𝐟𝐨𝐫𝐭𝐲 𝐭𝐰𝐨

El sofocante calor de aquella primaveral mañana en la costa este trae a Julian de vuelta a la realidad. Apretujado en el sofá cama, el moreno se tarda unos segundos en poder abrir los ojos. Su boca estaba seca, casi como si hubiese comido arena toda la noche y una desesperada tos lo ataca en breve. Él tenía a June firmemente abrazada desde la cintura, por lo tanto, la suelta con delicadeza para así no despertarla debido a sus continuos espasmos, pronto realizando que la espalda de Nikolai le bloqueaba la salida.

―El sofá era muy pequeño ―se excusa el adormilado castaño, cual había sido despertado por la continua tos del moreno―. Necesitamos agua... Urgente...

Los amigos visten sus zapatillas y emprenden tambaleante cruzada en busca de bebestibles hasta el primer piso, en tanto, los demás continúan dormidos en sus respectivos lugares. Julian y Nikolai, al abandonar el amplio corredor y aparecer en la cocina, lucen genuinamente impactados con el nivel de desorden y destrucción en el lugar; vasos, botellas y adornos rotos, comida húmeda esparcida por todas partes, una eterna montaña de cajas de pizza, vasos plásticos aplastados, césped y arena sobre el piso de, ahora, gris cerámico y el colorado gnomo de rojo sombrero sonriéndoles desde lo alto del frigorífico.

―Eso es perturbador.

―Es nuestro Dios ―bromea un alborotado Albert integrándose desde la sala, sacudiendo sus siempre alborotados rizos―. ¿Qué tal la noche?

―Una locura ―comenta Nikolai con un dejo de ironía―. ¿Tienes botellas de agua o... Vasos que no estén rotos?

―Aquí ―el siempre dopado anfitrión les guía hacia el interior del gran horno; ahí guardaba packs de agua embotellada con y sin gas―. Hidrátense, que la fiesta sigue.

―Debemos volver a Manhattan hoy por la tarde.

―¡Claro que no, Jules! ¡No les dejaré marcharse así por así cuando solo llegaron ayer!

―Tenemos empleos y clases a las que asistir ―interviene un ceñudo Nikolai luego de beber desde su botella de agua―. ¿Tú ya te graduaste?

―En tres semanas lo haré. Y la celebración la comencé con mi cumpleaños el jueves.

―¿Qué no te cansas? ―continúa discutiéndole el castaño.

Julian, por su parte, al realizar que una de las cajas de pizza parecía aun sellada y, al comprobar que era una clásica de queso, decide llevarla consigo además de un pack de botellas de agua con el fin de despertar a sus agonizantes amigos en el desván, no obstante, cuando arriba, nota que sólo estaba June en el lugar, ni rastros de Nick o Fab quienes anteriormente dormían sobre el colchón inflable cerca de la ventana.

―Hey... ―la sacude desde el hombro, pero ella sólo se queja desganada. Jules, en tanto, se sienta en junto y bebe de un solo sorbo el casi medio litro de agua, así que, ella al oírle, se ve tentada a reaccionar.

Lo necesito...

Su amigo sonríe malévolo al notar lo desbaratada que ella lucía; cabello enmarañado, sólo un ojo maquillado a la mitad mientras que en el otro parecía que el delineador se había derretido, creando una sombra similar a un ojo magullado. Él le entrega una botella de agua al azar y ella, sin importar que esta fuese gasificada, la bebe en tiempo record, eructando involuntariamente no mucho después.

―¡Oh, esto es mágico! ―ríe burlesco y ella se echa a peso muerto sobre la cama, quitándose a la fuerza su sweater, casi alzando su remera. Él continúa observando la desesperada y atractiva escena, sin deseos de interferir.

―¡Necesito una ducha! ¿Por qué está tan caluroso? ¡Odio esto!

