparten una cómplice mirada.
―¿Todo bien? ―consulta el castaño y su amigo vuelve en sí, pronto asintiendo ligero―. ¿Seguro?
―Si... Es sólo que... Creo que debo comenzar todo desde cero.
―¿A qué te refieres? ―pregunta June esta vez.
―¿Le mostraste tus canciones a Maya? ―Nikolai se inclina leve sobre la mesa y June alza ambas cejas con sorpresa, causando que pronto Nick y Fab quisiesen unirse también a la conversación. Julian suspira somnoliento, resignado.
―Dijo que a mis letras le falta profundidad. Que debo escribir sobre mí.
―Me gustaría opinar al respecto, pero tú nunca nos has permitido leerles ―agrega Nick y Fab asiente.
―De seguro sólo se trata de una diferencia de estilo.
―O tal vez simplemente no soy bueno.
―Jules ―interviene la categórica pelirroja―, la única manera para lograr dominar una destreza es a través de la práctica y la crítica. Aquella fue la primera opinión a la que te has visto expuesto. Usa la retroalimentación a tu favor y luego preséntanos tu trabajo. De seguro ahora encontrarás cosas nuevas con las cuales trabajar y perfeccionar.
El moreno, cabizbajo, tensa su mandíbula y asiente pensativo, pronto disculpándose para desaparecer hasta el baño en donde no mucho después Nick se une y le da una amarilla y sonriente "píldora de la alegría", como él solía llamarles. Así él deja el baño y se encuentra de frente con Maya en el corredor.
―¿Qué tal te pareció este nuevo setlist para la presentación? ¡me la pasé de maravilla! ―comenta ella, alegre y algo lacia debido a, aparentemente, una gran cantidad de píldoras de otro tipo. Él sonríe desganado.
―Estuviste bien, como siempre.
La rubia sonríe brillante y le regala un fugaz beso sobre los labios para pronto seguir su camino hacia el baño de chicas, siendo June quien le permite el paso. Él decidiendo esperar a la pelirroja.
―Supongo que esa es Cara ¿no?
―Así es ―responde no deseando corregirla por primera vez. Ella nota lo último así que, curiosa, se une a él y afirma su espalda en contra de la vacía pared un par de metros desde el baño de hombres.
―¿Cómo estás?
―Drogado o ebrio... En realidad no lo sé.
―Yo también ―ríe para sí misma y él le observa curioso hacia abajo, por sobre su hombro; ella cargaba su pálido abrigo trench sobre el antebrazo derecho mientras se abrazaba a sí misma―. Nick.
―Por supuesto ―coincide en voz baja, ahora decidiendo perder su vista en la entusiasmada multitud que bailaba en el centro del pub.
June contempla al serio joven con su progresivamente largo y semi-lacio cabello cubriendo parte de su sudado rostro. La chica no sabía si era debido al repentino efecto de las drogas o la piel de él, en efecto, tenía un brillo propio cual podría distraer a cualquiera. Jules lucía nostálgico, casi como fuera de esa era. Y, de pronto, Nick les alarma, de esa manera los tres se apresuran a la mesa en donde Fab y Nikolai les esperaban. Sólo restaban dos minutos para medianoche.
―¡DIEZ, NUEVE, OCHO, SIETE, SEIS ―gritan todos en el pub, algunos vistiendo gorros decorativos, algunos antifaces; los amigos sólo desordenadamente cubiertos de serpentinas que habían traído desde casa―. CINCO, CUATRO, TRES, DOS, ¡UNO!
―¡FELIZ PUTO AÑO NUEVO! ―exclama Nick sobre su silla, siendo imitado por Fabrizio mientras batían agresivamente cervezas y las rociaban explosivamente sobre sus amigos.
―¡VETE A LA MIERDA, MALDITO 96'!
Los chicos se abrazan unos a otros, pero, después de unos segundos, al notar que alrededor la gente comenzaba a besarse entre todos, ellos deciden no quedarse fuera de la tradición; Nick y Fab siendo los primeros en compartir un beso, seguidos de Jules y Fab, Nikolai intentando arrancar desde la lengua de Nick y June recibiendo sin más el tímido roce de labios que Fabrizio le brindaba, no obstante, Julian, poseído por el alcohol y lo demás consumido, cuando cree que es su turno, no escatima en entusiasmo para besar a su amiga quien, luego de unos segundos debe apartarlo a la fuerza. Aun así, el ambiente continúa ameno, sobre todo mientras los tres chicos intentan besar a un reluctante Nikolai a la fuerza.
―Si... Julian tiene una lengua libertina ―comenta el rizado, entretenido, pero igualmente incómodo cuando decide mantenerse al lado de la chica, habiéndose rendido ya de perseguir a Nikolai, ello a diferencia de sus otros dos insistentes y molestosos amigos.
―Tú eres todo lo contrario... ―responde June mirándole ligeramente fascinada. Él se encoge de hombros, humilde, aunque no puede evitar dejar escapar una risita para así no permitirle crecer a la timidez.
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