𝐬𝐢𝐱𝐭𝐲 𝐨𝐧𝐞

―Hace un frío de mierda ―alega Nick, agotado―. ¡Detesto que mi puto cumpleaños sea en medio del maldito invierno!

―No dejemos que eso nos desanime, amigo ―interviene Albert mientras enciende las luces de la gran casa en los Hamptons que sus padres habían arrendado esta vez para pasar la navidad en la costa este―. Tendremos esta casa para nosotros hasta el martes...

―Debemos volver el lunes a Manhattan de todas formas... ―discute Nikolai.

Los amigos entran al hogar y dejan sus maletas en el recibidor, Fab apresurándose a la chimenea cual enciende con la ayuda de Nikolai. En tanto, Julian, Albert y Nick se encargaban de guardar el licor en la nevera mientras June y Serena, en contemplativo silencio, aguardaban en el límite que separaba la sala desde la cocina.

―¿Cerveza? ―ofrece un sonriente Albert y ellas aceptan, el rizado pronto caminando hacia la chimenea para también recompensar a sus amigos.

June, algo incómoda por el frío silencio de la morena en junto, decide hacer el intento de iniciar una conversación aludiendo a lo mucho que le agradaba ese tono azul eléctrico del cual la menuda chica había teñido algunos mechones de su cabello, y, a pesar de que esta agradece el bien intencionado comentario, ella manifiesta a través de su indiferente elusiva mirada el no desear continuar la plática. Así que se vuelve un real alivio el que Fab se integrase entusiasta como siempre, de esa forma dándole una perfecta excusa a June para ir a la cocina en donde Julian y Nick discutían ciertos tecnicismos de una nueva canción.

Vamos a escoger un cuarto ―le susurra el moreno a su novia cuando su amigo deja la cocina.

Ella sonríe ladina y acepta ser guiada hasta el segundo piso luego de que recuperaran sus bolsos, pronto arribando y eligiendo la gran habitación al final del corredor, cuya privilegiada vista daba hacia el indómito océano de enero.

―¡Vaya!... ―se impresiona June con la vista fija en el paisaje. Su novio asiente, distraído mientras besaba el cuello de la chica a quien abrazaba acaparadoramente desde atrás, buscando instigar algo más, pero, la rubia no parecía realmente entusiasta, sobre todo debido a que la puerta de cuarto continuaba abierta―. ¿Deberíamos volver con los chicos?

En un rato... No nos extrañarán.

―Pero... ―Julian se hace el desentendido y la voltea para buscar sus labios, besándola con dedicación y encaminándole hacia la amplia cama, ello hasta que June logra hacerse escuchar―. Es el cumpleaños de Nick... Ya me detesta lo suficiente...

Jules bufa desganado y se rinde. Era cierto, quizá era demasiado egoísta de su parte querer pasarla bien tan temprano, pero, él realmente estaba ansioso de tener algo de tiempo de calidad con su chica, sobre todo debido a que no habían podido verse a solas como correspondía desde la noche de año nuevo.

June por su parte, besa con sentida ternura la mejilla de su novio, recupera su cerveza desde el buró y camina devuelta al primer piso. La joven, a pesar de haber disfrutado su viaje a California, luego de que su padre y hermano arribaran a casa durante el dos de enero, el ambiente en el hogar no había sido el mejor. El señor Kelly, después de haber visto a su hija y a Julian besarse en el aeropuerto, deseó darse un tiempo para intentar comprender o encontrar una positiva arista a aquella relación amorosa, no obstante, el tiempo no ayudó, sobre todo después de que June llegara a casa por la noche, mucho después que él y su hijo a casa. De un tiempo a esa parte, él notó cierto cambio en el actuar de su hija mayor, pero, había decidido ignorar, darle el beneficio de la duda, confiar en alguien quien merecía su fe por su notoria sensatez, no obstante, con quien ahora ella se relacionaba de manera amorosa no era famoso por sus buenas decisiones y mucho menos por su madurez emocional. Por lo mismo, sin importar que el señor Kelly siempre hubiese aprobado la amistad de ambos, no creía poder aceptar que su única hija se involucrara románticamente con el hijo mayor de su jefe.