―Vámonos de picnic ―propone él, ahora quitándose su playera sucia para cambiársela por una con el logo de cigarrillos Camel―. Encontré una pizza en buen estado, tenemos agua ―comenta mientras revisa el contenido de su mochila, también cargándola con lo dicho―. Y ahora media botella de vodka. Deberíamos ir a nadar o algo.

―¿Nadar ebrios? ¿Sabes lo mal que suena eso, Jules? ―le regaña ella, limpiando sus ojos con un algodón y algo de vaselina que había traído consigo―. Además, es primavera...

―¿Y qué? Hace calor... Cualquier cosa es mejor que quedarnos aquí ¡Hay putos veintitrés grados de temperatura y es tu cumpleaños número dieciocho! ―exclama teatral, saltando sobre la cama con sus sucias zapatillas aún puestas y su mochila al hombro―. ¡Lleva tu cámara y vamos!

Ella obedece a regañadientes, no antes de cambiarse de atuendo a un ligero vestido que había empacado en caso de buen clima; así, ella se une al moreno quien le esperaba en el jardín, pero, se asusta de sobremanera al ver como la misma castaña que la noche anterior coqueteaba con él, ahora le abofeteaba con su contundente diestra haciendo que él estuviese a punto de soltar la pizza, para pronto marcharse sin más. Albert, entretenido, aplaude a la distancia mientras que un resignado Nikolai niega para sí mismo

―¿Qué fue eso?

―Una estupidez ―bufa disuasivo, levantando su dedo del medio con la mano libre en dirección a sus observantes amigos quienes se mantenían sentados bajo la sombra de un gran árbol, ambos pronto divisando a unos relajados Nick y Fab flotando boca arriba en la piscina―. Ella venía a preguntarme si quería pasar el rato y eso. Pero yo le dije que no podía porque mi novia, tú, podría molestarse, así que me golpeó.

―¿Por qué le dijiste eso?

―Tenía que utilizarte como chivo expiatorio, es creíble y simple. La culpa queda en mí, no en ella y su desagradable lengua ―dice lo último acompañado de una ligera arcada y su amiga no puede evitar reír apenada―. Sacrifiqué mi bella carita, pero no mi galantería.

Los risueños amigos continúan su incierta ruta por la costa. Ninguno de los dos tenía la menor idea a donde se dirigían, pero, como continuaban viendo a personas en las cercanías disfrutando del brillante sol y las tranquilas olas, deciden sentarse algo apartados de todos.

―¿Quieres protector solar? ―le pregunta la pelirroja a su amigo, cuya larga nariz lucía ya algo colorada. Él asiente y ella se encarga de cubrir su cara.

―Esto me recuerda al verano en Florida.

―El comienzo fue bueno.

―¡Te he dicho mil veces que lo siento! ―se lamenta al notar que, como usualmente lo hacía cuando abordaban ese tema, el origen de una pelea cual causó que se alejaran por todo un año, ella lucía irritada―. ¡Oh, vamos! Es tiempo de dejar ese conflicto morir. Ya te he probado con creces que no te dejaré de lado por nada ni nadie, al igual que tú a mí.

―Lo sé ―sonríe satisfecha mientras se aplica bloqueador a sí misma, distraída con las pecas sobre su piel cuales, alimentadas del sol, resaltaban su acaparadora presencia. Julian, en tanto, busca dentro de su mochila.

―Feliz cumpleaños.

Ella alza su mirada y se encuentra con una cámara Polaroid en su caja. Genuinamente sorprendida, no puede obviar su confusión debido a que esa era la precisa cámara que pretendía comprarse como autoregalo de cumpleaños.

―¡Esto es demasiado!... ¿Otra cámara? ¡Jules! ―se queja, aún incrédula―. Viene con tanto papel... ¿Cuánto gastaste?

―Es un regalo...

―¡Hablo en serio!

―Nada ―confiesa sin más y ella, suspicaz, vuelve a mirar la cámara, pronto cayendo en cuenta de una posibilidad. Él, bajo su acusatoria mirada, suspira profundo, condescendiente para bajarle el perfil a la situación―. Cuando fui a devolver el teclado a la tienda de electrónica, puede que me haya visto en la conveniente posición de llevarme la cámara sin que nadie lo notara.