Por supuesto, al ser confrontada por su siempre calmo padre, June parece atónita en un comienzo, sobre todo por el hecho de que él no acostumbraba a entablar conversaciones de carácter personal con ella, es por eso que finalmente la rubia, a pesar de resistirse en un principio, debido a un interno sentimiento de culpa termina cediendo a la presión y negativa... En parte, sólo en parte. Al no salir tan seguido durante la noche, ella le haría creer a su papá que lo suyo con Jules había finalizado, mientras que en realidad veía a su novio cuando trabajaban y estudiaban ¿El nuevo gran problema? Era que la pareja no lograba encontrar exclusivo tiempo a solas y, gracias a la agitada vida de June por la universidad, trabajo y familia, que la chica ni siquiera se detiene a pensar sobre las consecuencias de ello en la relación con su efusivo chico.

La conflictuada chica, perdida en sus pensamientos, se desvía hacia el recibidor y busca su cámara al interior de su abrigo, quizá distraerse tomando algunas fotos le ayudaría a disminuir la ansiedad y poner todo en perspectiva, tal como ese efecto calmante que había tenido el recuerdo de la noche de año nuevo en ella para enterrar en su subconsciente sus ansias debido a la posibilidad de Stanford. Pronto, Fab se une en el recibidor para vestir su chaqueta, causando que June diera un leve respingo.

―¿A dónde vas?

―A la tienda más cercana ―explica mientras enrolla una bufanda, presumiblemente de Nikolai, alrededor de su cuello―. Faltan algunas botanas para la pizza.

―¿Pizza-Fab?

―La pizza más fabulosa de Nueva york, exacto ―sonríe para sí mismo, dulce como siempre, distraído al subir su cremallera.

―¿Nadie irá contigo?

―No... Pero no importa ―se encoge de hombros, resignado, ello mientras abre la puerta, permitiéndole a una helada y poderosa brisa infiltrarse. June comienza a arroparse.

―Te acompañaré. Me vendría bien tomar algunas fotos antes de que oscurezca.

En tanto, al otro lado de la casa, Albert compartía un gran cigarrillo verde con Serena mientras discutían que banda era mejor, si Metálica o Nirvana, lo cual pone de real mal humor a la morena quien parece exasperada por el ciego fanatismo del rizado por Kurt Cobain. Nick, por su parte, se mantiene desmotivado y echado sobre el gran sofá mientras bebía cerveza y veía los Simpsons con un igualmente taciturno Nikolai.

La tormenta, a pesar de haber aplacado y su lluvia cesado, continuaba atrayendo considerables ráfagas de viento, cuales intranquilizarían a cualquiera, sobre todo a aquellos quienes no acostumbraban a estar frente a frente con las feroces e indómitas olas invernales del atlántico. Julian, aún en la habitación que había escogido con June, fumaba por sí mismo y, cuando termina su cigarrillo además de cerveza, se siente obligado a ir por algo más fuerte para distraerse, sobre todo cuando el recuerdo de la pésima semana que recién había vivido se venía a su mente; en tan solo cinco días había confirmado que no había vuelta atrás si se trataba de la universidad, ya había reprobado sin reparo, además de que todo el personal de refuerzo había sido despedido del restaurante en donde trabajaba los fines de semana, lo cual le incluía a él, Albert y June. Por lo mismo, necesitaba mantenerse alerta por el camino que su vida comenzaba a tomar. Su música iba mejor cada día, su creatividad le permitía aun mirarse al espejo y reconocer el valor en sí mismo, por primera vez en su vida se sentía conforme en una relación amorosa y sus amigos le acompañaban a cada paso, no obstante, no se confiaría de la buena fortuna, así que pensaría rápido; necesitaba mantener el equilibrio, ser bueno en todo lo que se propusiera, incluso en la imposible búsqueda de la felicidad... Ello, claro, luego de pasarla bien un rato. Creía merecer eso. Y, por el momento, borrarse bastaría.