―¡JULIAN...!

―Oh, vamos, June ―se apresura en intervenir a su defensa―. Es una maldita cadena de tiendas cuyo fundador es un maldito acosador de mujeres y público racista. A esto le llamo ser un "agente del karma" ―insiste haciendo énfasis con sus manos―. Le robé a una mala persona para hacer a una buena feliz.

Oh, Dios... ―musita la chica mirándole con un dejo de aprehensión―. No tienes moral.

―Tengo moral. Pero, es convenientemente flexible.

La chica le golpea el brazo con su protector solar y él rueda a un lado, casi como un armadillo, causando que a la chica le invadiese una risa cual no quiere parecer detenerse. Eventualmente, debido a la insistencia de ella, ambos nadan antes de beber, June no logrando mantenerse por mucho en el agua a causa de lo frío de esta.

―Deberías quitarte el vestido, así te secarías más rápido ―recomienda Jules al verle tiritar leve cuando sacaba fotografías con su cámara digital, ello mientras él sacude su largo cabello con aura desinteresada, de pie un par de metros desde ella. La chica entrecierra sus ojos y aparta su cámara desde su cara.

―Te gustaría ese espectáculo ¿no?

―Por supuesto ―ríe malévolo y se echa sobre una de las toallas que habían tomado desde el baño del segundo piso―. Déjame sacarte una fotografía.

―Ni lo sueñes. Luzco como una rata mojada.

―Claro que no ―discute quitándole sin mucho esfuerzo la cámara a su amiga―. Pero, para minimizar las probabilidades de que eso suceda, déjame usar tu enfoque artístico.

―¿Cómo?

―Entonces... June ―comienza, así intentado distraerla mientras enfoca disimuladamente, con la cámara a la altura de su pecho indicando hacia arriba. Ella, confundida, arruga el ceño―. ¿Alguna respuesta en mente a la pregunta que te hice anoche? ―la pelirroja continúa observándole contrariada a los ojos―. Sobre Fab.

―Oh... Bueno... ―musita cabizbaja y él toma la primera fotografía―. Si él así lo desea...

―¡Te preguntaba a ti, por ti!

―No grites...

―¡NO ESTOY GRITANDO! ―exclama, pronto arrepintiéndose debido a que comprendía la repentina alza de voz, aprovechando la distracción para tomar una nueva instantánea―. Lo siento... Pero... June. Preguntaba por tu opinión personal.

Ella fija su mirada sobre sus manos cuales, como de costumbre cuando algo le hacía sentir ansiosa, une en un apretado puño.

―Lo extraño y adoro, si, pero no sé si esté lista para intentar ser todo lo que él espera de mí. Realmente no sé si las relaciones sean lo mío. No ahora, al menos cuando hay tanto en lo que pensar... La preparatoria, la universidad, mis hermanos, el futuro... ―niega ligero para sí misma, aun cabizbaja―. No creo que deba arriesgarme tanto después de lo bajo que caí después de la ruptura y mi estrés.

Jules, contemplativo del sincero perfil de su amiga, suspira profundo y hace una mueca conforme, tomando una última fotografía disimulada antes de hablar.

―Todo lo que dices hace perfecto sentido y estoy completamente de acuerdo.

―¿No crees que es una decisión fría?

―No. Yo creo que es sabia. Buscas darle el tiempo necesario a todo y, si tú y el pequeño Fab están destinados a retomar lo suyo, volverán a estar juntos eventualmente.

―Eso suena tan bien... ―suspira ella, aliviada―. Gracias, Jules.

El moreno hace una irónica reverencia y le entrega la botella de vodka a la chica quien le observa con ligero desagrado.

―¿Qué? Te ayudará a aumentar tu temperatura corporal. La brisa no es fuerte, está soleado y tú continúas tiritando bajo ese vestido mojado ―le reprende―. ¡Brindemos, por tu cumpleaños número dieciocho como se debe, maldita sea!

Ella sonríe agradecida y bebe un sorbo cual es prolongado por él quien empina la botella. De esa manera, pronto comen fría pizza y se divierten tomando fotografías del otro y su entorno con las diferentes cámaras, ello hasta que se ven obligados a buscar la sombra debido a lo mucho que les encandilaba el brillante sol reflejado sobre las blancas arenas, así echándose bajo un solitario árbol cerca del sendero junto a la playa.

―¿Puedo confesarte algo? ―consulta él, de pronto, pero no tarda en reír con sarcasmo para sí mismo, recostado sobre el regazo de ella―. Te lo diría de todas formas... Como sea, estoy buscando un apartamento para arrendar ―June, sorprendida, le obliga a sentarse derecho―. Así que, de saber de alguno cerca en donde vives...

―¿Te mudarás? ¿Sucedió algo? ¿Peleaste con tu mamá?

―No, claro que no ―niega ligero y se encoge de hombros―. Es solo que... Bueno, ella y Sam son felices juntos y yo me siento fuera de lugar. Ya no quiero siempre confinarme a mí mismo a mi cuarto, como tampoco quiero que ellos moderen su afecto, si sabes a lo que me refiero ―abre ambos ojos, incómodo―, por mi presencia.

―Y también quieres tener donde llevar chicas.

―Esa sería ciertamente una gran ventaja ―sonríe conforme―. Pero, en realidad lo hago porque deseo mi independencia. Hacer el ruido que se me dé la gana, dormirme a la hora que sea, guardar basura en mi frigorífico, pasearme desnudo por el lugar...

―El sueño americano.

―Por supuesto ―Julian bebe de la botella de licor y se echa sobre el pasto, afirmándose de sus antebrazos―. Estoy próximo a cumplir diecinueve, voy por mi segundo año en la universidad y, a pesar de que pude haberme mudado al piso de estudiantes de Five towns, prefiero buscar un lugar individual en un sector no tan caro de Manhattan.

―¿Crees que tu padre vea con buenos ojos esa decisión?

―Lo dudo. Así que, primero que todo, buscaré un empleo de medio tiempo. Ya tengo ahorros suficientes y, con lo que salvé de tu regalo de cumpleaños ―bromea y ella le golpea el brazo con su puño. Julian ríe malévolo―, tendré suficiente para volver realidad este proyecto durante el verano ¡A la mierda las vacaciones! ¡Yo quiero mi propio cuchitril!

―Oh, sí que será un desastre.

―Tú eres bienvenida a vivir conmigo si quieres ―Julian alza ambas cejas repetidamente, picarezco, y ella le lanza un puñado de césped sobre la cara.

―Sabes que no puedo.

―¿No que Ian sería enviado a un internado? ¿Qué había ganado una beca deportiva por soccer juvenil?

―Sí, pero también está Marcus...

―¡Él ya tiene quince!

―Catorce...

―¡Catorce! Yo a esa edad me emborrachaba contigo ―se queja―. De seguro no querrá a su, disculpa, pero inconsecuente hermana ahí para reprocharle cada vez que se divierte.

―¡Hey! No es esa mi intención... Marcus es un buen chico...

―Y uno bastante tranquilo, por lo tanto, de quedarte en Nueva York como deberías ―hace irónico énfasis en lo último, pestañeando en un inventado código morse―, mereces probar la independencia. Estarás a sólo unos minutos de distancia de tu papá y hermanos, pero vivirás por ti misma y bajo tus propios términos.

―Julian...

―Sólo piénsalo, June. Tienes dos meses para decidirlo en caso de que te quedes a estudiar en la ciudad ―el moreno gesticula «por favor» con una lastimera mueca y la chica no puede evitar negar resignada, pero entretenida a la vez. Él continúa con su cruzada persuasiva al recomponerse―. Yo tendría cubiertos los dos primeros meses de renta, así que sólo necesitaría saber si debería arrendar un apartamento individual o uno doble contigo en mente.

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