―¡Ahí estás! ―exclama Albert al verle volver a la sala―. ¡Justo hablaba de ti!

―Si se trata de licor, soy todo oídos.

―Ven a mí ―dice el malévolo rizado mientras alza tentador una botella de Jagermeister en su dirección y el adormilado chico obedece encantado―. Comentaba la idea de que definitivamente debemos hacer un demo.

―No aún.

―Te lo dije ―ríe el cómodo Nick aun recostado sobre el sofá y alzando su larga mano al aire―. Nos costó dos años lograr que Jules revelara sus canciones de manera escrita. Un demo nos tomará otro año, supongo.

―¡Pero sonamos tan bien!

―No es suficiente.

―¿Por qué? ―interviene Serena, sentada sobre uno de los sofás individuales cerca de la chimenea. Jules bebe de un solo sorbo su pequeño cristal de licor y suspira profundo, cabizbajo, casi como un agotado anciano dentro de aquel lánguido cuerpo veinteañero.

―Porque aún no es el momento.

―El momento será cuando Julian tenga una mística epifanía ―agrega Nikolai con voz monótona, sin siquiera quitar su mirada desde la pantalla de la televisión en donde se podía ver a Homero Simpson con cabeza de Donut.

―Lo único que tengo claro por el momento es que quiero que nuestro primer show sea en septiembre de este año. Luego pensaremos en algún demo.

―Bien, viejo, es tu decisión ―concede Albert, resignado―. Sólo decía que mi padre...

―¡No! No, Albert. Nosotros no aceptaremos ayuda de nadie. Lo que sea que hagamos será nuestra obra.

―Estoy de acuerdo con eso ―dice Nick enderezándose sobre su puesto y permitiéndole a Jules sentarse en junto mientras bebía su segundo shot de licor―. Desde siempre sólo hemos sido nosotros trabajando juntos. Será así hasta el final. Nos haremos notar gracias a nuestra buena música.

―De todas formas, necesitamos a alguien quien se encargue de correr la voz respecto a la música que hagamos como banda... Y, bueno, si no queremos a alguien externo, yo puedo ser esa persona. Sé dónde ir y con quienes hablar para "hacerlo suceder"... ―se encoge de hombros, humilde, y continúa antes de que alguien interfiera nuevamente―. No mi padre o la gente con quien trabaja, claro.

―Está bien, Albert, aun no, pero cuando crea que estamos en forma, te daré la señal.

―¡La batiseñal! ―exclama el infantil aludido y Nick, sonriente, también sigue:

―¡La drogaseñal!

―Ese sería un buen nombre para la banda... ―coincide el rizado y Serena les observa extrañada.

―¿¡Aun no tienen nombre para su banda!?

Nikolai se alza desde su puesto, ya que, nadie parece oír la puerta mientras fuman, beben y discuten; así, Fab y June se integran tiritando en la sala, casi saltando sobre sus pies debido al frío cuando intentan recomponerse frente a la chimenea. Julian, algo perdido, observa a su pálida novia reír a duras penas cuando el baterista le ofrece un shot de Jagermeister de los cuales Albert servía.

―¿Por qué no me dijiste que saldrías? Pude haberte acompañado ―le reclama Jules alzándose y abrazándole acaparador. Ella continúa tiritando y arruga su rostro debido al fuerte sabor del alcohol.

―Quería tomar algunas fotos y Fab iba saliendo, así que simplemente me uní. Haremos Pizza-Fab.

―... ¡La más Fabulosa de Nueva york! ―exclama el rizado ya encaminándose a la cocina con una seria Serena tras él. June sonríe brillante en dirección a Jules y pronto se une entusiasta al baterista y su novia.

―Muero de hambre, pero esa puta pizza lo vale ―se queja el cumpleañero, decidiendo beber un par de shots de Jagermeister sin siquiera arrugarse, ello al igual que Nikolai, pronto yendo por la acústica guitarra de Albert.

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